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[RP] La llegada de los invitados (Cumpleaños de Nicolino y Carolum

Carolum


Giarru
El Cardenal de Roma, después de un largo viaje por la bonita España, tierra de sus orígenes antiguos que se prometió dentro de si' de visitarla un día para redescubrir las tierras que han dado lustre a su familia, sea de su madre Ludovica Borgia que de su padre Alessandro II de' Montemayor.

Llegó a las puertas del gran edificio con su carroza y llamó en espera que alguien llegara a abrirle. Estuvo muy emocionado pero feliz de haber sido invitado al cumpleaños de un gran amigo de siempre.

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Ruy_tristan


Frío helador, lluvia intensa, niebla bastante densa. El viaje de Ruy Tristán no fue nada tranquilo, cuando los caballos no se cansaban por andar por el barro, el conductor dejaba de ver debido a la niebla.

El Trastámara había sido invitado a una fiesta de cumpleaños que iban a celebrar sus primos Carolum y Nicolás en Villa Borja. Habría buenos vinos castellanos llevados por Carolum y buenas naranjas y licores llevados por el valenciano. De solo pensarlo se le hacía la boca agua. El Borja, que años atrás andaba por la Francia y por Nápoles había encajado excelentemente en su familia tras la vuelta. Había conseguido un gran status en la sociedad y se había convertido en un gran icono.

Mientras el conductor del carruaje paraba justo delante del portón de Villa Borja, los cuales daban a ver la gran inmensidad de sus campos y sus jardínes, Ruy, se quedó pensando en si vería sus familiares italianos que tantos éxitos habían conseguido en la Iglesia y en lo civil y poder charlar con ellos para aumentar sus probabilidades de acceder al poder.

El conductor le llamó la atención varias veces y él, sumido en sus pensamientos deshizo como si una pequeña brisa se ahogara en un huracán. Al recobrar la conciencia de la situación el Borja llamó la atención por el trato recibido del conductor y en vez de pagarle lo que le pidió al principio solo le pagó la mitad. El conductor enfadado agachó la cabeza, no quería más problemas. Ruy lo miró sin que se diera cuenta y puso en sus labios una sonrisa bastante pícara y endiablada pues sabía que el conductor sería fácil de asustar la próxima vez.

Y tras una larga caminata, llena de jardines, fuentes y pájaros que se escondían en los árboles pues no era para menos con el frío que hacía, llegó a la entrada. Abrió la puerta y su sorpresa fue que se encontró con el Cardenal Alessandro II de Montemayor.


-Saluto lei, Sua Eminenza, il mio nome è Ruy Tristán de Trastámara Borja, fratello della regina di Castilla che è morto. Benvenuti nelle terre ispaniche. Come è il tuo viaggio, Sua Eminenza?.

Todavía sabía hablar con soltura la lengua italiana. Había pasado varios años luchando con italianos en la Guerra Santa y había vivido en Nápoles durante cuatro años, sin duda había madurado su italiano.

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Liborio


Los caminos ademas de encontrarse en mal estado se encontraban desiertos, aquello me inquietaba, a pesar que no viajaba solo, ver los caminos así desiertos me hacían sentir mal, me traían recuerdos sobre la muerte de mi padre en como deje su hacienda en Pamplona para venir a vivir con mi tío Carolum a Castilla, pero aquellos recuerdos trajeron a mi mente los buenos momentos pasados con mi tío, a quien con el paso del tiempo llegue a respetar y a querer como a un padre.

Mis recuerdos era lo mejor para matar el aburrimiento, ya que me tío me había dejado supervisando a unos sirvientes en la casa y el se había adelantado para reunirse con el tío Nicolas en la villa Borja, por lo que solo me acompañaba el buen Luciano y el equipaje del Conde.

El viaje al fin había concluido y esto se podía saber al ver las rejas de la Villa Borja y atravesarlas, fui recibido por los sirvientes a quienes les di instrucciones de como colocar las cosas del tío Carolum y las mías, al finalizar subí las escaleras y desde la puerta observe que se encontraba mi tío Ruy conversando con alguien que no conocía

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Kossler


El frío se hacía patente ya en las áridas tierras castellanas. Si en verano era un infierno caluroso debido a que apenas había sombra durante el viaje en invierno era un tumba helada. El caspolino llevaba vestido un manto de piel grueso y relleno de lana para abrigar del frio castellano. En Caspe la temperatura era algo más benévola. Con él viajaban Lisena y la Señora de Maella, asi como un soldado que se habia ofrecido voluntario y que llevaba un caballo de reserva que cargaba aquello que el Duque y la Señora de Maella precisarian.

Y a su lado cabalgaron durante días, hasta parecer llegar a la Villa de los Borja. Sin duda el Conde de Alba les estaría esperando, tanto a ellos como a otros invitados si cabe más importantes todavía.

-Hemos llegado. -Dijo el caspolino a sus compañeros de viaje.

Parece que Seberino no le había indicado mal. Aquel hombre era un mapa andante, por no decir una biblioteca. En esta ocasión había preferido quedarse en Caspe para ciudar sus maltrechos huesos. El frio no le sentaba nada bien. Acelerando el paso Kossler y sus acompañantes llegaron a la puerta de la muralla, donde descabalgaron. El Duque de Caspe dejó el caballo al soldado y se adelantó.

-Buenos días caballeros. -Dijo el noble catalán acercándose a los dos hombres que allí estaban. Uno parecía ser clérigo. Kossler no sabía quien era, pero adivinaba su estatus. -Eminencia...-Dijo el Duque de Caspe, tratando de no romper el protocolo. -¿Alguien sabe si podremos pasar?

Kossler miró hacia sus compañeros y les indicó que esperaran.

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Ignius


Parecía mentira que Foc aguantase tanto. El Abad, acostumbrado a una actividad limitada a la Cerdanya, estaba cansado de un viaje que había durado para él una eternidad. El Guzmán seguía, eso sí, un paso brioso, con necesidad de cambiar de aire cada dos pasos, y el Abad tenía más trabajo en frenarlo para no rebentarlo que en empujarlo. A ello debía sumarsele que el aire empezaba a ser helado, y cualquier brisa se convertía en un peligroso riesgo de pulmonía.

Porfín llegó a Villa Borja. Se alzaba ante un bosque de quejibos y pinos que hacía contrastarla con el árido paisaje que la antecedía. Era simplemente majestuosa. Acostumbrado a su casa parroquial de Puigcerdà, ver una estancia de más de cuatro pies le parecía un dispendio inecesario, pero entendía que la nobleza tenía unas necesidades que él no podía comprender.

Dejó rienda suelta al Guzmán para que galopara los últimos metros y se cansase un poco, para que al entrar en las cuadras no se pusiese histérico con caballos desconocidos, y para que sus impulsos más bajos no saliesen a relucir ante cualquier yegua o poni que hubiese en la villa. Le hizo hacer círculos, cambios de galope, serpentinas...y cuando ya lo vió cansado de verdad decidió encaminarse hacia la Villa.

Se acercó al paso y vió que ya había gente ante las puertas. Reconoció el blasón del Ducado de Caspe en una de las carrozas y otra, más majestuosa, con el símbolo cardenalício. Se acercó a la concurrencia y se paró ante la primera carroza.

-
Hermano Kossler, Señora Valjala- dijo con una pequeña cabezada-. Es un placer verles.

Dicho esto, avanzó el caballo hacia la primera carroza y vió a Su Eminencia Alesandro III de Montemayor. Era una situación estraña, puesto que era la primera vez que se encontraba ante el cardenal y no podía hacerle el besamanos si no era metiendo medio cuerpo a través de la ventana.

Resolvió que el cardenal se daría cuenta de lo imposible que le era, así que le dió normalidad al asunto:


- Su Eminencia Alessando, es un gran placer veros por tierras hispánicas- dijo con una sonrisa-. Acostumbrado a veros en el Alto Consejo de la Cancillería, nunca imaginé veros aquí. Me alegra mucho compartir éstos días con vós.

Y esperó a que alguno de los sirvientes que suponía que habría le pidiese la invitación y le ofreciese algun servicio para con el caballo y el parco equipaje.

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Astaroth_14


Un exiguo número de jinetes llegaba a la villa Borja. La mayor parte de ellos llevaban el rostro cubierto, como era habitual en la Guardia Veneciana. A un silencioso gesto, se hicieron aparte, mientras los dos jinetes restantes acortaban el último trecho, que había de llevarles ante las puertas de la villa.

Comment êtes-vous, ma chère?

El que había hablado, con tono preocupado, era el hombre, que cubría su ojo izquierdo con un parche. Su acento delataba que no estaba acostumbrado a utilizar el francés. Ni siquiera con la mujer, a quién había dirigido aquellas palabras, y con quién solía hablar en anglosajón. Sin embargo, ella había dejado su tierra y su lengua, se veía entre desconocidos, y juzgó que su francés mla pronunciado la haría sentirse un poco más a gusto.

Je suis sûr qu'ils vont vous le souhaitez.- remató, tras una pausa vacilante.

Ahora, que estaban ciertamente más cerca, y pudo reconocer más rostros. Ruy y Liborio, dos de los "últimos fichajes" de los Borja, que no dejaban de aparecer debajo de las piedras. No parecían malos, pero eso sólo el tiempo podría confirmárselo al Marqués. También identificó al Duque de Caspe, acompañado de dos damas cuyos nombres no pudo recordar, si bien uno de los rostros sí le sonaba. Aragón, quizás, en aquellos tiempos que parecían tan lejanos. Vislumbró a un par de clérigos, finalmente. Uno era el Abad de San Abysmo de Ripoll, Ignius, y el otro un clérigo al que el joven no conocía. Sin embargo, sus ropajes le delataban como Cardenal, y sus ojos corrieron raudos a revisar las portezuelas, hasta que encontró el blasón que buscaba. A partir de ahí, sus ojos de heraldo hicieron el resto. Debía ser Alessandro Montemayor.

Acabaron de recorrer la distancia que les separaba del resto. El joven bajó de Veleidade y ofreció su mano a la dama que le acompañaba, para ayudarla a bajar. Después, se volvió hacia los presentes.

Damas, caballeros, es un placer veros de nuevo. O conoceros, en algunos casos.-tensó un poco la comisura de los labios, en una ténue sonrisa. Se volvió hacia las damas que acompañaban al de Caspe y al Cardenal-Permitidme presentarme, soy Astaroth da Lúa. Un gusto, como digo.

Se volvió hacia la mujer que le acompañaba.

Ella es Blanca Ana de Walsh-Serrant, Baronesa de Donges, mi prometida, creo que ninguno de vosotros la conoce.

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Shoulder to shoulder, we'll answer Ireland's call!
Carolum


De la oscuridad del interior de la casona, apareció el conde de Alba traspasando el umbral de la puerta, vestido con un jubón de cuero tachonado y claveteado y con una gruesa capa de piel blanca, indumentaria poco acostumbrada en el prelado. Calzaba unas botas altas de montar y llevaba en la mano izquierda una imponente lanza de caza: un asta de madera de roble rematado en una brillante y afilada punta de acero toledano.

- ¡Sed bienvenidos, amigos míos!.- dijo esbozando una cálida sonrisa mientras apoyaba la lanza sobre una columna que adornaba la entrada. Ya con las manos vacías fue a saludar a los recién llegados. Ellos ya habían comenzado con las presentaciones. Era un día frío, y todos iban bien abrigados, al igual que Carolum. De las bocas salían nubecillas blancas al hablar. "El invierno ya llegado" - pensó el Borja al ver a todos arrebujados en sus capas. "espero que no se me congelen de frío en la cacería".

Fue saludando a los invitados. Comenzó con uno de sus invitados más ilustres, el que había viajado desde más lejos, desde Italia. - Cardinale Alessandro, benvenuto alla Castiglia, benvenuto alla mia casa.- Carolum agachó la cabeza para besar el anillo cardenalicio del de Montemayor -Spero che il viaggio sia stato comodo e senza contrattempi... non è facile viaggiare tante miglia. Sono molto contento e ringraziato per la sua visita.- el conde de Alba le susurró al oído - Mi avete portato il delizioso venne dalla Romagna che vi incaricai? Io vi ho preparato un buon barile di vino della Castiglia, il meglio del mondo! o quello dicono...- Observó la túnica roja del cardenal, y negó con la cabeza. - Eminenza, se volete cacciare, questi vestiti non sono gli appropriati, posso prestarvi alcuni più convenienti.-

Junto al cardenal pudo reconocer a otro hombre... los mismos rasgos que su prima, los mismos ojos, ¡cuánto la añoraba! agarró a Ruy del brazo con fuerza - Ya sabía yo que tu no ibas a faltar a la cita.- dijo sonriendo - Has venido en busca de mis vinos, ¿eh?. Primo, descansa un par de días con nosotros y pásalo bien, olvídate por unas horas del arduo trabajo del Consejo. Espero que caces al menos un ciervo, no me voy a contentar con menos... cada uno comerá lo que cace, así que, por tu bien...- le dedicó una sonrisa maliciosa. A pesar de que se conocían desde hace poco, le había tomado mucho afecto. Era un Borja, de eso no había ninguna duda. Su ambición se vislumbraban en sus gestos y sobre todo en sus silencios y en el brillo de sus ojos...

De forma más paternal recibió a su ahijado Liborio. Le dio un fuerte abrazo y le palmeó la espalda - Hace una semana que no te veo, ¿te has cuidado bien? ¿te cambias las mudas todos los días? espero que no hayas comido porquerías, ni bebido demasiado...- miró con ojos desconfiados. El Borja sabía bien como eran los jóvenes, dados al libertinaje y a fanfarronear... y a frecuentar oscuros establecimientos - Tu vendrás esta mañana conmigo en la cacería, no quiero que te separes de mí. No soy un cazador experto pero te intentaré enseñar todo lo que sé. Dile a los mozos que te preparen al caballo con una silla de montar menos pesada y más cómoda. Y pide al mayordomo una ballesta de caza que te he dejado preparada.- Le apretó la mano con cariño. Desde que le confiaron al joven Liborio, afloró en Carolum un paternalismo que hasta entonces no había tenido. Nunca comprendería el amor pleno hacia una mujer, ni de las pasiones, pero ser padre no se lo podían negar.

Si hubieran hecho una enciclopedia del mundo en el siglo XV, sin duda hubieran acoplado a la palabra "pomposidad" o "abundancia" al retrato del duque de Caspe. Vestido con lujosas ropas, como solía acostumbrar y montado sobre aquel majestuoso equino, el duque tenía un aspecto imponente. Al parecer ya había tomado la delantera y estaba saludando a los presentes. El conde se acercó e inclinó la cabeza; no tenía la suficiente confianza como para estrecharle la mano - Excelencia.- dijo ceremonioso - Bienvenido a ésta mi humilde casa; me complace mucho que haya tenido la deferencia de asistir. Le aseguro que el viaje habrá merecido la pena. Me gustaría que me concediera el honor de cazar en mi grupo, según me han dicho vuecelencia tiene un buen tacto con las batidas de caza.- Entonces miró por encima del hombro del noble catalán y vio a dos mujeres unos pasos más atrás - ¡Veo que habéis venido muy bien acompañado!, ¿me las presentaréis, duque?-

Mientras éste se acercó a las damas para presentarlas, Carolum descubrió un hombre ataviado con el hábito Tomista... no había ninguna confusión, sólo podía ser una persona. - Padre.- dijo estrechando su mano con fuerza y calidez. - Veo que os habéis lanzado a la aventura, vos no sois mucho de viajar, luego me siento halagado de que hayáis hecho este enorme esfuerzo. ¿cómo van las cosas por la abadía?- le interrogó también con la mirada - Si queréis os podría ayudar a conseguir libros... pero a cambio me gustaría encargaros unas cuantas copias. Me han dicho que tenéis excelentes traductores y miniaturistas que hacen exquisitas obras de arte.- miró a su alrededor, hacia el bosque. - Pero hoy ¡no hablemos de trabajo! estamos aquí para disfrutar. ¿Vais a participar en la cacería o quizás os gustaría quedaros en la casa coti... visitando la biblioteca y los salones?.-

La charla quedó interrumpida cuando llegaron varios jinetes. Uno de ellos vestido de riguroso negro, y con un parche negro cruzando la cara y tapando uno de los ojos. El Borja sonrió con malicia pero a la vez se sintió complacido. El marqués de Gondomar (y demás títulos) llegó montando a su semental, ambos con cara regia y cabeza más alta. Carolum no supo distinguir cual de los dos parecía mas arrogante, si "Veleidade" o su amo. Detrás de él, un grupo de guardias vestidos estridentes trajes y máscaras aún más feas. "Aquí llegó el carnaval de Venecia" pensó el conde para sus adentros, mientras ponía una cara angelical... heredada de su prima. Ambos tenían la capacidad de tener pensamientos atroces mientras sus caras reflejaban tranquilidad e inocencia. El conde agarró al Veleidade de las riendas mientras éste piafaba y exhalaba con furia por los ollares "una montura demasiado agresiva". Uno de los mozos de la casa, vestido con las libreas de los Borja sujetó al caballo; el de Alba lo soltó. - Bienvenido, excelencia.- le recibió Carolum haciendo una pronunciada reverencia, casi llegando a la burla. - Me debéis decir que herrero forjó las caretas de vuestra guardia... son tan... aterradoras.- terminó la frase con un tono agudo. Pero el ansia del cotilleo no le dejo seguir hablando con el de Gondomar, Carolum lo apartó a un lado e hizo una reverencia galante a la dama que la acompañaba. A juzgar por sus vestimentas no podía ser otra que la dama Blanca. - Il est un immense plaisir de connaître vous… - dijo besando la mano -… baronne. Je vous ai préparé les meilleures chambres de la maison pour que vous puissiez se remettre du voyage, qui a sûrement été très long et épuisant. - miró de reojo al Marqués como buscando su aprobación.



(*) "Cardenal Alessandro, bienvenido a Castilla, bienvenido a mi casa" - " - Espero que el viaje haya sido cómodo y sin contratiempos... no es fácil viajar tantas millas. Estoy muy contento y agradecido por su visita.-" - " - ¿Me habéis traído el delicioso vino de la Romaña que os encargué? Yo os tengo preparado un buen barril de vino de Castilla, ¡el mejor del mundo! o eso dicen...-" - "- Eminencia, si queréis cazar, estas ropas no son las apropiadas, puedo prestaros unas más convenientes.- "

(**)" - Es un inmenso placer conoceros... -" " ... señora baronesa. Os he preparado las mejores habitaciones de la casa para que podáis reponeros del viaje, que seguro ha sido muy largo y agotador.-"
Kossler


El Duque de Caspe se colocó bien la capa. Parecía que llegaba otro invitado. En esta ocasión se trataba de otro clérigo. Cuando Ignius le saludó Kossler inclinó levemente la cabeza.

-Padre Muntaner, que agradable sorpresa veros aqui. -Dijo el Duque cierto aire irónico. El Abad y el Duque jamás se habían llevado bien. Eso ya llevaba tiempo siendo así. El Duque clavó su mirada en él. -¿Vós también acudireis a la caceria? -Dijo mientras exhibía una media sonrisa.

Y mató el tiempo, discutiendo con el Abad sobre la política catalana. Poco después, la charla fue interrumpida por la aparición del Anfitrión, el Conde de Alba.

-Eminencia. -Dijo el Duque observando al Conde. -Por supuesto. Estaré encantado de acompañaros. -Dijo el Duque mientras se afilaba el bigote. -¿Pero quien os ha dicho eso sobre la caza? -Preguntó el noble, sorprendido. -La experiencia que he adquirido, Eminencia, la aprendí en Aragón y puedo aseguraros que la astucia de lo que cazaremos hoy no tiene parangón con aquellos animales.

Y llegó el Marqués de Gondomar y las Islas, rodeado de una peculiar "guardia pretoriana". El Duque de Caspe lo había conocido durante su participación en las II Justas de la Corona de Castilla y el Marqués se había mostrado muy gentil con él. Aunque Kossler no le conocía a fondo el de Valdecorneja le había parecido alguien leal y en quien poder confiar. Se alegró que estuviera aqui también.

-Buenos días, Marqués. -Dijo el de Castelldú con una sonrisa. -Me agrada veros aquí... -Kossler observó a la mujer que acompañaba al Marqués. Este la presentó a todos los allí presentes. El Duque hizo una reverencia protocolaria y se presentó. -Encantado de conoceros Signora. Kossler de Castelldú y Robledo, Duque de Caspe, Marqués de Alcañiz y Señor de Mequinenza. Para serviros. -Comentó el caspolino cortesmente.

Luego, inquieto, comenzó a dar golpecitos en el suelo con el pie, esperando, algo que odiaba.

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Cyliam


Hacia un frio que helaba hasta la sangre, la pelirroja habia decidido sacar la ropa de invierno del baul y se escondia tras una capa gruesa y una bufanda de lana tejida por ella misma. - Este frio no es normal, ya no siento las manos. No se si el regalo va a llegar vivo, o se congelara por el camino. En los ultimos dias la pelirroja no habia tenido mucho tiempo para descansar, demasiadas cosas en las que pensar, otras tantas que preparar, cartas que enviar. - ¿Vas a ir tambien a la caceria?, yo quiero ir, pero solo me preocupan las ardillas. Dijo con una tierna sonrisa. Justo en ese momento el cocherro detenia los caballos y no tardaba mucho en abrir la puerta, el frio de a fuera escupio a la pelirroja que apreto los dientes antes de gruñir.
Apreto contra su pecho el regalo que emitio un extraño ruido, metiendo la cabeza entre la capa comprobo que siguiera vivo y recibio un no amigable ataque en su nariz. - Que ganas tengos de deshacerme de ti .

- Que esconde el conde, quien sabe donde... Canturreaba haciendose notar. - Felicidades Caro, espero que quieras recivir ya tu regalo. Dijo mirando el bulto bajo la capa.

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Blanche_


Realmente, se sentía incómoda. Aquello no era uno de sus hobbys favoritos, principalmente debido a la reputación de conspiradores que tenían los Borja. Comenzó a pensar en aquellas historias de críos, sintiéndose un pequeño ratón llamando a la puerta de una serpiente… no, aquello no fue útil para calmaerla.

Êtes vous réellement sûr que ce soit nécessaire ?
–preguntó-. Je ne crois pas que quiconque ici ait envie de me voir Et j'aurais pu rester à Gondomar !

Tenía razones para marcharse, pero la curiosidad la dejó clavada en el sitio. No era solo cuestión de un cumpleaños, era cuestión de su lugar junto a Astaroth y su consideración. Tenía que representar un papel, ser su esposa, y eso incluía ciertos compromisos sociales. Había decidido abandonar Bretaña e ir a Gondomar hacía demasiado poco, no podía volver atrás. Le había dado su palabra a su prometido, y tenía que quedarse… incluso cuando sus piernas no estaban de acuerdo.

Pocos segundos después, Astaroth la presentó. Sonrió, pensando en su feudo en Bretaña y en la cara que pondría Elfyn si supiese de aquella visita. Sin embargo, calló y tomó posición junto a su prometido.

“Hola, soy Alicia, y me he caído en el agujero del Conejo Blanco!”, podía haber dicho. Sin embargo, permaneció ausente, mirando todo a su alrededor, como si estuviese descubriendo una cultura diferente, un modo diferente de vivir. A decir verdad, lo estaba haciendo.

Intentaba averiguar quién de ellos era Carolum, el único miembro de la familia que ella recordaba, debido a lo mucho que Astaroth hablaba de él, aparte de Nicolás, a quién conociese en las Justas de Castilla y León. Saludó tímidamente al resto de presentes, probablemente otros invitados, intentando no parecer perdida, o al menos entender qué pasaba a su alrededor. Para ser sinceros, no entendía una palabra a su alrededor.

Maldita sea, Astaroth tenía razón, después de todo.: tendría que aprender la lengua.


[ ¿Estás seguro de que esto es necesario?
No creo que nadie tenga interés en conocerme
Y podría haber permanecido en Gondomar]
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Astaroth_14


Allons, ma chère hermine. Vous devez commencer à rencontrer des gens de ces royaumes.Bientôt vous serez la marquise, Gwenn, s'en souviennent.

Susurró las palabrar con rapidez. Tenía razón. Gwenn sabía que la tenía. Era bretona, y en aquella tierra, no conocía a nadie, lo que era un cierto lastre.

Carolum salió entonces a recibirles. Correspondió con una leve inclinación y una sonrisa.

Es un placer estar aquí, Excelencia. Además, nos habéis brindado una oportunidad perfecta para que la futura Marquesa vaya familiarizándose con algunos rostros.- sonrió ante la mención de la Guardia.-No están hechas de hierro ni acero, Alba. Aún así, si las consideráis aterradoras, cumplen parte de su cometido. Algún día, os explicaré por qué las llevan.

Acto seguido, el Conde saludó a su prometida. Tras asentir levemente, ante la pregunta no formulada por Carolum, volvió a bajar el tono, sólo para ella.

Il est Carolum Borja, Comte d'Alba de Tormes. N'oubliez pas sa visage.

Les saludó entonces el de Caspe. Sonrió levemente el joven. Le traía buenos recuerdos, de días de sol y justas. Bueno, y del día que conoció a su ahora prometida, claro.

Un placer veros de nuevo, Excelencia. Me congratulé mucho cuando recibí la noticia de que el difunto Hanseatic había decidido entregaros Alcañiz, aparte de reconocer los títulos de vuestro Ducado.

Como antes, al finalizar los saludos, bajó la voz para seguir informando a la bretona.

Cet homme est Kossler de Castelldú. C'est le Duc de Caspe, Marquis de Alcañiz et Seigneur de Mequinenza. Il vit pas dans notre couronne, mais est un homme d'une grande importance où il vivez.

Miró en derredor. Había llegado alguien más: nada menos que la pelirroja Señora de Compostela.

La femme qui vient d'arriver est la Dame de Compostela, ma Grand Maître dans l'Orde de Fisterra. Et… bon, ma ex épouse.-señaló hacia otros grupos-Cet homme, habillé avec les habitudes de l'Ordre Tomiste, est l'Abbé Ignius de Muntaner. Ces deux sont Ruy Tristán Trastámara, Hidalgo d'Albe Tormes et frère de la Reine défunte, et Liborio Borja, parents de Carolum. Quant aux deux femmes, ne saurait pas dire vous ceux qui sont, mais accompagnent au Duc. Finalement, le Cardinal doit être Alessandro Montemayor.

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Shoulder to shoulder, we'll answer Ireland's call!
Ignius


- No hermano Kossler. Soy de los que piensa que matar animales de Dios por diversión es cruel, amén que una mutilación a Su creación- respondió el Abad al diácono de Caspe mientras hacían tiempo. Descabalgó del Guzmán para poder estirar las piernas.

Mientras conversaban llegó el Archidiácono de Segovia, con su nueva conquista. Tras las presentaciónes, el Abad hizo una leve reverencia en señal de respeto a la dama y estrechó la mano al Marqués. Y mientras le mostraba sus respetos les interrumpió el homenajeado. Su Eminencia Carolum Borja d'Agnillo. Se le veía pletórico. Fué saludándoles uno a uno hasta que le llegó su turno. Tras besarle el anillo cardenalicio, el gesto se convirtió en un apretón de manos de los que el Abad no tenía demasiado el gusto de dar. Aquella antigua figura de Arzobispo que le ordenó quedaba muy atrás. Ahora en él veía un Príncipe de la Iglesia, y a un amigo.


-Eminencia, ha sido muy ver que pensásteis en mi para estas fechas señaladas- dijo con una sonrisa-. Os lo agradezco enormemente y espero que pruba de ello sea mi presencia, pues como bien sabéis poco he salido de las tierras que me vieron nacer. En cuanto a las copias, no dudéis en que en las Salas de copia y traducción tendrán todo lo que plazcáis.


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Hsmeduardo


El Arzobispo de Tarragona llegó finalmente a Villa Borja luego de horas de viaje. Si mal no recuerda, nunca antes había estado ahí, pero la mente a veces le fallaba, así que no estaba seguro.

Se bajó del carruaje y arregló su sotana, que tendía a desarreglarse por el resto de ropaje que usaba para cubrirse del frío invernal. Sentía pavor hasta de tocar tierra, no sabía si en aquella Villa el invierno era más crudo que en Tarragona o Castellón.

Finalmente tomó valor y después de ponerse unos guantes para el frío, se acercó a la puerta, donde estaban reunidos todos los invitados del cumplesiglos ( ).

Para no ser descortés se acercó primero a los Cardenales.
- ¡Felicidades, Hermano Carolum!, que el Altísimo te llene de bendiciones en este día. ¿Dónde está Nicolás?, ¿no encuentra el traje de cacería?, dijo riendo el Prelado.

Luego se acercó a Alessandro, a quién había conocido en la Abadía de San Abysmo
- Eminencia, encantado de verlo de nuevo.

Y claro, no podían faltar los conejos castellanos, a quién saludó estrechando sus manos y tratando de aguantar la risa al ver a Cyliam envuelta en tanta ropa, ella no estaba acostumbrada a esas modas en Roma.

Saludó posteriormente a aquellos a quienes no conocía o había visto poco, para luego saludar al Padre Abad Ignius, con quien quedaría hablando
- ¡Monseñor Ignius! Que alegría verlo por acá, no sabía que le gustaban este tipo de reuniones - dijo en tono de broma -.

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Taresa


Bien envuelta en el chal de lana y con el vestido sujeto para que no se le manchara -faltaría más, no tenía otro-, Taresa se acercaba a la villa de la familia Borja acompañada de Ramiro.

-Por favor, por favor, no me dejes sola. Imagínate cuánta gente habrá, seguro que muchos nobles...

Cuando llegó la invitación con aquel sello tan grande a la panadería, pensó que se habían equivocado; pero no, las señas estaban bien. Taresa se lo planteó como una oportunidad para hacer contactos: "Vas a hacer negocios", pensó, "compórtate bien y sencillamente y no errarás." Así que llamó a Ramiro para que fuera su acompañante, tomó del ronzal a la burra y emprendió camino a la villa. Aún así, durante la última noche en la posada había soñado con toda clase de desgracias, desde desnudeces involuntarias a aparatosos incidentes con jarrones. Tragó saliva al ver la imponente casa tras los árboles, pero para distenderse le dijo al hombre, dándole un codazo:

-¿Te gusta? Seguro que sigue el modelo italiano. Piensa que la vas a poder estudiar de cerca, todas esas columnas y arquitrabes para ti.

¡Qué cantidad de caballos de raza y carruajes! Y ellos en pollino... Eso sí, Estrellita parecía tener buen día y no se portó de manera inconveniente.

-Bueno, cada uno en lo que puede... peor es aparentar lo que no se es-murmuró.

A la entrada de la casa se encontraron con un nutrido grupo de damas y caballeros, tan grande que Taresa casi se arrepintió de haber venido. Se miró las manos y pensó si la meterían por la puerta de servicio. Decidió mantenerse en un discreto segundo plano hasta ver lo que sucedía.

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LUX
ANTIQVIOR
AMORE
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