Naiara
¡Maldición! ¿ porque no me llamaste ? gritó la de Raywound a su hermana.
¿ Que te pasa niña ? no grites en ese tono
Nita acabo de despertarme, no llego a la Jura del Fuero, ¡¡Date prisa ayudame!!
Nai ayudada por su hermana, se puso uno de sus mejores vestidos, una refinada hopalanda, con un escote cuadrado y ajustado, denotando recato y pincelando elegancia, al cuello un sencillo colgante de plata. La sobriedad del morado unida a dorados hilos sutiles que recorrían la prenda de arriba a abajo en zig zag, estilizaban la figura de la elegante embajadora, que cabalgó con presteza hasta el lugar de la ceremonia.
Nai llegó justo después que cerraran las puertas, así que tuvo que buscar a alguien para que le colara por una puerta lateral.
La joven acertó a adentrarse en la sala de la jura, poco a poco pasó entre la gente con mesura, hasta lograr un lugar idoneo, el cual le permitió escuchar perfectamente al Rey, pronunciando sus palabras en el momento crucial de la ceremonia.
Lo miró discreta desde lejos, en todo momento atenta a sus palabras y las de sus consejeros.
El protocolo implantaba en los presentes un ambiente respetuoso, las hileras de la guardia real arropaban a la muchedumbre, que contemplaba con admiración la iluminada estancia. La claridad del lugar, se veía ilustrada por el reflejo de los rayos del sol, que penetraban por las vidrieras y chocaban sobre las alabardas de los soldados, reflejando los haces de luz en los rostros de todos.
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