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[RP] Una pequeña historia

Sinfonia



Sinfonía no se cansaba de mirar a sus bebes, eran muy buenos, y cada uno tenía su carácter ya desde que nacieron, el niño, Bolín la niña, Gaby . La niña dominaría siempre a su hermano, y eso que era la pequeña puesto que había nacido antes, era bastante más vivaz e inquieta, el niño era como su papa, tranquilo, y observador.

Habían estado juntos y eso se notaba se mostraban inquietos cuando estaban alejados uno de otro, y se acurrucaban juntos, y se dormían tranquilos y confiados. Solo tenían preparado un moisés y cabían los dos bebes por ahora, habría que encargar a un carpintero otro.
Su hermana mayor Hechicera, y su tía Divea, se los rulaban y les llenaban de mimos y carantoñas.

Desde que nacieron los dos tesoros, el ajetreo era continuo, Sinfonía descansaba y se recuperaba del esfuerzo, pero cuando miraba a sus pequeños dormir la paz le inundaba.
Estaban radiantes Cofafo y ella, solían cogerse de las manos y mirar a los bebes, embobados, como empezaban sus primeros momentos en esta vida.


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Zebaz


Desde su despacho, cogió tinta y papel, y empezó a escribir una carta.

Citation:
A Doña Sinfonía y Don Cofafo, Señores de Castellón.

Queridos primos, hasta el pueblo de Calatayud, me han llegado las noticias de el ultimo acontecimiento familiar. El nacimiento de la primogénita y primogénito de vuestra unión en el matrimonio. Y dos Campeador mas a la familia.
Desde Calatayud, quiero haceros llegar mis mas sinceras felicitaciones por los bebes que seguro que crecerán sanos y fuertes en tierras castellonenses.
No puedo evitar sentirme orgullos y feliz sobre este acontecimiento, pues como sabréis, siempre me alegran las noticias de las llegadas de niños a nuestra buena familia, y estos sigan nuestros pasos, creciendo y manteniendo lo que hoy poseemos nosotros.
El que nuestro apellido perdurara, y no quedara sepultado bajo el paso de los años.

También daros mi mas enhorabuena por el titulo obtenido, es todo un gran reconocimiento por vuestro esfuerzo y trabajo dedicado al Reino Valenciano, al que yo tanto aprecio y buenos recuerdos mantengo de el, por mi periodo vivido allí. Se que podréis llevar la gran responsabilidad que significa el poseer un titulo, y vuestro pueblo sentirse orgullos de teneros como sus Señores.

Tan pronto como me sea posible, partiré hacia tierras castellonenses, para poder visitaros y conocer a los recién nacidos.

Un abrazo,

Zebaz Campeador Torres.


Derramo el lacre sobre la carta quedando sellada, e hizo mandarla al mensajero.

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Gabrielak



A partir de su nacimiento todo cambió para Gabrielak. Ahora dormia en un bello moisés que compartía con su hermanito y el cual le hacía recordar a la barriguita de su mamá, sólo que ahora le costaba encontrar a su hermanito y jugar con el o empujarlo un poquito a veces.
Todo era armonía hasta que llegaba la hora de comer... Gaby siempre se le adelantaba a su hermanito, pero terminaban ambos en brazos de su mamá y prendidos uno de cada lado.
Una mañana, Gabrielak sintió una haz de luz más fuerte que el de otras veces, lo que hizo que ella apretara sus ojitos y luego los abriera:

- Mami !!! ya te veo, que alegría! Qué bonita eres! No a ti Bolin... se lo digo a mamá!

Ahora Gabrielak recorría sus ojitos por toda la habitación y cuando llegaba a los ojos de su madre, permanecia viéndolos por unos instantes tratándole de decir cuanto la queria, hasta que se quedaba dormidita...
Sinfonia


Sinfonía & Cofafo
Hechi, Gaby, Bolín


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Sinfonia



Los sentimientos, como se van amoldando y cambiando con nuestra vida.
Sinfonía pensaba que no le quedaba ya más amor en su interior, que todo el cupo lo había gastado con su esposo, Cofafo, y la hija de ambos Hechicera, pero estaba muy equivocada, había mucho más ahí en el corazoncito.

Dos bebes sanos y regordetes crecían y recibían cuidados y amor de todos.
Los bebes tenían su propia personalidad y ya mostraban los rasgos principales de su futuro desarrollo.

Gaby comía siempre la primera porque era la que gritaba antes y más fuerte, su hermano pedía ya por imitación y muchas veces se quedaba otra vez dormido mamando.

La niña estaba más tiempo despierta, mirando todo con sus preciosos ojos bien abiertos, y si estaba a su alcance, tirando del pelo a Bolín que inocente, dormía casi siempre chupándose el dedo pulgar, sin sospechar, el tirón de pelo o manotazo, que iba a recibir.

Cuando él abría sus ojazos la habitación se iluminaba, e inmediatamente braceaba para que le cogieran, aunque se volvía a dormir casi en el acto.
Los dos tenían duende y juntos la verdad que eran adorables.

Eran la satisfacción de sus orgullosos padres. Y entre todos se los iban pasando para cuidarlos y mimarlos.

Cuando ambos dormían, la casa adquiría una extraña calma.
Y entonces era cuando sus padres y hermana podían dedicarse un poco más intensamente a sus diferentes trabajos.

La verdad es que había tenido suerte, había formado una hermosa familia.
Cuando a veces rendida de trabajo, Sinfonía cerraba un momento los ojos, respiraba hondo los abría de nuevo y seguía trabajando, duro, con una sonriisa en los labios y los esfuerzos renovados.

Desde que eran Señores de Castellón había mucha faena por hacer en la casa de los D’Enclar y se hacía con gusto.

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Sinfonia



El frio este invierno era especialmente intenso en Castellón este año, no solo en las montañas que rodean la ciudad sino también a la orilla del mar.

A través de los ventanales Sinfonía, abrigada con un capa de lana, miraba los vastos huertos que se extendían más allá del pequeño jardín que se amustiaba en invierno, esperando las temperaturas más tibias de la primavera, los naranjos, arboles de invierno ofrecían una imagen insólita, con un manto blanco.

Todo transcurría plácido, los bebes crecían con amor al calor del hogar de Cofafo y Sinfonía, alrededor del fuego que permanecía encendido todo el día.

Había mucho trabajo Cofafo y Sinfonía se dedican con entusiasmo a la noble tarea que se les han encomendado, ser los Señores de Castellón, era una labor gratificante que ocupaba todo su tiempo, Sinfonía se dedicaba a ello con más intensidad ya que carecía de oficio.

Cofafo se dedicaba de vez en cuando, a su oficio, panadero, que tanto amaba, y si tenía algún tiempo libre amasaba, y cocía el pan , sus hogazas que eran las mejores de la zona, y el olor que provenía del horno era muy gratificante, su pan desaparecía del mercado en minutos.

También le gustaba encerrarse en su despacho, que era una pequeña leonera donde Cofafo, disfrutaba a tope y donde estudiaba e investigaba en los libros con entusiasmo, como de todo lo que hacía en su vida, nunca perdía el buen humor, y procuraba que todos los que estaban a su alrededor fueran felices siempre.

Desde el asalto a la alcaldía, se había hecho necesario reforzar la vigilancia del Ayuntamiento. Las guardias en las puertas al raso, en invierno, eran muy largas y frías, y Sinfonía echaba de menos el calor de su hogar, exactamente igual que el resto de voluntarios, todos desinteresados y generosos, que velaban para que no volviera a pasar otro asalto en su ciudad, ¡que respuesta más unánime habían recibido de su gente, de los buenos ciudadanos!

Hechicera, la Alcaldesa, podía respirar un poco más tranquila, sabiendo que siempre habia un grupo custodiando las puertas del Consistorio.

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Sinfonia



Justo, enfrente del confortable fuego, de la pequeña chimenea que caldeaba su habitación, y que era alimentada por grandes tochos de buena madera de algarrobo y encina, y unas ramitas de romero para que perfumara toda la alcoba, Sinfonía había puesto cerca del calor, que desprendia de su interior, los dos regalos que su prima Divea le había hecho con sus propias manos y mucho cariño.

Una mecedora muy cómoda y una pequeña cunita doble donde los bebes, de Sinfonía y Cofafo, dormían durante el día después de sentirse limpios, calentitos y bien amamantados.
Cuando ambos dormían después de comer, Sinfonía se mecía lentamente, con un libro en las manos, gustaba de quedarse mirando los dibujos que las llamas hacían cuando consumían la madera.
Al sentarse ese día en la mecedora dirigió su mirada hacia un rinconcito al lado de la chimenea entre esta y el gran ventanal de su habitación, allí tenía puesto para que le diera la luz un rustico cubo NE, que se trajo de Zaragoza cuando se mudó a Valencia.
Fue un regalo de su buen amigo Vimarico, el mejor carpintero de la capital, cuyos cubos son famosos allende de las fronteras del Reino de Aragón. Además siempre pone una marca en todos sus productos una pequeña “V” tallada al dorso. Sinfonía guardaba ese cubo con mucho cariño, y había puesto dentro una maceta con hierbas de menta, traídas de su jardín zaragozano. Era su pequeño rincón aragonés, allí se sentía a gusto.

Y allí gustaba de oír su crepitar, y como jugaban las llamas cuando alguna pequeña corriente de aire les daba vida y bailaban todas juntas en una danza que a ella le embrujaba.
De vez en cuando se oía un chasquido cuando la madera explotaba en pequeñas chispas que salían disparadas en todas direcciones, iluminando todo por unos segundos.
Y también gustaba fijarse cuando las llamas encontraban alguna pequeña gota de resina y veía como estas se ensañaban en ese punto en concreto, como no queriéndolo abandonar, ya que allí habían encontrado un suculento alimento, y hasta cambiaban de color de lo contentas que estaban.

Todo esto relajaba la vista y las preocupaciones de Sinfonía. De vez en cuando una discreta y silenciosa criada alimentaba a la voraz fiera para que no perdiera fuerza, ni calor.
Al lado de la chimenea se apilaban todas las mañanas temprano la leña para todo el día, unas buenas piñas, ramitas finas y unos ramitos de romero seco.

Allí, en aquel rinconcito gastaba su tiempo Sinfonía las frías tardes del duro invierno.
Allí encontraba el ambiente perfecto para trabajar y compaginar su trabajo y su familia.
¡¡Guardaba sus recuerdos en un rinconcito de su corazón.!!



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Gabrielak



Era un frío y sereno atardecer en Castellón... Los copos de nieve vestían de blanco las copas de los árboles que estaban en el jardín.

Bolín y Gabrielak jugaban sentaditos sobre la alfombra de la sala principal, junto a su madre Sinfonía, quien cariñosamente se disponía a leerles un cuento, sentada en su mecedora frente a los leños que ardían incesantemente.

- Atención niños! ya comenzaré, exclamó Sinfonía.


Ambos voltearon sus caritas hacia su mamá prestándole atención, aunque Gabrielak estaba distraída... algo llamaba su atención: un suave y dulce sonido, como el de chasquido de cascabeles, provenía del frente de la casa.

La pequeña comenzó a gatear rumbo a uno de los grandes ventanales y una vez alli se paró junto a él, apoyando su pequeña naricita contra el vidrio y señalando el llamador de ángeles que, al ser agitado con la brisa del viento, provocaba ese bello sonido. Luego se volteó hacia su mamá balbuceando unas palabras y caminó muy despacito tratando de no perder el equilibrio para llegar junto a ella.

Sinfonía, sorprendida antes los primeros pasos de su niña exclamó:


- Ven con mamá pequeña! Así se hace!
Sinfonia



El día fuera era frio y sereno, de invierno aun, pero al atardecer se había levantado algo de viento, Sinfonía estaba en el gran salón con sus hijos, los pequeños jugueteaban y gateaban, llegando ya todos los rincones del salón.
Ella vigilaba para que no se acercaran a la gran chimenea.

Hechicera estaba trabajando aun en el ayuntamiento y Cofafo estaba encerrado en su despacho, estudiando.

Cogió un libro de fábulas de la repisa, y lo abrió para leerles una, que a ambos les encantaba, cuanto se parecian a su padre.

Atención niños, la mama va a leeros un cuento.

Notó inmediatamente como había acaparado su atención, vió como giraron su cabecita ambos para mirarla con sus grandes ojos abiertos como platos.
¡Como les gustaban que les leyera! y el sonido de su voz les apaciguaba y parecía que entendieran palabra por palabra. Que orgullosa estaba de ellos.

Cogió una sillita baja y se sentó para leerles y estar a su altura.

Una ráfaga de viento hizo sonar las campanillas del llamador de ángeles del porche de entrada.
El sonido llamó la atención de la niña, Gaby, que curiosa se acercó a los ventanales mirando al exterior desde donde venia el sonido.
Torpemente se fue enderezando ayudándose del vidrio del ventanal.

Dió media vuelta como recordando que iba a hacer su madre, y pasito a pasito, despacito, tratando de no perder el equilibrio, la niña se fue acercando, bamboleándose, y afianzando sus piernecitas a cada paso, caminaba hacia Sinfonía y Bolín, que también miraba asombrado, y ante esos primeros pasos de su niña, ella exclamó protectora:


Ven con mamá pequeña! Así se hace! Que valiente eres!!!!

Y alzando la voz llamó al padre.

Cofafo, Cofafo!!!!!!! Mira la niña!!!!!

La sonrisa de Sinfonía era de orgullo y abrazó a Cofafo y ambos miraron a sus dos joyas más preciadas, sus niños.

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Sinfonia

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Sinfonia

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Gabrielak


Mami!!! Esto lo junte especialmente para ti. Espero que te gusten... son mis preferidas!

http://img261.imageshack.us/img261/908/bnnw20mag200503ti3dz8.jpg
Sinfonia


Que orgullosa estaba Sinfonía, que suerte tenía con sus bebes, sobre todo con su princesa.
Que noble caracter y que generosa era la pequeñuela.

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Sinfonia



La vida de Sinfonía en Castellón era muy ajetreada e intensa.
La prima Divea se había mudado con ella, la casa siempre estaba llena de gente, las comidas eran alegres y las cenas un poco más relajadas que eran cuando los pequeñuelos se iban a dormir.

Hechicera como alcaldesa recibía mucha gente en el despacho de su padre.

Cofafo estudiaba y estudiaba, tenía que obligarlo a salir a pasear por la orilla del mar allá en el Pinar. Iban cabalgando los 4 kilómetros hasta el mar
Y luego paseaban con las bridas de los caballos sujetas con una mano y con la otra agarraditos los dos, mirándose tiernamente.

Divea hasta que se hiciera la casa vivía allí con ellos como una más de la familia. Era como unas castañuelas.

Ella y Sinfonía tenían planes y muchas cosas que hacer. Andaban controlando el acabado de un castillo fortaleza para que acogiera las huestes de Castellón.
Los pequeños seguían creciendo, y cuando no dormían volvían locos con sus travesuras a todos.

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Gabrielak


El día había comenzado gris... Gabrielak desde su camita se despertó asustada por los ruidos de los truenos de la tormenta que ya se avecinaba.

Trató de despertar a su hermanito, sin conseguir lograrlo. Con cada relámpago que llegaba, Gabrielak escondía su cabecita bajo el cojín.

Luego de esperar un buen rato, bajó despacito de su cama y decidió ir al encuentro de su mamá. Muy sigilosa, caminaba por el pasillo de su casa, hasta llegar al despacho de su padre. Allí la puerta estaba entreabierta y logró ver a su hermana Hechi con un montón de papeles que asomaban a sus lados, todo parecía ser normal, a Hechi no le asustaban los truenos... Así que decidió seguir buscando en las otras habitaciones contiguas a su mamá y no molestar a Hechi en su trabajo.

Cada vez que un trueno sonaba, Gabrielak apuraba su paso ya hacia la cocina.
Olía un rico aroma a panes recién horneados, lo que atrajo su atención.
Se asomó a la sala y allí estaba su tía Divea, con varios papeles sobre la mesa y tomando su desayuno.
Corrió a su encuentro y la abrazó fuertemente, luego dirigió su mirada a ella y le dijo:


- Haz visto a mi mami? esos ruidos me asustan! snif snif
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