La mañana era fría y el semental se mostraba algo inquieto. Kurt deslizó su mano por la crin del animal para tranquilizarlo. Era un caballo de singular belleza. Tenía una cabeza mediana y elegante, con un perfil suavemente convexo y con la parte naso-labial terminada en punta. Sus ojos expresaban una gran vivacidad, grandes e implantados oblicuamente. Repasó con la palma de su mano unas cuantas veces el robusto y musculosos cuello del caballo, bastante grueso en su inserción en el tronco, y por las espaldas, que eran amplias y descendentes. Poseía unos posteriores anchos y unas extrenudades bastante delgadas, pero musculosas. Era un caballo veloz y preparado, apto para llevar a cabo cada una de las etapas de la Vuelta. Tenía un cuerpo bien proporcionado y ágil. Pero, sin duda, el rasgo más característico de su belleza era la espesa crin que poseía. Era muy abundante y ligeramente ondulada y encrestada, lo cual dotaba al animal de una elegancia sublime. La cola era también muy tupida y se insertaba bastante baja. Su pelaje, blanco como la nieve, era realmente hermoso y seguía fascinando a Kurt cada vez que lo montaba.
Era un caballo vivaz y jovial, pero sobre todo, como la mayoría, era un caballo leal. Kurt lo adquirió años atrás, en Aragón, y lo utilizó para la guerra de Caspe. Allí el semental se comportó de manera valerosa y única, lo que hizo que el Borja le tomara un gran aprecio. Cuando se trasladó a Castellón lo llevó con él, y a partir de ese momento lo mantuvo hasta el fin de sus días, utilizándolo para cazar o cabalgar por entretenimiento, su cariño le impedía arriesgar su vida en una batalla.
Percatándose de que continuaba algo nervioso, el susurró unas palabras tranquilizadoras mientras se apartaba para que un mozo, al que había pagado unos escudos para que preparara el caballo en la herrería de su padre, en Soria, lo ensillara. Kurt dio unos pasos atrás, y observó al resto de los participantes. Eran casi tres decenas, aquello iba a estar interesante y reñido, sin duda. Vio algunas caras que le eran conocidas, otras no tanto, y algunas que no había vista nunca, seguro que durante la competición tendría oportunidad de conocer mejor a cada una de aquellas peronas.
Para la Vuelta, el Borja había seleccionado un traje cómodo y a la vez elegante, digno de su categoría, para cada una de las etapas. Vestía un traje de paño negro sobre una camisa blanca, como calzado unas botas negras y un sombrero, del cual se despojaría antes de comenzar la carrera, para evitar perderlo a mitad de ésta. El caballo portaba en su barda de tela, a ambos lados de igual manera: el escudo de la Casa Borja sobre un fondo negro, y encima de éste el número 16 bordado en amarillo, con el que Kurt participaba en la Vuelta. Montó al caballo y agradeció al mozo sus servicios, lanzándole un par de monedas más, y se dirigió hasta el punto de salida. La primera etapa de la Vuelta iba a dar comienzo.
- Vamos, Thanos. - que así se llamaba el caballo, cuyo significado era "el noble" en griego, cultura que tanto interesaba al Borja-.
¿Listo para hacer lo que mejor sabes? - pregunta que el caballo pareció responder alzándose sobre las dos patas traseras, y emitiendo un sonoro relincho que duró unos segundos, y que llamó la antención de algunos cercanos.