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[RP] Capilla de Santo Domingo.

Graciela


Suspiró al oír la nueva pregunta que le hacía el diácono. Al fin había llegado el momento tan ansiado y ya nada lo iba a detener. Respondió convencida.

- Sí, lo reconozco.
Nicolino


-¿Reconoces a la Santa Iglesia Aristotélica como tu guía en el conocimiento de Dios, y juras permanecerle fiel así como a su pontífice, el Papa, y reconoces a la Iglesia Aristotélica cómo única representante del Ser Divino en la Tierra?-fue la pregunta que sucedió a la anterior, dicha con el mismo tono de voz. Lo único que cambiaban eran las palabras.
Graciela


- Lo reconozco... - respondió la joven con el mismo convencimiento que a la pregunta anterior...
Nicolino


Nicolás prosiguió:

-¿Prometes respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?
Graciela


- Sí, lo prometo.
Nicolino


-¿Aceptas todo esto de tu propia voluntad para la salvación de tu alma y para gozar de la resurrección cerca de Dios en la contemplación eterna de su Belleza?
Graciela


-¡Lo acepto de mi propia voluntad!
Nicolino


¿Deseas que tu nombre sea reconocido como bautizado y siervo de Dios Todo Poderoso?
Graciela


La ceremonia avanzaba rápida. Parecía que el final de la misma ya estaba cercano.

- Sí, lo deseo... - contestó casi en un suspiro de alivio y alegría.
Taurica


Tau tenía el don divino de la impuntualidad, cosa que no le enorgullecía ni la hacía mejor persona, al contrario, ella renegaba de su defecto a menudo.

Pero como más vale llegar tarde que nunca, entró en silencio a la Capilla. Los tacones de sus zapatos resonaban y tenían eco por mucho que ella intentaba pasar en puntitas. Se sentó en la primera fila cerquita de su querida Gachita.

Sostenía en sus manos una cajita con un presente por su bautizo y ostentaba una enorme sonrisa, estaba feliz por su querida amiga.
Nicolino


-Pido entonces que reces el Credo.
Graciela


Un inesperado taconeo de una mujer haciendo entrada en la capilla, sacó a Graciela de su concentración.
A pesar de que Nicolás la requería con una nueva pregunta, ella no pudo evitar mirar hacia atrás con curiosidad para ver de quien se trataba.
Al descubrir a su gran y querida amiga Tau, sonrió complacida y feliz. Después, al terminar la ceremonia, la abrazaría bien fuerte por haber acudido y darle tan grata sorpresa, pero en aquel momento tocaba continuar, así que se giró nuevamente hacia el altar.

- Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.

AMÉN


Nicolino


- Ven ante mí para que te bautice en nombre de Dios y en nombre de la Santa Madre Iglesia Aristotélica.-dijo, acercándose a la pila bautismal aún más, y pidiendo que la bautizada le siguiera.
Graciela


- ¡Deseo pertenecer hoy a la Iglesia Aristotélica! ¡Bautíceme, padre!- dijo tras posicionarse al lado de la pila bautismal, tal y como le fue indicado...
Nicolino


Entonces Nicolás tomó el cáliz y lo rellenó con el agua de la pila bautismal, cristalina y pura. Le reflejaba como un espejo. La bendijo ceremoniosamente y pronunció las palabras de la consagración. En aquel momento, se consumaría aquel bautismo, quedando aquello inscripto posteriormente entre los registros de la Iglesia.

Y así fue como el Borja, en medio de un silencio religioso, tras haber arrodillado a la futura bautizada, le vertió el contenido en la frente, mientras pronunciaba solemnemente, para darle aún más trascendencia a sus palabras, las únicas audibles en el interior de la capilla condal:

"Te bautizo en nombre de la Iglesia Aristotélica y en nombre del Altísimo, por la amistad de los Santos y por el amor del Padre de la humanidad.
Así estás purificado por la gracia del Todo Poderoso. Tus faltas son perdonadas. Tu alma está liberada de los temores del infierno, siempre que tu vida sea virtuosa.

Recibe esta vela encendida que representa tu alma purificada,



y esta medalla que representa la palabra de Aristóteles."


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