Sin duda alguna, se encontraba impaciente. Los nervios, la vergüenza, la ansiedad, y la espera por no cometer errores o arruinarla, le estaban poniendo cada vez más torpe.
No podía continuar practicando, sería lo que tuviese, a últimas, no mucho conseguiría aprender o memorizar sobre bailes, cuando sin duda alguna, no era algo que le gustase. No lograba ponerle todo de sí, y resultaba algo extraño lo que consiguió con la ayuda de algunos hombres en taberna.
Esperaba que bastase para una pieza, después de todo, daría un único espectáculo, el resto de la velada, tenía planeada pasársela sentado con alguna charla gratificante de algún otro invitado, quizás una cerveza, o... saldría por alguna aventura como en las historias que solía contarle su padre.
Su padre, ¡condenado fuese!, prometió ayudarle en lo que sería "supuestamente importante", el primer baile al que asistía, pero ¿Qué podía tener de importante?, Veía cientos de esos en las tabernas, cuando llegaban trovadores, su mismo padre, su abuelo. Que broza le provocaba la situación. Nunca creyó importante bailar y ahora...
-Indiscutible, no tengo habilidades para éstas cosas en que la familia se caracteriza. Por el altísimo, ¿no podía ser más contrario?, si ellos van por la derecha, camino por la izquierda, si quieren ésto, yo no...
Suspiró y miró a quién le acompañaba.
[...]
"No quiero ir", Se dijo así mismo, cuando se hubo despedido de quién amablemente se encontraba con él, en la taberna "El león borracho", aplicando algunos sencillos pasos. Más, se había comprometido, había convenido ir con Venus, bufó por su torpeza.
¿Cuándo aprenderás Trey, cuándo?
Perfectamente podía... no, mejor no, Arriba el ánimo, ¿cómo era que decía su padre cuando se desanimaba? ¡Bah!, ni siquiera eso recordaba. Y ahora, ¿de dónde sacar una armadura que fuese la excusa perfecta para no tener que formar parte de la danza?
Había gastado buena parte de sus ahorros en un traje, que no le gustó, era incómodo, ajustado en el entrepierna, apretado, muy ornamentado... y delicado.
Cogió sus cosas del suelo, y salió del lugar con dirección al lago; había sudado estando en esas practicas que sin que nadie supiera, hace días tomaba. Arrastró de mala gana, el bolso donde consigo cargaba el atuendo y cabizbajo iba pensando.
Ethlinn, Ethlinn, que divertido sería tener una mujer como vos, con esa frescura, con esa belleza, la lozanía que emanas entre las letras. El encanto y la gracia de mil druidas, y la magia para conquistar a Kian, el grande... Qué terrible suerte, te ha tocado; tu padre teme que engendres el hijo que lo destronará, y por ello, te ha encarcelado en la torre más alta en Tor mor, donde creciste sin saber que existían los hombres, afligida y aburrida. Sin embargo lista y bella, te convertiste en la envidia de un reino que te admiraba y tu no alcanzabas a observar.
Tu padre, ambicioso, quiso el tesoro de los Birog, y ahora por venganza,su enemigo encuentra a la doncella, de la cuál no puedes evitar enamorarse.
No dio solo uno, sino que fueron tres, y el rey se enteró. Mandó a matarles, y sin embargo, cuando el mensajero que debía ahogarles en la fragura se descuidó, el alfiler que sostenía las sábanas de éstos niños, se soltó y uno rodó por el suelo.Su suerte fue hallar confort en una familia campesina que lo cuidó y educó hasta convertirse en adulto, y ser el gran libertador de la opresión...
Su mente, había logrado su cometido, entretenerlo... y ya se encontraba listo. Bañado, vestido con el atuendo idóneo creado para la ocasión, pero sin los collares, que le estorbaban. En la hospedería revisó sus botas y las que le habían sido entregadas para la fiesta. Se quedó con las de siempre, las lustró un poco, y quedaron presentables.
Pegó un brinco, esperando se acomodara la ropa y... algo resultó.Se movió inquieto la chaqueta que llevaba puesta y recordó a
Baloo, debería dejarlo encargado con alguien, o tal vez, llevarlo. No era mala idea.
Por el camino que le llevaba a donde habían quedado con Venus, se distrajo en innumerables veces, encontró un perro cojo, un árbol con tajadas interesantes, unos cuantos anuncios, y finalmente, lo más hermoso y bello que había visto en Valencia desde que se encontraba en ella.
Sonrió alegre con su
Flor en mano, cuando arrancó una de las muchas que había cerca del sendero. Cómo le encantaban las flores, cada una con un secreto, un significado particular, únicas y exclusivas, tenían tanto que contar...
La contemplaba en su camino y le dedicaba palabras, era tan tersa y suave; simplemente perfecta.
Ingresó al lugar donde pidió a uno de los que trabajaba allí, que llamara a su amiga. Él no se atrevía a ingresar, y mientras esperaba, se acomodó en la taberna que había en el piso, donde sentado en la barra, seguía admirando aquella flor y le dedicó unas breves palabras con las cuáles seguir matando el tiempo, en la espera.
-El amor me prestó sus alas, y desaparecieron todos los obstáculos. ¿Qué es el amor?¿ una muralla de piedra? A todo lo que quiere se atreve, y yo no temo la cólera de tus iguales. Dejó escapar una sonrisa, y se imaginó aquella planta, como una doncella, prisionera entre tantas similares queriéndo resaltar, deprimidas,contenidas, atadas con cadenas a los pies, aguardando quién las pudiera liberar.Y había sido a ella, quién él, había escogido ese día, para admirar, sonreírle, y dedicarle hermosas palabras... hasta que se marchitara, hasta que no quedaran rastros de su lozanía, pero seguiría con ella hasta el final, cuando diera su último suspiro, se secara y no fuese posible tocarla más.