[RP] Capilla de Santo Domingo.

La pequeña Esme observo al oficiante y sintió los cabellos de la madrina que daban a su rostro, mientras les hablaba dulcemente.

Sintió la mano de su hermana cuando la corregía, aunque no entendía muy bien a que se debía, asintió y abrió los ojos justo cuando un pequeño dolor en la barriga le anunciaba que nada bueno saldría de aquella celebración, inclinándose un poco miro a su mama para volver la vista a su hermana y a su madrina.

¿Tú lo conoces? - le pregunto la pequeña a su hermana, justo cuando llevaba los dedos a la boca.- ¿Aceituna lo conoce? ¿Nuestra mamá lo conoce?

Las manos de su madrina por los cabellos de Esmeralda la hicieron volver la vista hacia el oficiante que esperaba expectante la respuesta

Si, lo conozco - dijo al fin

El Borja, totalmente impertérrito, carraspeó y dirigió una fría mirada con sus ojos azules (mirada de aquellas que inspiraban terror) a aquellas jóvenes criaturitas de Aristóteles que algún día sucederían a su madre la Condesa. Sí, lo harían. Sus sicarios no tardarían en encontrar a César, y la situación era inminente...mas eso era otra historia.

Suponiendo que no sería el primero al que le sucediere algo así en un bautismo de niños, repitió la pregunta. Esperaba que ahora sí atinaran a la correcta:

-¿Reconoces a la Santa Iglesia Aristotélica como tu guía en el conocimiento de Dios, y juras permanecerle fiel así como a su pontífice, el Papa, y reconoces a la Iglesia Aristotélica cómo única representante del Ser Divino en la Tierra?

El oficiante continuaba ajeno a las respuestas de la niña y su hermana, profirió nuevas palabras a las que Esme estuvo a punto de responder como en la pregunta anterior, pero su hermana era quien guiaba lo que debía decir y la escucho decir- sí, eso haré - la niña dio un saltito y termino de cuclillas con el vestido arrebolado a su alrededor.

SIII, eso haré - dijo la niña repitiendo lo que su hermana había dicho y miro al oficiante con su boca desdentada.

Irisbel parecía haber quedado sin habla, mirando al altar y un gran silencio se hizo en aquella capilla.

La pequeña miro a sus padrinos y a su madre, algo no andaba bien o eso le parecía a ella, se llevo el pulgar a la boca y siguió mirando a todos

En la voz de un niño, más aún con la distorsión gutural que daba una iglesia a la voz de cualquiera, un "sí conozco" y un "sí reconozco", podían sonar casi idénticamente igual. Mas si en la mente de los presentes ya estaba bien clara y afianzada la respuesta, y la pronunciaban para sus adentros antes de que los que debían hablar lo hicieran. Por eso el Borja no notó aquel detalle, que a fin de cuentas era lo mismo, dado que ambas palabras tenían casi el mismo significado en la práctica.

De esa forma, continuó diciendo, con solemnidad:

-¿Reconoces a la Santa Iglesia Aristotélica como tu guía en el conocimiento de Dios, y juras permanecerle fiel así como a su pontífice, el Papa, y reconoces a la Iglesia Aristotélica cómo única representante del Ser Divino en la Tierra?

El Borja, tras haber oído los amén entre otros susurros, continuó diciendo:

-¿Reconoces a Dios como el motor del mundo, el pensamiento supremo y la causa eficiente y final del mundo?

Había esperado a que todos los invitados estuvieran sentados, para ella adentrarse en la parte mas oscura y solitaria de la capilla. Desde aquél rincón había observado como la niña de pelos dorados se había comportado a la altura de las circunstancias, había observado cada rostro para ver si le resultaban familiares, y si, en algunos segundos parecía asaltarle algún que otro recuerdo.
Su tutora le había aconsejado asistir a la ceremonia por varios motivos, el primero que estaría entre conocidos aunque ella no los recordara bien, la segunda, que ella también sería bautizada y así podría tener una ligera idea de como se desarrollaba todo aquél asunto de abrazar la fe a lo que aún no llegaba a acostumbrarse.

- Amen

Susurró a la par de todos los demás, esperando no ser escuchada y seguir pasando desapercibida. En aquellos momentos era en los que sentía que aún no estaba preparada para regresar al mundo.

La niña estaba pendiente de mil cosas a la vez, y movía su vestido con indulgente necesidad de un lado a otro, pendiente en el altar y aquella ardilla de su hermana que se movía de un lado a otro, así como de la mano de su madrina apretando levemente su hombro para mantener la atención.

Irisbel, se notaba ansiosa, quizás más que la propia niña, en que acabase aquella ceremonia y la apremiaba a responder al Oficiante

Se paso la mano por el pelo cuando su hermana señalo que las ovejas duraban poco en Valencia y se imagino esquilada del todo. El cuerpo le tembló a la niña y trago saliva abriendo mucho los ojos

Esme, di Amen - dijo su hermana apremiándola

Amén! Amén! - dijo la niña dando un pequeño saltito con cada palabra, luego sonrió a su madrina y a su hermana y sonrió de nuevo

Le había costado la vida a Gulf convencer a la mujer que le acompañase a aquel bautizo, pero luego de varias miradas y sonrisas lo había logrado, y ahí iba, a su lado en el coche camino a Bétera.
La mirada de Franciska iba perdida por los vergeles, pastizales y caminos que recorría el carruaje.

Frente a ella, Gulf la observaba y ella a cada mirada sentía arrebolar sus mejillas, aquel hombre parecía desnudarla con solo mirarla.

Cuidado con el celebrante – le dijo en un momento determinado, Franciska presto atención a sus palabras mirándole a los ojos – Ese maldito ya me robó una mujer, pero le carga la criatura Sin Nombre, de eso estoy seguro… - la mujer suspiro - así que ahí radicaba el problema - pensó -si el ya tiene lo que os robo, no se fijara en una rubia desabrida - le dijo mientras volvía a poner atención al camino.

De pronto los gritos de detención de Gulf la asustaron y afirmándose de la ventana le miro, apenas se detuvo el carruaje este salió hacia el camino y Franciska le siguió sin saber muy bien a qué se debía aquel repentino cambio de humor.
Que sucede Gulf, acaso no iras a…- las palabras de la mujer quedaron estancadas cuando le vio recoger una de las ovejas y traerla de regreso al carruaje.
No notarán que les falta un corderito… ¿no crees, Francis? Seguro que hay lobos por aquí... – dijo sin girarse para evitar ver una mala cara – Este parece bien tierno…

Franciska se llevo las manos primero a la boca y luego a la frente – te has vuelto completamente loco!? Como piensas rob…- la cara de perplejidad de la mujer paso a la ira, mientras Gulf pasaba por su lado oveja en mano.
¿No es una preciosidad? …y tal vez podamos pasarnos por su bodega… - comentó - ¿Qué… ¿Qué pasa, Francis?

El rostro desfigurado de la mujer llamo la atención de Gulf quien le sonrió como quien hace una travesura menor.
Eres un pirata sin remedio Gulf de Ostemberg! – quiso abofetearle allí mismo, pero los animales tendrían la venganza preparada, a las espaldas de Gulf un enfurruñado animal se acercaba.

Gulf se giro para mirar lo que los ojos de la rubia veían y mientras esta agarraba sus faldas para entrar al carruaje, Gulf gritaba con oveja en brazos directo a ella.

Debo estar loca para estar en un carruaje con una oveja y vos adentro. Si logramos salir de vivos de esta, juro que yo misma os matare.

Gulf y su oveja siguieron el camino en silencio, mientras que Franciska intentaba calmar su rabia antes de llegar hasta aquella capilla de la Condesa.

No conocía a nadie, por ende ya tenía suficiente con su sistema nervioso para parecerle bien a aquellos que eran los amigos del pelirrojo, tampoco sabía bien cómo reaccionarían con una plebeya en aquel lugar, ni podía imaginarse que opinarían de la amistad que Gulf mantenía con ella. En resumidas cuentas tenia los nervios de punta solo de pensar como sería recibida, y Gulf aumentaba su nerviosismo llegando con una oveja robada a la misma anfitriona.

Descendió del carruaje, sin siquiera dirigir la mirada a Gulf quien quiso ayudarla a bajar, pero esta se negó, apoyando sus manos en la puertezuela y bajando por sus medios, hizo ingreso a la capilla donde la ceremonia ya comenzaba y tomo asiento en los últimos asientos, donde no molestaría.

Aquello era algo que desde hacía semanas también venia deseando, Gulf, la había convencido que debía bautizarse y estaba casi convencida, si no fuera por las mil preguntas que el sacerdote le había enviado como cuestionario. Algún día terminaría con él y podría bautizarse, así puso bastante atención a la ceremonia respondiendo e imitando a los fieles que allí había congregados.

Dios misericordioso
Aristóteles misericordioso
Christos misericordioso

Le oyó recitar a Gulf, no era primera vez que decía aquellas palabras y parecía usarlas cada vez que quería arrepentirse de algo. Cogió la mano de la mujer y esta sintió que toda la rabia contenida se disipaba, que fácil era para él relajarla y hacerla sentir segura.

Al cabo de un momento de oración, repitió las palabras que se oían mas adelante.
Amen - dijo en un susurro

Sólo una cosa podría sacarla de sus ensoñaciones en el bolsillo de su amita Irisbel, y esa cosa era ¡comida!.... un rico olor a cacachuetes y nueces se movía en el ambiente... su fino olfato lo detectó, y en menos de lo que tarda un humano en decir amén, ya había saltado del bolsillo de Irisbel...

¿pero, dónde estaba, aquello no era vergel? piernas por todos lados... salir de allí, nadie la había vistó aún, bajo esta gran mesa... echó a correr con sus patitas bajo el altar.... en dirección a dónde provenía aquel maravilloso olor... a comida... pasó desapercibida entre las sombras de la capilla....

Todo se veía ordenado y su hermana mayor la guiaba directo a la capilla, los pies de la pequeña esmeralda apenas se veían tocando el suelo de lo raudas que ambas niñas corrían.

Apenas llegaron al interior de la capilla, el silencio se hizo y de la mano de su hermana, la niña observo todo a su alrededor, pudo ver carruajes estacionados y muchas personas que no conocía del todo a las que ofreció una desdentada sonrisa.

Se llevo el dedo pulgar a la boca, pues no sabía muy bien el porqué debía estar de pie al lado de una señora muy bonita que le sonreía y a su otro lado, su papi, tiro de su pantalón y le hizo morisquetas con la manito para saludarlo, a su oído su hermana intentaba convencerla de huir de aquel lugar, amenazándola con que aquel señor de los santos no sabía muy bien que mas, que hablaba desde el altar, la bañaría con vestido y todo, destrozando su corona de flores que tan hermosa había quedado.

Casi convencida, miro hacia su madre y esta le sonrió, la pequeña esmeralda movió sus piernecitas y giro su cuerpo logrando que su vestido se moviera de un lado a otro, miro a su hermana que la tenia bien cogida de la mano y rio despacio, la risa se vio interrumpida por el vozarrón de su papá.
Oveja! – dijo bajito la pequeña y su hermana le hizo callar con el dedo puesto en su boca, los ojos de Esmeralda se abrieron de par en par y repitió más bajito.
Me van a regalar una oveja!

Vestido con sus mejores galas el pelirrojo viajaba por los caminos valencianos en su carruaje camino de Bétera para asistir al bautizo de la pequeña y traviesa Esmeralda. Así se la había descrito la Condesa en sus cartas y tenía ganas de conocerla. Viajaba acompañado de Franciska, una mujer de menor edad que él. Lucía un vestido largo y elegante y se había arreglado la rubia melena más de lo habitual, al contrario que Gulf, que lucía la propia despeinada bajo el sombrero de ala.

Cuidado con el celebrante – advirtió Gulf en el camino – Ese maldito ya me robó una mujer, pero le carga la criatura Sin Nombre, de eso estoy seguro… - gruñó.

Viajaban los dos mirando atentamente el paisaje y pudieron apreciar que entraban en el Condado al traspasar varios estandartes con el escudo de la Condesa.

¡Alto! ¡Alto cochero! – gritó el pelirrojo sacando la cabeza por la ventanilla.

El vehículo frenó con el primer tirón de las riendas del cochero. Gulf se apeó entonces del carruaje y Franciska le siguió a tierra. Se hallaban en una pradera verde y tranquila, junto a un rebaño de ovejas. Caminó decidido hacia ellas.

No notarán que les falta un corderito… ¿no crees, Francis? Seguro que hay lobos por aquí... – dijo sin girarse para evitar ver una mala cara – Este parece bien tierno…

Cogió al pequeño y tierno animal como si se tratase de un bebé y se lo mostró a la mujer.

¿No es una preciosidad? …y tal vez podamos pasarnos por su bodega… - comentó - ¿Qué… ¿Qué pasa, Francis?

La cara de la mujer se tornaba cada vez más blanca y su expresión pasaba de la sorpresa al miedo en unos segundos.
El pelirrojo se giró poco a poco para comprobar que ocurría.

¡La madre del cordero! ¡Nunca mejor dicho! ¡Corre! ¡Por Aristóteles! – gritó emprendiendo la marcha a zancadas.

Los dos corrieron saltando entre las hierbas perseguidos por la seguramente madre histérica del pequeño corderito. De un salto se subieron los dos al carruaje y el cochero se puso en marcha en el momento. Dejaban atrás el rebaño.


El carruaje se detuvo unos minutos más tarde ante la recién estrenada capilla de Santo Domingo. Habían tenido el tiempo justo para recolocar sus ropajes tras la carrera y esconder el animal a pesar de la negativa de Franciska a hacerlo.

Ambos bajaron de un saltito del carro y Gulf colocó su brazo para que la mujer lo tomase y entrar en la capilla. Atravesaron la puerta y la ceremonia acababa de empezar. Lo más en silencio posible tomaron asiento tras la Condesa y el de Picassent susurró unas palabras mientras se presignaba.

Dios misericordioso
Aristóteles misericordioso
Christos misericordioso

Fijó después sus ojos en el celebrante, intentando matarle con la mirada.

Si, deseo ser testigo de esta oveja - contestó Ederne sobresaltándole.

Oveja... - repitió sintiendo un escalofrío y apretando la mano de Franciska entre las suyas.

Aquel iba a ser un gran día para la familia, aunque echaba de menos a Bruxia y a Gonzalo, y sobre todo a Cesare, su hijo...; casi toda su familia, lo que quedaba de ella, estaba allí presente, aquella soleada mañana en el bautizo de su hija más pequeña, Esmeralda.

Se acababa de sentar en el banco, ya que daba comienzo la ceremonia, prefería no mirar a sus dos tormentos de hijas, ambas habían aparecido tarde, corriendo y parecía que, de una pelea en medio del vergel, con ramitas, tallitos y cientos de excusas, que más tarde repasarían una por una... ya no había tiempo, unas sacudidas a las ropas, un repeinado rápido y al bautizo. Pero nada le importaba ya, se sentía feliz por poder contar con él en esta ceremonia tan importante para la vida de la niña, sabía que era un grave riesgo su presencia allí y que tan rápido marcharía, cómo había acudido a su llamada.

A la voz del Borja, el oficiante de la ceremonia, los padrinos avanzaron junto a Esmeralda e Irisbel.

La hermosa madrina, Ederne, respondió... ahora era el turno de Giubius.

Nos habíamos entretenido tanto en el vergel, que no habíamos tenido tiempo de ponernos mejores galas y tuvimos que conformarnos con los atuendos que llevabamos, Esme con su lindo vestido moteado de ramitas y yo con mi camisa y mis calzas igualmente adormnadas.
Mamá no estaríca contenta con nuestro aspecto pero ya no tenía remedio.

Mi hermana lucía la diadema de flores que le había regalado. Se veía preciosa.
Me agaché un poco para sacarle algunas ramitas y ponerle bien la diadema que se le había vuelto a torcer porque no paraba quieta.
Esme, estás segura de esto? - le susurré - luego ya no habrá vuelta atrás.
Ella parecía decidida, así que le cogí la mano, le di un ligero apretón y me dispuse a acompañarla para darle apoyo. Yo no compartía su decisión, pero ella no iría sola.

Había visto renacer y florecer aquella hermosa capilla que había pasado tanto tiempo dormida. Aquello le otorgaba al lugar un cierto aire de melancolía y misticismo aumentado ahora por el olor a incienso y los cánticos sacros.

No podía ocultar que le agradaba la capilla que se encontró casi por casualidad algunos meses atrás, silenciosa, orgullosa aún cubierta en parte por la maleza. En aquellos momentos la belleza imponente de la ceremonia sacó lo mejor de aquél lugar. La potente voz del Cardenal parecía dar vida con cada palabra. Maverik asistía maravillado al ritual de la consagración de la capilla.

"Está bellísima, parece que ha renacido y se respira auténtica ilusión en el ambiente" pensaba el joven admirando cuanto le rodeaba y posando su mirada en la condesa de Bétera. Cuando se descubrió sonriendo, trató de recobrar su pose hierática de miliciano y siguió atento a las palabras del cardenal.

-Amén.- murmuró cuando hubo acabado. Sn saber muy bien qué hacer a continuación, observó a los demás invitados para imitarles.

Después de todos los esfuerzos y con el corazón lleno de júbilo, Marled se reunió en un día tan señalado como ese junto a la familia Mallister de la Vega.
Por fin todos podrían recogerse en aquel lugar tan hermoso. La imagen de Santo Domingo encabezaba el cortejo, todo magistralmente adornado y preparado para la ocasión.

La rubia acompaño a los familiares y amigos de la Egregia Tadeita que se habían reunido allí para la ocasión. La joven prelado escucho al hermano Eduardo orar y bendecir con tan solemnes palabras, para consagrar la hermosa capilla de Betera respondiendo como todos dijo:

- Amén

La rubiales, como le decían sus amistades, no era valenciana pero su corazón pertenecía a un valenciano y por él conoció a la Condesa de Bétera Tadeita, con quien entabló una sincera y creciente amistad al punto de que la Condesa les ofreciera su castillo y capilla para la celebración de su boda.

Natassha, junto a su prometido Lancelot, se encontraba dentro, ellos también esperaban con muchas ansias el momento de la consagración de la capilla y, que gracias a los oficios de la Obispo Marled, se estaba llevando a cabo en estos momentos.

Con mucha fe y devoción siguen la ceremonia, sobrecogidos de emoción por los cantos gregorianos, no pierden detalle de las palabras que a los fieles congregados en el recinto dirige el Cardenal De Laguna, luego contemplan la entrada de la procesión que trae la imagen de Santo Domingo, imagen que la Archidiócesis de Valencia obsequia a la capilla del condado de Bétera. Cuando el Santo pasa frente a ellos, se arrodillan para hacer la señal de la cruz y a las palabras del Cardenal De Laguna -Que Dios Todopoderoso os cuide y salve. In saecula saeculorum. Amén. la de Moguer responde.

-Amén Seguidamente toma la mano de su prometido y le obsequia una tierna sonrisa, ellos saben que ya falta poco para que puedan unir sus vidas ante el Altísimo.

Aquel era un día muy especial, deseado por ella y por todos los habitantes de la villa, esperaba dentro de la capilla, la procesión encabezada por su eminencia el cardenal Laguna, portaban la imagen de Santo Domingo, que desde ahora presidiría la capilla condal.

Al paso de los clérigos, el olor del incienso que envolvía el recinto, los cánticos y la devoción hacia el santo, le provocaba un fuerte sentimiento que le atrapaba admirando aquella figura y dando gracias a dios por aquel magnífico momento.

Escuchaba atentamente las palabras del primado y seguía la ceremonia y las bendiciones, sus manos cruzadas con un rosario aristotélico, completamente emocionada... muchísimos años habían esperado este instante, aquel en el que aquel recinto se convertiría en la casa de dios, dispuesto para la oración y el encuentro con el Altísimo.

Amén.

Satisfecho por la respuesta, prosiguió, igual de solemne:

-¿Prometes respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?

Después de lo sucedido, estaba avergonzada y trataba de estar atenta a la ceremonia.

El oficiante no perdió tiempo y, en cuanto mi hermana contestó, disparó otra pregunta.

Aceituna había desaparecido de mis pensamientos momentáneamente y sentía las miradas de todos los concurrentes clavadas en mi.

Tan sólo era una niña, pero sentía el peso de la responsabilidad sobre mis hombros. Escuché atenta al oficieante y tras meditar la respuesta para no volverme a equivocar no se me ocurrió nada más allá de un simple sí.

Hermanita, repite conmigo - inicié susurrando como anteriormente y continué en voz algo más elevada la respuesta para que ella me oyera bien - Sí.

Y podría considerarse que el Borja era el primero que sostenía su mirada sobre las niñas. Intentó saber qué miraban, y escrutar su pensamiento, pero no logró entender qué estaría pasandoseles por la cabeza a ambas. El no se imaginaba que una ardilla podría estar a sus espaldas, o que algo además de aquella ceremonia estuviera sucediendo en la Capilla. Por eso, al oír que afirmaban, continuó con la siguiente pregunta, esta un tanto más comprometida. Esperaba el "de tu propia voluntad" no se oyera demasiado:

-¿Aceptas todo esto de tu propia voluntad para la salvación de tu alma y para gozar de la resurrección cerca de Dios en la contemplación eterna de su Belleza?

La pequeña niña ya comenzaba a impacientarse y se notaba en sus movimientos, algo no andaba del todo bien, miraba a su hermana quien se había logrado concentrar en el bautizo, y asentía a cada palabra del oficiante.
Irisbel - le jalo de la mano - Iris... ¿aquí hay letrinas? - le pregunto despacio para luego llevarse una mano a la nariz - Irissss shhhhht - continuaba, pero parecía que Irisbel estaba pendiente de lo que debían contestar

Esme, cariño, ya falta poco para que te esquilen, digo bauticen - la pequeña niña abrió los ojos y llevo sus manos a sus rizos mientras tragaba saliva - ¿esquilarla?, nadie le había dicho que le cortarían sus rubios cabellos y aquel día ya la habían dejado demasiado ordenada las señoras bañaderas, como la pequeña las llamaba.
¡Pero es que yo quiero hacer pis! - le dijo un poco más alto de un susurro, mientras seguía moviéndose.

Atiende y repite en voz alta - dijo su hermana sin hacerle mucho caso - Si
La niña apretó las piernas y en conjunto mantuvo las manos sobre los rizos y dijo un timido - Siiiiiiiiiii - bastante más largo de lo normal

El olor había sido detectado, Aceituna estaba quieta bajo el altar, fuera del alcance de todas las miradas.... precisaba una veloz carrera hasta el fondo de aquel recinto... objetivo localizado tras un gran pilar...

No se lo pensó dos veces y echó a correr pasando por delante de la pila bautismal en dirección al penetrante olor de la comida...

Siguiendo las indicaciones de Irisbel, la pequeña esmerada movía sus pies cargando su cuerpo en uno y otro, para aguantar sus deseos de acudir a las letrinas.

De pronto la atención de la niña se centro en el pequeño animalito que se movía bajo el altar
AHÍ ESTA! – dijo casi saltando olvidándose de sus deseos y tirando de la manga a Irisbel – LA VI LA VI, AHÍ ESTA ACEITUNA!
Cuando la pequeña iba a salir disparada tras el animalito, Irisbel la tironeo de la mano y le hizo una mueca para que mantuviera silencio y dijo en voz alta.

Si, lo deseamos.

La niña se la quedo mirando, asintió y luego repitió lentamente sin desviar la vista de su hermana, haciendo hincapié en las palabras a responder
Siiiiii, Looooo Deeeeseeeeaaaaaaamooooooooos!

Luego la niña sonrió con su boca desdentada, hasta que Irisbel hubo asentido a que aquello era lo correcto.
Esme se agacho a mirar donde se había metido el bichejo

El oficiante parecía haber terminado con su larga retahíla de preguntas y demandaba a mi hermana que se acercara a la pila bautismal.

Esmeralda miraba indecisa el sitio, probablemente pensara que la pila era demasiado alta para ella pues, a tan corta edad, aún era muy menuda.

Me hacía cruces de estar participando en una ceremonia de la que había rehuido toda mi vida, aunque sólo fuera para ayudar a mi hermana pero ella sola no podía y mi deber de hermana era ayudarla.

Suspiré resignada otra vez y me agaché junto a Esmeralda.
Vamos, pequeña, llegó la hora del que te ahoguen - le dije con una ligera sonrisa tratando de darle ánimo - yo te auparé para que llegues a la pila bautismal si aún quieres continuar con esto.

Le tendí la mano esperando que decidiera si quería continuar o no.

¡No me ahoguen! el grito de su pequeña hija la sacó de su ensoñación, ya que su mente llevaba rato divagando por los inexcrutables senderos de la imaginación perdida...

¿Esmeralda? observaba como su pequeña echaba a correr ante el asombro general, recogió su vestido poniéndose en pie, siguiéndola con la mirada, no era capaz de comprender qué estaba sucediendo o qué le había ocurrido para asustarse de aquella manera... hasta que de repente, paró de golpe...

Llegó frente a ella cuando se detuvo, se agachó a su altura..., secándole las lágrimas que veía brotar.... cuando la niña le preguntó, ¿Mami, tú me quieres?, empezaba a imaginarse de dónde vendrían los ahogos, miraba a Irisbel de reojo, y la cara de terror de la pequeña esmeralda... pues claro, cielo mío, más que a nada en el mundo, le dijo dándole un fuerte abrazo y un beso para tranquilizarla..., sabes que jamás dejaremos que te ocurra nada malo,... nada has de temer con el bautizo,... tu padre, tu madrina, les señalaba, igor... el tío Gonzalo, yo, todos estamos bautizados...

... siempre se arrepentía de no haber bautizado a todos sus hijos cuando aún eran bebés de leche y no podían protestar... al bautizarte entrarás de lleno en el seno de la iglesia, te protegerá de todo mal, christos está dentro de tu corazón, y con este acto formarás parte de la gran familia aristotélica, él está en cada cosa que haces y cada cosa que ves y tocas... hasta en las chanclas de aristóteles... no sabía si era muy convincente, aún era pequeña para entender algunas cosas que sólo la fe podía explicar... y esperaba que con la fe en su madre, fuese suficiente para que se tranquilizara... quizás no hubiera que recurrir al plan B... porque yo lo mando... pero nunca había funcionado con Irisbel, dudaba que lo hiciese con Esmeralda.

La cogió en sus brazos elevándola del suelo y acercándose ambas hacia la pila bautismal... al lado de irisbel y los padrinos, no pasa nada cielo... le sonreía para convencerla... tocando el agua con sus dedos y tocando sus pequeñas manos...

Apretujada al cuello de la condesa y con los ojos llenos de lágrimas, la pequeña hipeaba ante cada palabra que la dama le decía
A cada uno de los presentes que su madre mencionaba la niña dirigía una mirada, aunque dudaba que Igor se hubiese bautizado, no corrigió ni pregunto nada a su madre.

Las lágrimas no cesaban y a cada paso que la condesa retrocedía hacia la pila bautismal, mas se apretaba y acomodaba rodeando el cuello y metiendo su cabeza en los cabellos pelirrojos de la dama.
No pasa nada cielo. – le decía la condesa en forma cariñosa, pero a pesar de eso, la niña no tenía intenciones de ceder o de terminar ahogada en aquella pequeña pileta.
Con la cabeza aun hundida en el cuello de su madre, Esme escucho la afligida voz de Irisbel
Esme, cariño, no quise asustarte – dijo despacio mientras acariciaba sus cabellos- me perdonarás si mañana te regalo un rico dulce de canela? Uno grande para ti sola.

Milagrosamente, la niña dejo de sollozar para terminar solo hipeando en forma leve, miro a su hermana se paso la mano por la cara para aclararse los ojos, secándose las lagrimas y los mocos con las mangas
Extendió sus brazos a Irisbel y esta la cogió de la misma forma en que la tenía antes su madre, cubrió el cuello de Irisbel con ambos brazos y se apretó lo suficiente para sentirse segura de no terminar ahogada ante la pila bautismal.
Y puede ser también un dulce para ganzito? – le pregunto al oído - No dejes que me ahoguen Irisbel – le susurro tan bajito que incluso ella dudo que su hermana la hubiese escuchado.

No quiso mirar al frente, no quería ver como la ahogaba el oficiante, había decidió mantenerse así hasta que todo acabara

Tras acabar la ceremonia quiso ser la primera en felicitar a sus hijas, estaba francamente sorprendida con aquella gran sorpresa, asi que se dirigió primero a su hija mayor Irisbel, dándole un fuerte abrazo antes de que pudiese reaccionar y secándole la frente con un suave pañuelo de seda italiana.... mientras le decía al oído, qué gran sorpresa Irisbel, soy la madre más feliz del mundo sabiendo que al final has consentido bautizarte, no sabes lo contenta que estoy y lo feliz que me has hecho....

La pequeña aún no reaccionaba y abrazó a la pequeña Esmeralda comiéndosela a besos... cielo mío te has portado muy bien, estoy muy orgullosa de ti...

Aprovechó para agradecer a todos los presentes su presencia allí y a Nicolino, por bautizar a sus pequeñas.

No me ahoguen! No me ahoguen! ...

Observaba a la niña corriendo por toda la iglesia, él sonrió, aquello le enseñó que ella estaba mostrando un caracter muy fuerte y bueno, y lo más importante: entendía incluso que en las cosas normales, iba a pensar primero en su seguridad.

Después de que la ceremonia terminara, la tomó en sus brazos. Era tan pequeña y ligera, la miraba susurrando:
hoy te uniste a la santa familia de los creyentes, en la que el Altísimo te mostrará el camino correcto. Nunca, nunca, dejes este camino, ni el camino que tu madre te mostrará. Pero ... debes ser cómo tú sientas y nunca hagas daño a nadie. Me debo marchar, pero recuerda cuando estés a punto de ir a dormir, que con tan sólo mirar hacia el cielo, cuando busques una estrella brillar, yo estaré allí, en algún lugar del mundo, en busca de esa misma estrella.
Dios te bendiga mi pequeña Esmy.


Le dio un beso en la cabeza, y la dejó de nuevo, corriendo libre y feliz alrededor de la iglesia. Sin decir nada más, salió en silencio.

El Cardenal entró por una puerta trasera de la Capilla. Con rapidez se atavió con las vestiduras litúrgicas y salió de inmediato hacia el altar mayor. Observó a los presentes. Reconoció a varios salvo a la joven a la que bautizaría. Presumió que sería la muchacha que acompañaba al Gulf. Para su sorpresa, el marino no estaba borracho y su olor era más soportable que de costumbre. Sin más dilación, comenzó la ceremonia.


-¡Queridos hermanos! Estamos hoy aquí reunidos para celebrar el sagrado sacramento del bautismo de...-intentó recordar el nombre de la chica, fue en vano- nuestra querida amiga por aquí presente. Con el sacramento del bautismo el creyente se une a la gran familia del Altísimo, haciéndose a su vez, hermano de los demás fieles, en el espíritu de la amistad aristotélica. Abandona el mundo meramente material e inicia el viaje hacia el mundo de las Ideas, iluminado por las enseñanzas de Aristóteles, y entreabriendo las puertas del Paraíso, por el poder de su Fe.

El prelado buscó con los ojos la pila bautismal. Cuando la localizó, se acercó a ella y pidió a la persona que se encontraba junto a Gulf que hiciera lo mismo. Rezaba por no estarse equivocando. Las prisas no son buenas.

Citó de memoria un extracto de la obra “Ética de Nicómaco”:




¡Qué la palabra de Aristóteles te guíe y la revelación te ilumine!

Volvió a tomar asiento para asistir al bautizo de la joven Franciska, la dama que desde hacía meses era la prometida del de Ostemberg, escuchaba atenta al primado iniciar la ceremonia del bautizo, mientras con un pañuelo secaba unas tímidas lágrimas, no tenía muy claro si era por la emoción de aquella tarde con los bautizos de sus pequeñas, o por la eterna despedida... no era capaz de acostumbrarse a aquella situación...

Sujetaba al aristotelico rosario entre sus dedos, dirigiendo una sonrisa a la joven Franciska y un codazo al capitán Ostemberg.... antes de que comenzara la ceremonia ¿cómo no llegastéis con unos días de antelación para que pudiéramos conocer y tratar a vuestra futura esposa con calma? sóis un desagradecido... le había susurrado al pelirrojo...

Las mejillas de la mujer estaban arreboladas, a estas alturas no se dejaría intimidar, ya estaba en eso y no echaría pie atrás.
Claramente respondió

Si, lo reconozco

Desde que conocía a Gulf, este le había mostrado la fe le había enseñado a rezar y hoy podía decir con propiedad que reconocía a Crhistos y a sus profetas, si, lo conocía, estaba segura de aquello

Lo reconozco y os lo Juro

El de Picassent se mantenía concentrado en la ceremonia a pesar de los codazos de la Condesa que como nunca le estaba machacando los costados aunque después le diría que en realidad era con cariño, para variar.

El Cardenal se encontraba ya en una fluida retahíla de preguntas que Franciska contestaba con seriedad. Le emocionaba verla en aquel lugar, preparada para ser una más de la comunidad.
Llevaba tiempo esperando verla en aquella situación, después de tantas visitas a la casa del Altísimo que habían hecho juntos en los viajes por Portugal y Castilla.

-¿Aceptáis todo esto por propia voluntad para la salvación de vuestra alma y para gozar de la resurrección cerca de Dios en la contemplación eterna de su Belleza?

-¿Deseáis que vuestro nombre sea reconocido como bautizada y sierva de Dios Todopoderoso?

La joven parecía tener honda emoción. Su fe resultaba sincera. El prelado lamentó las prisas.

-O pido entonces que recéis el Credo.

Gulf rezó también el credo moviendo los labios pero sin pronunciar una silaba para acompañar a la mujer que amaba.

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.

Amén

Aquella era su fe.

Se acerco pues, sin que las piernas le flaquearan y le miro a los ojos ante la pregunta a la cual con convicción respondió

¡Deseo pertenecer hoy a la Iglesia Aristotélica! ¡Bautíceme, padre!

La fría agua caló mis ropas, mas que era inevitable que ela agua dirigida a Esme me salpicara si ella estaba pegada a mi cuello, aunque no era necesario que me emparara a mi en lugar de a la niña.
Fruncí el ceño para reprochar al oficiante su desliz y para que fuera con más cuidado en la siguiente vez que repetía la operación. Esperaba que esta vez el pulso no le fallara antes de tiempo y me volviera a mojar.

Cuando terminó de remojar a mi hermana, sin salpicarme si quiera esta vez, empezó una perorata sin sentido para mi. Era imposible que me incluyera en ningún rebaño. Yo no había aceptado nada. Pero el hombre continuaba recitando su discurso, incluyéndome en él, ý vi para mi asombro y terror que extendía dos velas hacia nosotras, las pequeñas de Bétera.
Sentí el frío extenderse por mi cuerpo y me fallaron las fuerzas. Sin darme cuenta dejé de sostener a Esmeralda que cayó como un saco de harina sobre el piso y empezó a gimotear por el golpe.
Mi entorno se hizo borroso, pero sentí que alguien ponía algo en mis manos....
Sentí los brazos de mi madre que me abrazaban y me felicitaba... Noooo - me rebelé - noooo, me habeis engañadoooo - las lágrimas corrían por mi rostro y me impedían ver a los presentes.
Dejé caer lo que me habían dado y salí corriendo de la capilla.
Nadie osó detenerme apesar del alboroto o quizás ni si quiera llegara a eso pues oí comenzar otra ceremonia a mis espaldas, el rebaño no había crecido bastante aún.
Estaba tan enfadada que grité bien fuerte desde la entrada de la capilla - Por las chanclas de Aristóteles!!!
No sonreí aún, aunque esperaba que se hubiera oído hasta en el último rincón de la capilla, ni esperé a que nadie viniera a reclamarme. Solo corrí en busca de algún lugar donde llorar mis penas en soledad.

Algo andaba mal, dio un salto cuando, como una exhalación, Irisbel pasó por su lado, corriendo fuera de la capilla, y corrió a toda prisa, hasta conseguir meterse en su bolsillo...

- Amén

Susurró la Valmorain al finalizar la ceremonia.
No le había dado tiempo de salir de la capilla cuando la Condesa la había apartado a un banco y le decía con una sonrisa...

- Arya., Gulf y yo estamos de acuerdo en que debes bautizarte tú también, queremos ampararte en todo lo posible, incluida tu alma, por eso debes abrazar la fe aristotélica, seremos tus padrinos de bautizo, mientras recuperas la memoria... más no hemos podido encontrar tus actas de bautismo como Ariadna Valmorain, ¿deseas bautizarte?... si es así, lo harás con el padre HsmEduardo, estoy segura de que le recordarás...

- Sabéis que recuerdo poco de mi pasado Condesa, no se si existieran esas actas, pero si vos decís que es mejor para mi abrazar la fe aristotélica, que así sea, sabéis que confío en vos. Por favor os pido no soltéis mi mano, y agradeced al caballero Gulf acompañarme en este paso tan decisivo de mi vida.

Decidida y temblorosa, se levanto del banco sin soltar la mano de la dama Tadeita y se dirigió hacia el altar a esperas de aquel cura que decían la conocía. Cuando su padrino se colocó a su lado, éste también sujeto su mano y la apretó fuerte, intentando transmitirle valor.

O mensageiro dos Duques de Palmela chega numa carruagem e entra na festa de cerimônia de batismo da Jovem Franciska.
Ele caminha para ela e faz uma vênia respeitosa e em seguida a entrega uma missiva que sua patroa mandou...

Un mensajero de los Duques de Palmela llegó en un carruaje y entró en la fiesta de la ceremonia de bautismo de la joven Franciska.
Se acercó a ella y tras hacerle una reverencia respetuosa, le entregó una carta enviada por su patrona.

Bautismo de Arya.

Llegado el momento establecido para la celebración del sagrado bautismo, Eduardo salió de la sacristía y se dirigió frente al altar para dar la bienvenida a todos.

- ¡Queridos hermanos!, comenzó diciendo luego de llamar la atención de todos los presentes.
Estamos hoy aquí reunidos para celebrar el sagrado sacramento del bautismo de Ariadna Valmorain Alayz.
Con el sacramento del bautismo el creyente se une a la gran familia del Altísimo, haciéndose a su vez, hermano de los demás fieles, en el espíritu de la amistad aristotélica. Abandona el mundo meramente material e inicia el viaje hacia el mundo de las Ideas, iluminado por las enseñanzas de Aristóteles, y entreabriendo las puertas del Paraíso, por el poder de su Fe.
Este es el camino que nuestra hermana, como nueva creyente, emprenderá luego de ser bautizada.

El Arzobispo se acercó a la pila bautismal y pidió a Arya y a sus padrinos que hicieran lo mismo.

El pelirrojo escuchó las primeras palabras del Arzobispo de Tarragona con atención. Arrancaba otra celebración del bautismo en aquel día alegre del Altísimo.

Atendiendo a la petición del celebrante, puso la mano en la espalda de Arya para acercarla a la pila bautismal y que se sintiera acompañada. Caminó también por detrás él.

El hombre se acercó entre celebración y celebración a traer un anuncio del Obispo de Segovia. Lo colgó en el tablón de la capilla de Santo Domingo y se retiró sin molestar a los feligreses.

El de Picassent escuchó la pregunta del Arzobispo y se puso nervioso. Había escuchado varios bautizos aquel día, pero no se había planteado que contestaban los padrinos exactamente.
Miró a Tade y se decidió a adelantarse.

Sí, soy testigo de esta cabra... - afirmó con seguridad, pero un pellizco en el costado le hizo dar un salto del susto y corrigió - ... esto, perdón... oveja, oveja.

El Arzobispo miró feo al Gulfo quien en algunos momentos olvidaba que se encontraba en una ceremonia seria y sagrada. Luego de unos segundos de silencio, el celebrante inició el sermón del bautismo leyendo un extracto de la obra “Ética de Nicómaco”


- ¡Qué la palabra de Aristóteles los guíe y la revelación los ilumine!, dijo a toda la comunidad aristotélica ahí reunida.

Comenzó el Prelado con las preguntas diciendo
- ¿Reconoces a Dios como el motor del mundo, el pensamiento supremo y la causa eficiente y final del mundo?

- ¿Reconoces a la Santa Iglesia Aristotélica como tu guía en el conocimiento de Dios, y juras permanecerle fiel así como a su pontífice, el Papa, y reconoces a la Iglesia Aristotélica cómo única representante del Ser Divino en la Tierra?, preguntó esta vez el Prelado, que veía muy convencida a la creyente que recibiría el bautismo.

- ¿Prometes respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?, preguntó esta vez. Era una promesa pequeña pero muy significativa.

- ¿Prometes respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?

- Si, lo prometo

Dijo con firmeza la morena, a la vez que guiñaba el ojo a su amiga y le agradecia gesticulando la boca.

- ¿Aceptas todo esto de tu propia voluntad para la salvación de tu alma y para gozar de la resurrección cerca de Dios en la contemplación eterna de su Belleza?

Acepto de mi propia voluntad? pensaba la morena a la vez que hacía caras raras sin darse cuenta , depende de como se mire,no? , acepto la voluntad de mi madrina que se que no me engaña y quiere lo mejor para mi, y acepto la voluntad de mi padrino que también quiere lo mejor para mi, así que supongo que si, acepto, porque si acepto la voluntad de ellos acepto mi propia voluntad, no?

- Lo acepto de mi propia voluntad!

Dijo la Valmorain convencida de sus propias conclusiones.

- ¿Deseas que tu nombre sea reconocido como bautizada y sierva de Dios Todo Poderoso?

Ariadna tragó saliva, el cura la miraba de forma extraña, como lobo que acecha a su presa. Miró a sus padrinos y a su amiga, y al ver que todos sonreían se armó de valor para responder ...

- Sí, lo deseo

Con voz clara y suave la morena rezo el credo como se lo había aprendido anteriormente, intentando no olvidar nada ...

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.

AMÉN

Cuando terminó sonrió aliviada de que todo hubiera acontecido sin ningún percance.

Amén - contestó con decisión tras escuchar la confirmación de la fe de su ahijada. Estaba muy orgullosa de ella.

Observaba como el de Ostemberg hacía un gesto muy poco apropiado en la ceremonia, iba a pellizcarle de nuevo... cuando pensó que lo dejaría, a su edad se había enamorado como un borrico de la joven castellana...

Gonzálo que parecía estar algo mas animado al ver los paseos diarios de su esposa por los jardines, asistía como era habitual detrás de una columna.

Amén - contestó tras escuchar la confirmación de la fe de Arya

Miro a su cuñada y le guiño un ojo y le mando un beso volando.

Al observar la presencia de Maverik, se acerco a el y le susurro, contad conmigo y ademas deseo hablar con vos.

- Ven ante mí para que te bautice en nombre de Dios y en nombre de la Santa Madre Iglesia Aristotélica

La Valmorain estaba agotada, demasiadas emociones en el mismo día, pero al fin aquello estaba llegando a su fin...

- Deseo pertenecer hoy a la Iglesia Aristotélica! Bautíceme, Monseñor!

Cuando el agua cayó por su frente, la morena sintió una paz interior como nunca antes había sentido.
La niña estaba feliz, feliz porque sabía que hacía lo correcto, porque su fe era lo único que no la había abandonado nunca.
Un cirio,una medalla y un certificado justificaban que había abrazado la única fe.

- Felicidades - escuchó en un susurro de parte de aquél que la bautizara.

- Gracias Monseñor, gracias.

Contestó casi entre lágrimas y besando su mano.
Se puso en pie y miró a los allí presentes, con lágrimas que surcaban su rostro y con una gran sonrisa que mostraba su felicidad.

Tras acabar la ceremonia, dio un fuerte abrazo a Arya. y un par de besos bien daos... muchas felicidades Ariadna...

Saludó a la hermosa Juliane, que les acompañaba a aquel día... bienvenida... y observó como el señor Maverik y Gonzalo estaban preparados para la siguiente ceremonia.

Ariadna estaba emocionada, todos la felicitaban y ella por primera vez en mucho tiempo se sentía formar parte de algo, y es que parecía estar como en casa.
Agradeció a todos los presentes la asistencia a su bautizo y las felicitaciones y los abrazo a todos muy fuerte como la niña feliz que era.

- Gracias , gracias, muchas gracias a todos.

El regalo de Juliane era hermoso, y no tardo ni un segundo en colgarlo de su cuello, junto con otra medalla, que llevaba sus iniciales y que según la condesa era la medalla de un grupo al que supuestamente capitaneaba llamado " las mosqueteras " .
Se apartó a un lado, sentada junto a Juliane para presenciar la siguiente ceremonia.

Había estado evitando la capilla desde que la bautizaran inesperadamente. Pero había llegado el momento de ser valiente. No quería que él la viera como una persona asustadiza que no fuera capaz de acompanyarlo en un día tan importante para él.

Había tardado días en aceptar el hecho contra el que me había rebelado tan tenazmente muy apesar de mi madre: ahora formaba parte del rebaño. Un rebaño grande y dispar bajo una misma bandera, la fe.

Ahora desconfiaba de ese diácono que me había engañado una vez y no estaba segura de que no intentara hacerlo de nuevo con alguna otra ceremonia. Si me descuidaba podía salir monja o casada.

Me aproximé con cautela a la puerta de la capilla de la casa familiar, desde donde ya se oía la voz del mismo oficiante que me introdujo en el rebaño y sentí un escalofrío pues había tratado de evitarlo desde entonces pero hoy no iba a ser posible.
Pensé en situarme en las últimas filas de la capilla para que el diácono no me viera, pero en un arranque de valentía caminé para sentarme donde Maverik, la próxima oveja del gran rebaño, pudiera verme.

Maverik se dejó cautivar por la imponente voz del prelado. Con las mandíbulas apretadas a causa del nerviosismo, asintió en silencio reflexionando sobre aquello que decía. En efecto, la aristotélica era una gran familia con nobles principios. No albergaba duda acerca de su futura pertenencia a ella.

El hombre se dirigió a la pila bautismal, Maverik le siguió pero no puedo evitar pensar en algo. "Por dios y por todos los santos... ¡Que no me hagan bañarme aquí ante todos los asistentes!" De nuevo la voz del de Borja volvió a acaparar su atención.

-¡Que la palabra de Aristóteles te guíe y la revelación te ilumine!

-Amén.- Musitó. Realmente la amistad era uno de los dones más preciados para él. Instintivamente se volvió para ver quién había acudido al acto. Reconoció a la condesa de Bétera, aquella a quien tanto debía y para cuya familia había decidido consagrar todos sus esfuerzos.

Muy cerca de él estaba Irisbel, aquella damisela que tantas cualidades reunía para ser una mujer única y envidiable. Le sonrió agradecido al verla tan cerca. Le hacía sentir más seguro.

Al fondo del templo, Gonzalo y Gorka, dos buenos amigos que también hicieron mucho por él cuando era un recién llegado a la Villa. Le brindaron su confianza, su ayuda y su compañía cuando más lo necesitaba. Una vez más, ahí estaban para animarle. Maverik sonrió abiertamente y les saludó con una leve inclinación de cabeza.

Más tranquilo dirigió la mirada al frente, entrelazó sus manos tras la espalda y cuadró los hombros, en una inevitable pose marcial. Quedó muy atento a la próximas palabras del padre.

Comenzaba la ceremonia de bautismo de Maverik, cuando la pequeña Esmeralda corría hacia ella... shhhhhhh Esmeralda, shhhhhh le decía pidiendo silencio con la mano, pues Nicolino estaba ya apunto de continuar... y la niña tenía un don para interrumpir cualquier celebración religiosa...

Tomó asiento en el primer banco, sentándola sobre su regazo para que estuviera quieta y tranquila, mientras en susurros contestaba a sus preguntas... no hay pastel aún, bautizamos al señor Maverik, no, no lo ahogarán... él señor Maverik sabe nadar... eso sólo dios lo sabe... shhhh, botones sólo al tío Gonzalo, al otro caballero no, que te lleva presa... shhhh... cuando notaba las miradas sobre ellas... ya basta Esmeralda... estáte atenta por si el señor maverik se pierde, que ya te sabes todas las frases.... seguro que así la convencería...

La ceremonia continuaba, y no podía disimular una sonrisa, aquel era un gran día para ellos....

nunca es grande si la dicha es buena... le dijo por última vez... antes de hacer el gesto de taparle la boca.... y darle un beso en su rubia cabeza... bicharraca

La Condesa intentaba por todos los medios que la pequeña Esme bajara el tono de su voz, mas a cada palabra que ella emitía la pequeña volvía a soltar preguntas, jugaba con el pelaje de Ganzito que acostumbrado a los movimientos de la niña, dormía placidamente en sus brazos.

Ya basta Esmeralda... estáte atenta por si el señor maverik se pierde, que ya te sabes todas las frases.... – la niña pestañeo repetidas veces y miro luego hacia el altar
Iba a arremeter con mas preguntas sobre la dicha cuando la voz de su tío Gonzalo logro que se olvidara.

Esmeralda ven con tío Gonzalo, que vamos a ver si conseguimos que el Señor Maverik se relaje.La sonrisa de la niña se amplio y extendió solo un brazo hacia su tío sin soltar con la otra a su pequeño gatito.

El traspaso de brazos logro que a Esmeralda se le hiciera un nudo en la barriga, su tío era muy alto y desde aquella altura todo parecía mas pequeño, o así al menos lo sentía la pequeña niña.

Se abrazo a su cuello y llevo su boca a la mejilla barbuda de su tío, le dio dos besos y asevero
Uno para ti, uno para tía Bruxia – le sonrió y susurro – ¿ha dejado de estar malita?¿ Me llevas a verla luego? – ¿le gustan los gatitos?, Ganzito no puede quedarse solito, tengo que llevarlo conmigo. - todo de una sola vez

Muy cerca del señor Maverik, la pequeña encorvo su cuerpo hacia el oído del caballero y le susurro – si tienes miedo del agua ahogadora, puedes salir corriendo como lo hizo Irisbel, pero no duele, señor, no morirás por el agua ahogadora – se volvió a afirmar del cuello de su tío y le sonrió con aquella boca desdentada y se encaminaron a sentarse mas atrás.

El bautizo ya había comenzado.

Maldita sea Baron date prisa o yo mismo te colgaré de los pulgares en algún viejo sauce -se decía para si mismo, mientras corría a toda prisa.

Corriendo a toda mecha, como su madre le solía decir, se dirigió a la capilla atravesando las calles de la villa de Valencia. Todos se giraban a mirar al caballero engalanado que corría como si el mismísimo mal lo persiguiera a caballo.
por fin llegó a bétera y encuanto los guardias lo reconocieron (casi los arolla) se dirigió a toda prisa, como pudo, ya sin aliento, a la capilla de Santo Domingo.
En cuanto llegó, trato de entrar sin hacer ruido, aunque resultó algo imposible, algunos de los presentes situados al fondo de la capilla se giraron al oirle llegar, pero fueron pocos, y se dió por satisfecho.
Se situó allí mismo en el fondo de la capilla, y dedicó una inclinación de cabeza a su buen amigo Maverick. Tomó un par de minutos para recuperar su ritmo respiratorio, y sin mas demora, se dedicó a disfrutar de la ceremonia.

Rosabelle entró y salió buscando y buscando la ceremonia

-Lo reconozco. Sin el menor asomo de dudas. La ceremonia se desarrollaba sin mayores incidentes, eso relajó visiblemente a Maverik, que permanecía atento a la siguiente pregunta.

Abrí la puerta de la capilla familiar y con cuidadito entre sin hacer ruido, no queriendo yo llamar la atención de los presentes que andaban ya casi por bendecir la cabeza de maese Maverik con el agua.

Cubrí mi pelo con un velo por respeto al lugar donde me encontraba y reuniéndome con el resto de familiares y amigos me dispuese a seguir la ceremonia. En los ojos de mi buen amigo se reflejaba la emoción del momento que estaba viviendo, miré a la condesa de Bétera que con placida sonrisa en sus labios se mostraba gustosa del momento y recé como yo sé, como a mí me han enseñado.

Creo en la bondad humana y en el corazón de los hombres, en la fé y los principios que me hacen ser mejor persona.

Sentí mi corazón agradecido y honrada por la amistad de muchos de los que allí se encontraban.

-Sí, lo prometo solemnemente.- Contestó sin dudarlo.

De fondo se oyó algo de ruido. Se volvió para ver a Rosita buscando un asiento para ver la ceremonia. Maverik sonrió ilusionado al ver a tanta gente querida para él, reunida allí para acompañarle.

Antes de volverse, sumirada se cruzó con la de Irisbel. Estaba seria, por su postura se diría que algo tensa. Realmente no le gustaba quél lugar y sin embargo ahí estaba, en primera fila, apoyándole. La miró infinitamente agradecido, esbozó una suave sonrisa y lentamente vocalizó "gracias, Irisbel" sin emitir el más mínimo sonido.

Meditó unos segundos aquella pregunta. Quería valorarla en toda su magnitud antes de responder. Le agradaba aquello que se le preguntaba, de modo que pronto respondió.

-Sí, lo acepto de sumo grado.

-Sí, señor. Ese es mi deseo.- Contestó ya relajado casi por completo. El eclesiástico le inspiraba confianza.

Se acabaron las rspuestas cortas. Ahora debía rezar el credo que había estado toda la noche repitiendo para memorizarlo. ¿Y si se trababa? O peor aún... consciente de la mirada de la dama de dorados cabellos clavada en su nuca... ¿Y si se quedaba en blanco y el prelado lo veía indigno de aquella religión?

Vaciló un momento antes de comenzar. Cambió el peso de su cupero de una pierna a otra varias veces, carraspeó y por fin se decidió a recitar la oración.

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Perdido se hallaba en ese momento... cerró los ojos, tratando de visualizar las palabras escritas en el libro de oraciones. Tras un momento que le pareció eterno, pudo recordarlas y prosiguió con voz más firme.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.

Suspiró aliviado cuando hubo acabado el rezo en voz alta. Cuadrando los hombros, dijo con voz más sonora de lo que hubiese querido: -AMÉN

El diácono acercó a la pila bautismal y exclamó:

-Ven ante mí para que te bautice en nombre de Dios y en nombre de la Santa Madre Iglesia Aristotélica.

Gonzalo que había dado una cabezada al despertarse sobresaltado pensó......, nadie se dio cuenta de mi cabezada, menos mal, aunque la duda le entro a ver qué Esmeralda le miraba y sonreía, el bautizo más largo del mundo en la capilla de San Nicolás a este paso Maverik no solo sale bautizado si no ordenado como obispo........ y si se entera que no estoy bautizado me ahoga en el agua esa............

Para aparente regocijo de los invitados a la ceremonia, ésta llegaba a su fin. Viendo el lado bueno, el bautismo sería algo que jamás olvidarían, intención de todo bautizante. A veces el Borja se preguntaba si no se estaría pareciendo cada vez más a su maestro, Don Gregy. Sus bautismos también eran inolvidables, porque trascendían el tiempo y si se prolongaban por toda la eternidad, filosóficamente hablando no podrían ser olvidados mientras todos continuaran en la acción. Sin duda aquello sería invento del Lagunas, uno de sus más rebeldes discípulos.

El de Xàtiva tomo el cáliz y lo rellenó de agua. La bendijo ceremoniosamente y pronunció las palabras de consagración, siempre las mismas y en el mismo tono solemne.

Tras eso, en medio de un silencio sepulcral...o sacro, tras haber arrodillado al futuro bautizado, le vertió el contenido en la frente, diciendo:

"Te bautizo en nombre de la Iglesia Aristotélica y en nombre del Altísimo, por la amistad de los Santos y por el amor del Padre de la humanidad.
Así estás purificado por la gracia del Todo Poderoso. Tus faltas son perdonadas. Tu alma está liberada de los temores del infierno, siempre que tu vida sea virtuosa.

Recibe esta vela encendida que representa tu alma purificada,



y esta medalla que representa la palabra de Aristóteles."

untó las palmas de las manos cerca de su pecho para escuchar el emotivo mensaje del Borja.

- Amén.

Esmeralda se encontraba a las afueras de la capilla, ya eran muchos los bautizos en los que participaba y se aburría sobremanera, además, nada cambiaba en los bautizo, y seguramente el del señor Lázaro seria un ritual mas que la pequeña no estaba dispuesta a soportar.

Había salido escabullida por debajo de las bancas hasta llegar al final de éstas y había salido al lado afuera donde feliz había dado brincos de felicidad.

Wiii sii wiii - anunciaba la pequeña. Afuera había un sol esplendido, mientras adentro, en la capilla el oficiante comenzaba el responso con las palabras que la pequeña ya se sabia de memoria

-¡Queridos hermanos! Estamos hoy aquí reunidos para celebrar el sagrado sacramento del bautismo blablabla - la pequeña las había repetido una a una haciendo hincapié en el - Estamos hoy aquí reunidos - había unido sus manos de igual forma que lo había hecho el oficiante y por ultimo, había respondido como lo había hecho el señor Lázaro, con la cabeza inclinada y las manos unidas - Amen! - había dicho la niña.

En aquel preciso momento un rayo cayo cerca del lugar y el cielo se oscureció, las nubes pasaron raudas por el cielo cubriendo todo a su alrededor, Esmeralda sintió un leve escalofrío y un viento le rozo la cara y alborotó los cabellos, el viento entró directamente en la capilla, apagando las primeras velas que había al interior, quedando solo las del altar encendidas.

Este bautizo se vuelve interesante! - exclamo a pequeña que hizo ingreso hasta la ultima hilera de bancas para observar que sucedería después, llevaba los ojos bien abiertos para no perderse ningún detalle

¿Reconoces a Dios como el motor del mundo, el pensamiento supremo y la causa eficiente y final del mundo?

¿Reconoces a la Santa Iglesia Aristotélica como tu guía en el conocimiento de Dios, y juras permanecerle fiel así como a su pontífice, el Papa, y reconoces a la Iglesia Aristotélica cómo única representante del Ser Divino en la Tierra?

¿Prometes respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?

¿Aceptas todo esto de tu propia voluntad para la salvación de tu alma y para gozar de la resurrección cerca de Dios en la contemplación eterna de su Belleza?

¿Deseas que tu nombre sea reconocido como bautizado y siervo de Dios Todo Poderoso?

Pido entonces que reces el Credo.

Nicolás tomó una copa y la llenó con el agua de la pila bautismal. La bendijo ceremoniosamente y pronunció las palabras de la consagración.

Luego, en medio de un silencio religioso, tras haber arrodillado al futuro bautizado, le vertió el contenido en la frente.

"Te bautizo en nombre de la Iglesia Aristotélica y en nombre del Altísimo, por la amistad de los Santos y por el amor del Padre de la humanidad.
Así estás purificado por la gracia del Todo Poderoso. Tus faltas son perdonadas. Tu alma está liberada de los temores del infierno, siempre que tu vida sea virtuosa.

Recibe esta vela encendida que representa tu alma purificada,



y esta medalla que representa la palabra de Aristóteles."

Acabó aquella ceremonia con un extraño olor a azufre y una extraña música procedente de nadie sabía dónde... cuando abandonaron la capilla, de repente las nubes se abrieron y el sol volvió a alumbrar la villa... espantando a los truenos, los rayos y la tormenta....

¡Santa Galadriella Árcangel... protégenos!.... exclamó la condesa....

Sentada cerca de él, esperaba tranquila el inicio de la ceremonia... mucho tiempo había rezado porque llegara este momento... el de los reencuentros...

en silencio, daba gracias al altísimo, por haberle traído de nuevo a casa...

El único Mallister bautizado que qedaba se acercó hasta la capilla del condado. Allí se iba a oficiar el sacramento que introduciría al rebaño al otro hombre que compartía su patronímico.

Entrando con su habitual parafernalia se acercó hasta donde se encontraba su madre, cerca del altar. Tomó asiento. Al ver a la joven Arya tan alejada, aquella que tuvo que acompañar a una boda que al final no se realizó, le hizo un ademán con la mano para que se acercase.

-Esta no será una ceremonia muy concurrida, acércate que va a sobrar espacio.-dijo entre risas.

El Borja comenzaba otra ceremonia más. Esta vez de un Mallister. Llamó pues la atención de los presentes y comenzó diciendo:

¡Queridos hermanos! Estamos hoy aquí reunidos para celebrar el sagrado sacramento del bautismo de Dante. Con el sacramento del bautismo el creyente se une a la gran familia del Altísimo, haciéndose a su vez, hermano de los demás fieles, en el espíritu de la amistad aristotélica. Abandona el mundo meramente material e inicia el viaje hacia el mundo de las Ideas, iluminado por las enseñanzas de Aristóteles, y entreabriendo las puertas del Paraíso, por el poder de su Fe.

Acto seguido, se acercó a la pila bautismal y pidió a Dante que hiciera lo mismo, tal y como se hacía en todas las ceremonias. Entonces Nicolas inició el sermón del bautismo leyendo un extracto de la obra “Ética de Nicómaco”:




¡Que la palabra de Aristóteles te guíe y la revelación te ilumine!

Al oír el "amén", siempre señal de asentimiento, continuó con voz potente, casi increpante:

-¿Reconoces a Dios como el motor del mundo, el pensamiento supremo y la causa eficiente y final del mundo?

-¿Reconoces a la Santa Iglesia Aristotélica como tu guía en el conocimiento de Dios, y juras permanecerle fiel así como a su pontífice, el Papa, y reconoces a la Iglesia Aristotélica cómo única representante del Ser Divino en la Tierra?-fue la pregunta que sucedió a la respuesta del Mallister. El bautismo avanzaba a cada palabra.

Tras una imperceptible pausa, continuó:

-¿Prometes respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?

Sin duda, acababa de prometer algo que algún día la Iglesia podría reclamarle. La pregunta que acababa de aceptar, era clave en la ceremonia, uno de los nucleos centrales. Muchos no tomaban noción de su solemnidad, y acababan excomulgados por incumplir esa promesa. Y a ello, proseguía una confirmación de sus intenciones. Aún estaba a tiempo de desdecirse.

¿Aceptas todo esto de tu propia voluntad para la salvación de tu alma y para gozar de la resurrección cerca de Dios en la contemplación eterna de su Belleza?

-¿Deseas que tu nombre sea reconocido como bautizado y siervo de Dios Todo Poderoso?-continuó diciendo. Para él, la pregunta anterior y esta, eran similares, y de la primera se podía inferir la segunda.

-Pido entonces que reces el Credo.

Las palabras del bautizado denotaban su compromiso y convicción. Sonrió ante aquello, y finalmente, pronunció:

-Ven ante mí para que te bautice en nombre de Dios y en nombre de la Santa Madre Iglesia Aristotélica.

Había pasado toda la noche anterior en vela, rezando y preparándose tal y como mandaban los cánones, tanto para la ceremonia en sí como para el viaje que debía realizar.
Entre rezo y rezo, su mente derivaba también hacia alguna plegaria. "Que esta vez sí, por lo más sagrado, esta vez sí...". Y es que no acababa de creerse que finalmente fuera a lograr ese ansiado bautizo y desconfiaba de haber tenido tanta suerte con aquel ofrecimiento.

Pero también había pasado la noche meditando. Había decidido, tras mucho darle vueltas, acudir a Bétera ella sola y no invitar a nadie formalmente a su bautismo. Sería lo mejor. Además, por otro lado, no encontraba ni el momento adecuado, ni tampoco las fuerzas suficientes para pedirle a su prometido que dejase sus ocupaciones, una vez más, y que fuese con ella. Decidió que le dejaría escrita una carta antes de partir comunicándole el viaje.
Tal vez en soledad no era la mejor manera de recibir el bautismo ni de celebrar aquel acontecimiento, pero en aquellos momentos creyó que lo más oportuno era precisamente no importunar más a nadie.
Sólo se llevaría consigo a dos de sus sirvientes, Guadalupe para ayudarla y a Arcadio para conducir el carruaje, implorando por que éste último no se perdiera por aquellas tierras aún desconocidas para todos ellos.


Llegaron temprano en la mañana y con más facilidad de la que cabía esperar encontraron la Capilla de Santo Domingo, imponente y majestuosa, mucho más grande de lo que ella había imaginado que sería, bajo la falda de lo que debía ser la Sierra Calderona por lo que se había podido documentar sobre la zona.

Al apearse del carruaje enseguida se percató de que había ya algunas personas en la entrada y adivinó que la mujer que estaba allí esperando, se trataba, seguramente, de la propia Condesa.
Algo nerviosa y sin saber muy bien qué decir, se arregló el vestido y el cabello y encaminó sonriendo sus pasos hacia la dama. Ella también la observaba, seguramente perpleja porque hubiera llegado sola.
Pero lo cierto, era que en aquel momento le hubiera encantado tener allí, a su lado, a Zeian...

- Señora Condesa, es un enorme placer para mí conoceros y siempre os estaré agradecida por este gesto...

Tras intercambiar con ella algunas palabras, decidieron entrar en la capilla y esperar allí.

Graciela se recolocó el crucifijo que llevaba al cuello y se cubrió el cabello con un fino tul y después, tras la Condesa, entró al interior del templo.

Al entrar en la capilla, encontró con que ya todo estaba dispuesto para comenzar cuanto antes. "Qué rapidez, qué eficiencia...qué bien..." pensó feliz mientras avanzaba por el pasillo hasta colocarse frente al altar.

Una vez allí, agachó levemente la cabeza y con las manos entrecruzadas escuchó las palabras de Nicolás.

- Amén...

Suspiró al oír la nueva pregunta que le hacía el diácono. Al fin había llegado el momento tan ansiado y ya nada lo iba a detener. Respondió convencida.

- Sí, lo reconozco.

- Lo reconozco... - respondió la joven con el mismo convencimiento que a la pregunta anterior...

- Sí, lo prometo.

-¡Lo acepto de mi propia voluntad!

La ceremonia avanzaba rápida. Parecía que el final de la misma ya estaba cercano.

- Sí, lo deseo... - contestó casi en un suspiro de alivio y alegría.

-Pido entonces que reces el Credo.

- Ven ante mí para que te bautice en nombre de Dios y en nombre de la Santa Madre Iglesia Aristotélica.-dijo, acercándose a la pila bautismal aún más, y pidiendo que la bautizada le siguiera.

Entonces Nicolás tomó el cáliz y lo rellenó con el agua de la pila bautismal, cristalina y pura. Le reflejaba como un espejo. La bendijo ceremoniosamente y pronunció las palabras de la consagración. En aquel momento, se consumaría aquel bautismo, quedando aquello inscripto posteriormente entre los registros de la Iglesia.

Y así fue como el Borja, en medio de un silencio religioso, tras haber arrodillado a la futura bautizada, le vertió el contenido en la frente, mientras pronunciaba solemnemente, para darle aún más trascendencia a sus palabras, las únicas audibles en el interior de la capilla condal:

"Te bautizo en nombre de la Iglesia Aristotélica y en nombre del Altísimo, por la amistad de los Santos y por el amor del Padre de la humanidad.
Así estás purificado por la gracia del Todo Poderoso. Tus faltas son perdonadas. Tu alma está liberada de los temores del infierno, siempre que tu vida sea virtuosa.

Recibe esta vela encendida que representa tu alma purificada,



y esta medalla que representa la palabra de Aristóteles."

La ceremonia concluyó y para Graciela, después de tantas semanas de lucha, fue como un pequeño éxito y un gran paso hacia adelante en su vida.
Y sabía muy bien, a quienes debía agradecerles el que hubiera sido posible...

Giró sobre sus pasos y se dirigió hacia la salida del templo, muy sonriente y contenta, a pesar de que al voltear, su mirada no pudo evitar buscar esperanzada el rostro de alguien a quien por desgracia no encontró.
Pero no era momento de tristezas, si no de celebración y agradecimientos.

Se dirigió hacia Taurica y la abrazó, dándole las gracias por haber acudido a compartir ese día con ella.
Después recibió muy feliz a la anfitriona del lugar, que no contenta con todo lo que había hecho por ella, aun le regaló un hermoso presente, que a la dama le dejó más que sin habla.

- Muchísimas gracias señora... por todo... por el rosario, que os juro que hasta el fin de mis días guardaré con cariño y me servirá para tener muy presente lo mucho que os debo, así como por todo lo que habéis hecho por mí facilitando que este día llegase.

Mientras charlaba con ambas damas, no pudo evitar volver a dirigir su mirada hacia la puerta, rogando en su interior por recibir un último regalo en ese día y que su amado Zeian apareciese...

Tiempo después...

Cubierta con un velo que tapaba su cabeza, entró aquella mañana fría de invierno a la capilla... estaba sola... no había casi luz... encendió unas pequeñas velas y dedicó su oración a su santa galadriela, en la pequeña capilla lateral dedicada a la patrona de castellón...

Le pedía en silencio... mi señora, haced que soplen buenos vientos, llevadle a buen puerto, alejadle de los piratas y de los hundimientos, apartad al krakken de él... mantenedlo vivo, os lo pido...

amén.

La joven entró en la Capilla, donde le esperaba ya el Cadernal, y se dirigió hacia él. Le hizo una leve reverencia y esperó alli delante para comenzar con la ceremonia.

Con la joven ya ante el Cardenal, éste dio comienzo a la solemne ceremonia de confirmación.

-¡Queridos hermanos! Estamos hoy aquí reunidos para celebrar la confirmación de bautismo de la dama María D'Enclar. Con la confirmación del sacramento del bautismo, María manifiesta su deseo puro y sincero de continuar en la gran familia del Altísimo, reafirmándose como hermana de los demás fieles, en el espíritu de la amistad aristotélica. Abandona el mundo meramente material e inicia el viaje hacia el mundo de las ideas, iluminada por las enseñanzas de Aristóteles y Christo, entreabriendo las puertas del Paraíso por el poder de su fe.

El Cardenal abrió el Libro de las Virtudes y leyó un fragmento de la “Ética de Nicómaco”:




¡Que la palabra de Aristóteles te guíe y la revelación te ilumine!

-¿Confirmáis que reconocéis a Dios como el motor del universo, el pensamiento supremo y la causa eficiente y final del mundo?

-¿Confirmáis reconocer a la Santa Iglesia Aristotélica como vuestra guía en el conocimiento de Dios, juráis permanecerle fiel así como a Su Santidad el Papa, y la reconocéis como única representante del Ser Divino en la Tierra?

-¿Confirmáis vuestra promesa de respetar el Dogma, el Derecho Canónico y todos los otros textos sagrados de la Santa Iglesia?

-¿Aceptáis todo esto por propia voluntad, para la salvación de vuestra alma y el gozo de la resurrección cerca de Dios, en la contemplación eterna de su belleza?

-¿Deseáis que vuestro nombre siga siendo reconocido como el de una bautizada y sierva de Dios Todopoderoso?

-Os pido entonces que recéis el Credo.

No quería interrumpir la ceremonia, en una esquina encendió una vela en la pequeña hornacina de Santa Galadriela... era importante, debía ayudar a las nornas... en susurros... soplad, vientos soplad...... pidió en oración durante unos instantes... y sin llamar la atención abandonó la capilla.

María se acercó con paso firme y decidido al Cardenal.

¡Deseo confirmarme hoy como fiel de la Iglesia Aristotélica! ¡Bautíceme, padre!

Cogió la vela con su mano izquiera, con miedo de que no se le cayera, o más bien de que no le quemara ni el vestido, ni la mano ni el pelo. Y con la mano derecha recogió su medalla, apretando la mano y llevándosela hacia el pecho, a la altura del corazón.

Gracias, Eminencia le dijo haciendo una leve reverencia y con una sonrisa en la cara.

Tras un largo viaje, la Madre Brynne llegó a Bétera, y sin descanso se dirigió a la sacristía de la Capilla de Santo Domingo. Muchas ceremonias había presenciado allí. Hoy tendría el honor de ser ella la oficiante a petición de su madrina y twinnie.

Entró a la sacristía, vistió con su casulla, y salió para preparar la inminente celebración del bautismo de la hermana Adara, que sería amadrinada por Doña Tadea de la Vega, y apadrinada por Don Valerius Jones Maior, ambos fieles bautizados en la Fé Aristotélica.

Esperó a que los invitados a la ceremonia fueran llegando.

No había pasado muy buena noche, tenía ojeras y Roque se había pasado hasta largas horas de la madrugada sentado en la rama del árbol que casi besaba la ventana de su habitación en Betera. Los nervios de la niña, porque para el muchacho ella siempre sería una niña, no lo habían dejado alejarse mucho.

Cuando casi amanecía los dos se despidieron por miedo a ser encontrados juntos, que no es que hicieran nada malo, ya que él no había entrado en la habitación de ella, pero las malas lenguas podían ser cruéles cuando les apetecía.

Urraca había aporreado la puerta tantas veces como fueron necesario, y casi tuvo que sacar a rastras de la cama a la jovenzuela que para ella holgazaneaba en un día tan importante como aquél.

Esta vez había sido su tía la que se encargara de prepararlo todo, su padre venía de camino desde Francia, y todo cayó sobre la Condesa y el padrino de la rubiales, cosa que no era de extrañar, teniéndo encuenta que el de Peñalver aún tenía que ganarse el título más importante.

Adara pasó frente a un viejo espejo, colocándose mejor el vestido y se dirigió a la capilla, donde la esperaban para comenzar la ceremonia.

No tenía muchos amigos, ni tampoco mucha familia, ni tan siquiera sabía si aparecería alguien más aparte de sus padrinos, ojalá que sí, porque estaba muy nerviosa por abrazar la Fe.

Lo cierto era que ella lo hacía por sus hermanas mayores, su tía, su padrino y su padre, que tantas veces le había insistido en que no podía seguir siendo una infiel, que debía tomar el buen camino y si era posible incluso formar parte de la gran familia de la iglesia, cosa a la que Adara se había negado mil veces, no estaba dispuesta a cargar con el muerto de nadie y mucho menos saldar las deudas de otros. Pero quizás, sólo quizás, su padre comenzara a quererla como ella deseaba.

Antes de entrar a la capilla de Santo Domingo, la rubiales miró al cielo, y pensó en que lugar estaría la madre a la que no conoció.

Tras pasar las hermosas puertas, divisó a su tía junto al altar y la oficiante. Se acercó a ellas, hizo una reverencia a la Madre Brynne, dió un beso a su tía en la mejilla y se colocó junto a ella mientras musitaba para sí que aquello acabara pronto o moriría de vergüenza.

Madrina, al padrino ¿ se le habrán pegado las sábanas ? ¿ crees que papá y mis hermanas llegarán a tiempo?

-Anda más rápido, demonio. Así no llegamos ni para San Blas.

El Peñalver se volvió dos pasos hacia atrás y, agarrando a su criado (esclavo), el joven Juan del cuello de la camisa, lo lanzó hacia adelante varias brazadas y le propinó un puntapié en la espalda alta.

El muchacho ni siquiera se quejó, fruto de la costumbre. Sin embargo, sí que reprochó:

-Pero Mi Señor... Abandonásteis a la criatura a la suerte de la naturaleza, y sin embargo ahora os preocupáis por ella... No os entiendo...- dijo mientras se rascaba la espalda, donde había recibido el golpe, y volvía a aminorar el paso, sin importarle mucho la fusta.

-¡Lo entenderás! Es la poca familia que me queda alrededor... Los demás están en sus cosas, y ya tienen sus vidas...

Interrumpiéndole sorprendido, Juan exclamó:

-¡Por Dios, Mi Señor, sentís amor hacia vuestra hija!

Pero eso le costó otra patada inmediata:

-¡Amor! ¿Pero qué dices, condenado? Nadie sabe cuánto tiempo me queda de sostenerme con mi propio pie... ¿Crees que me aguantarían en mi castillo? ¡Necesitaré alguien que me ayude en mi senectud! Además, con la anciana de la de Bétera -Híjar rió y tosió como un perro- seguro que Adara ya ha estado ensayando.

Y aún le cayó al infeliz de Juan otro golpe:

-¡Ah, y no pronuncies el nombre del Altísimo en vano, infeliz!

Así siguieron los dos subiendo aquel camino interminable hasta la capilla, donde ya hacía un buen rato que habían sonado las campanas llamando a la reunión de los fieles y asistentes al bautizo.
A mitad del camino entre el lugarsanto y el pueblo mas cercano, su caballo había muerto de fátiga; normal al tener que llevar su voluminoso cuerpo, así que habían tenido que hacer lo que restaba a pie, aún estando el Peñalver con una herida reciente de Francia; un tajo de pecho a pierna que aún le supuraba, más aún con el sol abrasador sobre su cabeza.

-Si la hubiese tirado al río en vez de abandonarla me hubiera ahorrado esta caminata...

El caso es que, paso adelante, puntapié atrás, varazo a la cabeza, la pareja llegó hasta la capilla, y todos esperaban ya dentro, así que entró intentando no molestar mucho.

Pronto divisó a la de Bétera. Dándole un codazo a Juan, le dijo entredientes:

-Algunos dicen que es bruja, pues no envejece...

Y empezó a acercarse mientras seguía susurrando al oído de Juan:

-Aunque mírala de cerca... Las arrugas no perdonan a nadie...

Y un poco más cerca:

-Y ahora va y se casa... Seguro que lo que quiere es dar el brag...

Y llegaron a su lado.

-¡Egregia, siempre es un honor veros, y que nos acojáis en vuestro techo!

El Señor, falso como él era, se sentó a su lado y dijo en voz baja, procurando no interrumpir la ceremonia:

-¿Cuál es mi hija?

EL Peñalver esbozó una sonrisa fingida; haciendo creer que lo de no saber cuál era su hija era una broma. Sin embargo, fue un consuelo ver cómo se levantó la condesa y puso su mano bajo el hombro de su hija.

-¿Morena?- pensó Híjar para sí- ¿No era rubia? En fin...

Se planteó la posibilidad de preguntarle a Tadeita el color de pelo de su difunta hermana, pero lo vió demasiado fuera de lugar, incluso para él.

Así pues, se quedó sentado en primera fila atendiendo a la ceremonia.

-Hace ya tiempo que terminé en el Seminario... No estoy seguro, pero creo que no tengo que hacer nada...- volvió a pensar mientras se acomodaba y apoyaba la cabeza en una mano, para poder cerrar los ojos de vez en cuando sin que nadie lo notase...

Decididamente en aquella ceremonia no batiría el record de velocidad de su mentor, Monseñor Ignius, conocido por celebrar los bautismos y ordenaciones más rápidos de todos los tiempos en todos los Reinos conocidos, pensó riendo para sí misma, aunque aún le faltaba el de las bodas.

Miró algo extrañada a los asistentes, pues intuía que algo se cocía, pero aquello era Bétera... mejor no pensar.

Inició el sermón del bautismo leyendo un extracto de la obra “Ética de Nicómaco”:




¡Qué la palabra de Aristóteles te guíe y la revelación te ilumine!

-Juan, mancebo, ¿no era mi hija rubia la última vez que la vimos? -susurró al joven sirviente señalando hacia el centro de la capilla, todavía intrigado.

-Esto... Mi Señor... Eso que señaláis es una estatua de Santa Galadriella...- respondió Juan -¿Seguro no os clavaron la espada también en el ojo?.

Desgraciada y avergonzantemente para el Peñalver, la colleja resonó en toda la capilla.

-Entonces... ¿Es la joven? ¿La del cuerpo formado y los ojos grandes? ¡Por el amor de Christos, esto es una maldición!

Los convidados y otros devotos de la capilla empezaron a mirar mal al de Ares por armar mucho jaleo. Éste, escudándose, dió un codazo a Juan y dijo:

-¡¡Pschsss!!

Un ruido la hizo desconcentrarse, al igual que a la oficiante, pero viendo que la Madre rosa continuaba con la ceremonia , la rubia prestó nuevamente atención y contestó a la siguiente pregunta ¿Reconoces a Dios como el motor del mundo, el pensamiento supremo y la causa eficiente y final del mundo?

Si, lo reconozco.

Sí, lo reconozco.

Contesta la rubia mirando después a sus padrinos y su padre.

Sí, lo prometo

¡Lo acepto de mi propia voluntad!

¡Sí, lo deseo!

La rubia intenta visualizar el credo, una lección aún no muy aprendida, pero al final sale sin percances .

Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.

Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.

Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como mártir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.

Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, Única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
Y en la Vida Eterna.

AMÉN

La joven se acercó tal como la Madre rosa le indicó y dijo .


¡Deseo pertenecer hoy a la Iglesia Aristotélica! ¡Bautíceme, madre!

-Emocionante, ¿verdad, Señor? ¿Señor...? ¿Señor...?

Juan ya estaba dispuesto a sacarle la bolsa de monedas al Peñalver e irse corriendo a hacer vida en otro reino, alejado de la vergüenza y la esclavitud, pero el destino no lo quiso por esta vez, pues Híjar se despertó de una pequeña cabezada.

-¡Bravo, bravo!- aplaudió quedándose solo -¡Bienvenida a la comunidad aristotélica, hija! -dijo extendiendo los brazos y acercándose a Adara.