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[RP] Celebraciones de los esponsales de los Condes de Bétera

Lirdi


-Si queréis bailar, y no estando vuestro esposo... supongo que podría intentar acompañaros. Pero os aviso que soy el peor bailarín del mundo.- Dijo el Capitán mientras sonreía.

La dama devolvió la sonrisa.

-Si mi esposo estaría, tampoco bailaría conmigo, a él estos eventos le resultan aburridos.- Dijo la Jones que conocía bien al von Meno.

Lirdi se puso de pie,

-Será un placer bailar con vos caballero, estoy segura que no es tan malo como dice. En todo caso, me asegurare que no os perdáis, en mi hogar de pequeña, se hacían muchos bailes, por lo tanto los conozco bien.-

La dama volvió a sonreír, -Venga, vamos mi capitán.-


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Zarek.


- Y bueno, Zarek, ya que sabemos que eres otro de los hijos del Don Juan de mi tío Fernando de Serrallonga, ya nos contaras cual es tu historia. - Dijo Sepillo al mercenario, cediendo en los brazos de éste último el pequeño infanzón.

Zarek, momentáneamente aturdido por la sonrisa del niño, permaneció callado unos segundos.

- Me he dedicado los últimos años de mi vida a vagar... Desde el Cuerno de Oro, cruzando Europa, hasta el mismo cabo de Finisterre. En ocasiones guardaespaldas, en otras bandido. Aunque me identifico más como mercenario. En su día bebí el más dulce vino en copas de oro... Y en cambio también tuve que comer del suelo las migajas de criados... - Respondió, suspirando amargamente. - Creo que mis historia no debe ser contada en un día tan señalado como hoy, primo. Aunque no tendré problema en narrarte mis aventuras, o mis tragedias, en otra ocasión.

"Si tu corazón alberga la nobleza y la virtud, recogerás menos castigo", recordó aquel consejo. Y cuan equivocado estaba el hombre que se lo dijo.

- ¿Merece la pena traer vida a este mundo? - Musitó, fijando de nuevo su atención en el infante, y sintiendo una recién necesidad de protección para con él. Un escalofrío le recorrió la espalda.

- Parece que el baile ha empezado...

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I want to feel the pain and the bitter taste of the blood on my lips... Again.
Faifolk


Faifolk asintió levantándose junto a la dama y siguiénla al centro de la sala donde algunas parejas ya están bailando.

- Bien, esperemos entonces no perdernos, señora de Segorbe - dijo el capitán haciendo una reverencia ante la dama Lirdi antes de empezar el baile, tal como mandaban los cánones
Lirdi


Una vez en el centro del salón comenzaron a bailar al son de la música. Recordando lo ultimo que dijo el capitán, la dama le indicó,

-Faifolk, por favor, no me llaméis siempre Señora, podéis decirme Lirdi. Después de todo, sacarme a bailar no es una de vuestras obligaciones como capitán de mi hueste. Por eso os agradezco mas que lo hagáis.-


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Faifolk


El capitán sonríe, mientras se va moviendo al son de la música, tomando con cierta elegancia la mano de la señora de Segorbe, y pasando junto a ella, siguiendo los pasos de la música

- Cada uno es lo que es. Y realmente me cuesta dirigirme a las personas a las que tengo el juramento de defender y proteger prescindiendo de su título y de la mención a su dignidad. Pero.... si es vuestro deseo, prescindiré de vuestro título, salvo cuando haya terceros
Claribelle


Al presentarlos Tadeita, Clari aun no daba credito a lo recien descubierto, el vagabundo habia resultado ser su hermano, de quien le habian hablado tanto ya, quedandose paralizada por unos instantes, mientras veia a Tade seguir atendiendo a su invitados y dejarles el momento para ellos.
Su primo Sepillo le pasaba en brazos al bebe reaccionando cuando escucho preguntar.


Y como se llama el niño?

Bernat.. Bernat Wetminster y Serrallonga

Clari observaba a su recien descubierto hermano acunar a su bebe al tiempo que conversaba con su primo Sepillo. Una lagrima se dejo ver en el rostro de Clari llamando la atencion del de Moesia.

Tu.. tu fuiste el ultimo en ver a mi hermano Aynep con vida.. luego esa ultima carta con terribles noticias y otra con la noticia de un hermano que aun no conocia, y viendote solo me has hecho recordar a mi hermano querido que en paz descanse, el parecido es sorprendente..

Limpiandose las lagrimas con la mano aun no sabia que hacer, tenia tantas ganas de abrazarlo pero el temor fundado de ser rechazada por el caracter tan fuerte que impresionaba a todos se habia quedado parada junto a el.

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Zarek.


Zarek, embriagado por un extraño cariño familiar -quizás fuera por el vino, quizás por el cálido ambiente- y por la evidente emoción de Claribelle, decidió alzarse de la silla y "devolverle" a Gareth su hijo .

Girándose a Claribelle, sonriente, la abrazo algo nervioso... Estos encuentros no ocurrían todos los días. Y menos para alguien como él.

- ¿Bailamos...? - Dijo ruborizado, apartando la mirada de los ojos de su hermanastra.


Como oiga algún chiste acerca de la versión oso amoroso de Zarek, llamó a unos amigos para saquear Bétera

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I want to feel the pain and the bitter taste of the blood on my lips... Again.
Brynhildr


El fondo de la copa estaba cada vez más borroso y los rostros de los invitados menos nítidos. Observó con sonrisa beoda como el flamante nuevo matrimonio abría el baile, ajenos al mundo, perdidos el uno en el otro... El baile, esta era la suya.

Echó una ojeada a su alrededor, combrobando que sus vecinos de mesa estuvieran convenientemente ocupados. Le pareció ver al dueño de unos inverosímiles ojos verdes dirigirse a la pista junto a una mujer de cabello rubio. Por Aristóteles ¿qué llevaba ese vino? pensó. Una franca sonrisa se dibujó en sus labios. Estaba a punto de tironear de la manga de su casi esposo para señalarle al hombre a quien había tratado de contratar para asesinarle cuando se percató de que el rubio se había quedado afuera, posiblemente dormido aún dentro del carruaje "vigilando" los regalos.

La rubisela optó entonces por tratar de separar a su hermana del jamón - hala, venga, ven, vamos a bailar y eso - La mirada de inverosimilitud de Cri no tenía desperdicio. La greñuda aprovechó la confusión de su dorada adorada para arrastrarla hacia la pista, haciendo un gesto de vaivén con el abanico sobre el pecho al pasar ante la mesa presidencial, donde la Madrina picoteaba distraída su plato. Tenían que amortizar la pequeña fortuna que habían invertido en esa boda y no estaba segura de poder llegar a las bodegas de Mallister sin la ayuda de Lulu.

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Lulu_bathory


Las Rubiá estaban ensimismadas en sus asuntos, así que regresó a su mesa a seguir picoteando la comida, aunque más que picar jugaba moviendo los trozos dispersos de un lado a otro de su plato con el tenedor. Hasta que algo llamó su atención, en forma de vaivén, cerca de donde bailaban las parejitas.

Era el abanico negro de la Rubiá y la llamaba con insistencia. Había que acudir, algo importante se cocía entre tanto movimiento. Y hacia allí fue, previa respuesta afirmativa abaniquil.
Crimea


La Rubiá primigenia disfrutaba del vino y de la comida como si no hubiera un mañana, ni siquiera se había dado cuenta que había comenzado el baile, tan entretenida estaba con un bocata de jamón que había literalmente arrancado de las manos de uno de los sirvientes.

Un tirón de la manga la hizo volcar su copa de vino sobre la mesa, su nas, que balbuceaba incongruencias sobre salir a bailar. Levantó la mirada para encontrarse con varias parejas en la pista, y a continuación ser arrastrada por su dorada hasta allí.

La verdad es que no opuso demasiada resistencia, solo alargó el brazo para coger otra copa de una de las bandejas que iban y venían por el salón y siguió a su hermana hasta la mesa de los novios, donde, a golpe de abanico, la pequeña de las Rubiá y la dama Lulú andaban diciéndose a saber qué cosas.

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Lirdi


Lirdi agradecía que la danza que bailaban no tenia muchos “saltitos” que de ser mas, de seguro perdería el aliento, ya no tenia diecisiete años, mas bien unos diez mas, además lo que realmente pasaba era que era su primera vez embarazada y aun no se acostumbraba a ello, tantas cosas que no debía hacer estando en estado. Pero tener quieta a Lirdi era algo de verdad imposible. De todas formas, evitaba la conversación en las partes mas “movidas” y la dejaba para los tranquilos giros de la mano del segorbino.

-Lo se, cada uno es lo que es. Pero a pesar de cualquier titulo yo simplemente soy Lirdi. En mi vida he llevado distintos títulos y por ninguno de ellos deje de ser la simple dama que soy, no todo el mundo puede decir lo mismo. Gran Señora, o la niña que corría por los campos de Sevenoaks es lo mismo, la única diferencia es la experiencia adquirida con los años… y que estoy mas vieja claro.- Dijo riendo. –En cualquier caso, agradezco que me digáis Lirdi aun que os cueste un poco, hasta que os acostumbréis seguro.-

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Claribelle


Con sumo cuidado su hermanastro le paso al bebe a su esposo dirigiendose a Clari con una pregunta que la dejo sorprendida.
Bailamos?

Ella le sonrio asintiendo con la cabeza tomando la mano de su hermano e ir a la pista, era un momento bastante extraño pero a la vez agradable, no cabia duda que la sangre llamaba y el cariño que sentia por su recien descubierto hermano era inexplicable.
La musica empezo su tonada recordandole por un instante a la vez en que habia conocido a su ahora esposo precisamente en un baile.


Para ser un mercenario no bailas nada mal hermanito - dijo sonriendo

Cuentame que haces de tu vida a mi me encantaria que estuvieras junto a tu familia. - finalizo

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Zarek.


Las melodías fluyeron por el salón, sumergiendo a los bailarines en sus cadenciosas ritmos y timbres. A pesar de la escasez de parejas, los movimientos eran armoniosos y llenos de gracia.

-Los miembros de la guardia Varega no sólo éramos diestros en el manejo de las armas, también en las artes de la cortesía... Aunque yo, pocas veces recurro a ellas. - Musitó, aún sonrojado Zarek.

Miró por encima del hombro de Claribelle, distraído, como buscando a alguien, pero sin saber a quien.

- Me parece que no estarías muy orgullosa de saber a lo que me dedico, hermana. Te diré que intento sobrevivir como me permiten mis habilidades. Cada uno usa los dones que los Dioses le entregan, ¿no crees? - Calló un momento, sonriendo. - Una parte de mi anhela el contacto con la familia, pero sé que no soy bueno para nadie... Y menos para mis sobrinos. - Se lamentó, sonriendo con cierta tristeza.

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