[Rp] Regreso a Casa

Habian pasado meses desde que sus padres viajaran a Castilla con su hermana Ederne , a la que tanto echaba de menos, y el esposo de ésta. Meses desde que las horas muertas las pasaba sumergida en libros que su madre no le dejaría leer. Cuanta belleza en tan pocas páginas que engullía sin descanso desde el amanecer hasta el anochecer. Cierto era que se había atrasado un poco en sus estudios, pero que importaba, sus padres estaban lejos y aun tenía tiempo de recuperar las horas de estudio perdidas.

Sentada en el suelo, en uno de los pasillos del castillo, en la parte más oscura de éstos, casi ciega por intentar leer aquellas líneas sin ser vista, y justo en el momento en que el jóven pretendía robar un beso a la dama, lo cuál le hizo sonrojar por ser tan descarado, escuchó al pequeño Johan gritar - Regresan !!!, lo que la hizo de un salto romper sin querer la página más interesante quizás del libro, echándole a perder el momento más esperado de la historia.
Sin apenas ser vista, pues acostumbraba a pasar desapercibida, siguió a su pequeño hermano hasta la cocina, y pensó que si no fuera por aquél, probablemente la vida de castillo sería un poco aburrida, aunque lo que si era cierto es que algún día llegaría quien le mostraría un poco de otro tipo de modales. Los trabajadores estaban escogidos con la paciencia de un santo.
Juliane se sorprendió al ver que aquel balde iba destinado a su hermano mayor, y no quiso ni pensar en la reacción de Jokin cuando le cayera encima toda aquella agua.
Así pues, la menor de las Berasategui se escabulló bajo el umbral de la habitación de Jokin, esperando ver si debía calmar la ira de Jokin - creo necesitará de mi intervención para no ser enviado directamente a la horca - pensó casi susurrando.

La risa se le acabó rápido al ver a su hermano levantarse y amenazarle. Alzó sus manos tratando de calmarle - hermano, vamos. Una bromita ¿no iréis a matarme, verdad? - y en lo que Juliane intentaba hablarle a su fornido hermano y éste se distraía, aprovechó para propinarle una patada en una de sus piernas - eso es por amenazarme! feo! - y entre risas corrió gritando - ¡piernas para que las tengo! -

Jokin le seguìa de cerca, pero su edad y agilidad le sirvieron para ganarle algo de distancia. Mientras en la carrera recorría partes del castillo que nisiquiera recordaba pensó que quizás debería huir. Para su suerte se topó con una carreta que iba cargada para salir al mercado - mi oportunidad! - se dijo mientras entre el heno y unas cuantas verduras se encondia de la vista de su hermano que ya le habia alcanzado.

Cuando oyó y sintió el movimiento de la carreta salió de su escondite solo para burlarse de su hermano - a ver cómo le haces para atraparme, si hasta para coger a un niño sois lento! - le gritaba riéndose, pero cuando vió que su hermano (con el rostro desfigurado por la rabia le seguìa), avanzó hasta dónde estaba quién dirigia la carreta - Buen hombre, un loco me persigue y desea secuestrarme... si me ayudáis, mis padres los duques os recompensarán. ¡Apresurad la carrera y llevadme hasta....! - pensó a dònde iría y recordó a la amable alcaldesa del pueblo que en multiples veces le había salvado del "abuso" del capitán de las huestes de su madre - ¡a la alcaldía, llevadme ahí! -

- Cálmate Jokin le decía su hermana Juliane mientras le daba una manta con la que poder secarse algo, evidentemente era el antónimo de su hermano Johan, la noche y el día, un ángel y un diablo. Jokin comenzó a secarse, mientras su hermana Juliane avanzaba por el pasillo de palacio buscando a alguien que arreglara tal estropicio.

- ¡¡¡Y UN CUERNO!!! ¡¡a este lo meto yo en cintura a base de collejas!!

Se apresuró a correr siguiendo los pasos de su pequeño hermano, cuando el joven iba corriendo por aquel pasillo las vigas de madera crujian como si de un elefante en una cacharerria se tratase, su hermana que aun estaba a mitad de pasillo se giró sobre si misma con cara de pavor anter el estruendo que tras ella se acercaba. Al llegar a donde estaba Juliane el muchacho frenó, la apartó del pasillo con gran cuidado.

- Permiteme el paso Juliane, ¡¡¡tengo un cochinillo al que asar vivo!!!

Cuando alcanzaba el patio de armas pude ver como su hermano habia llegado a una vieja carreta que se caia a pedazos tirada por dos pobres mulas, suponía que ante la desmesurada imaginación del muchacho, a él le parecia haberse subido a la mejor carreta de caballos de Valencia.

Montó uno de los caballos que habia atados al patio, dando riendas por lo que en breve el caballo comenzó a galopar, la imagen era dantesca, el hijo mayor de los Duques, en pijamas, descalzo y empapado a la caza de una maltrecha carreta de verduras.

No tardó en ponerse en paralelo de aquel carro

- Estimado hermanito... ¡¡bajate ahora mismo!! ¡¡¡que te vas a pisar las orejas de tanto que pienso tirarte de ellas!!!

Era muy simple. El hombre tenía que ir derecho por el camino o al menos oír lo que le había propuesto. Sin embargo ninguna de esas cosas pasó pues el viejo en una acción repentina ordenó a sus animales doblaran hacia la derecha internandose por en medio del campo y luego el bosque. En principio creyó era un atajo pero cuando pudo observar por un claro del bosque el pueblo a una distancia lejana admitió sentir un poco de miedo.

La cosa se puso peor pues el hombre, que hablaba en un idioma que el no conocía (y conste sabía poco de francés, algo de Inglés) pero nada parecido a lo que éste hablaba. Y le hizo descender de la carreta previa amenza de un palo que parecía dolería si se encontraba con su noble piel así que sin chistar que bajó y en medio del camino se quedó a solas.

- Bien, al menos podría haberme echado cuando estaba mi hermano cerca. Báh, puedo solo... no creo sea dificil - regresó por el camino hasta dónde se podía observar el pueblo - no es tan lejos, soy un Berasategui, no debo tener miedo e iré hasta mi destino. Madre se sentirá orgullosa de mí - pero la verdad es que sus jovenes piernas le temblaban, más cuando algún ruido misterioso del bosque asechaba por entre la arboleda. Así pues, contrario a la lógica de regresar por el mismo camino, decidió salir del bosque y cruzar el extenso terreno que había entre él y la ciudad. No parecía malo, solo un terreno accidentado, muchas rocas y hierba alta ... - seguro llego antes que madre - se decía mientras apresuraba el paso a raiz de los ruidos que a cada instante parecían más cerca.

No cabía duda. El aire valenciano era diferente y a pesar de que el invierno apenas pasaba, la duquesa podía sentir en la brisa la primavera invadiéndolo todo. Y se sentía feliz, no había comparación a ningún otro sentimiento antes vivido en su corazón al de regresar a casa después de tanto tiempo.

La verdad era que se fue herida, no solo en cuerpo sino en el alma y aquel viaje, el recorrer las tierras castellanas y aragonesas no solo calmó sus sentidos sino que le hizo entender que no podía estar en otro sitio que no fuera Valencia. Así se pasó casi toda la noche observando la costa, a la espera impaciente de llegar a puerto. Pensaba en sus tierras, en los soldados y como no, en sus hijos. Johan debería haber crecido mucho, Juliane seguro había aprovechado su ausencia para leer más si era posible ya que no habría quien le exigiera una vida social activa, y Jokin, su hijo mayor, seguro alguna cosa habría hecho o habría dejado de hacer, pero ya le pondría en regla.

El leve sonido que había emitido su retoño la hizo inclinarse ante la canasta que estaba a su lado envuelto en suaves telas y hermosos ropajes, hechos especialmente para su nacimiento en la capital castellana. Había venido a este mundo en el mar, rodeado por su familia y por un parto sin dificultades y era el noveno de sus hijos, séptimo de los Berasategui.
Aquel era un buen número.

Se podría decir que nació en Valencia, aunque lo hizo cuando el barco había abandonado aguas Catalanas y entraba a aguas de todos o de nadie. Su padre no había querido darle nombre hasta llegar al hogar, entonces sería bautizado. Por ahora era solo el pequeño regalo del altísimo.

-Vaya sorpresa, no imaginarán llegue con él en brazos – se dijo mientras alzaba la canasta para regresar al camarote. La niebla parecía querer dominarlo todo y aún faltaba para llegar a Castellón y sus costas.
Sentía demasiada emoción, incontenible - ¡Valencia! – le decía muchas veces en el día a su hija y esposo y ambos, como conscientes de su añoranza solo le sonreían y asentían con una amable sonrisa.

Finalmente, en el horizonte, vislumbraron el puerto de Castellón. Por segunda vez. Habían seguido de cerca la costa desde la desembocadura del Ebro y no habían perdido contacto visual con ella, pero durante unas hora pudo verse el barco acercándose a la ciudad de Valencia. Aparentemente, por alguna cuestión de comunicación y señas entre el capitán y los caps de ports, cuestión por la que el Borja no demostró más interés que el mínimo, fondearían en la capital del Reino. Pero luego debieron cambiar el rumbo nuevamente, y regresar hacia Castelló de la Plana.

Para ser sinceros, a él la idea le había sorprendido gratamente: deseaba regresar cuanto antes a Xàtiva, y la capital estaba a solo un día a caballo de la ciudad que había elegido como hogar. Añoraba los bosques del Señorío y extrañaba el ver correr el Albaida. Se sentía tan a gusto allí como otrora se sintió en villa Borja, y siempre ansió ver a su estandarte del toro rojo pendiendo del ayuntamiento. Era algo que aún tenía pendiente, junto a muchas otras ambiciones. También deseaba establecerse en su palacete urbano de Xàtiva con su esposa, y ocuparse de asuntos familiares. Mas que nada deseaba concebir un heredero, darle sobrinos a Rey de Castilla, y nietos a la Condesa de Morella.

Pero desconocía lo que le estaba sucediendo a su esposa últimamente. Se le había visto mareada y con vómitos durante todo el trayecto, que había sido más bien calmo, y sabía que aquello no era normal, dado que ella siempre se había visto muy favorable en el mar. Y tampoco había ningún ilustrado en medicina a bordo que pudiera explicar las causas de aquel repentino malestar.

Salió a cubierta. El Olocau ya se aproximaba el muelle. En lo lejano, veía unas difusas siluetas casi humanas, entre las cuales se hallarían los hijos de la Duquesa entre los primeros. Se preguntó cuantos castellonenses con ramas de palmas y olivos habrían congregado para la bienvenida. Si se viera obligado a ser totalmente sincero, hubiera confesado muy resoluto que no esperaba nada menos exagerado que eso.

-Al fin en casa...-pronunció casi para sí. Ya se hallaban en Valencia, finalmente.

Cabalgaba sobre un caballo negro y con su uniforme de la hueste, de pie sobre los estribos e inclinado hacia la cabeza del animal para obtener la mayor velocidad del mismo, la nube de polvo que levantaba a su paso hacía que su carrera no pasara inadvertida. Así como tampoco lo hacia la carreta, que ha su paso dejaba dos marcados surcos en el camino, del mismo modo que iba chorreando un zumo con putrefactos ingredientes perceptible a la vista y al olfato,

-¿Y Johan va ahí dentro? ¡¡Bonita se va a poner María cuando tenga que meterlo en remojo!! ¡¡¡Sapos y culebras será lo más bonito que salga de esa boca!!! ¡¡¡No sabremos si tenemos asistenta o un estibador de puerto en palacio!!!

En un cruce del camino, que giraba hacia un pequeño bosque las marcas del camino se desviaban, Jokin tiró de las riendas para que el caballo girara, de manera que éste lo hizo sin rechistar, y alli estaba... la carreta salía del bosque mientras que Johan, con la cara desencajada permanecía impasible a un lado del camino.

Jokin espoleó de nuevo al caballo para que esprintara, a lo que el animal apretó el ritmo respondiendo con un relincho

-¡¡¡¡¡TE TENGO RENACUAJO!!!! gritó Jokin a su hermano, el cual al verlo puso cara casi como de haber visto a un fantasma

Sin darle tiempo a reaccionar había llegado a su situación, extendiendo un brazo y cogiendolo al paso debido al escaso peso y volumen que el niño suponia. Al alzarlo lo sentó entre él y la cabeza del animal, tirando de las riendas del caballo para que girara y desandar sus pasos, en el giro Johan que aun no sabia que estaba pasando perdió el equilibro, desplazandose hacia un lado, Jokin lo llevo de nuevo a su sitio en el caballo

-¡¿¡Qué pasa!?! ¿ni montar sabes? ¡¿¡pero que os enseñan a los niños ahora!?!

Maldita sea! - decía para sus adentros - Renacuajo quién! - le increpó cuando le tenía sentado junto a él en la montura. Intentó darle unos golpe pero el equilibro y el giro que dió su hermano al animal le hizo casí caer lo que le dejó el corazón en las manos.

-¡¿¡Qué pasa!?! ¿ni montar sabes? ¡¿¡pero que os enseñan a los niños ahora!?! - le miró con fuego en los ojos - a callar hermano, bien sabe el altísimo suerte habéis tenido que sino, escapaba y os la montaba. Pero me la váis a pagar -

Se afirmó del borde de las riendas, molesto de que nada resultara y a sabiendas de que su hermano le haría pagar sus fechorias. Estaba acostumbrado a ganarle la partida, a él y a cuanto hermano se le cruzara pues sin duda el se consideraba el mejor de todos.
Con la cara arrugada y resignada se decidió a pensar en qué haría para safarce, tal vez llorarle a su madre o comportarse con un vil angelito para que no le creyeran nada a Jokin y planeandolo estaba cuando la imagen, gigante y temible de un hombre, se avalanzó sobre ellos.

Por instinto se aferró al animal como pudo e inclinó su cuerpecito hacia adelante sin mirar que sucedía, solo sintiendo el movimiento brusco a sus espaldas. Cuando se sintió ligero, sin dolor y en el mismo sitio abrió un ojo con cuidado y luego el otro. Suspiróa salvo.

Miró a los lados y vió en el suelo a su hermano y a alguien mas que no alcanzó a distinguir entre la hierba y la tierra - jajajaj! hermano ¿no os han enseñado a no ser asaltado en el camino y no dar de cara al suelo? - se reía con burla en sus palabras. El otro hombre se incorporó, uniforme, emblema...era al capitán Hijar - Johan! - exclamó éste y alzó su espada la cuál había perdido seguramente con la caida.

Cuando el animal vió la espada y el sol se reflejó en el acero de la misma, alzó sus dos patas delanteras asustado. Se agarró de las riendas justo al tiempo que el caballo huía despavorido. Antes de desaparecer entre los árboles alcanzó a gritar:

- Auxilioooooooooooooooooooooooooo !!! -

Y despues de tantos días en el barco quién sabe por qué, que la tormenta, que el permiso, que el altísimo!

Al final, temprano y con la brisa pudieron descender a tierra firme. Ahi, entre varios curiosos y quienes esperaban la ansiada carga del barco, estaba su hija Juliane. Con el nuevo miembro de la familia en sus brazos avanzó hasta ella, seguida de su esposo e hijos.

- Juliane... - le dijo - que alegría veros hija mía - se acercó a besar sus mejillas, la habría abrazado pero el bebé comenzaba a despertar. En cambio su padre si pudo abrazarla con fuerza - ¿Y dónde están vuestros hermanos? quiero ver a Jokin y a Johan, mi niño debe estar enorme y ser ya todo un hombrecito - miro por todos lados - ¿pasó algo? - preguntó. El bebé comenzó a despertar y a desperezarse, Juliane rápidamente pidió poder coger al bebé en brazos y evitó responder - Juliane.... - le dijo tras darle al niño - La verdad.

En escena aparecía Ederne tan pálida como la leche y su esposo, quién no dejaba de mirar a su esposa y al pueblo. La felicidad se reflejaba en el rostro de todos quienes habían vuelto a casa.

- La madre que os... digo... ¡¡Hijar que haceis!!! .

-¡Señor...! ¿Vos?- dijo en un término medio entre sorprendido, avergonzado y atónito.

Ahora el caballo se volvía loco, Johan encima, él y Jokin en el suelo, con los ropajes embarrados... Además, Híjar miró al cielo y vió por la posición del astro que los duques estarían llegando ya...

Levantándose sin mediar palabra, corrió hacia el caballo del pequeño Johan, que estaba encabritado por el cúmulo de acontecimientos en los que se había visto envuelto.
A duras penas, consiguió hacerse con el control y animó a Johan a que bajase; inmediatamente después de que lo hiciera, su caballo salía corriendo como loco.

Viéndolo alejarse, se refirió a Jokin con tono pausado:

-No os sulfuréis, Jokin, ya directos vamos a la recepción, vuestra madre se alegrará de verl... - fué entonces cuando Híjar se percató de los ropajes sucios que ambos llevaban. En un instante de brillantez, miró a los dos soldados que los acompañaban y les dijo:

-¡Vosotros, desnudáos!

Y se pregunto por mucho tiempo que había pasado tras la caida absolutamente divertida de su hermano y el capitan. Independiente, claro, aquello le habia hecho reir mucho y como no, hubiese pagado para ver a Jokin de cara en la tierra.

Pero ahora estaba en un camino con un caballo aun inquieto y con miedo a siquiera moverse – caballito,caballito...tranquilo. Yo se quieres vivir tanto como yo asi que no vuelvas a correr -afirmo las riendas - ¿y donde vamos? - le pregunto al animal como si este fuera a responderle cuando pudo ver a lo lejos la ciudad. Sonrio, no por sentirse a salvo sino porque le habia ganado a su hermano - ahora veras, el puerto no esta lejos. Madre le matara, padre le re-matara y colgaran al capitan, asi el tambien me paga las veces que me ha colgado en el perchero de la taberna... y, sera mejor practique – comenzo a fregarse los ojos para que estuvieran rojos y se los mojo para que pareciera lloraba.

El caballo ya relajado seguia el sendero ante la mirada curiosa de quienes le veian pasar ya entrando a la ciudad.

Entre las palabras poco creibles de su hija ... pues aún no habia aprendido a mentirle bien... y la preocupación al sentir el malestar de su otra hija, la de Pern se quedó unos instantes en silencio.

Y pensó en ese suave silencio en todas las cosas que deseaba hacer y mientras todo eso sucedía, el aire valenciano le llenaba los pulmones y como una magia divina parecia que la vida resurgia de su interior, indomable e impacible, con los deseos por hacer cosas para su pueblo, con las ganas de ser feliz y hacer felices a quienes les rodeaban. Ver a sus hijos crecer, envejecer y morir en Valencia y nunca más dejarla por más dificultades que existieran o las peores penas que la embargaran.

Y todo eso estaba en su pecho y hacia latir su corazón.

El ruido y los gritos de los marineros se mezclaron con la voz tenue de su hija Juliane - Madre...quizás debamos ir al castillo - le dijo, pero ella instintivamente ya habia ordenado con un sutil movimiento de su mano que la mujer que le acompañaba se encargara del bebe y había con todo ello tomado de la mano a su esposo - No, recorreré Castellón a pie. Quiero ver a mis amigos y saludarles - se giró con una enorme sonrisa a hacia su hija Ederne y su esposo, acompañados por Kurt que silencioso observaba la escena y a cuantos habian decidido acompañarles a conocer tan majestuosa tierra- ¡Vamos, os enseñaré la ciudad más brillante de Valencia - y avanzó con tanta alegría solo comparable con la de un niño y su lugar favorito en el mundo[/b].

El caballo de Johan se relajó, llegando al punto de abandonar el camino y pararse en uno de los costados del sendero a comer de las hierbas que creacian a la sombra de un naranjo. El muchacho se empeñaba en que el caballo se moviera pero era imposible, apenas tenía fuerza para tirar de las riendas, a lo que el animal respondia resoplando.

Cuando Jokin vio el estado de su hermano frenó a su caballo, no habia necesidad de forzarle el ritmo, estaba claro que su objetivo estaba más a otras cosas.

Cuando se puso junto al caballo de Johan, Jokin no hablaba, simplemente se le saltaban las lágrimas de la risa,

- ¡¿¡¿¡Qué ha pasado oh gran maestro!?!?! ¿Me daba vos ventaja para hacer de su carrera algo más interesante? ¿O es acaso que su amo, Don Equino de Benicarló decidió que hasta aqui llegaba su andadura?

Johan refunfuñando con los brazos cruzados ni si quiera quería mirar a su hermano, el cual levantó al pequeño para traerlo a su caballo, atando a su caballo en el que su hermano había llegado, para volver al punto donde había dejado al capitán y los guardias.

- ¡¡Tus tiempos de fechorias han acabado!! Ya estan de vuelta Padre y Madre o al menos el mayor de los hermanos esperaba con la vigilancia de sus padres menguara la actividad de su pequeño hermano, pues tenía el castillo patas arriba. - y a ver lo que les cuentas... dijo entre dientes mirando de reojo a su hermano.

Al llegar donde habian dejado a Hijar se lo encontró poniendose los pantalones limpios, con las ropas encima de un caballo y dos guardias en paños menores cada uno en un costado, como si de escoltas se trataran, fue en ese momento cuando cuando un grupo de señoras de avanzada edad pasaban, rumiando lo mal que estaba la vida y lo descocados que eran los jovenes, tapandose la cara con un pañuelo, per al fin y al cabo sin querer perderse el espectaculo que el capitán estaba dando.

- Señoras... Que tengan un buen día dijo el Capitán con todo caballerosidad mientras metia una pierna en el pantalón.

A lo que una de las señoras respondió con un sonoro - ¡¡¡Pervertido!!!

Un paso o dos y de tener el triunfo en sus manos, paso a no tener nada. Y por ello no miro en ningun momento a su hermano quien reia victorioso, de todas formas, ya habria tiempo para la revancha.

Estaba cansado y tenia hambre, tambien queria ver a su madre y en su pequeño corazon era realmente lo mas importante en ese minuto, asi, ignoro a Jokin y al capitan de la hueste dejandose llevar hacia ella la que habia extrañado por tanto tiempo.

- Por el altisimo! a ver si ya os decidis. Quiero ver a mi madre, este donde este - miro de soslayo al capitan - espero no os perdais del camino, sino, me voy a preocupar. Tampoco dejeis a este grandulon al mando, seguro en vez de llegar al puerto terminamos en Cataluña o peor, en una taberna de mala muerte -dijo refiriendose a su hermano al cual seguia sin mirar -¡cuanta holgazaneria! apuraos... - insistio y cruzo sus brazos en señal de absoluta molestia, una por haber sido atrapado y dos, por haber sido atrapado por el grandulon y tener que obedecer al capitan.

Todo el puerto estaba en pleno movimiento con la llegada del Olocau Errante. Ya la familia Berasategui intentaba marcharse rumbo al castillo de Benicarló luego de su agotadora travesía, lo notaba en el rostro de su hermana Ederne; cuando entre el tumulto y bullicio de gente se asomaban sus hermanos ... Jokin con Johan a cuestas... - vaya dos... cómo les quiero... llegaron a tiempo - pensó Juliane dando un suspiro.

-....... ¿Juli?... eso... es decir... ¿Juli? - expresó Jokin sorprendido luego de saludar a sus padres.
- Siiiii !!! puedes creerlo? ya lo tenemos con nosotros, no es precioso? mira sus manitas - sonrió la jóven alzando al pequeñito en sus brazos con intención de que sólo éste lo mirara, su aspecto no era el más apropiado para otra cosa más que esa.

- Maldición - decía - ahora me carga como un saco de maíz. Le vomitaré encima, razones tengo.- maquinaba, pero justo cuando se disponía a apretarse el cuello o simular enfermedad, su hermano lo dejaba en tierra firme en medio del bullicioso puerto.

Lo dejó frente a una dama muy hermosa, pálidamente hermosa, acompañada de un hombre alto. Tardo un poco en reconocerlos y en darse cuenta realmente a quienes estaba viendo.
Fueron muchas las noches que planeó como sería el día que les viera, la traversura a su hermana, el llanto de acusación para con su madre y un sin fin de cosas que le parecieron en ese pequeño instante que vivía innecesarias y tontas.

Sin decir mucho se abrazó a las faldas de su hermana con fuerza tanto como sus pequeños brazos le permitían y luego la miró alzando la vista. Se había prometido averiguar un día cuál de las mujeres de la familia era la más hermosa, pero tras ver a Ederne supo que sería imposibles pues todas eran incomparables - Hermana casada, cuñado - alcanzó a decir cuando oyó la voz alzada y emocionada de Jokin, se giró y pudo verles, ahí estaban su madre y padre. Cuando Jokin se distrajo con su hermana Juliane no puedo contener los pies y corrió hasta ellos pero justo antes de acercarse lo suficiente se detuvo y les miró con sus grandes ojos llenos de lágrimas - Excelencias...padres - les dijo tambaleándose con una reverencia que aprendió de María y que hasta resultó algo torcida, quería parecer antes ellos más grande, un hombre.

Su madre le observó con una dulzura infinita y su padre sonreía, no, su imaginación y recuerdos no le hacían honor, ella era bellísima, su amada madre era lo mejor en su vida.

En esos instantes Jokin - para variar - volvió a aparecer e interrumpir entregándole a madre un bultito pequeño que parecía moverse - Johan... - oyó de una voz clara y profunda, quitó la atención de su madre y pudo ver a su padre inclinado frente a él. La emoción de su pequeño corazón se apoderó de él, al fin y al cabo era un niño, y lloró como uno aferrandose a pecho de su padre - ¡os extrañe! No volváis a iros nunca! - soltó al fin entre sentidas lágrimas.

Mientras avanzaban hacia el pueblo, justo antes de salir del puerto de Castellón, aprecieron frente a ellos sus dos hijos; Mayor y menor.

Jokin no pudo aguantar la emoción y dejó a su hermano quién abrazó en primera instancia a su hermana Ederne. No podía creer cuanto había crecido, se veía fuerte y con un parecido a su padre impresionante.
No podía quitarle la vista de encima, pero un fuerte abrazo de su hijo mayor la sacó obligadamente del trance. Se notaba con cierta madurez, quizás la ausencia le hizo tener mas responsabilidades; eso le alegraba y más, se había dejado un poco la barba. Realmente se veía muy guapo.

- ¿Regalos? ¡claro! pero los veréis en cuanto compruebe que los castillos siguen donde los dejé y que no los habéis quemado - le dijo. Jokin se distrajo con el bebé que Juliane tenía en brazos, lo cargó y sonrió feliz devolviéndolo luego a sus brazos dónde ella lo acogió.

Apareció ante ellos Johan con una curiosa reverencia. Veía en sus ojitos emoción y pena. Cruzaron miradas con su esposo y éste se inclinó hasta el niño quién sin resistirse se abrazó a su padre entre llantos. Ella se acercó y beso sus cabellos - No, no volveremos a irnos nunca - le dijo - ¡Mirad, vuestro hermanito pequeño! - le enseñó al bebé - ahora os tocará crecer Johan y ser un gran hombre para darle el ejemplo.

El niño sonrió emocionado cogiendo la manita del dormido bebé - vamos, regresemos a casa. Hay mucho que contar y de que hablar - movió su mano y con Johan aun en brazos de Yuste salieron en dirección a los carruajes, claro, después del paseo que tanto anhelaba dar - Jokin, por cierto ¿Y el capitán de la Hueste? -