[RP-Justas] Entrega de premios

En el mismo día, todo se organizó para la entrega de premios. Dejaron un notable tiempo de descanso para todos los participantes, y aclararon perfectamente que tras ello todos ellos debían asistir al ¿podio? bien vestidos y lavados, decentes para la ocasión, pues sería la propia Reina de Castilla y León quien entregase los premios y la que, además, daría un beso al justador que más lanzas hubiera roto.

Que vaya, si era mujer, esperaba que también pudiera ser en la mejilla.

El calor pronto se había disipado, y antes de que la Reina se pudiera lamentar por la brisa fría que corría por las arboledas próximas al Alcázar, ésta ya se había cubierto con una capa de ricos materiales y pedrería que la adornaban. Se alzaron justo entonces ambas monarcas, y sonriéndose se acercaron al escenario que habían dispuesto los mozos y heraldos con armas castellano-leonesas para recibir a los ganadores de aquellas justas. Fue entonces cuando, la Reina de Francia, Béatrice de Castelmaure, se volvió hacia la de Castilla, Elena de Trastámara, y con un extraño acento francés la sorprendió con sus palabras en castellano.

- Estimada Majestad, querida amiga Elena... ¿Y si presentáis un campeón vuestro contra uno mío? ¡Podríamos enfrentar a Francia y a Castilla y León en unas justas! Tengo un muy noble y antiguo caballero a mi servicio, quien probablemente ya esté preparado para combatir con mis colores.

Elena se sorprendió. No pudo evitar pestañear varias veces, así hasta comprender la situación. La Reina de Francia la retaba, y negarse a tal sería dejar en evidencia su buen nombre y el de sus territorios. El honor de Castilla estaba en juego, y ella sabría responder.
Abrió la boca, dispuesta a dejar escapar de sus labios una afirmación, cuando Béatrice se le aproximó y le susurró con complicidad, añadiéndose a su anterior intervención.

- Parece que tenéis suficientes caballeros para aceptar el reto, querida amiga...

Una incrédula y socarrona sonrisa se escapó del gesto de la joven rubia. No había conocido aquella faceta de la Reina francesa, y ahora que lo hacía se veía aún más complacida. Le gustaban los retos, y a Fe que sabía afrentarlos, o al menos medir la magnitud de estos. Volvió la vista al frente, alzando la barbilla, y pensó, aviesa, que tal vez fuera cierto que tenía caballeros a su servicio. O no tan caballeros, simplemente nobles.

Sí, dejémoslo en nobles.

En un demostrado buen francés, aunque con aquel particular acento castellano, respondió a Béatrice.

- Soeur, ce serait un plaisir. Comme vous savez, toutes las Reynes ont des... chevaliers... Bon, chevaliers, nobles,... Hommes. -bromeó, disfrazando su picardía en un gesto amable- Je non accepte seulement votre défi, mais de plus je vous demande, soeur, que vous choisissez un autre chevalier pour participer contre autre Notre.

Aún sonriendo, engarzó sus manos y comenzó a jugar con la esmeralda sobre un lecho de diamantes que llevaba por anillo. No se esperaba aquella propuesta por parte de la francesa, pero debía admitir que estaba arriesgando demasiado con aceptar el reto y al mismo tiempo proponerla que escogiese otro caballero más.
Por tanto, aquellas justas aún no terminaban. Las Reinas francesa y castellana serían representadas en el terreno de justas, dejando que dos de sus caballeros portasen sus armas, y volviendo a los tronos en donde ambas soberanas habían estado sentadas observando el torneo, volvieron a sentarse. En aquel instante, la de Castilla y León se volvió hacia la de Francia hasta enfrentarla.

- Je l'oubliais. Si vous gagnez, je vous donnerai un cadeau.

Y sonrió, segura de sí misma.

Ella, en cambio, se sentía muy cómoda con el vestido que Attia le había confeccionado. El calor apenas la afectaba, de hecho, al contrario: el Sol comenzaba a calentar menos, e incluso había momentos en los que la fresca brisa castellana acariciaba su piel, estremeciéndola.
Escuchó atenta a la Reina de Francia, parecía dispuesta a arriesgarse.

- Nos llamaremos a Nuestros campeones, los marqueses. -repuso, con desaire- Que hagan llamar a Astaroth da Lúa, Marqués de Gondomar y las Islas, y a Nuestra Secretaria Real, la Marquesa de Santillana.

Con ferocidad, tomó asiento junto a Béatrice, acompañada por su propio leopardo que, dócil, se había sentado junto a ella, evocando a la Monarca más regia e imponente que Castilla viera jamás (señoras, señores, oportunidad única: jamás nadie volverá a verla así).

- ¿Eligen al armiño para justar contra los franceses? - Rugió el León. - ¿No ha quedado claro que Castilla es territorio pagano? ¿Eligen a un pintamonas discípulo de Aristóteles antes que a mí? - Seguía vociferando en la tienda-taberna, cuerno de melikatron en mano.

La de las orejas élficas salió del "establecimiento" pagano acudiendo así a la llamada de su reina. El heleno en cambio se dirigió a la tienda donde se hallaban todos su pertrechos de liza. Ayudado por su esposa y después de una breve sesión arrumacos, Zarek volvía a estar preso en aquella jaula de grillos a la que llamaban armadura de placas.
Montó a lomos del oscuro frisón y acudió sin ser invitado al lugar donde los cuatro caballeros habían sido reclamados (toma eso, poeta estoy hecho hoygan).

Uladh esperaba ser llamado para recibir su justo premio por ser vencedor no solo del duque de Caspe al cual derribó e hirió en justa pelea, sino por pertenecer al equipo que había vencido gracias a sus verdaderos dioses guerreros. Pasaban las horas y nadie les daba ni la más mínima noticia.

-¿Será posible que no vayan a cumplir ? Y encima me han dicho, Ejnar, que los perdedores van a enfrentarse con los francos. Como son grandes caballeros, ricos y emperifollados, da igual que hayan rodado sus dorados traseros por el polvo gracias a nuestras lanzas. Estan locos estos castellanos.

El islandés, completamente indignado tomó una de las armaduras machacadas durante las justas y levantandola sobre su cabeza la lanzó enmedio de la liza. El acero cayó con enorme estruendo y el público enmudeció. Algunos agacharon la cerviz esperando que cualquiera otra parte cayera sobre sus cabezas. Giraron sus miradas hacia la parte alta de los graderios comprobaron que el lanzador era uno de aquellos bárbaros paganos venidos de sabia Aristoteles donde. El rostro surcado por lineas de azul intenso contrastaba con el rojo encendido del resto de la piel que era visible. Puesto en jarras respiraba con agitación.

- Pero,pero,pero... ¿Peroestoqueeeeeeeeé?¿Pero que invento es este? Exigo el premio que nos corresponde como ganadores de las "Justas Moras", Amoshóoooombre. ¿O es que hablo en islandés? que puede ser que sí, a veces. Pero no to el tiempo. Que si se que no había premio me quedo en casa viendolo por Telemedievo y me ahorro las calores y el cardenal que me he hecho en el antebrazo. Que ni un bocadillo nos ha dado la organización. Quiero mi premio, ya.

El vikingo se cruzó de brazos dispuesto a liarla parda, que para eso era un hereje sin moral ni vergüenza, ni falta que le hacía.
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CASTELLANO


Primera ronda
El público parecía estar cansado de tanto torneo. Sin embargo, las Reinas estaban dispuestas a terminar con aquello, y agradadas con las palabras de sus respectivos caballeros ordenaron que dieran comienzo al combate entre coronas.
Guillaume salió al galope, al igual que Astaroth, montados sobre sus monturas. Avanzaban contra sí a una velocidad vertiginosa, y en el momento de choque lograron ver que ninguno de los dos había tirado al otro, y que además las lanzas se habían partido en miles de astillas.

Segunda ronda
Volvieron a anunciar la salida de los campeones, y decididos, salieron al galope nuevamente. Con animo de tirarse el uno al otro, avanzaron hasta que se alcanzaron el uno al otro y, dispuestos a dar fin a aquello, se golpearon con la lanza en el centro del escudo. Se partieron, pero sólo uno de ellos cayó al suelo.

Astaroth.

FRANÇAIS


Première ronde
Le public semblait être fatigué de tant un tournoi. Cependant, les Reines étaient disposées à finir avec cela, et plues avec les mots de ses chevaliers elles ont ordonné qu'ils donnassent un commencement au combat entre des couronnes.
Guillaume a abouti au galop, aussi comme Astaroth, montés sur ses montures. Ils avançaient contre oui à une vitesse vertigineuse, et au moment d'un choc ils ont réussi à voir qu'aucun des deux n'avait jeté l'autre, et que de plus les lances étaient parties dans des milliers d'éclats.

Deuxième ronde
Ils ont recommencé à annoncer la sortie des champions, et décidés, ont abouti au galop nouvellement. Avec l'intention de jeter l'un à l'autre, ils ont avancé jusqu'à ce que l'on a atteint l'un à l'autre et, disposés à donner une fin à cela, se sont frappés avec la lance au centre de l'écu. Ils sont partis, mais seulement l'un d'eux est tombé au sol.

Astaroth.

Kossler no se soprendió del resultado. Se mostraba aburrido, contemplando aquella escena en la que el de Valdecorneja había caído al suelo. ¿Y que esperaba la Reina, acaso que ganara? Cualquier que hubiera presenciado esas justas se había percatado que los campeones castellanos no eran gran cosa. Además, en Francia había mucha tradición de torneos. El Duque de Caspe no sabía de que extrañaban. Tenía la certeza que él no hubiera perdido... pero del joven marqués que se podía esperar...

Asdrubal observo el enfrentamiento entre los dos combatientes, respectivos representantes de las reinas castellana y francesa, juego de honor entre Coronas me imagino pensaba Asdrubal, cansado ya de tanto calor castellano...

Vio caer en tierra a Astaroth, el que por lo que habia visto Asdrubal, era uno de los nobles castellanos de mayor importancia, con lo cual la Reina de Francia ganaba el encuentro gracias a su caballero de nombre dificil de pronunciar para Asdrubal, aunque en la Corona de Aragon tambien habia sujetos con nombres...pintorescos, Guillermo se llamaria el representante de la Corona Francesa, a juzgar por como sonaba claro...

Astaroth, que para aquellos Duques que no lo recuerden, era quien mejor resultado global había obtenido en las justas religiosas de entre los aristotélicos, se preparó. Apenas había entrevisto el rostro de su adversario, pero le pareció zorro viejo. Mejor prevenir.

Lanzando su grito de guerra, se espoleó a su yegua, acelerando cada vez más. Y, entonces, chocaron, y una nube de astillas se levantó al impactar certeramente las lanzas, pero ninguno cayó de su corcel. Y volvieron a justar. Pero esta vez, el cansancio hizo mella en Astaroth, que se vió de pronto por los suelos. Como de costumbre, los galenos rodearon al caido, pero este no estaba herido. Tanto fue así que pudo quitarse él mismo el yelmo. Escupió al suelo con rabia. Si se justase con vizcaína, otro gallo cantaría, pensaba. Sin embargo, se impuso la diplomacia, y saludó al vencedor con un gesto seco antes de volver a la tienda.

Asco de día...

La de Winter, en la tienda donde se preparaba, vendaba fuertemente su rodilla izquierda, la de la herida de Massa. Hacía tiempo que había curado, y los físicos decían que estaba tan sana como antes de aquella batalla, pero ella tomaba precauciones. Mientras giraba la venda en torno a la rótula, recordó cómo apenas salir de la convalecencia había participado en su primera justa, en aquella ciudad. Sonrió ante la imagen del Heraldo en el suelo, y las muchas discusiones que habían tenido a tenor de aquello.

Oyó un ruido a su espalda, y el sonido de los pasos le indicó quién era, ni se giró. Svein traía la armadura de la Marquesa.

- Herra Astartoþ ha sido derribado por el francés, le informó, tras saludar.

Urania enarcó una ceja

- ¿En serio? Buenos contrincantes tenemos, entonces, si han derribado a Astaroth, el mejor del equipo aristotélico.

- Pero no mejor que los nuestros, Frú Urania

Urania rió, mientras el vikingo le ayudaba con el peto.

- ¿Habéis ido ya a celebrarlo?

- No, Frú Urania. Estamos esperando a la entrega de premios. Luego, he retado a Stian a beber de todos los barriles de hidromiel de Merésimo, a ver quién aguanta más en pie.

La de Winter encajaba los quijotes en torno a los muslos, mientras hablaba

- Ninguno de los dos, ya te lo digo yo. Suspiró. Vamos, que tendré que enviar a alguien a que os recojan en Bifröst.

- O dejarnos dormir allí, dijo Svein, entre carcajadas.

Los guanteletes fue lo último que se puso la Marquesa, para después coger el yelmo que reposaba en la mesa. Salió de la tienda, y guiñó los ojos, a causa de la luz del sol, hasta que se acostumbró a él. Ferrari, con la barda bordada con los colores de Castilla y los de Santillana, esperaba tranquilo: no era la primera vez que participaba en estas lides. La de Winter acarició a la bestia, y chocó suavemente su mano enguantada con la testera del caballo, que movió la cabeza, saludándola. Svein le ayudó a montar, y se dirigieron hacia el terreno de justas.

Urania levantó la mano, saludando al palco, a sus amigos los campeones del torneo. Astaroth se acercó donde ella, para entregarle la lanza con la que tendría que justar. Le deseó suerte con una sonrisa.

- Gracias, Páter, le dijo, ella, habrá que buscarte algún tipo de chaleco acolchado, si tu suerte sigue así. Ambos rieron.

La de Winter se encasquetó el yelmo, diseñado para hacer lugar a la melena negra recogida en un moño bajo y bajó la visera. Llegó el momento. Esperó en su lugar a que el francés estuviera preparado, tensa y concentrada para el combate. Esperaba que los dioses no estuvieran ya celebrando la victoria de los paganos, y le acompañaran también a ella. Pero... ¿quién sabe cuál es la voluntad de la diosa?

In the tent where she was preparing herself, Winter was bandaging her left knee strongly, the one she got injured in Massa. It was a long time ago since it was perfectly healed, and the doctors said that it was as healthy as before the battle, but she was cautious. While she was spinning the bandage around the knee, she remembered that it was just after the convalescence when she participated in her first joust, in that city. She smiled at the image of the unsaddled Herald, and at the many discussions they had because of the tournament.

She heard a noise at her back, and recognized the sound of the steps, she didn't need to turn back. Svein was bringing her armor.

- Herra Astartoþ was unsaddled by the french, he informed her, after the wave.

Urania arched an eyebrow

- Really? Well, we have good opponents, then, if they won Astaroth, [u]the best of the aristotelic team.

- But not better than ours, Frú Urania

She laughed, while the viking helped her with the breastplate.

- Did you already go for celebration?

- Not yet, Frú Urania. We are waiting for the presentation of the prizes. Then, I bet Stian who can drink from every barrel of mead made by Merésimo, and stand on foot longer.

Winter was fitting the ciusses to her legs, while talking

- None of you, I can tell you beforehand. Sigh. This means I will have to send somebody to pick you up to the tavern

- Or you could leave us there, sleeping on the floor, Svein answered, roaring with laughter.

The gauntlets were the last pieces the Marquise put on herself, and then she took the helmet laying on the table. She went out the tent, and winked her eyes, because the bright from the sun, until she got used to it. Ferrari, her horse, with the crupper embroidered with the colours of Castilla and Santillana, was waiting for her quietly: it was not his first time, either. Winter stroke him and punched his chanfron smoothly with her gloved hand. Ferrary shaked his head, waving her. Svein helped Urania to ride the horse, and walked to the jousting arena.

Urania raised her arm, waving to the royal box and to her friends, the champions of the tournament. Astaroth came to her, to give her the lance for the joust. He wished her good luck with a smile.

- Cheers, Páter, she said, we will have to look for you a quilted vest, if your luck continues this way. Both of them laughed.

Winter pulled down the helmet, designed to contain her black long hair tied up in a bun, and lowered the visor. The moment had arrived. She waited at her position until her french opponent was prepared, concentrated and tense, ready for the joust. She hoped the gods were not celebrating the pagan victory yet, and that they were looking after her. But... who knows about the Goddess will?

L'homme semblait nerveux de se trouver en face du ténébreux, les mains s'entremêlant sous le poids qu'il devait livrer afin de remplir parfaitement sa mission. Altaiir lui ne le quittait pas des yeux, attendant avec un soupçon d'impatience vu le temps qui défilait.
Sous la froideur azurée, l'individu ravala sa salive pour enfin se mettre à table :

He... Perdón... Señor, pero... Su Majestad la Reina de Francia usted ha escogido como un campeón para la próxima batalla, me siguen a vestirse con la armadura con los colores de Lys.

A ces derniers mots, le vicomte resta un instant silencieux plus que de raison, ce qui inquiétait encore plus l'envoyé des reines... Puis soudain, l'Auditore se redressa sur ses bottes, ouvrant le bras en invitation à partir :

Vamos, nos apresuramos para no hacer esperar a la multitud.

Un dernier coup d'oeil vers la fauvette semblant inquiète, un petit sourire se dressa pour tenter de la rassurer, du moins... Un faible espoir quand elle verrait la suite. Longeant les campements pour trouver la tente royale de sa souveraine, le florentin de naissance et tourangeau actuellement pénétra les lieux.

De suite, on lui sauta dessus littéralement pour l'emprisonner d'une carapace en fer, le poids sur ses jambes devenant bien vite lourd... Mais la fierté était sa force, être le champion de la Reine, quel honneur ! Lorsque tout fut bien mis, le ténébreux capuchonné s'était transformé en guerrier épique royal, dont une ravissante cape flottait dans l'air avec les tâches de Lys, heaume sous le coude.
A peine sorti, il lui fallu quelques secondes pour reconnaître Arador, son étalon aussi sombre que la nuit, dont les extrémités nasales, frontales et piédestales baignaient comme neige dans un blanc éclatant. Ce dernier était tout autant équipé que lui, à la différence d'avoir une robe aux couleurs de France à la place d'une armure complète.

Enfin en selle, il regagna au trot la lice où il put voir la fin du combat du Grand Ecuyer de France, première victoire pour eux donc... Se rapprochant cette fois au pas de son coéquipier, il inclina le buste pour le saluer :

Vous êtes redoutable Monseigneur, j'ose espérer ne jamais me retrouver en face de vous... Puisse le Très Haut être de mon côté à mon tour pour l'affrontement prochain.

Lui adressant un sourire aimable en chaussant son heaume sur la tête, il ne put voir qu'il s'agissait d'une dame en face, par chance ? Car il avait horreur de se battre contre les femmes. Pensant donc qu'il s'agissait d'un homme robuste et fort, il se plaça convenablement en s'excusant devant le grand Guillaume car il s'agissait de son combat cette fois, un peu de place à la jeunesse.

Le bouclier aux couleurs d'or et de gueules pour Rigny-Ussé lui fut donné, avant de caler la longue sous le bras, prêt à charger au nom de Béatrice de Castelmaure...

El hombre parecía nervioso al estar frente a el tenebroso, entrelazadas las manos bajo el peso que tenía que entregar con el fin de cumplir con su misión perfectamente. Altaiir nunca apartó sus ojos, a la espera con un toque de impaciencia por el tiempo en un desfile.
Bajo el frío azul, el individuo finalmente se tragó su saliva a la mesa:

He... Perdón... Señor, pero... Su Majestad la Reina de Francia usted ha escogido como un campeón para la próxima batalla, me siguen a vestirse con la armadura con los colores de Lys.

Al oír estas palabras, el vizconde permaneció en silencio un momento más de lo necesario, lo que preocupa aún el mensajero de las reinas... Entonces, de repente, el Auditore se sentó en sus botas, la apertura de la invitación del brazo a llevar :

Vamos, nos apresuramos para no hacer esperar a la multitud.

Una última mirada a la curruca parece preocupado, una pequeña sonrisa se ​​levantó para tratar de tranquilizarla, por lo menos... Una tenue esperanza cuando ella se verá más adelante. Campamentos a lo largo para encontrar la tienda real de su soberano, el nacimiento de Florencia y Touraine entrado en la escena.

Inmediatamente, él saltó literalmente a encarcelar a un proyectil de hierro, el peso en sus piernas se vuelven pesadas muy rápidamente... Pero el orgullo era su fuerza, el campeón de la Reina, ¡qué honor! Cuando todo estaba bien vestido, el guerrero encapuchado oscuro se convirtió en una épica real, con una bella capa en el aire con las tareas de Lys, el casco bajo el brazo.
Acaba de salir, se tomó unos segundos para reconocer Arador, su caballo negro como la noche, los fines del pedestal nasal, frontal y en forma de nieve bañado en color blanco brillante. Era tan equipados como él, a diferencia de tener un vestido con los colores de Francia en vez de un traje de armadura.

Por último, en la silla, volvió a la arena en el trote, donde pudo ver el final de la batalla del Maestro del Caballo de Francia, la primera victoria para ellos así que... Acercarse a este tiempo en ningún compañero de equipo, se inclinó para saludar el busto:

Vous êtes redoutable Monseigneur, j'ose espérer ne jamais me retrouver en face de vous... Puisse le Très Haut être de mon côté à mon tour pour l'affrontement prochain.

Enviándole una sonrisa amable al poner en su casco en la cabeza, no pudo ver que era una señora de enfrente, por oportunidad ? Porque odiaba a luchar contra las mujeres. Así que pensando que era un hombre fuerte y resistente, se colocó bien disculparse con el gran Guillaume, ya que fue su lucha esta vez, un poco de espacio para los jóvenes.

El escudo con los colores de oro y gules de Rigny-Ussé se le dio, antes de que se cale el lanza larga en el brazo, listo para cargar el nombre de Beatrice Castelmaure...