--El_del_parapapa
Las imponentes puertas de roble tallado del Salón del Trono se abrieron lentamente. De sus aldabas de bronce dorado y pulido tiraban cuatro criados vestidos con las libreas reales de Castilla y León. Dentro, los suelos de mármol habían sido limpiados y abrillantados con cera para la ocasión. Enormes candelabros de hierro con cientos de velas iluminaban la estancia. Los gruesos cortinajes estaban abiertos, para permitir que la luz del sol de la mañana atravesara los finos vidrios de colores emplomados.
A lo largo del salón, la guardia real formaba dos hileras ordenadas y separadas. Los guardias vestían el uniforme púrpura de gala con las corazas bien bruñidas y sus amenazadoras y afiladas alabardas. Una larga alfombra roja llevaba hasta el estrado - donde hasta el reinado de Elena había dos tronos, pero desde William sólo hubo uno -. El espacio del salón era diáfano, pues no se habían colocado bancos o sillas.
Un joven mozo, recién contratado en palacio - también vestido con las libreas reales - y un sombrero de fieltro rojo tocado con una pluma blanca, entró al salón por una de las puertas laterales junto al trono, y alzando una trompeta de latón dorado tocó una corta fanfarria... - PARAPAPAAAAA PARAPAPAAAA.- el clásico parapapá de la corte. Con ello anunciaba que los invitados podían entrar al salón el trono.
Cuando el mozo de la trompeta se dispuso a entrar, uno de los guardias reales se le acercó: - A ver, el carné, que a ti no te conozco la cara.- el chico asustado se palpó los bolsillos - yo... yo, soy nuevo aquí, al anterior Parapapá lo despidió el viejo del bastón... aún no me dieron las credenciales; con ésto de los despidos preventivos... ya se sabe....-