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[RP-Abierto] Coronacion de SM Carolum I

Luiscar


La ciudad parecía estar en pleno auge de mercado, Luiscar nunca había visto tanta gente junta, avanzar unos metros entre tal muchedumbre era casi imposible, Luiscar alzo la mirada hacia la catedral, y suspiro, como podría encontrar a sus amigos entre tal muchedumbre.
El joven quedo anonadado debido al gran despliegue decorativo de la ciudad, no puedo evitar pensar "menos mal que no hay coronaciones todos los días, no íbamos a ganar para ellas". Con una sonrisa en su rostro el Osmense continuo avanzando entre la gente.
Después de varios minutos andando, Luiscar diviso al fin una cara conocida, bueno un cabello conocido, la bella cabellera de la joven muchacha para el era inconfundible entre tal muchedumbre, se acercó todo lo rápido que la multitud le permitía avanzar. Cuando estaba a unos metros diviso mas caras conocidas, Godiva, Taresa, y compañia.

-Buenas, señoras, y señor, es un alivio veres, jamas pensé que vería caras conocidas entre tanta muchedumbre.

Sonrío a los presentes, y después miro a la joven muchacha rubia:

-Mi señora, ese vestido le queda precioso, o puede que sea su belleza lo que hace precioso ese vestido.- Una sonrisa picarona se dibujo en su rostro.

El joven se miro a si mismo, había escogido su mejor camisa, también arreglo sus pantalones para la ocasión, y por 2 escudos un mozo Osmense le había abrillantado las botas, pero al lado de la muchacha parecía un simple campesino, no pudo evitar sentir algo de vergüenza.

-Lurien, he recibido una invitación de Edeline para asistir a la coronación, si no es mucha molestia me gustaría acompañaros mi señora.

Sonriendo a la muchacha le ofreció el brazo y dijo:

-¿Vamos?
Tiana


El día era más que especial y ella quería lucir impecable. Padre se encontraría seguramente en el cortejo Real, y a Zebaztiana se le había asignado un escolta para el evento. No era uno de los vasallos de padre y esperaba que no resultara sospechoso.
Lucía el cabello recogido en una cascada de rizos dorados rojizos, enmarcados por el velo que adornaba la cofia. El vestido de fina seda salvaje lucía profusos bordados en el corpiño y alrededor de la falda que caían como finas enredaderas por su corta cola.

Estaba nerviosa y comprobó todo por enésima vez. El pequeño frasquito que, si llegaba a tiempo, podría abrirle por fin las puertas de la casa del Marqués y salir a la libertad estaba en su sitio. Llevaba demasiado tiempo recluida en aquella casa para su gusto. Demasiado tiempo escoltada todas las horas del día, por sus eguridad. Empezaba a desear volver a caminar libremente por el mundo. Y había ideado la forma.
El Marqués tramaba algo, algo grande y su mano ejecutora sería la rubía y tétrica mujer de la Guardia Veneciana. Conocía a su preceptor lo suficiente para saber qué había pensado y de qué modo, también había espiado, Dios la perdonara, lo justo para confirmar sus sospechas. Si aquel día movía bien sus fichas sería la última noche que pasaba en esa habitación cerrada con llave.

El frasco con la solución que había estado destilando a escondidas se encontraba en su sitio. Y ella se había estado tomando pequeñas dosis a diario, por seguridad. Ahora, con todo lo que le quedaba, debía jugar su única baza y obtener la libertad...

Salió de la habitación esperando no regresar a ella y se reunió en la puerta con su oscuro escolta, que allí la esperaba. Escondido tras la tétrica máscara de "los cuervos". Tiana estaba prácticamente segura de que era el mismo hombre todos los días, pero a parte de sus ojos la máscara y el uniforme no dejaban entrever nada más que el corto cabello oscuro.
Tampoco hablaba demasiado y a parte de algun monosílabo no había conseguido arrancarle sonido a esa garganta. Así que bien podría ser el mismo, bien podrían ser todos iguales.

Habían hecho poco más que situarse en sus correspondientes sitios reservados a la nobleza cuando un redoble anunció que ela cto estaba a punto de dar comienzo.

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Taresa


En un momento se habían reunido todos delante de la puerta, con todos los saludos, exclamaciones y lucimiento de atuendos de rigor.

-¡Rouse, a ver el vestido! ¡Daos la vuelta! Muy guapa, pero un poco pálida, decidles a los del gobierno que no os hagan escribir tantos comunicados-se rió y le guiñó un ojo.Le presentó entonces a la pareja que les acompañaba: -Estos son la dama Ibelia Jordan y el caballero Ysuran Pellicer, segorbinos, han venido a ver cómo es una coronación castellana y no los podemos decepcionar.

-Lurien, el rey aún no ha llegado, tenemos que entrar en la catedral antes de que llegue... y dentro hay que portarse bien-refunfuñó un poco mirando a su alrededor. Sabía de sobra que en los templos había que estar en silencio, y eso la cohibía tanto que no se iba a atrever a hacer comentarios: no iba a ser lo mismo. -Creo que ha llegado alguien que esperabas- dijo, señalando a la espalda de Lurien para que viera al joven tabernero osmense.

-Entonces-dijo un poco alto para llamar la atención de todo el grupo -Luiscar y Lurien entrarán con una invitación, ¿Rouse, os importaría que la señorita Godiva fuera de acompañante vuestra? Y yo tengo la mía y entraré con nuestros amigos de Segorbe... uy, la invitación. Necesito que alguien se ponga delante de mí y me tape, ¿por favor, señorita Godiva?-se acercó al muro que tenía al lado, y protegida por su amiga levantó un poco la falda. Como el vestido tenía mucho vuelo y llevaba otra saya debajo, con tanta tela no se iba a ver nada igualmente, pero lo hacía por si acaso. Buscó el lugar del lateral donde había dejado el forro sin coser, y metió la mano para sacar el papel.

-¡Ya está! Es que... me conozco y sé que si no la tuviera bien guardada la hubiese dejado por cualquier sitio, o la hubiera aprovechado para dibujar-se sonrojó un poco. Tenía la teoría de que le habían mandado invitación para que no se dedicara a dejar mal a la guardia otra vez; la otra opción es que luego le encargaran un cuadro. "Espero que sea lo segundo". -¡Uy, tenemos que entrar ya, que están sonando los tambores!

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Lurien.


La rubia miró Luiscar y con una sonrisa se agarró al brazo del muchacho.
- por supuesto, mi señor, puede usted acompañarme, es todo un honor... y usted hoy brilla como el sol, le sienta muy bien la ropa que lleva en éste evento..- Lurien le devolvió la sonrisa picarona.

Luego, sin soltar a Luiscar , se dirigió a la hermosa Taresa.

- Si Tare, entremos ya, antes de que el rey llegue, que hace frio y nuestra querida Rousse ya tiene frio.
La joven sonrió a Taresa con tranquilidad, y con un gesto de cabeza indicó que entraran.Lurien, feliz, agarrada al brazo del tabernero de Osma, empezó a andar hacia la catedral.
Naiara


Nai salio de la sala de audiencias y se dirigió a la Catedral, sabía que su hermana y su prima, ya estarían allí, habían acordado encontrarse con su queridísima amiga Taresa, la ahijada de Monseñora Marled, la Obispo de Osma.

Justo en la puerta estaban su hermana con una chica soriana que había visto alguna vez por Pucela, su prima Lurien, con un chico que seguramente era su galán, porque no le quitaba el ojo de encima, una matrimonio muy elegante, que podía adivinar que eran unos vecinos de Segorbe, que acompañaban a la joven Taresa, pues la mujer tenía una barriga muy prominente y Tare le había comentado que la mujer estaba en estado y tenía cierto interés en acudir a la coronación por ese mismo hecho, - pensó... tiene que ser la segorbina, pues no recuerdo a nadie conocido de Taresa, que esté en cinta

Desde el medio día los soportales de la Catedral permanecían abiertos, no habían pasado muchos minutos después de la apertura, pero la gente se apresuraba para entrar cercanos a la primera fila.

Naí entró rápidamente y saludó a las chicas. Nita, Luri, Tare... ¡¡por dios, que guapas vais!! ... soltó una rísa y le dijo: ¡¡ ey chicas vamos daros prisa, que no pillamos sitio en la primera fila!!

La joven Embajadora entró diligente hasta llegar a colocarse en las primeras filas, donde vería toda la ceremonia en buen lugar para no perder lujo de detalle, al fin y al cabo no se veía coronar a un rey todos los días.


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Vibora


- Decidme, señor Conde...¿seguís interesado en conservar Villapalacios?- la pregunta de la comadreja tenía que llevar segundas y terceras intenciones, pues a pesar de tener un solo ojo, no solía dar puntada sin hilo.

- Conservar o permutar por algo mejor, señor conde- contestó dejando entreabierta cualquier puerta o ventana por la que pudiera entrar un beneficio. Y observando la vestimenta de la guardia personal del de Gondomar, añadió-[/b] y veo que mejoran vuestras rentas, pues habéis gastado buenos escudos en sastres para el carnaval[/b]

No tuvieron tiempo para más juegos, pues la comitiva había de partir y cada cual debía ocupar su lugar. El de Sanlúcar, como secretario real, abría el desfile portando el pendón de Castilla.

Para la ocasión había elegido entre las afamadas cuadras de La Frontera un hermoso ejemplar blanco, fino y nervudo. Un caballo joven orgulloso, de planta espectacular que transmitía fuerza al andar.

El actual Conde de Palacio, aunque prefería que le llamasen Sanlúcar, mantuvo el paso para que los castellanos pudiesen admirar a la flor y nata de la corte del rey Carolum portando sus mejores galas.

Por el camino entre el palacio y la catedral, algunas imágenes del pasado volvieron a su memoria. Tras una niñez de caminos y tabernas, un día de su temprana juventud vio llegar a Castilla a la reina Ximena y se puso como meta conseguir estar un día en un desfile similar. Pues bien, podía estar orgulloso de sus esfuerzos y sacrificios, pues ahora encabezaba una y, mirando atrás con disimulo, veía a su esposa con las galas de condestablesa real.

- Orgullloso de lo conseguido sí, pero satisfecho aún no- dijo para sí y pensó en Erik, que esperaba en la catedral junto con el aya Pilar.

Entre vítores y admiración alcanzaron la catedral, donde esperaban los obispos. El secretario real descabalgó y avanzó hasta ponerse delante ellos y plantó el pendón de Castilla esperando que el rey recibiese los saludos y bendiciones preceptivos.

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Astaroth_14


Siempre tan ladino, pensó el Armiño mientras le sonreía.

Conservar, por el momento, sin que los funcionarios os acosen. Quizás mejorar, en un futuro, aunque eso ha de llevar más tiempo y esfuerzo. Dependerá de los resultados obtenidos.-sonrió ante la mención de la Guardia-Carnaval o no, son perfectamente capaces de reducir a serpentina a un hombre.

Palmeó el cuello de la yegua cuando empezaron la marcha. El Secretario Real mantenía al paso a la comitiva, porque la gente disfrutase del desfile, y el joven debió esforzarse por sonreír, mientras lanzaba ojeadas sobre los hombros. Peste de todo.

Se acercaban ya a la Catedral, y pronto el Rey sería Rey, ungido e indiscutido. No quedaba mucho tiempo.

Si os place, Excelencia, podemos departir más tranquilamente en un lugar...discreto, tras la coronación. Ahora, si me disculpáis...

Hinchó los pulmones - por suerte, aún no había llegado el tabaco a la península- y alzó la voz.

¡Su Majestad, Carolum Borja, Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Jaén, de Murcia y de Algeciras, Conde de Alba de Tormes, Señor de Molina!

Voz de heraldo, siempre lo dijo. De las que pueden reventarte ambos oídos simultáneamente si estás demasiado cerca.

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Dos deberá haber; ni más ni menos. Uno para encarnar el poder, el otro para ansiarlo.
Fadrique


Peralonso entró en la sacristía y se dirigió a los Prelados

Eminencias, ya se acerca la comitiva Real a la catedral, dijo levemente agitado.

Tranquilizaos, hijo mío, seguro que aún tardan pues con tanta gente por las calles difícil les será avanzar. ¿Habeis hablado con el Deán?.

Si Eminencia. Me ha dicho que todo está listo y que os espera en las puertas.

De acuerdo pues. Hermana Marled, mejor será ir al frontispicio no sea que llegue el Rey y tenga que esperarnos. Quedaría un poco feo, ¿no creeis?. Dijo riendo e inmediatamente ambos salieron de la Sacristía.

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Marled


El Prelado asintió las palabras de Marled, estaba de acuerdo con ella, en que la hora del inicio de la ceremonia estaba cercana, así que sin demorar mas el momento, contestó a sus palabras diciendo:

- Estoy de acuerdo con vos Hermano Fadrique, debemos llegar en hora, así favoreceremos que todo vaya como está previsto.

La rubia inició el paso y salieron de la sacristía hacia la Catedral, para recibir al Rey.
Urania


Poco a poco, los nobles fueron acudiendo a la antesala del trono, y desde allí, salieron al patio de armas donde los caballos estaban listos y enjaezados con los colores de Castilla, de León, y las del noble que montaría cada uno de ellos. Urania se dirigió al que portaba las armas de Santillana, uno de los potros engendrados por Ferrari el pasado verano. Montar a caballo con semejante traje no era sencillo. Recordó lo que le enseñaran en aquellas clases de protocolo: la primera regla de una amazona es "pensar elegante". Haría lo que pudiera.

Una vez llegaban a la catedral, la comitiva avanzaba a caballo por el pasillo dispuesto por los guardias reales. ¡Cuánta ceremonia!, pensaba la de Winter. Por aquí y por allí, trasiego de gente, los carruajes de los notables de Castilla, de la Gobernadora y sus consejeros, los soldados del rey, los del Marqués... El Marqués, que no hacía más que cuchichear con el de Guzmán. Urania observaba tanto susurro, y algo le decía que no era bueno. Pero no era el momento de pensar en ello.

El Secretario Real dio la orden de parar, y todos fueron descabalgando. El resto del camino lo harían a pie. 'Asco de traje', pensaba ella, 'cosa más incómoda, por la diosa'.

¡Su Majestad, Carolum Borja, Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Jaén, de Murcia y de Algeciras, Conde de Alba de Tormes, Señor de Molina!

Caray, qué gritos. Cualquiera diría que luego susurraba como el que más.

Ya estaban a las puertas del templo. A esperar a que acudiera el pastor de ovejas (propias y ajenas ) a perpetrar las bendiciones de rigor.

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Jaleo



Avanzábamos despacio, la muchedumbre llenaba plazas y calles. Nadie quería perderse la coronación de un Rey, y menos en un Reino como este.
Yo blandía orgulloso en pendón de la Guardia Real, habían sido días de muchos preparativos, plagados de dificultades que sólo los Guardias y el Rey conocían... pero por fín el momento había llegado.
La Catedral se empezaba a vislumbrar al fondo y con ella la llegada de un nuevo monarca para regir los designios ded Castilla.

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Jarutxa


Jarutxa observaba atentamente a la multitud desde su puesto. La Guardia Real, con su uniforme de gala, estaba repartida por todo el recinto desde bien temprano. Había visto como se llenaba todo de gente. Demasiado que controlar. Vislumbró a su Capitán entre el gentío y sonrió. Iba a ser un día largo...

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Fadrique


No sólo el sol les delumbró al salir de la Catedral y situarse en lo alto de las escalinatas. El espectáculo desde aquel lugar era impresionante: la plaza llena del pueblo, los nobles bajando de sus carruajes y cabalgaduras, la guardia real en formación con sus estandartes flameantes.

Fadrique miró a la Obispo y la vió también impresionada.

Sólo queda esperar al Rey.
Dijo en un susurro.

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Debian


Llevaba ya tiempo sentada en un banco del final de la nave. Se encontraba incómoda, dado lo avanzado de su estado. Ya se lo había dicho Jean: qué no puedes viajar, que están muy mal los caminos, que las ceremonias no eran para ella en su estado... No lo reconocería ante él, pero tenía razón. En estas se encontraba la muchacha, cuando escuchó el anuncio de la llegada del rey. Suspiró.

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Inaraja_de.barbastro


Las trompetas y los tambores resonaron, era el preludio, el comienzo de la coronación, su gran amigo Carolum había llegado a lo mas alto y el estaría para verlo, recordó unos instantes los días de Calatayud. La carta que recibió de el... aquella carta...

Las enseñas Castellanoleonesas se desplegaban por toda la ciudad y el sonido de los tambores llenaba las voces de los asistentes dejandoles sin habla.

La ciudad era fria, muy fría, al igual que el rostro de Mariel quien no dudaba en mostrar su enfado con el Barón. Rodrigo a su espalda le susurro...

- No hay representación de la Corona Aragonesa.

El sefardí ya lo habia advertido, parecia que ellos eran los únicos aragoneses en la celebración y era algo que no le sorprendía o quizás si.

Frio, un niño perseguido por otros corre por la calle... frío y trompetas.

Simuló el embozamiento del rostro con su capa, golpeo los tacones de ambos pies para estirar los dedos dentro de las botas como si aquello le quitara el frio y miro a Mariel, queria comentarla algo sobre lo que ocurría, ella le miro...

frio

Sabia perfectamente a que se debía aquella mirada, pero el no podia permitir que su mujer tomara las decisiones por el, no podia permitir que se le subiera a las barbas y la niña estaba mucho mejor en Huesca, con calor y cuidada que aquí. La niña no era importante, si la veía alguien comenzarían a querer casarla con sus herederos o segundones y el Barón no quería eso.

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