El dolor punzante que me atravesó la barriga no fue nada con el espectáculo que seguidamente sucedió.
La puerta se abrió cuando Juliane iba a bajar con izar, la habitación se lleno de personas y ordenes que mi madre impartiera.
Aquello era un campamento de guerra y la senescal de Pern, impartía órdenes por doquier.
El rostro de Nicolás denotaba preocupación, ansiedad y esperanza, le observe con amor, mientras acariciaba su rostro con mi mano.
El siciliano está próximo. ¿Estáis bien?¿El dolor...?¿Ahora...? dijo a borbotones
tranquilo amor, solo estos pequeños que están danzando en mi barriga, estoy bien y duele un poco, pero aun no es tiempo, creo
le respondí cuando un nuevo dolor que soporte valientemente intentando sonreír a Nicolás.
Mi madre, Juliane, izar, Nicolás, Montserrat y aun los que faltaban, el galeno, Kurt y seguramente el mayordomo, aquello me mareo, todo se volvió un simple murmullo de órdenes impartidas a todos.
Vamos mi cielo, poneos de pie. Caminad por la habitación, lo mejor es que rompáis fuente y en el lecho solo conseguiréis el parto se alargue con la ayuda de Nicolás y mi madre me puse de pie, ciertamente, eso aliviaría el dolor, y la incomodidad, pero no fue así, el dolor se incremento logrando que se me detuviera un poco la respiración
vaya que duele susurre
Iba a dar unos pasos más apoyada en el brazo de Nicolás cuando la voz de mi cuñado me saco de cavilaciones sobre el parto.
-
Ederne, no tenéis buena cara -bromeó el Borja-,
yo que vos llamaría a un galeno para que os revisase.
Si las miraran mataran, seguramente el primer fulminado seria mi cuñado
os sentís tranquilo, cuñado, y seguro mi cara será peor en unas horas, pero sobreviviré, y vos no os librareis de mi - dije casi en un susurro acumulando el aire en mis pulmones.
Oh vamos vamos salid de aquí! Que el aire escasea y podría fulminaros para que me lo cedáis le bromee mientras hacía señas con mis manos
¿Voy a tener el bebé? pregunté con voz trémula a mi madre, cuando Kurt e Izar -
¿Cuándo?
Cuando lo juzgue conveniente repuso la duquesa, lanzando una breve carcajada.
Algunos partos son rápidos. Otros no. ¿Tienes dolores?
meneé la cabeza.
Te sacaré la camisa - dijo.
Mi madre me quitó la camisa empapada en sudor y me puso una limpia. Luego me sentó en la cama y Juliane tras cepillarme la abundante cabellera, la recogió en una sola y larga trenza.
¿Mamá? Dije de pronto con una voz lastimera, insólita en mí.
Tengo mucho miedo, mamá.
¡Tonterías! He parido muchos hijos sin ningún contratiempo, eres una muchacha saludable y has guardado el debido reposo
Daba órdenes pidiendo paños, agua hervida.
Nicolás observaba en silencio, a mi lado en las caminatas por la habitación.
Montserrat organizaba todo en silencio, todos se afanaban por llevar a cabo las tareas correspondientes. Dos robustas criadas de rojas mejillas habían acomodado las finas sabanas de seda italiana rescatadas de la invasión del señor de los y habían colocado varias almohadas en uno de sus extremos
¿Cómo te sientes? preguntaba Nicolás a cada momento.
los niños son unos perezosos, Nicolás. En vez de nacer han preferido dormir la siesta.
¡Qué disparate! Nacerá muy pronto. La criaturita tiene buenos modales y está esperando a que todo esté listo para recibirlo. añadió mi madre
Con la ayuda de Juliane, Montserrat y las doncellas terminaron de poner la habitación en condiciones. Todos hablaban en voz baja, expectantes, mientras aguardaban el nacimiento de los próximos herederos del Borja.
Mateu se aproximó a la habitación y pregunto. -
El cocinero desea saber si debe preparar el almuerzo, señora.
Todo se hará como de costumbre. La familia necesita comer, Mateu. le respondí entre jadeos y afirmando mi gran barriga
Muy bien, señora respondió el.
¡Mamá, me duele! exclamé sobresaltada, con los ojos abiertos de par en par. Un calor envolvente y acuoso me corrió por las piernas para mi sorpresa logrando ruborizarme
Ohh madre! dije mirándola sin decir nada mas
El parto ha comenzado. Vamos, caminemos un poco. Eso te ayudará dijo ella
Durante varias horas los dolores fueron esporádicos, pero al finalizar la tarde era evidente que las contracciones se producían con mayor frecuencia, eran más intensas y más prolongadas
Las contracciones se sucedían una tras otra, sin darme un respiro. sentía una terrible presión en el bajo vientre y gotas de sudor me perlaban la frente. Los rubios mechones, liberados de la trenza, caían, lacios, alrededor de mi rostro. De pronto sentí un dolor agudísimo, como si me atravesaran las entrañas con un cuchillo, y lance un grito desgarrador. La expresión de miss ojos se parecía a la de un animal atrapado.
¡Mamá! aullé, incapaz de controlarme, mientras cogia la mano de Nicolas entre las mias y le apretaba con fuerzas.