Eduardo_de_laguna
Lugar de culto a Onea, Aristóteles Christos y el Altísimo, esta capilla, la de Santo Domingo acoge todos los sacramentos que realiza la familia y amigos cercanos. Quizás de aquí salga algún papa. ¿Quién sabe...?
La procesión se dirigía a la capilla del Condado de Bétera. El templo era propio de una noble familia, incluso algo más amplio de lo que cabría esperar. La consagración vendría del Cardenal De Laguna, quien encabezaba la procesión incensario en mano. Un nada desdeñable conjunto de sacerdotes creaba un pasillo de cantos monódicos que culminaba en el pórtico de la Iglesia. La imagen de Santo Domingo, portada por guardias con el emblema del condado, avanzaba marcialmente hacia el interior de la capilla. Dentro, la Condesa de Bétera y un buen número de valencianos, aguardaban en pie para recibir la sacra imagen.
Ésta se detuvo a las puertas del templo. El cardenal y algunos presbíteros continuaron su ruta hasta el altar. Desde allí, el también Primado se dirigió a los fieles.
_Hermanos y hermanas, insignes miembros de la Casa de Bétera, honra y orgullo el que debemos sentir por la consagración de un nuevo lugar para la oración y el encuentro con Dios. A partir de hoy, este edificio profano, estos muros y piedras carentes de finalidad, serán convertidos en sacrosanto lugar, en refugio para las almas arrepentidas, en cobijo para los humildes de corazón, en hogar de Dios para acoger a sus hijos.
Los cantos gregorianos volvieron a resonar en el recinto. Un sacerdote acercó al prelado un calderillo con agua. El Cardenal murmuró unas frases en latín e hizo sobre el recipiente la señal de la cruz. Luego, de su interior sustrajo un hisopo. Bendijo con él un ejemplar del Libro de las Virtudes, el altar y el sagrario. Se dirigió entonces a las cuatro esquinas del templo y repitió el ritual sobre sus muros. Regresó ante el altar. Auxiliado por dos presbíteros extendió un fino manto de seda blanca sobre el mismo, se arrodilló y lo besó. Otro clérigo le ofreció un reluciente cáliz. El Cardenal lo bendijo y lo introdujo en el sagrario.
Se dirigió de nuevo a los presentes al tiempo que el coro silenció sus voces.
_Queda pues consagrado este templo bajo la protección del Altísimo y la advocación de Santo Domingo. Esta tierra es sagrada y su interior está bendito. Que nadie ose profanarlo o cometer sacrilegio pues atentará directamente contra Dios Padre. Que los Santos, los ángeles y arcángeles, los profetas y el Mesías tengan a bien salvaguardar esta capilla, a sus fieles y a todo aquel que busque amparo para su alma.
Como obsequio, la Archidiócesis de Valencia hace entrega solemne de la imagen del patrón de esta capilla. Humillémonos de corazón para recibir la efigie de Santo Domingo, leal entre los leales, fiel entre los fieles, devoto entre los devotos, para que sea buen custodio de Bétera y sus gentes.
Queda pues confirmada con su entrada el carácter sagrado de este recinto. Ocupe la imagen su lugar en el Retablo Mayor y dediquémosle las oraciones que merece.
Que Dios Todopoderoso os cuide y salve. In saecula saeculorum. Amén.
Los cánticos volvieron a sonar y la imagen del Santo se adentró en la capilla al tiempo que las campanas comenzaron a repicar.
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