Lady.godiva
Después de haber gastado todo el papel de la letrina y algún que otro documento de la mesa del alcalde, - jurjurjur, espero que Drak no eche de menos esa carpetita - pensaba la pelirroja mientras salía al balcón del ayuntamiento a tomar el aire, sin lugar a dudas aquella mañana había sufrido la peor resaca de su vida, y al dar un silbído apareció su noble corcel Baltazar que se puso justo debajo del balcón donde la pelirroja se hallaba. Ésta se subió a la barandilla y dió un salto de fé, con tal acierto que cayó en su montura, luego de espolear a su caballo salió corriendo como una flecha hacia el lugar de salida.
Al llegar oportunamente, por los pelos, sonó el toque de cornetas anunciando el comienzo de la carrera. Y allá iba Godiva, alzada sobre los estribos e inclinando el tronco para aprovechar bien el galope de su bestia y ganar en velocidad. Menudo pose de amazona con la cabellera al viento. Poco a poco iba adelantando posiciones, saludó a Rujula que iba abrazada al cuello de su rocín y con un pendón desorejao a su grupa, sin perder ritmo siguió adelantando a otro par de jinetes y cuando alcanzó a Lurien le lanzó un cariñoso besito al aire y volvió la vista al frente mientras jaleaba y espoleaba a su corcel, respondiendo el mismo a galope tendido. Frente a ella vió a dos jinetes, uno de ellos llevaba una gruesa capa de piel, era el Rey, Godiva hizo una mueca de de pícara satisfacción y cuando llegó a pasar junto a él mientras le adelantaba le saludó cantando: - Para ser un jinete de primeeera, aceleeera, aceleeera...- luego de unas risas volvió la vista al frente y a concentrarse en la carrera, quería ganar más posiciones. A unos metros frente a ella reconoció a la rubia Mereklar y más adelante al pony de Erik junto a Alhanna que iban a la par en sus respectivas monturas. - ¡Vamos Baltazar, campeón, vamos bonito! - le decía a su caballo y éste se envalentonó dándo todo lo que podía. Cuando se puso al lado de Mereklar, Godiva le dijo entre risas y a grito pelao mientras apuntaba con el dedo al frente: - ¡¡En ocasiones veo niños, muahahahahah!! - Sabía que Mereklar les tenía pánico, era un punto débil que la pelirroja quería aprovechar maquiavélicamente. En tanto, Baltazar relinchaba vanidoso por los piropos que le hacía su dueña y velozmente dejó al corcel de la rubia atrás colocándose detrás de los pequeños jinetes, peeero, justo cuando la polvareda se disipaba por la creciente proximidad a sus pequeños contrincantes, Baltazar al ver la grupa del pony de Erik se resistió a correr más. El mero hecho de recordar el enorme colgajo de aquél pony le comía la moral. ¡Ay, el dichoso ego masculino de los cuadrúpedos!. Y de aquella posición no pasó hasta llegar a Aranda, por mucho que Godiva le jaleara, le espoleara, le cantara.
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