Rebuscaba en los baules, tambien en los armarios, no encontraba el vestido adecuado, y eso que tenia como docenas de ellos, cada uno de un color, con bordados mas o menos vistosos, unos mas elegantes, otros no tanto.
Los zapatos habian sido elegidos, aunque no por ella, claro esta, sino por la mora que siempre la obligaba a llevar aquellos zapatitos tan horteras, las medias de lana fina descansaban sobre la cama junto a la
capa negra, al final dio con un vestido, uno que no recordaba haberse puesto nunca, lo miro de reojo, extendiendolo sobre la cama y decidiendo si era o no digno de llevarlo.
Al final decidio que no quedaba otra, el tiempo se echaba encima, y Miku ya estaba vestido desde hacia un buen rato, ademas desde el segundo piso escucho los cascos de los caballos, para una vez que el cochero podia llegar tarde hacia lo contrario.
Se vistio con prisas, rebusco en el cajon unos guantes y ademas de sacarlos, con ellos se llevo a Diablo que se habia dedicado a mordisquear la lana de todos y cada uno de los dedos del guante.
- Era mi unico par de guantes, dita bestia, a ver como soluciono yo esto. Dejando al huron sobre la cama bajo corriendo las escaleras, robando un fugaz beso a su esposo entro en la cocina para arreglar el desastre del huron, solucion, cortar los dedos de los guantes y que nadie se fijara.
- Listo, ya estoy. Dijo enseñandole a su esposo el
vestido elegido. Con una sonrisa se agarro al brazo del rubio y caminaron hasta el carruaje, por lo menos aquel dia no nevaba, aunque hacia un frio de mil demonios.
El camino, como todos los caminos debia ser aburrido, salvo que la compañia del rubio no dejaba que nada fuera aburrido, sino todo lo contrario, no le daba tiempo a aburrirse entre las miradas complices, los besos y las palabras que se dedicaban uno a otro.