Carolum
ACTO II - LA CACERÍA
Un joven criado trajo la yegua de Carolum; un hermoso ejemplar color azabache y de pelaje brillante que había comprado meses antes en Toledo. El animal era bastante tranquilo, pero a la vez orgulloso y altanero; caminaba con la cabeza erguida y las orejas estiradas, mientras pateaba el suelo con fuerza, haciendo retumbar en el suelo, el sonido sordo de los cascos herrados. El equino además iba equipado con una silla de caza, grande y robusta, pero cómoda, de piel negra tachonada y claveteada en bronce dorado. Del mismo color iban el resto de los correajes, dando al animal un porte regio.
El conde subió con facilidad sobre la grupa del animal, a pesar de ser un hermoso salto. Se enfundó lentamente los guantes de cuero y se sujetó la capa con un broche de plata en forma de cabeza de toro. - Mi arco y mi lanza.- exigió el de Alba a su montero mientras éste oteaba los alrededores en busca de sus compañeros de partida.
-¡Caspe! ¿dónde os habéis metido?- no encontraba al duque por ninguna parte - ¿acaso os dan miedo mis ciervos? no temáis, no son tan cornudos como vos! - rugió en broma mientras hizo girar a su yegua en dirección al grupo de invitados que comenzaron a montar en sus caballos.