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[RP-Abierto] Coronacion de SM Carolum I

Carolum


ACTO II - La Ceremonia





Era ensordecedor el estruendo metálico de las trompetas, el redoble seco de los tambores y el doblar de las campanas de la catedral; el gentío atestaba la plaza y apenas hubo un pasillo por donde entró la comitiva real. Junto a la puerta esperaban los obispos y el cabildo de la catedral; fue allí donde el rey descabalgó, y sus espuelas tintinearon al tocar el suelo.

- Monseñores-. acompañó su saludo con el besamanos a ambos obispos - estamos todos listos, podemos comenzar la ceremonia.- con un gesto nervioso con la mano, indicó a los prelados y a sus sacerdotes que entraran a la catedral por delante de él. Al entrar, Carolum quedó sobrecogido una vez mas por la grandiosidad de aquel templo, que hacía sentir insignificante a cualquiera que entrase. Del enorme cimborrio y de los vitrales, entraban ráfagas de luz de colores, que daban un aspecto áureo y singular a las naves del templo. Pero todo ello quedaba ahogado por la melodía del órgano de la catedral, cuyos acordes acallaba los ruidos de la gente que aguardaba dentro del templo.

Avanzaron por la nave central con paso lento, siguiendo a los celebrantes. Al llegar al crucero, los nobles se dirigieron a sentarse a los primeros bancos, junto al resto de autoridades, mientras que el rey avanzó un poco más, hasta las escaleras del altar, donde quedó de pié, aguardando...

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Marled


El Prelado y la joven Obispo esperaban la llegada de Su Majestad, bajo en umbral de la entrada principal de la catedral, la multitud se reunía tanto dentro como fuera.

Se alzó una voz que dijo: ¡Su Majestad, Carolum Borja, Rey de Castilla, de León, de Toledo, de Galicia, de Sevilla, de Córdoba, de Jaén, de Murcia y de Algeciras, Conde de Alba de Tormes, Señor de Molina!

Al paso por su lado, Marled hizo una gran reverencia, y tras su paso, el Prelado y ella se posicionaron en el altar, junto al que iba a ser coronado, encauzaron así la continuación de la ceremonia.
Amarrouse


Rouse había entrado en el templo cotilleando con Godiva. Le encantaba charlar con ella. Siempre alegre, siempre divertida, siempre de buen humor. Entre risas y chismorreos se dio cuenta de cuanto añoraba momentos como ese. Definitivamente tendría que viajar a Pucela más a menudo

Si Mahoma no va a la montaña,… la montaña irá a Mahoma pensaba con una sonrisa en los labios.

En el templo no hacía tanto frío y los dedos de las manos comenzaron a recobrar la sensibilidad. Nai estaba próxima a la puerta esperando a su familia y amigos. El grupo se colocó en lugar privilegiado muy próximo a los primeros bancos.

La Soriana estaba a punto de sentarse cuando cruzó la mirada con Maruca. Ambas se sonrieron a modo de saludo. La Consejera de Comercio iba acompañada de la Gobernadora. Un breve susurro entre ambas y Froda se giró con rapidez haciendo un gesto para que las acompañara. Se conocían perfectamente. Por lo que comprendió que la señal no era una invitación a sentarse junto a ellas, era una corrección. Entonces cayo en la cuenta..

Chicas. No puedo quedarme aquí. Soy miembro del consejo. Debo estar sentada en aquel banco. Disculpadme. Luego os busco y charlamos. Rouse lanzó besitos al aire antes de serpentear entre la gente buscando llegar a su destino sin llamar mucho la atención. Se aproximó despacio al banco y se sentó junto a las damas sorianas.

Hola, les susurro notando el rubor en las mejillas al sentir la mirada de Froda.



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Alcaldesa de Soria. Portavoz del Consejo de Castilla
¡¡¡Todos juntos podeeemos!!!!
Fadrique


Una vez en el Altar, se hizo el silencio en la Catedral. El Cardenal se dirigió entonces al Rey.

Habéis querido, Majestad, que invoquemos con Vos al Altísimo en el momento en que accedéis al Trono de Castilla y León. Vuestro deseo corresponde a una antigua y amplia tradición: la que a lo largo de la historia busca la luz y el apoyo del Espíritu de sabiduría en la coronación de los Papas y de los Reyes.

Y no se trata, evidentemente, de ceder al peso de una costumbre: en Vuestro gesto hay un reconocimiento público de que nos hace falta la luz y la ayuda de Dios en esta hora. Los creyentes sabemos que, aunque Dios ha dejado el mundo a nuestra propia responsabilidad y a merced de nuestro esfuerzo y nuestro ingenio, necesitamos de Él, para acertar en nuestra tarea.

Esta petición de ayuda a Dios subraya, además, la excepcional importancia de la hora que vivimos y también su extraordinaria dificultad. Tomáis las riendas del Reino en una hora de tránsito. Castilla y León, con la participación de todos y bajo Vuestro cuidado, avanzará en su camino y será necesaria la colaboración de todos, la prudencia de todos, el talento y la decisión de todos para que sea el camino de la paz, de la justicia y del progreso.

Dios bendiga esta hora en que comenzáis Vuestro reinado. Que reine la verdad. Que sea Vuestro reino un reino de vida. Que sea el Vuestro un reino de justicia. Que, sobre todo, sea el Vuestro un reino de auténtica paz, una paz libre y justa, una paz ancha y fecunda, una paz en la que todos puedan crecer, progresar y realizarse como seres humanos y como hijos de Dios.


Tras una pausa y mirandole directamente a los ojos preguntó:

Tú, Carolum I, por la gracia de tu pueblo y de Dios, ¿estás dispuesto a tomar sobre tus hombros la gran responsabilidad de dirigir a tus gentes, que ello significará un gran peso y unas grandes responsabilidades, hasta que el Altísimo tenga a bien de alejarte de esta vida para llevarte ante su presencia y juzgarte por tus actos?.

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Ederne_bp


Por las Barbas de Aristoteles!, menos mal se me había ocurrido traer varios modelos exclusivos por si algún evento se suscitaba en el viaje, pensar que coincidiríamos con la coronación del Rey castellano era algo que no figuraba en mis planes.

Pero allí me encontraba, del brazo de mi queridisimo esposo.
La doncella había logrado hacer maravillas en una hora de plazo que teníamos desde que termino la audiencia hasta que llegamos a aquel hermoso lugar, lucia un hermoso vestido y sonreí hasta alcanzar el lugar dispuesto para la familia del Rey.

Una música inundo el lugar y una voz se hizo por sobre el bullicio, se anunciaba el ingreso del Rey, la ceremonia, ya comenzaba.

Apenas conocía a nadie en todo Castilla, y aquel recinto inmenso se encontraba atestado de personalidades, nobles, me sentía como un pollo en un corral ajeno, pero nada de aquello importaría, acompañaría a mi esposo en aquel magno evento, aunque esperaba poder descansar lo suficiente luego, para reponer fuerzas y sueño, sin duda pronto el cuerpo me pasaría la cuenta

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Carolum


Vio como el cardenal Fadrique y la obispo Marled, vestidos con sus ropajes litúrgicos, se pusieron uno junto al otro, unos pasos más elevados que Carolum, junto al altar. Los conocía bien a los dos, de su vida pasada, cuando era sacerdote aristotélico; más al cardenal, de su época como arzobispo de Tarragona... les lanzó una tímida sonrisa.

Y es que, a pesar de todo el valor reunido para llegar hasta el trono, ahora el Borja se sentía un poco solo, ahí, en medio de la escalinata, con todas las miradas centradas en su cogote. Bien sabía él que unos le serían fieles y leales, pero otros le venderían por monedas de plata en cuanto llegase la menor oportunidad. Debía andarse con mucho cuidado de ahora en adelante. Carolum supuso que aquellos mismos pensamientos los debió de tener Elena... ella si que había conseguido lidiar una Castilla mucho mas belicista; hoy día parecía estar todo más calmado, aunque en el fondo sabía que no era más que un frágil cráter, a punto de expulsar la ardiente lava.

Sus pensamientos fueron perturbados por las palabras del cardenal. A ellas respondió claramente y en voz alta: - Si, estoy dispuesto a cargar sobre mis hombros esta responsabilidad, hasta el final de mis días, en que Dios me llame a su juicio-. Sus ojos fríos y glaucos se perdieron en la oscura inmensidad de las bóvedas de la catedral.

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Nicolino


Como familia del Rey, les habían cedido los primeros bancos de la catedral, y tenían preeminencia sobre muchos nobles: eso hizo que esbozara una retorcida sonrisa, mientras ingresaba en el lugar del brazo de su esposa. El lugar, con aquella atmósfera sacra tan cargada de incienso como cualquier catedral o basílica, se hallaba perfectamente iluminado y en orden eclesial. Cuando comenzó la ceremonia cesó todo sonido, y solo las voces de los clérigos y su hermano llenaron el lugar, distorsionandose en ecos a medida que se extinguían sus palabras, dando lugar a nuevas.

El setabense se sentía orgulloso por su hermano menor, que había conquistado un trono por medio de sus influencias, como sucesor de William, y volviendo con él a regir su sangre, la de Elena. Y aquel día se consagraría como monarca, Rey de la Corona de Castilla y León. Era un acontecimiento importante, que sería recordado en los anales de la historia, y él, cómo en toda coronación habida en los Reinos hispánicos desde el comienzo de la era renacimiento de la fe (descontando algunas excepciones), estaba ahí.

Por un instante, se había sentido viejo al ver cómo trascendía a tantos Reyes. En las tierras de Aragón había visto coronarse a Sorkunde, y a Reginhart desde lejos, en Valencia a Anzo y a Yuste, en Castilla a su prima y a la de William no recordaba haber sido invitado, como muchos nobles valencianos. Recordó también que los catalanes que desde hace un tiempo se habían hecho llamar Reyes de la Corona de Aragón no habían sido coronados. Pero tampoco habían tenido audiencias, y en la vida de la gente poco influían, y su existencia y los títulos que decían ostentar les eran de lo más éfimeros a catalanes, aragonesas y valencianos por igual.

De pronto, dejó de pensar en aquello, y volvió a centrarse en la ceremonia, intentando predecir las palabras de los prelados.

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Astaroth_14


Habiendo entrado en la Catedral, y tras indicar a la Guardia Veneciana que se distribuyese según les indicase el Capitán de la Guardia Real, el Marqués se dirigió a su puesto. Echó una ojeada, dedicando algún discreto saludo a los conocidos. Posó entonces su vista en la zona reservada a los Borja. Curiosamente, nadie parecía querer sentarse cerca de ellos, ni de la sonrisa de Nicolás. Normal, por otro lado. Pocos querrían que se les confundiese con quienes estaban allí, en un lugar peeminente, por ser "pariente de", y no por sus propios méritos. Cosas de la vida.

En uno de los bancos, divisó a Blanca, dedicándole una leve sonrisa. Era el primer acto al que acudía sóla, sin su traducción y apoyo. Debía estar muy perdida pero, en definitiva, tenía que acostumbrarse, pues el cargo que Astaroth desempeñaba demasiadas veces les ponía en el lugar que ocupaba.

Comprobó con la vista los atributos regios: la espada, el óleo, el cetro y la corona. Masculló por bajo una maldición, Alejandro debería haber llegado ya. Sin Leril, era el único Heraldo, y debía auxiliarle en la entrega de aquellos objetos a los Obispos.

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Dos deberá haber; ni más ni menos. Uno para encarnar el poder, el otro para ansiarlo.
Urania


La Catedral estaba llena y los incensarios hacían su trabajo, danzando de un lado a otro, en el techo. Los operarios se colgaban de las sogas, llevando el perfume a cada rincón. La de Santillana, como cada vez que entraba a una iglesia, estaba pendiente de ese ritual, le fascinaba que nunca hubiera errores.

El órgano sonó y atronó la catedral. Las palabras del obispo se escucharon en medio del silencio que siguió a la música.

Tú, Carolum I, por la gracia de tu pueblo y de Dios, ¿estás dispuesto a tomar sobre tus hombros la gran responsabilidad de dirigir a tus gentes, que ello significará un gran peso y unas grandes responsabilidades, hasta que el Altísimo tenga a bien de alejarte de esta vida para llevarte ante su presencia y juzgarte por tus actos?.

La liturgia había comenzado.

Urania se preguntó si alguna vez habría un rey que respondiera negativamente a esa pregunta. Sería gracioso de ver, pero a los pies de un trono llegaban pocos bromistas.

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Alejandrovgb


Cuando llegué a la ciudad de Burgos, el maestre de armas me encomendó ser su auxiliar en la coronación del señor caracol, … se acercaba el día y se respiraba la gran agitación en toda la ciudad. Las calles barridas y … ¡sacado a los ebrios que deambulaban por la ciudad! Eso era algo de ver- - quizás si hubiese siempre una coronación o un evento así, la capital se vería mejor- pensé mientras caminaba tranquilamente por una calle lateral de la ciudad, la gran actividad se veía por todos lados, grandes carruajes se paseaban por las principales calles, los pobres diablos que no tenían ni donde caer muertos caminaban por las callejuelas menos transitadas.

Un fuerte estruendo me despertó de mis pensamientos y comprendí que llegaba tarde a la coronación, por lo que aceleré mi paso hasta toparme con una muchedumbre que evitaba que pudiera pasar, pero logre abrirme paso a un par de golpes y amenazas, al momento de llegar a la catedral, el desfile real ya había ingresado y la ceremonia parecía que estaba comenzado, por lo que casi corrí sosteniendo mi sombrero sobre la cabeza para poder llegar a tiempo, antes de que el de Godomar, me llamara la atención.

Delante del altar, me detuve a acomodar mi ropa, un traje azul con negro, que hacia resaltar el azul de mis ojos, así como lo blanco de mi tez que en ese momento se encontraba un poco sonrojada a causa de esfuerzo que había tenido que hacer para lograr llegar al altar, cuando me ví lo suficientemente presentable, camine tranquilo y sereno hacia un lado del altar, donde se encontraba el oleo y la espada que debía acercar al Obispo para proseguir con la ceremonia.

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Ser Diferente no es un delito...cada hombre tiene sus preferencias
Yolanda
El viaje desde Calatayud hasta la capital Castellana fué bastante cansado. Al llegar a Burgos la joven heraldo buscó alojamiento, arregló sus ropajes y se atusó el pelo. Como le había indicado la dueña de la pensión, tomó dirección hacia la catedral, apresurandose pues faltaban pocos minutos para el incio de la coronación.

Al llegar a la catedral una nube de humo le indicaba el paso hacia el altar, el olor era muy intenso casi mareante, Yolanda caminó por el pasillo central, el cual estaba arropado por numerosos pajes, la joven se acercó a uno de ellos y le habló:
- Digale a Su Excelencia Don Astaroth de Lúa, Marqués de Gondomar y las Islas, Señor de Valdecorneja y Par de Castilla y Léon, que Doña Yolanda Burgas i Vallelin, Heraldo de Armas de la Corona de Aragón está aquí, a continuación la joven le entregó al paje un pergamino con sus credenciales.
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--Copero_del_reino


Inadvertido. Siempre en segundo plano. Pero observando, siempre. Y calculando.

Mientras todos cuchicheaban, el obispo preguntaba, el rey juraba, y los heraldos se preparaban, él escrutaba los rostros de la familia del rey, para grabarlos en su memoria. Qué fortuna la de que ocuparan los primeros bancos.

Esta vez, no habría cabos sueltos. El prestigio del gremio estaba en juego. Ni un Borja en Castilla.
Astaroth_14


Se le acercaron con un recado por detrás. Lo cogió sin mirar, depositando una moneda en un acto reflejo. Echó una ojeada al sobre, y quedó helado al percibir la enorme R estampada sobre el lacre. Con discrección, se alejó de su puesto. Abrió la carta, y no pudo contener una exclamación de sorpresa. ¡Por fin, por fin recibían respuesta sus peticiones pasadas!

Llamó la atención de un mozo.

Hacedme el favor de acomodar a la dama Yolanda Burgas con honores de Embajadora. Comunicadle, asimismo que, apenas termine la ceremonia, iré a hablar con ella, y que ardo en deseos de encontrarme, finalmente, con un homólogo de la Corona de Aragón.

Volvió, tan discretamente como se había marchado, a su lugar. No se había perdido mucho, pero había llegado Alejandro entre tanto. Silencioso, le arrojó a las manos el tabardo que habría de ponerse, y le señaló donde estaban colocadas la espada y el óleo.

Show must go on.

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Dos deberá haber; ni más ni menos. Uno para encarnar el poder, el otro para ansiarlo.
Yolanda
La de Vallelin se mareaba por momentos, el humo incesante de los inciensarios casi le cegaba la vista, la joven por un instante, en su breve espera miró hacia arriba, - ¡por aristoteles! ¡no puede ser! exclamó

Una figura extraña escondida entre las bovedas de la Catedral, con sutileza decoraba el techo, la dama se frotó los ojos exaltada, volvió a mirar y ciertamente ya no estaba, solo logró ver como las bovedas recubrian el altar y lo abrazaban con sus sombras, tal explendor despejaba la estampa de semejante ceremonia. No dejó sin mirar un resquicio de aquellas bovedas, que con tal hermosura decoraban la estancia, un mozo se acercó y la invitó a un lugar privilegiado, justo donde su homologo había permitido, a la Dama situarse, ahí podría presenciar en aquel solemne instante, la coronacion del nuevo Rey de Castilla y León.

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Lordlency



- Señor la ceremonia ya ha comenzado.

El asintio con la cabeza, no queria estar antes para no tener que tratar con algunas "celebridades" pero no penso llegar despues. En fin ya estaba alli. Entro lo mas desaparcibidamente posible, diviso varias caras conocidas, algunas nunca vistas. Avanzaba despacio hasta situarse a un costado donde podia disfrutar de la Coronacion. Que decir de lo imponente del ambiente, todo había sido cuidado de detalles y la seguridad no menos. El de Gondomar, mal que le pese sabia hacer su trabajo aunque ya murió un soberano envenenado, pero hasta eso puede ser una muerte natural en uno. Sonrió por el pensamiento, esperaba que este al menos tuviera larga vida y fuero bueno para Castilla, no deseaba mas.

Diviso a Froda Y Maruca entre los miembros del Consejo. Muy elegantes ambas, los años y las viudeces no habían hecho mella en ella, solo se comparaba con la acidez que ponía brindar cuando se lo proponía. Cuando sus vistas se cruzaron les regalo una sonrisa y un saludo con gesto de cabeza.

Mirando para el acto de Coronación, Carolum poseía ropas estupendas y sonrió a recordar la coronación de William donde se negaba a usar las ropas que le preparo Carolum y termino usando su armadura. Volvió a sonreír. Lo miraba con aprecio, el exclérigo había demostrado mas de una vez tener templanza y actuar con cordura, seria un buen rey y espera ayudar a eso por el bien de Castilla, de todo el Reino, Castilla merecía mas de lo que tiene.

La liturgia había comenzado, ya estaba en marcha oficialmente un nuevo Borja en el trono de Castilla y León.


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Alea iacta est!
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