Enlace entre Lulu Bathory y Javikeko Murino i Valmaseda

La invitación a la boda de su amiga Lulú de Bathory, Heraldo mayor del reino, le venía como una luz en los días sombríos de luto y tristeza.

Buscó un buen tiempo entre sus ropas algún vestido adecuado pero ninguno le parecía realmente adecuado para la situación y en su condición. Embarazada ya de dos trimestres y triste como se hallaba, las posibilidades se acababan.

- Yo elegiría el azul, ese tan bonito que es como el cielo Madre – dijo una voz suave y melodiosa tras ella. Al girarse, vio a su hija Ederne. Sus cabellos castaños y largos le caían por los hombros, sus ojos claros y penetrantes la observaban con cierto halo de tristeza. Aún siendo una niña, había comprendido claramente que había sucedido en la familia, el dolor de sus padres y los tiempos que con ello corrían – Ella desearía fueseis feliz. Lo se, lo se…soy muy pequeña mamá – terminó por decir la pequeña mirando el suelo.

Era cierto, tenía muchos hijos aún que necesitaban de ella. Pero se entendía y comprendía, a pesar de estar preparada desde que su hija cayó en ese sueño del que no pudo despertar, rezó día con día por un milagro. Pero los milagros se presentar de manera a veces desconocida y ver a Ederne frente a ella, siendo capaz de entender y razonar sobre lo que podría ser bueno para el dolor de su madre la enorgullecía desde lo más profundo.

- Es cierto – le dijo tras abrazarla con fuerza y dejar caer unas lágrimas que secó antes que ella pudiera notarlo – Además, ese que me recomendáis hija mía es uno muy especial, pues es regalo de vuestro padre – suspiró y dejo ver una suave sonrisa – será ese entonces – Tomó la mano de su hija y la hizo girar – Dios mío, un día de estos ya tendréis los años suficientes para buscaros pretendiente y seguro no me daré cuenta. Sois una belleza mi amor pero os hace falta algo, será un regalo mío para vos –

La Condesa se acercó a su arcón dónde guardaba sus más preciados objetos. Entre sus cosas extrajo una cajita de color azul – acercaos Ederne – la niña obedeció y al tener su atención abrió la cajita. Una hermosa cruz de plata y oro colgaba de una cadena delicada, los bordes del crucifijo eran brillantes en contraste con el blanco y puro de la plata – es herencia de mi madre, quién murió cuando me traía a esta mundo y ahora os la cedo a vos para que cuando tengáis hijas la cedáis también. Representa el recuerdo del sacrificio que se hace por amor y las buenas cosas, la familia y la unión que implica entre quienes la portan – se giró y la puso en su cuello entregando en sus manos luego la pequeña cajita azul – llevadla siempre cerca del corazón, hija mía – le dijo y la abrazó nuevamente con toda la fuerza que su cuerpo y su estado le podían permitir en ese momento.

Abrió los ojos sorprendida - ¿Monja? - rió con una carcajada - ya hablaremos de ello hija mia en otro momento, has de ayudar a vuestra madre a prepararse para salir ¿está bien? - miró los ojos curiosos de Ederne y volvió a reir. Sin duda no había persona que conociera más a Ederne que su propia madre.

Tras una hora y siendo una mañana fria aquella con el cielo despejado, la de Morella se observaba con su hija a su lado - muy buena elección hija mía, además con este sombrero queda encantador - la niña comenzó a saltar feliz - ¡cuidado Ederne, que ya sois una pequeña dama. Fijaos en vuestra falda - la niña puso los morros de colores a la vez que reía - ¿y dónde está vuestro padre y hermano? Imagino que listos ¿no es así? - la niña volvió a reir más señalando el ventanal - ¿listos? no, eso no mami. Desajustados quizás, pero listos nunca. Mirad mami, mirad -

La de Pern fue esta el ventanal y observó desde ahí el patio de armas; llevo su mano a la sien - ¡pero que desconsideración, ahora sabrán quién soy! - dijo, girando rápidamente para salir de la habitación seguida de cerca por Ederne.

Al llagar al patio de armas vió al Duque enlodado por la altura de la camisa y a Luix por completo, ambos con espada y escudo de entrenamiento - Pero...pero ¿que acaso estáis locos? es...¡invierno!...os váis a enfermar y además, ¡tenemos un compromiso! - el caso a sus quejas era omiso, su esposo e hijo estaban enfrascados en una contienda de entrenamiento dónde Luix aprendía de cada golpe de espada que su padre le enseñaba duramente.

En un momento, Luix tras un golpe de escudo de su padre salió desprendido hacía atras hunidéndose más en el lodo, al levantarse, un pequeño hilo de sangre salía de su nariz. La condesa iba a intervenir, pero la espada de madera de su esposo se interpuso - Esta vez no mi señora - dijo el Duque.

El jovencito, que había heredado la terquedad de la madre se levantó haciendo caso omiso a su herida y se enfrentó a su padre. Oyó la risita de Ederne a su lado - ¿habéis visto madre? Luix es de lodo - comentaba sin contener la risa.

La Condesa suspiró profundamente mientras sentía espantosas patadas del bebé que llevaba dentro - Ajá, acabo de entender - le habló a su vientre acariciándole - sois un niño. A nadie más le gustaría un baño de lodo, por muy militar que sea -

Miró a su hija - vamos cielo, tengo apetito y María hizo pastel de naranja. Enviaré a la guardia a separar a esos dos - Extendió la mano a su hija y se la llevó a esperar los hombres de la familia terminaran de jugar.

- ¿Otra vez vas a mirar por el cacharro ese? - inquirió la veneciana.

El Heraldo miraba a través de su paraverdelejos hacia el horizonte que se mostraba delante de ellos, tratando de ubicarse.

- No me pongas nervioso... - dijo distraido.
- ¡Pero si llevas nervioso desde que salimos de Valladolid! ¡Que pareces el novio!

El rubio sonrió sin dejar de mirar, moviendo el extraño artilugio de un lado a otro.

- Eso debe ser Bétera... y allí está el castillo... pero no veo la iglesia, será que está al otro lado... o quizás no sea Bétera después de todo... podríamos volver a la encrucijada y torcer a la derecha en vez de seguir recto... no sé, ¿qué piensas?
- Pienso que no me explico cómo te has recorrido media Europa sin perderte. Desde que llegaste a Castilla, te pierdes hasta en el pasillo de casa.

La veneciana picó al caballo para acercarse a un campesino que los observaba sentado a la sombra de un árbol.

- Buenos días - saludó - ¿Tenéis la amabilidad de ayudarnos? Buscamos el Condado de Bétera.
- Estáis en él.
- Entonces aquella ciudad de allí... - dijo señalándola.
- ... es Bétera, ¿qué si no?
- Gracias, habéis sido muy amable - y tiró de las riendas para volver al lado del Heraldo.

- Lo que yo te decía...¡Bétera! - exclamó el rubio al verla llegar - Y si sigues parándote en todas partes, llegaremos tarde. - añadió soltando una carcajada.

Y azuzaron los caballos para continuar el camino.

Los dos alazanes pararon frente a las puertas de la hermosa capilla. El cochero se apeó y se apresuró para abrir la puerta y colocar el apoyo. Lunna descendió recogiéndose la falda del vestido, y se volvió para indicar a Lucía que bajara tras ella.

- Mi señora, este lugar es muy bonito.

Lunna sonrió a la muchacha. Se alisó la falda con las manos y buscó el brazo de su acompañante para apoyarse. Se acercaron a las puertas y entraron con paso firme. Lucía miraba todo a su alrededor boquiabierta, mientras Lunna saludaba a los muchos conocidos que también asistían a la boda.

- Busquemos un lugar donde sentarnos, el día será largo y no quiero cansarme.

A regañadientes, Lucía buscó un buen sitio donde su señora estuviera cómoda y a la vista, pues quería que aquellos elegantes invitados se acercaran a saludarlas para así poder contemplarlos de cerca. Se moría de curiosidad por todo lo que estaba relacionado con los grandes acontecimientos, incluso asistirían nobles. Observó como Lunnaris miraba impaciente hacia la puerta, esperando la llegada de los novios.

- Justo!!!, cuando comienzan a sonar las campanas.

Sepillo entraba por las puertas de las murallas de Betera por segunda vez en poco tiempo para asitir a una boda. Al trote se dirigio hasta la plaza de la iglesia y alli descabalgo.

Pocos eran los alli presentes, pero saludo a varios conocidos:

- Mi duquesa Rose, como van las cosas por Morella y Benicarlo, se sabe si mi prima Clari se dejara ver por estos lares.

Luego Vislumbro al rector.

- Alfonso, a ver cuando cambiamos de montura, que a esa me parece que le sobra algun kilito, jaja.

Viajaba Neo en carroza, porque iba acompañado de su prima pequeña Pabuluz, quien como era evidente no podía viajar a caballo a buen ritmo aún.

-Enseguida llegaremos-le dijo el joven a su prima.

Como si de palabras mágicas se tratasen, en pocos minutos más llegaron a su destino, donde Neo ayudó a Pabuluz a bajar de la carroza, y junto a ella, agarrados del brazo entraron en la Capilla donde se celebraría la boda.

-Bueno prima, busquemos un lugar adecuado desde donde podamos ver bien el evento.

La familia Jones se encontraba de luto por la muerte de Graff von Meno zur Lahn, esposo de la Gran Señora de Segorbe, pero a pesar de la gran tristeza en la que todos estaban hundidos decidieron asistir a la boda de Lulu y Javikeko, era una amiga de la familia y querían acompañarla en aquel momento, aun que no plenamente como les hubiera gustado. Habían decidido ir a la ceremonia religiosa, saludar allí a los novios y luego retirarse. Pero al menos estarían presentes.
Lirdi ingreso primero de la mano de la pequeña Rosaura y junto al escocés, Ian McGregor que iba sosteniendo a la viuda. Tras ellos Elhanyan, con las gemelas y el pequeño Garion y un poco mas atrás Valerius con su esposa LadyRaquel. Todos vestidos íntegramente de negro, incluso las niñas.
En sumo silencio saludando de lejos a los conocidos tomaron asiento, cerca de los últimos bancos y aguardaron que llegase el momento de la ceremonia.

-Soooooooooo, tranquilos, ya hemos llegado, bien Duende- pronuncia Tristán, una vez llegados a Betera, donde se encontraba el Castillo y su Capilla.

Tristán bajo de un salto, abrió la puerta y dijo – Suerte mi Señor, espero que sea el mejor día de su vida-. A eso respondió: - Gracias Tristán – con una sonrisa en el rostro.

Javikeko Murino i Valmaseda bajó del carruaje, alzó la mano para ayudar a Ginebra de la Olla i Rubia, una vez su madrina estuvo abajo, la mostró el brazo, ella lo agarró y empezaron a caminar por el adoquinado del lugar.



El Joven al lado de su madrina estaba todo nerviosito, la entrada de la Iglesia estaba decorada, Tristán hizo un gran trabajo.

Al entrar por la puerta, empezó a ver los primeros invitados, con la cabeza haciendo reverencias iba saludando a todos en eso susurró a su Madrina – Vaya Gin, no conozco a nadie todavía, bueno si al Sr.Alcalde, pero seguro que los presentes, serán maravillosas personas, si son amigos de mi amada – mientras intentaba relajarse de camino al altar.

Una vez llegado al lugar donde estaba el Pater Moldot, de pie, esperando, saludo con la cabeza y cerca de el en voz baja le dijo:

- Buenos días Padre Moldot, pues ya estamos aquí, para que me case… - Suspiro y continuo - con una buena mujer y gran valenciana – con cara de felicidad quedó mirando a Moldot en ese momento.

Lilyan quedó petrificada con las palabras de su amiga.

- ¿Muerto? no me lo puedo creer. Y después de farfullar un montón de palabras sin sentido por fin atinó a decir lo más correcto para este caso:

- Lo siento tanto amiga mía, no me había enterado en absoluto. Parece que vivo en un mundo aparte pues nunca me entero de nada. Vaya metedura de pata si es que siempre igual, no doy una! - Lilyan se había quedado mal por culpa de su estupidez.

- Ya que tu eres un cielo y no te enfadas conmigo ya me doy yo el tortazo que me merezco por este patinazo que he hecho. - Y dicho esto se dió una bofetada a si misma por metepatas.

- Te quiero amiga, aquí me tienes para lo que necesites. - Y dándole un gran abrazo se quedaron mirando al novio que entraba con Ginebrita del brazo.

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡PANDEROOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!! - se le escapó a Lilyan a causa de la emoción de ver a una amiga que no esperaba ver en absoluto.

Días dificiles esperaban a la familia Jones . Al recibir la invitación ya andaban preparando el entierro de Graff , encontrado muerto hace dias en tierras catalanas.

Lulu era de lagrado de la familia por lo que , a pesar de todo , no podían dejar de ir para verla contraer matrimonio.Aunque de luto , querían acompañarla en aquel dia tan especial.

Val entraba del brazo de su esposa , detras de sus prima,s y rapidamente cruzaron la sala mientras saludaban timidamente a los alli asistentes y tomaron asiento en silencio.

Val sujetaba el brazo de su esposa en todo momento mientras esperaban la llegada de los novios. Al poco rato este hacía su entrada del brazo de la madrina , a la cual tenian gran aprecio.Que bonita esta Ginebra , y que elegante va el novio , decía susurrandole.

Estan los dos muy elegantes amor . y al novio no se le ve tan nervioso como a mi , no?, sonreia .

Desde Tortosa, a pesar que no estaban lejos de donde se celebraría la boda de los esponsales, habían tardado más de lo previsto pues tuvieron que aminorar la marchadebido la niebla que disminuía la visibilidad del camino.

Nospeb y Rosabelle tenían en sus rostros la alegría por la boda de Lulú, alquien tan querida y que había dado tanto merecía la oportunidad se ser feliz. Era un día claro pero fresco. Esperaban haber llegado puntuales.

El carruaje -que siempre iba escoltado por dos caballeros de Arques- se detuvo en el Señorío de los Betera, el señor Santa María bajó primero para ayudar a su joven amiga con el vestido, siempre era engorroso moverse en lugares pequeños cuando se llevaba tanta tela, ella se había decantado por un color rosado estridente que había traído de Francia en su último viaje, de allí también había mandado traer hace semanas el regalo de bodas.

Rosabelle


Nospeb llevaba una atuendo de cuero finamente labrado y adquirido para la ocasión con un medallón del escudo familiar en su pecho

Nospeb

Uno al otro se miraban y se sonreían, era la primera fiesta en la que el caballero le había pedido que la acompañase.
Entraron al recinto donde ya estaba todo preparado para la celebración, entre los presentes les pareció ver al novio en una esquina, no le conocían pero su atuendo y sus nervios le delataban. Trataba de tranquilizarle una dama que tenía a su lado, más sus esfuerzos parecían inútiles, aquel respiraba hondo una y otra vez mirando a su alrededor...pero en su semblante sobre todo se leía la dicha de un hombre enamorado que estaba a punto de cumplir un gran anhelo

Ibelia e Ysuran se apresuraron para no llegar tarde a la Ceremonia de Boda de Lulu y Javikeko.

Estaban contentos con la felicidad de la pareja a los que apreciaban como buenos amigos.

Llegaron a Bétera con el tiempo justo y entraron en la bonita capilla engalanada para la ocasión con un gusto exquisito. Se colocaron el el lugar asignado viendo como muchos invitados ya estaban colocados en sus lugares.

Ibelia saludó con un gesto y con respeto a los asistentes, viendo, que ya entraba el novio del brazo de la exultante madrina, se quedó en su lugar junto a su esposo.

-¡Qué elegante se veía y que feliz! Pensó y en un susurro se lo dijo a Ysuran.

- ¿listo? - preguntó al Duque quién llegaba alegremente a su lado a probar de las delicias que en ese momento disfrutaba, preparadas por la diligente mano de María.

Observó tranquilamente como Ederne era perseguida por Luix quién le reclamaba algo que dificilmente entendía, ya que los gritos era mezclados con risas de la traviesa jovencita.

- Niños, suficiente. Comportaos, nos vamos ya - ordenó la madre al instante mientras el Duque apresuraba sus bocadillos. El carruaje listo y partieron junto a su comitiva - que esta vez era moderada por orden de la Condesa - en dirección a Bétera.

Agradecía la presencia de su inestimable María, pues con solo una mirada casi fulminante logró que los niños se calmaran. Su esposo miraba la escena divertido y ella que le observaba a él suspiraba. Educar a esos niños sería la labor de su vida, pero agradecía al altísimo por ello.

Sus pensamientos volvieron de pronto con sus primogénitos, la ausencia de Jokin, la muerte de Haize. Tuvo el impulso de tomas a sus hijos ahí presentes y abrazarles con fuerza para no soltarles jamás de su lado. Pero fue el pequeño en su vientre quién reclamó su atención dando un fuerte golpe - ah! - exclamó ella con rostro compunjido - ¿todo bien esposa mía, os hayáis indispuesta? - preguntó el Duque poniendo su mano sobre el vientre - no, no, simplemente el nuevo Berasategui es inquieto como ese par - le sonrió calmando su preocupación. El bebé estaba bien y faltaban aún un par de meses que seguro se cumplirían para el alumbramiento sin problemas.

- Las tierras de Bétera - anunció el capitán de la guardia. Minutos más tarde, se detenían en un amplio patio dónde se podía ver la capilla con una buena cantidad de invitados. Primero el Duque quién ayudó a descender a la Condesa, luego los niños y María, todos caminaron tranquilos hasta la capilla, bueno, al menos ellos. Ederne y Luix seguían de correderas.

Al llegar, esperaron fuera de la capilla para saludar a los demás invitados, además, la de Pern necesitaba el aire fresco tras el largo viaje en carruaje.

El gentil Sepillo Drakoluky se les acercó a saludar - mis Duques, como estáis, que tal las tierras de Benicarló y Morella - preguntó con cortesía y alegría muy caracteristicas de él - muy bien mi gentil caballero, Morella tendrá buena cosecha de Vid en primavera ya que el invierno no ha sido muy cruel y el Benicarló, también para primavera, nacerán los potrillos pura sangre que el Duque espera con ansias. Desde hace un tiempo que dedica tiempo a cuidar de ellos y comprar nuevo ejemplares para Valencia desde Francia - el duque asintió a las palabras de su esposa y sonrió.

-Ah, caballero Sepillo, ¿veís a estos dos chiquillos correr a nuestro alrevedor? son nuestros hijos - llamó a los niños - presentaos ambos - les ordenó - Ederne Berasategui i Pern, gentil caballero - inició la pequeña, haciendo una pequeña reverencia seguida por su hermano - Luix de Berasategui i Pern, niño valiente de mi mamá para serviros caballero - dijo él, saludando con una inclinación de cabeza -

Siguieron con la amena charla entre los amigos, esperando ansiosamente ver pronto a los felices novios.

Ahí esperando a su bella prometida, de pies en el altar, se soltó del brazo de su madrina y empezó a dar tres pasos para allí, dos para aquí, no paraba quieto, al final los nervios que no parecían que Javikeko tenia empezaban aflorar ante los presentes.

A su vez miraba hacia la puerta, esperando verla entrar, pero no, seguían entrando invitados. Todos venían con grandes galas, en un momento pudo ver a un amigo de Lérida, era Jalapues y le escuchó: !!Viva los novios!!!

En ese momento hizo un amago de saludo a su amigo, pero empezó a recordar todo lo que había pasado hasta este momento:

"El bosque aquella mañana de 1457 donde vio por primera vez a Lulu Bathory, de verde, su cabello suelto, la espalda que dejaba descubierta ese escote trasero del vestido.

La casa de Lérida, donde desde allí veía a su amada y donde pudo ver aquella noche el triste acontecimiento, un caballo marchaba dejándola triste en la puerta.

El 13 de mayo de 1458, donde dejo un mensaje muy especial para ella: Eres la Luna que mas brilla, para el la mas bella. Ahí estaba ella: Lulu Bathory.

Los siguientes días que empezaron a ser más que amigos y que cambiaban poco a poco a cariño. El día 16 de Junio de 1457 donde ese amor se hizo por fin uno.

El triste momento de una tarde del 19 de julio amarga por que ese amor se distanciaba…

Una carta de esperanza el 15 de diciembre de 1458, un viaje para poder responder que siempre tuvo mi perdón, una mudanza para estar de nuevo a su lado.

Un bautizo el 7 de enero de 1459 el suyo, donde por fin el pidió su mano, en el que la dama le dio la buena noticia de aceptarle.

En lo que se convertía de un amor prohibido a uno platónico, hoy día 25 de Enero de 1459 se convertía en el mas real y esperado para una pareja que había nacido para ser el uno del otro…"

Mientras seguía mirando, sin saber donde ponerse ya.

Sin contratiempos llegaron a San Jorge de Lydda. La rubia se tiró casi en marcha y chistó al cochero para que ayudase a salir a las damas, bueno a su hermana y a la novia.

Asomó las greñas para pispear algo mientras recolocaban el traje de Lulu. La virgen, si que hay gente. En uno de los últimos bancos vio al rubio - ¡pero este hombre...! - al recordarle la boda antes de salir, pretendía que enviase a Alfred, no que saliera de la cama en su estado... Ya se las vería con ese maldito sirviente en cuanto llegase a casa, habrase visto dejarle salir en ese estado. Sacudiendo la cabeza y farfullando, se concentró en colocar el vestido de Lu. Estaba realmente hermosa.

- ¿Preparada?

La carroza avanzaba traqueteando por los caminos, las hermanas Rubiá mantenían una animosa y desenfadada charla y hasta María se permitía alguna risa tímida ante las ocurrencias de las damas de honor. La novia también sonreía y parecía serena, cosa rara para ella aquel día; pero delataban su verdadero estado de ánimo, los enormes suspiros que se le escapaban durante el trayecto.

Por suerte, no tardaron demasiado en llegar. El cochero más remolón que había visto en su vida, la ayudó a descender frente a la capilla y al primero que reconoció fue al padrino.

- ¡Kolme, qué alegría verte por Dios! - Dió un beso en la mejilla a su sobrino y enseguida le agarró del brazo. - Esta vez me llevas tú. - Sonrió rememorando que cuando él contrajo matrimonio cayó sobre ella la responsabilidad y el honor de dejarle ante el altar. - Gracias por estar aquí cielo. - Apretó su brazo con cariño. - Preparada Bryn, y más segura que nunca.

Con aquellas palabras y tras el suspiro más profundo de todos los que ese día había exhalado; comenzó el lento pero imparable avance por la alfombra roja. La capilla, que sería inaugurada con aquella ceremonia; resplandecía con la sencilla aunque trabajada decoración, pero ella, no reparaba en ello. Los invitados atestaban el templo y muchos murmuraban cuando pasaba a su altura, algunos asombrados, otros simplemente cuchicheaban, pero tampoco reparaba en ellos. Ya no le preocupaban las arrugas que pudiera formar la tela de su vestido y sólo era capaz de retener en su pupila la imagen de la apuesta figura vestida de dorado y blanco, que la esperaba frente al altar.

En un momento miraba la entrada, un haz de luz resplandeciente, irrumpía en la Capilla San Jorge.

Dejo de caminar, se acerco y se agarro al brazo de su madrina, la apreto con fuerza, en ese instante giro la cara, un poco de lado, preguntando al oído de la Rubia:
-Mi querida Ginebra, le pido el favor de que me pellizque bien fuerte, por que espero que lo que mis ojos ven, no sean un sueño -.
Mientras miraba anonadado prosiguió el susurro:
– Espero que lo que ven mis ojos, sea Real, ya que mi vida a sido un sueño y si lo es no despertar- sus ojos brillaba en ese momento y repitió:
– Pellízcame y así al fin sabré que por fin, si es una realidad- .

Javikeko Murino i Valmaseda seguía mirando a Lulu Bathory, todo su caminar por la alfombra que le haría llegar hasta el, solo veía a ella, los presentes desvanecieron de sus ojos. Y por su mente empezó a recorrer halagos hacia ella:

-Pero que guapa esta mi morena, que digo guapa, esta hermosa, no, esta bella, radiante, maravillosa, espléndida, es oro que reluce, es un diamante, pero que digo siempre lo fue, pero hoy, hoy esta como nunca antes mis ojos permitieron ver -.

Seguía estrujando el brazo de la Rubia, mientras seguía mirando a su preciosa Lulu acercarse hacia el, la cara del Murino a cada paso de la Bathory, lograban hacer que su rostro reflejase cada vez mas felicidad en el.

Llegaron al altar y seguía mirándole. El padrino ni siquiera se atrevió a interrumpirla al entregarla al orgulloso novio y se limitó a besar levemente su mano antes de hacerse a un lado.

Era extraño, pero fue sentir su tacto y los nervios de la Bathory detuvieron su enloquecido galopar en un instante. Al contrario que su mente, que terminó alzando el vuelo y remontándose unos años atrás, cuando el de Murino era su vecino y coincidía constantemente con él a donde quiera que iba. Hasta le tuvo de actor en la obra inaugural de su Troupe de teatro y fue durante el baile después de la representación, cuando el osado joven se deshizo en cumplidos mientras bailaban, dejándola saber de sus sentires hacia ella.

Aún no era consciente de lo que ocurría a su alrededor y su mirada mantenía un pulso constante con los ojos de Javikeko. No escapaba a su percepción el más mínimo detalle de su atuendo. Era el que ella había confeccionado y cosido con sus propias manos, pero en él adquiría otra apariencia y significado. Se sentía literalmente deslumbrada y sin necesidad de decir nada hablaba con el novio a través de sus ojos. Los mismos que únicamente dejaron de mirarle cuando el Padre Moldot dió inicio a la ceremonia.

Una mujer de hermosos ojos verdes las dribló y se adentró en la capilla tironeando de un caballero que portaba un sombrero hipnótico a la par que emplumado - Psst nas - codeó a su hermana mientras se situaban adecuadamente detrás de Lulu - hay que indagar a ver dónde se consigue uno de esos.

Concentró de nuevo su atención en la radiante novia, que procedía a ingresar en la catedral.

Intentando no pisarse las mangas, caminaba junto a su hermana tras la novia. Crimea llevaba las... ¿qué demonios llevaba? Bueno, Crimea llevaba una cestita y ella llevaba otra - Llevaré el Anillo - había dicho con orgullo y halagada ante la petición de los contrayentes - aunque no se cómo - Eso lo añadió después de ver las mangas del vestido.

La capilla estaba realmente hermosa, si bien apenas lo notaba. Demonios, habían logrado contagiarle los nervios. Echó una sonrisa hacia el altar, donde un nervioso e ilusonado Javi esperaba junto a la mediana de las Rubiá, a la que tiró un beso. Hizo el paseillo hacia el altar, sin poder evitar una mirada a su rubio, a medias entre "te voy a dar pal pinto por haber salido de la cama en tu estado" y "qué poquito hace que eras tú el que esperaba en el altar, pobre mío".

Las Rubiá se situaron a ambos lados de los padrinos, mientras Kolme entregaba la mano de Lu a su futuro marido.
Comprobó por enésima vez que el anillo estuviera en su lugar, mientras murmuraba - Un Anillo para desposarlos a todos, un Anillo para enlazarlos, un Anillo para unirlos a todos y atarlos en las tinieb... ehm en el sagrado vínculo matrimonial.

La hermosa voz del Padre Moldot dio comienzo a la ceremonia y todos los ojos se dirigieron al altar.

Un escalofrío de emoción recorrió a Rosabelle, mirando a aquella pareja que con tanta complicidad manifestaban el amor que se profesaban...con tan solo una mirada

Había muchos invitados y seguían llegando más, la Capilla estaba preciosa con las flores frescas que eran las mismas que llevaba el ramo la novia.

Alguien me aferró la mano un momento, fue fugáz pero al mismo tiempo eterno.
Lulú estaba increiblemente hermosa y segura del paso que daba

Kolme muy elegante acercaba cada vez mas a su prometida, en la Capilla se podía ver que todos los invitados quedaron maravillados con la dama. Ya en el altar Kolme deja la mano de Lulu en la de Javikeko, el al sentir su tacto, suspiro, ya podía sentirla cerca de el, con la otra mano acaricio la parte de arriba de la suya, con la cabeza saludo a Kolme.

Aun con las dos manos en la de Lulu, la miro los ojos, su mirada brillante, le dejaba ver que ella estaba ilusionada, en ese momento la guiño un ojo y cerca de su cara la susurro: - Estas preciosa mi vida – después tomo su mano y se pusieron de frente mirando al Padre Moldot.

la novia se veia tan bonita con aquel vestido, mama nos habia pedido que nos portaramos bien, pero al lado de Luix, eso era casi imposible, sobre todo con sus comentarios acidos.
Mama mama! ¿Ederne se casará pronto y nos dejará verdad? ¿Puedo encargarme yo del novio? Estate tranquila que le buscare uno graaaandeeee y adecuado para ella. ¿Si?¿Verdad?
si las miradas mataran, Luix habria perecido hace ya mucho tiempo, pero lamentablemente aun no aprendia a matar de esa forma.

me gire hacia Luix para responderle bajito, ya que la ceremonia estaba comenzando
si tienes tantas prisas que me case hermanito, tambien puedo buscar una mujer adecuada para ti - dije pensando en la curandera tuerta, narigona y deformada que habia visto al acompañar a Maria hace unas semanas por una medicina.

aunque preferiria ayudarte con tu voto de castidad y entrega al altisimo, hermanito, a solo pan y agua. - agregue mas bajito solo para mi - muerte lenta pero segura
mostre mis dientecitos a mi hermano y sonrei maquiavelicamente.
mire inocente a mi madre y le dije - falta tanto para que yo me case mami, que temo que mi hermano no alcance a ver tal acontecimiento
me volvi hacia el altar para ver la ceremonia, seria larga y yo sin poder darle una colleja a Luix

El Vicario escuchó las palabras de Javikeko con gracia y haciendo recordar a Moldot la casualidad con Lulu.

El clérigo observó que todos los bancos habían sido ocupados ya y vió oportuno comenzar.

-Bienvenidos, hijos míos. Qué Dios les bendiga a todos.

El matrimonio es algo más que un Sacramento que imparte el Aristotelismo. El Sagrado Matrimonio es la unión de dos personas que se aman y se amarán hasta el fin de sus días y lo hacen ante el Altísimo.

El amor debe imperar por encima de cualquier cosa en los matrimonios, pues Dios así lo quiere por la razón de vernos feliz y de procurar la reproducción de nuestra especie en este mundo que nos ha dado para que podamos vivir alegremente.

Terminado el sermón continuó con la ceremonia.

Hoy, estamos reunidos aquí para celebrar el matrimonio de Doña Lulu Bathory y de Don Javikeko Murino i Valmaseda. Su amor es tan fuerte que desearon que Dios lo bendiga.

Desde su bautismo Doña Lulu Bathory y Don Javikeko Murino i Valmaseda son miembros de la comunidad Aristotélica. Así, por una vida virtuosa, pueden esperar acceder al Paraíso, que se encuentra en el Sol.
Seguirán desde ahora las enseñanzas de nuestro profeta Aristotéles y de Christo, nuestro mesías. Y pueden ahora acceder a la próxima etapa laica de la fe Aristotélica: el sacramento del matrimonio.

Christo, que sea bendecido, nos enseñó esto:



El Vicario tomó aire y prosiguió.

-Así, tal Natchiachia y Yhonny, deberéis quereros de un amor tan puro y virtuoso que glorificará a Dios.

El Padre Moldot miró a Lulu y así comenzar con las preguntas.

-¿Tú, Doña Lulu Bathory de Segorbe, estás dispuesta a vivir así?.

El Borja, aunque no pareciera, había llegado temprano. Había salido con anticipación, y engalanado en muy buenos ropajes. Su caballo no le había fallado esta vez, y a dos horas de haber salido de su casa, ya se hallaba en dónde habría de celebrarse la boda. Entró dando pasos largos, y sonriendo, saludó con una inclinación de la cabeza a los presentes, y decidió sentarse en el tercer banco.

¡Últimamente habían habido muchas bodas, y siempre invitado!. El Dignatario de Roma ya se estaba ganando su reputación de asiduo a las fiestas, y por fin podía decir que ya no sólo salía de su casa para conspirar en viejas tabernas, ir a funerales o a coronaciones. Elevó la mirada al cielo, y contempló los frescos de la capilla. Estaba excelentemente diseñada. Se preguntó por un momento quién sería el arquitecto, pero sus pensamientos se vieron interrumpidos al ver que ya avanzaban los novios hacia el altar...

Tras las escasas explicaciones dadas por su prometida y la rápida huida de la misma, Argo se dirigió, lo más elegantemente posible dados sus medios, a la capilla.

Aceleró su paso, puesto que, si era más que posible que la rubia llegara tarde, él iría ya con un retraso considerable.

Una vez allí observó que la cantidad de gente y la vestimenta de los asistentes indicaba sin duda la celebración de una boda, una boda que estaba empezando, pues todos se dirigían hacia el interior del sacrosanto lugar.

Entró tratando de no llamar en exceso la atención, y vislumbro a la futura pareja de hecho, a la cual no tenía la suerte de conocer en persona, aunque había oido hablar de ellos. Acompañando al novio hasta el altar, estaba la que, supuso, era la madrina. Una preciosa rubia, con un moño extrañamente familiar, envuelta en un precioso traje rojo que hacía resaltar aun más si cabe su belleza natural y, sonriendo, murmuró pra si -No llegaría puntual ni a su propia boda- sabiendo ya quien era la hermosa madrina del evento.

Sin saber muy bien que hacer y aun de pie, trató de buscar a alguien conocido con quien sentarse, reconociendo a Ducce y aproximandose a él saludando con gestos para no interrumpir el evento.

El Corleone con voz clara y firme dijo:

-El matrimonio, como nos lo enseñó Christo, nuestro mesías, es un empeño de por vida.

¿Estáis dispuesta a estar atada al señor Javikeko Murino i Valmaseda por el sacramento del matrimonio hasta que seáis llamados por Dios?.

Luego el Capellán Valenciano volvió su mirada a Javikeko y dijo:

-¿Y vos, Javikeko Murino i Valmaseda de Segorbe, estáis dispuesto a vivir queriendo a Doña Lulu Bathory con un amor tan puro y virtuoso que glorificará a Dios?.

La ceremonia iba desarrollándose con normalidad. Las miradas de reojo entre los contrayentes eran bastante habituales.

- Ya queda menos. - La Bathory dijo al novio moviendo los labios en una de esas miradas, sonriendo levemente y sin emitir sonido.

El Padre Moldot, continuaba avanzando la ceremonia con su voz serena y clara y el silencio era sepulcral dentro del templo hasta que unos ruidos a su espalda, rompieron la paz.

- ¡Ya estamos! - Pensó con un suspiro de resignación, cerrando los ojos. - ¿Qué pasará ahora? ¡Cómo sea el rector nuevamente.....! - Miró casi con miedo hacia atrás. - ¡Pero si es el Gobernador! - Aunque lo tenía bastante lejos, le reconoció por su quejido, por algo que su prometida le había hecho.

Aliviada, quedó nuevamente mirando a su prometido con una sonrisa. Ahora le correspondía a él contestar las preguntas.

Mk entraba de la mano de Lota en la iglesia aristotélica donde se iba a celebrar la ceremonia. Andaban un poco deprisa, ya que temían llegar tarde. Y ciertamente era así, ya que la ceremonia estaba empezando. El moro sabía que con su atuendo llamaría la atención, mas no quería disimular su condición, ni siquiera en la santa iglesia. Por tanto, llevaba las ropas moriscas que gustaba utilizar cuando había alguna fiesta o ceremonia, ya fuera averroísta o de otra confesión
http://img149.imageshack.us/img149/7460/disfrazdetuaregmoriscot.jpg
Sonrió a su amada y estuvo a punto de decir algo, pero calló, por respeto a los contrayentes y a la gente. Consiguieron un buen sitio para seguir la ceremonia, sentándose discretamente, o más bien todo lo discretamente que podían con la manera de vestir que gastaban

La de Guadalest , tenía un día muy complicado los puertos no la dejaban quieta, y su gran amiga Lulú se casaba, así que dejo todo para no llegar más tarde y se puso sus mejores galas, salió de Castell de Guadalest para llegar a la capilla, entró muy silenciosa, no quería interrumpir la hermosa ceremonia, se sentó al lado de sus amigo Asra y su bella Mazi, al parecer también habían llegado tarde. Todo lucia esplendido estaba la capilla radiante con una luz que los novios daban con tanto amor y muchas caras conocidas, unos sus mejores amigos, otros sólo conocidos, pero no podía evitar mirar a amiga Lulú, lucia hermosa su vestido era maravilloso y sobre todo la luz que tenía su cara, claro el novio estaba igual... al mirar observa a los pequeños Luix y Ederne, bueno eran inconfundibles siempre tan activos y tan hermosos, claro eran igual que los padres.

Con mucha atención se quedó quieta para escuchar la ceremonia del Capellán Moldot Carleone Laínez.

La ceremonia estaba resultando ser conmovedora. Todos los rostros, con la mirada brillante por la emoción y la felicidad del momento, no se apartaban de la pareja. De pronto escuchó a alguien a su espalda comentar la presencia de dos invitados. Solía hacer caso omiso a los comentarios y los chismorreos de la gente, pero Lucía no era igual de inmune.

- Moriscos, señora.

Lunna apretó con fuerza el brazo de la muchacha con desaprobación, más no pudo evitar la tentación de volver su atención a las dos figuras recién llegadas. Bueno, dos y media, dado el estado de la mujer. Apenas pudo contener una carcajada cuando reconoció a Lota, con su desafiante mirada y patente nerviosismo. Sus miradas se cruzaron y Lunna esbozó una enorme sonrisa a su buena amiga. Bajó la mirada hacia su vientre y volvió a subirla para averiguar quién era el culpable de aquello. Sonrió de nuevo a Lota al verla colgada del brazo de tan buen hombre, y en silencio ambas acordaron reunirse más tarde y ponerse al día de todo. Había pasado mucho tiempo desde que compartieron las últimas rondas en alguna taberna de mala muerte.

Volvió a centrar su atención en el altar, aunque sin poder ocultar una sonrisa complacida ante la llegada de su buena amiga. Lucía se giró mirando a la mora interrogante, pues sentía infinita curiosidad por saber qué tipo de relación habían mantenido las dos mujeres. Y sobre todo, por qué su señora sonreía de aquella manera, y por qué su mirada parecía ahora soñadora.

Feiniel sonreia, con su brazo alrededor de Tadeita, mientras observaba el transcurso de la ceremonia. Sentandos en uno de los bancos proximos al altar para no perder el mas minimo detalle

Se sentia feliz por la que fue su madrina de bodas. Con la experiencia tan reciente podia saber la felicidad que debia embargar a la pareja en un momento asi. Obsevro al novio, al que aun no habia podido conocer, aunque desde luego debia ser una persona digna de conocer si habia enamorado a Lulu hasta el punto de casarse

Desde luego, el amor era algo maravilloso, el verlo tan patente en los novios le hacia sonreir, aunque aun mas era poder sentirlo uno y no verlo solo en los demas. Lastima que algunos solo se amen a si mismo, seguro que mas de uno si pudiera desdoblarse se casaria consigo mismo

Dejo sus cavilaciones para volver a centrar su atencion en los novios y en la ceremonia. Susurrandole a Tadeita al oido- Hacen una gran pareja, tengo interes en concoer al novio..

Muy seguro y con firmeza respondió:

- Sí, lo estoy. -.

El Corleone tornó su mirada a LadyGinebra y le preguntó:

-¿Vos, Doña Ginebra de la Olla i Rubiá, testigo de Don Javikeko Murino i Valmaseda, oíste, como yo, que Don Javikeko Murino i Valmaseda está dispuesto a estar atado a Doña Lulu Bathory hasta que la muerte los separe, en el seno de un amor tan puro y virtuoso que glorificará a Dios?.

Gulf llegaba como de costumbre pegando gritos.

¡Amarra ese cabo! ¡Recoge el velamen! ¡Echa el ancla! ¡Qué llego tarde! ¡Cretinos de las montañas! – decía y ordenaba a toda la tripulación pegando saltos por la cubierta mientras se metía unos calzones de tela gruesa y se acomodaba una capa de cuero oscuro sobre los hombros.

El Picassent II estaba entrando en el puerto de Valencia y el pelirrojo ya buscaba en el muelle a su caballo y séquito, listos para partir hacia Bétera.

¡Oficial! ¡Queda al mando! ¡Y como haya un solo rayón…! – dijo gruñendo - ¡Botarate! ¡Dame ese cabo!

Cuando aún estaban a un par de metros del muelle el Capitán se agarró al cabo y saltó por la borda para caer junto a su caballo.

¡Rápido! ¡Qué llego tarde! – dijo mientras montaba.

Espoleó al caballo con fuerza y salió a prisa del muelle. Un reducido séquito le seguía de cerca, pero los dejaba atrás, incapaces de alcanzar su caballo.

Poco después entró en el Condado de Bétera y siguió los conocidos caminos hacia el campanario de la Iglesia, que se veía desde lejos.
Bajó de un salto junto al edificio Santo y dándole una palmada en el lomo al equino, le mandó a los campos con la vacas.

Menudo séquito… que se queda atrás… - comentó sólo mirando una nube de polvo que se acercaba a lo lejos por el camino – En fin… ¡Adentro!


Entró sigiloso por el gran portón y se acomodó en una de las últimas filas. Había muchos viejos conocidos y amigos, además de una muy querida pareja elegantemente arreglada que se declaraban aquel día el amor eterno.

Les conozco de hace un siglo – pensó – Joe, pues que bien se mantienen… quizás haya pasado menos tiempo… - y miró a su izquierda – ¿No está guapa la novia? – le comentó a una anciana del Condado de Bétera que observaba emocionada a su lado.

¡No la mires! ¡Pervertido! – le contestó amenazando con el dedo.

El pelirrojo giro la cara asustado.

¡Por las barbas de Anzo I! Que genio tienen las de Bétera…

La voz de Kolme había llenado por completo la capilla con su rotunda respuesta. Ahora le tocaba el turno a ella. La rubia estaba tan espectante que casi había olvidado que ella era partícipe de la ceremonia. Cuando esuchó su nombre de boca del Pater acertó a pensar "Uy, si se llama igual que yo, ¡hay otra Rubiá más en el mundo!" La buscó con la mirada hasta que un tenso silencio la sacó de su rubiez. "!La leche! ¡¡Me toca!!". Ginebra alzó el rostro y miró a los novios con serenidad, primero a la novia, que la miraba con una ceja levantada y luego a Keko, a quien se le empezaban a asomar los colmillos por la comisura de los labios de puro nervio. Bien, ya habían sufrido bastante. Ya era hora de que esos dos enamorados que se miraban como si no existiese nadie más en el mundo pudieran estar juntos por fin.

-Yo, Ginebra de la Olla y Rub...- Primero una risita nerviosa y luego un tintineo metálico bajo sus pies la desconcentró por completo. Con los ojos muy abiertos buscó el motivo de la interrupción. ¿Había hecho algo mal? ¿Le estaban llamando la atención? ¿Era un sueño todo aquello?. Parpadeando varias veces, agachó la cabeza y vio una cabecita dorada gateando delante de ella y recogiendo diminutas monedas, para luego guardarlas en un cesto. Bajo las greñas, los ojos implorantes de su hermana.

- Tú sigue con lo tuyo, hermana, sólo es un pequeño problemilla...- Le dijo su hermana mayor en un susurro y siguió con su cuadrúpedo caminar en busca y captura de las dichosas monedas. Ginebra miró a los invitados, sólo acertó a distinguir las primeras filas, pero todas las caras eran análogas: Labios contraídos para tratar de evitar la risa y miradas nerviosas que iban desde los novios hasta las arras que rodaban, pasando por las caras de circunstancias de Crimea y Ginebra.

-Yo, Ginebra de las Arras... de la Olla i Rubiá [cómo no], he oído como Don Javikeko Murino i Valmaseda, aquí presente, desea con toda su alma permancer junto a la Batho... Doña Lulu Bathory hasta que la muerte los separe. Y doy fe de que glorifacarán a Dios de una manera asombrosa... digo... virtuosa.- La rubia tomó aire, pensando en su más que posible excomulgación, miró a Keko con ojitos de corderilla degollada y compartió otra risa nerviosa por lo bajo con su hermana Crimea, de rodillas tras ella y con Bryn, enfrente, al amparo de las demás miradas, donde podía reírse agusto.

Por fin, el Vicario se volvió hacia la muchedumbre reunida en la Capilla de San Jorge y pidió:

-¿Y hay alguien aquí que se oponga a que estas dos personas se casen?, ¡ Qué hable ahora o se calle para siempre!.

El rubio observaba toda la ceremonia desde un lateral de las bancadas de los invitados. Habían entrado justo un poco antes que los novios, más bien a toda prisa para no entorpecer su llegada y habían acabado sentándose en un lateral desde donde no se podía ver bien a la pareja. Se pasaba todo el tiempo tratando de mirar por encima del altísimo sombrerito de cofia con unos lazos enormes de la señora que estaba delante y que apenas le permitían ver.

- Juer, tanto tiempo esperando para verla y ahora que estoy tan cerca tampoco puedo...

Había visto llegar de refilón a la pareja rodeados de unas cuantas rubias que parecían estar por todas partes, que no había forma de que se quedaran quietas en un sitio. En otra cosa quizás no, pero en rubias estaba claro que Valencia era la primera potencia mundial.

- Tendríamos que hacer algo en Cast... - murmuró, pero la veneciana le dio un golpe en las costillas para callarlo.

Luego se escuchó la voz de la Bathory dando el sí quiero...

- ¡Bueno! ¡Por lo menos conozco su voz! ¡Dichoso sombrerito!¡Psss, señora! ¡Pssss, señora, el sombrero!
- Shhh, ¡calla! - reprendió Colombina

La ceremonia continuaba. El padre Moldot guiaba la ceremonia con voz segura, mostrando su buen oficio. De repente, un terrible ruido de monedas rodando por el suelo...

- ¿Pero qué pasa? - preguntó el Heraldo
- Se han caído las arras.
- ¡Es que no veo! Pssss, ¡señora!
- Pero sé un poco más discreto... tose un poco, así, disimuladamente.
- Señora... cof, cof, el sombrero. Señora... ejem, ejem, ¡EJEM!

-¿Y hay alguien aquí que se oponga a que estas dos personas se casen?, ¡ Qué hable ahora o se calle para siempre!.

- ¡EEEEJEMM, EEEJEMMMM!

Muchos de los invitados a su alrededor (con la única excepción de la señora del sombrerito) se giraron para mirarlo.

- Perdón yo... no quería decir que... vamos que no es que yo... ¿y por qué iba yo...? - y enrojeció como un tomate.

El rubio acabó sentándose en la silla pidiendo que se lo tragase la tierra y rogando a los dioses para que el padre Moldot no le hubiera oido.

No se lo podía creer. ¿Alguien pretendía impedir nuevamente que tuviera un futuro junto al de Murino? Su cuerpo permaneció inmóvil al mirar hacia atrás, buscando la procedencia de aquella voz, pero el cambio de mirada ilusionada a ojos inyectados en sangre, fue más que evidente.

- Perdón yo... no quería decir que... vamos que no es que yo... ¿y por qué iba yo...?

Paseó la mirada por los bancos laterales desde donde escuchaba la voz, cada vez más baja. La ubicó justo detrás de una señora que no conocía - Ya se habían colado, cómo no. - que lucía una cofia con unos lazos desproporcionados, o más bien, intentaba lucirla, porque se mirara desde dónde se mirara, era horrenda. El dichoso tocado tapaba el rostro del hombre por completo, del que sólo era visible un sombrero curiosamente emplumado.

- El lado de los extravagantes... - Pensó, entornando los ojos para retener en su memoria la apariencia del extraño sombrero. - Ya descubriré quién sois, ese chapeau no se olvida facilmente. - Pero un segundo después, volvía a quedar estupefacta. - ¿Qué hace mi dama de los anillos jugando con las plumas del indiscreto? - Miraba al sitio donde instantes antes estaba la menor de las Rubiá, junto a ellos, con la esperanza de que otra rubia llevara un vestido de color similar y fuera la que estaba en los bancos laterales; pero no, era la vizcondesa de Olocau. - ¡Brynhildr von Rosenrot i Rubiá, como lo que busques en el plumaje sea los anillos, habrá un miembro menos en la familia Rubiá en cuanto acabe esta boda! - Se prometió mentalmente a sí misma, mientras apretaba cada vez más la mano de su futuro esposo.

Le iba a cometar al oído a Nospeb que había visto a Gulf llegar pero en ese momento en el que se hacía silencio sepulcral preferí no abrir la boca. Esperaba el beso tradicional que sellaba la unión en la iglesia...había sido una ceremonia preciosa, las damas allegadas a la novia habían estado pendientes de ella todo el tiempo.
Muy pronto desfilarían del brazo hasta el pórtico de entrada, pero esta vez juntos y siendo marido y mujer...

Rosabelle suspiró

- Qué bochorno, qué bochorno - se decía mascullando entre dientes sintiendo como todas las miradas caían sobre él.

Resignado a no ver la ceremonia, el rubio se había sentado, más bien derrumbado, un tanto azorado confiando en que pronto los que le rodeaban olvidaran el incidente. Continuaba con las mejillas encendidas contemplando la espalda de la señora que, impertérrita, seguía disfrutando de las vistas que a él se le negaban. El calor del rubor comenzó a hacerse insoportable.

Con un bufido se quitó su propio sombrero emplumado(1) para darse un poco de aire, a ver si se le pasaba, mientras miraba un tanto distraido a su alrededor, hasta que contempló algo brillante pegado a una de las plumas del sombrero, más bien colgando de ella, que por su viscosidad no había conseguido desprenderse de él pese a los enérgicos movimientos de abanico. Extrañado, se quedó mirando el color blancúzco de aquello sin saber muy bien qué hacer a continuación. Miró al techo a ver si descubría algún rastro de algo húmedo que le permitiera conocer la verdadera naturaleza de su nuevo adorno, pero aparte de observar que los condes de Bétera tenían que hacer una urgente inversión en pintura, no descubrió nada más.

Se puso lentamente en pié mirando a todos lados, hasta que giró un poco la cabeza hacia atrás y descubrió a la dama detrás suyo que ponía una más que sospechosa cara de inocencia.

- Caramba, otra rubia... ¿pero cuántas hay? - pensó.

Luego sintió la imperiosa necesidad de decir algo por no ser descortés y que fuera además original. Inclinó levemente la cabeza a modo de saludo y susurró a baja voz:

- ¿Venís de parte de la novia o del novio?

Y rápidamente, un tanto dudoso de si en Valencia tenían o no esa costumbre o de si era pertinente en medio de una ceremonia, acercó su mano a la dama en un gesto que requería la suya, para besarla como se exigía según la etiqueta imperante en la corte cuando un caballero conocía por primera vez a una dama.

- Mi nombre es Hernando de Osuna - añadió en otro susurro - Vengo desde Valladolid, en Castilla...

Ahí estaba la rubia, de rodillas tras uno de los bancos, riéndose por lo bajo de la desgracia ajena como la pécora que era y disfrutando del espectáculo de lanzamiento de cofia, que por suerte había devuelto la atención de muchos de los asistentes al presbiterio. Como se nota que la Bathory tiene mundo, pensaba, ha preparado boda con espectáculo, exhibición deportiva...ah ¡cuánto me queda por aprender!. Suspiraba con medio cuerpo bajo el banco, alargando el brazo hacia lo que parecía ser una de las dichosas moneditas, aunque no tenía ni idea de a donde habría ido a parar la otra.

- ¡Ajá! - con gesto triunfal y aún más desgreñada de lo habitual emergió de las oscuras profundidades. Estaba a punto de alzar la moneda y brindársela a su hermana en un ademán victorioso cuando su mirada se encontró con la del rubio caballero poseedor de aquel fantabuloso sombrero, que la miraba con gesto entre dubitativo y curioso. Deseando fervorosamente que no hubiera descubierto su pequeño accidente, trató de poner su mirada más candorosa y le dedicó una de esas sonrisas de "sea lo que sea ya estaba así cuando llegué", que por otra parte se parecía mucho a la de "cuarenta y cinco grados a siniestra, gato susceptible de ser arrojado por el torreón".

Con una cortés inclinación de cabeza, el rubio, al que se veía más suelto en aquello de la urbanidad, le susurró:

- ¿Venís de parte de la novia o del novio?

- Ehhm...yo... soy la de los anillos - repuso como si eso fuera algún tipo de respuesta aceptable.

Se inclinó hacia la dama de la hermosa y verde mirada, sonriéndole sin saber muy bien como justificar su presencia detrás de ellos y deseando que se la tragara la tierra.

El educado gesto del caballero buscando su mano, hizo que sus mejillas se arrebolaran al ser consciente de su completa inutilidad para aquello del decoro, la urbanidad y las buenas maneras. Le tendió la mano mientras le dedicaba una torpe reverencia.

- Mi nombre es Hernando de Osuna - susurraba de nuevo el caballero - Vengo desde Valladolid, en Castilla...

Ohhh Castilla... la simple mención de ese nombre evocaba tantos pensamientos en ella... bueno, tantos no, sólo las ganas que tenía de emprender un buen viaje.

- Un placer conoceros - murmuró reverencieándole de nuevo - Brynhildr Von Rosenrot i Rubiá, para serviros... Yo vengo desde Olocau, bueno, desde Segorbe... o desde Tarragona, aunque en realidad nací en Würzburg... es que soy bastarda ¿sabéis? - añadió en uno de sus bucles de parloteo nervioso incoherente e indiscreto - aunque sobre todo vengo de Olocau, que está ahí... al lado... y... - con todo el disimulo del que era capaz, toqueteaba las plumas a fin de liberarlas de toda materia viscosa, para a continuación limpiarse en la pelliza de la otrora portadora de la horrorenda cofia - ...y... casi que voy a volver a ocupar mi lugar antes de que la novia me asesine... - Lo cual, por otra parte, podría haber sucedido hacía tres o cuatro instantes si las miradas matasen.

Con un suspiro de alivio que probablemte se había oído hasta en Gátova, metió discretamente la mano en su escote al notar el bulto del cojincillo que portaba los anillos. Por algún motivo, últimamente andaba más dispersa de lo habitual.

Sonrió junto a los contrayentes al oir como Moldot los declaraba marido y mujer mientras sostenía el cojín de los anillos a su alcance ¿Sería posible que fuese a acabar llorando? Llevaba varios días con las emociones a flor de piel y ver a dos amigos unir sus vidas bajo la bendición del Altísimo...

- Ambos sóis muy afortunados por teneros - musitó emocionada sin poder evitarlo, mientras bizqueaba en un intento por frenar la lágrima que estaba a punto de rodar por su mejilla.

Kayn llego algo tarde pero el viaje habia sido largo y los asuntos del gobierno aragones le requerian, se acerco a los novios, la novia, una vieja amiga de sus andaduras por cataluña, al novio no lo conocia personalmente pero lo saludo de inmediato.

-FElicidades JAvikeko ! espero que cuide bien de esta hermosa dama. Encantado mi nombre es Kayn de Urrea.- Dijo Kayn presentandose.
Se acerco a Lulu a la que hace tiempo que no veia pero que en las ultimas semanas se habian enviado algunas misivas.
-Como estas? FElicidades!!- Dando un abrazo a la novia que estaba radiante.
-Espero que seas muy feliz con este hombreton-dijo riendose.

-De verdad me alegro mucho pero tengo que marchar presto, pues asuntos importantes me requieren. Mis disculpas.

Seguía agarrado de la mano de su prometida, rezando al Altísimo, esperando escuchar las últimas palabras de Moldot, miraba a la Bathory, miraba al Altísimo y volvía a mirar a Moldot.

En eso Moldot pronunció las palabras:

-¡ Hijos míos !

Este día es bendecido por Dios. Puedan sus vidas ser virtuosas, conformes al mensaje divino transmitido por el profeta Aristóteles y por Christo, nuestro mesías.

Ahora, por los poderes que me son conferidos por la Santa Iglesia Aristotélica, os hago marido y mujer. Pueda vuestro amor quedar purificado de toda tentación exterior. ¡ Qué Dios le bendiga!

Amen

Un rayo de luz apareció por la mente del Murino. Moldot se acercó a la pareja y a la vez que les entregaba el certificado dijo:

-Tomad este Certificado de Matrimonio, es vuestro. Guardadlo con amor durante toda vuestra vida.-

Esperó a que llegasen las Rubias, que por cierto iban divinas de la muerte, para darles las Arras y las Alianzas:



Cri llegaba corriendo y casi vuelve a perder las Arras, pero llego al lado de la pareja, mientras Bry cerca de ellos dijo: - Ambos sóis muy afortunados por teneros – Keko mirándola sonrió.

Después de pasarse las Arras, Javikeko tomó la mano de Lulu y la puso la alianza en el dedo, lentamente acariciándolo a la vez que lo ponía y susurrando en su oído: -que ganas de llevarte al alcornoque, preparate despues del banquete- mientras con una sonrisa picara le guiñaba un ojo. Luego Lulu hizo lo mismo con Javikeko, el sentía el tacto de ella.

Por fin había terminado la ceremonia, él se giró hacia Lulu, la tomó de la otra mano, la miró con dulzura y sin dejar de mirarla se fue acercando lentamente a ella, hasta al fin poder darle ese beso tan esperado, el beso que confirmaba que al fin, eran Marido y Mujer, el beso que les daría esa felicidad eterna, que tanto habían esperado.

En ese momento una voz rompia el silencio:

-FElicidades JAvikeko ! espero que cuide bien de esta hermosa dama. Encantado mi nombre es Kayn de Urrea.- los ojos como platos y mirándole se quedo el Murino y prosiguió:

-Como estas? FElicidades!!- Abrazo a Lulu -Espero que seas muy feliz con este hombretón- y terminando -De verdad me alegro mucho pero tengo que marchar presto, pues asuntos importantes me requieren. Mis disculpas.

Javikeko seguía asombrado y le contesto: - Muchísimas gracias Caballero, eso seguro, la cuidare mas que a mi propia vida – y una sonrisa de felicidad, lleno el rostro de Keko, hasta que escucho otra:

-Que la cuide!! que la cuide!! que la cuide!! venga chicos, todos conmigo. Que la cuide!! que la cuide!!- mirándole le respondió, si eso le decía aquí al Caballero. Keko quedo un instante perplejo pero miró a su esposa y volvió a darle otro beso.

Los novios ya se habían puesto los anillos, lo que les convertía en marido y mujer. Mazi les miraba sonriendo, alegre de ver como su amiga Lulu era por fin todo lo feliz que se merecía.

Agarró a su prometido del brazo y lo miró sonriéndole. Asra la miró, le sonrió y acarició su mano.

Tienes razón, Lulu está preciosa, ¡y con esa felicidad parece el doble de guapa si cabe! Vamos, vayamos a felicitarles...[/b]

[b]¿Y si esperamos al convite? que aquí la gente va a salir pitando y seguro que cuando lleguemos no queda jamon ni vino -dijo el de Arcàdia en voz baja mirando a toda la gente que había en el lugar.

Mazi levantó la mirada y echó un vistazo a la cantidad de personas que había en la iglesia. Estaba llena, y ellos se encontraban en la mitad de la iglesia... Miró a Asra torciendo el morro y le dijo:

Igual tienes razón, ahora habrá mucha gente para darles la enhorabuena, se van a agobiar, estarán deseando salir de aquí... Les felicitaremos allí, pero seremos los primeros! no quiero que piensen que solo hemos ido por el jamón y el vino...

Se levantaron sin hacer mucho ruido y salieron de la Iglesia en dirección al banquete...

Por fin la ceremonia llego a su fin, los novios se preparaban para dirigirse al banquete, los invitados iban saliendo para esperarlos fuera, el Murino agarrado de la mano de su bella y ahora esposa Lulu, recorrían el pasillo central de la Capilla.

Justo antes de salir por la puerta, que se veía iluminada por el día tan soleado, aunque frió, se escucho ¡Vivan los noffios! Alto y claro, en eso Javikeko pensó: ¡Vaya, el que dijo eso, está o se le ve muy emocionado, que alegría! apretó la mano de su amada un poco más al escucharlo.

Una vez fuera de la capilla, pasaban por un arco, echo para ellos, los guardias se lo dedicaban, con las armas personales de ambos heraldos…..

Otra pareja mas unida ante los ojos del altisimo, y que fuese por el resto de sus vidas. E por la puerta de la capilla de Betera salien los recien casados entre los gritos de felicitaciones de los invitados.
El Campeador ahi aplaudia al paso que salian. Y delante suyo un objeto con muchas pumas aparecia encima de la cabeza de un señor. Como puede la gente ponerse esas cosas en la cabeza, hay que ser ortera, y encima!!! Me tapan la visibilidad con ese gallinero en la cabeza. Pensaba Zebaz mientras observaba aquel sombrero y perdia su mente. Sin darse cuenta que su hija, a la que mantenia en brazos, jugaba con aquel sombrero y lo destruia por completo.

Ante la reaccion, se quedo parado sin saber que decir.

Disculpe, Hernando verdad? Creia recorar el nombre de aquel señor que conocio en la Catedral de Burgos. Siento mucho, lo que ha ocurrido, pues a mi hija le llamo la antencion de su sombrero, ya sabe los niños ven cosas llamativas. Para no llamarle la antencion a la niña, con la de plumas que tenia ese sombrero, a cualquiera le llamaba la atencion. Y decidio jugar con el, siento mucho lo ocurrido, Si puedo recompensarlo de alguna forma?

Y que gran favor hizo la niña rompiendo aquella cosa, Y espero a la respuesta de Don Herando, contiendose la risa por la situacion. Ni en la boda de los reyes de Valencia, cuando Ismot se puso a mear en un macetero.

Ve que niña mas guapa y mas hermosa tengo, saco la belleza de su madre y mi inteligencia.Decía Zebaz, mientras hablaba con Hernando.

Y por su sombrero tan ... por su sombrero no se preocupe, seguro que alguna sastre podrá recomponerlo, y seguro que encuentra alguna gallina a la que desplumar y poder llenarlo nuevamente de plumas. Eso si, lave primero las plumas que ya se sabe como son las gallinas. Dijo riendo.

Pero al escuchar que quería hacerle pagar por aquel sombrero, Zebaz se paralizo, no por su puño prieto que todo el mundo conocía, si no por tener que pagar por una cosa tan fea. Y lo miro con una sonrisa.

Don Hernando, ya será hora de ir hacia el banquete, será un gusto pasar el convite junto usted, lo pasaremos bien.