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[RP] Lulú la malincuente... errepé inconcluso ad infinitum

Brynhildr
Ya, ya sé... pero estaba nostálgica así que lo traje aquí.
Cuando una tiene el privilegio de rodearse de compañeros de juego del calibre de los que aquí estáis, de algunos que ya no están y de algunos que espero estén por venir... a la menda lerenda le agarran en ocasiones estas tonterías sensibleras, qué le vamos a hacer, no me lo tengáis muy en cuenta.


--Teniente_colombo a écrit:


Iba cabizbajo haciendo su ronda nocturna por el pueblo, sacudiendo la cabeza al ritmo de su andar bamboleante. Apatrullar la ciudad – se lamentaba – ¡Para esto hemos quedado!

Aún le resquemaba que le hubieran degradado, aunque con el percal que se había montado, debería considerarse afortunado de que la Prefecta no le hubiera retirado la placa y la espada directamente ¡Y todo había sido un malentendido! Cómo iba él a suponer que aquella remesa de escalopines era material robado… aunque bueno, también estaba lo de entregar aquel informe lleno de manchas y churretes, pero en algún lado tenía que envolver el bocadillo de chanquetes, que si no le ponía el bolsillo perdido. Aunque tal vez la gota que colmó el vaso fuese lo de dejarse robar el yelmo reglamentario ¡pero qué podía hacer él! Eran muchas y tenían poderosas garras, afilados colmillos y una mirada feroz y sanguinaria… malditas ardillas.


El caso era que ahora se veía abocado a pasar las noches haciendo ronda y eso suponía que lo más apasionante que le ofrecía la jornada era llevar a rastras a casa a algún borracho. Suspiraba mientras oteaba las copas de los árboles, comprobando que estuvieran libres de gatitos y pateando de vez en cuando los guijarros del camino, cuando una figura recostada en uno de los bancos de la plaza consistorial llamó su atención. No era raro que el borrachín del señor Tragogrande apareciera durmiendo la mona en los lugares más insospechados (aún recordaba lo que le había costado soltarlo del badajo del campanario de la Catedral), pero el señor Tragogrande no tenía esa hermosa melena azabache, ni esa piel blanca como el alabastro y desde luego estaba casi casi seguro de que no era una mujer. Con cautela se acercó a la mujer… en un examen preliminar no parecía herida. Un leve y dulce ronquido confirmó sus sospechas: estaba durmiendo como un bebé.

- ¡Que me aspen! - exclamó - ¿pero esta no es…?

Se rascó la frente un tanto confuso. Bueno, al fin y al cabo era una dama y miembro del Consejo de Gobernación nada menos, pero la ley era la ley. La sacudió levemente por los hombros, a lo que la dama respondió acomodándose aún más sobre el duro banco. Malditos gobernantes, se decía, se creen que todo el monte es orégano ¡pues no! También hay hierbajos.

- ¡Eh, eh, oiga! - la sacudía ahora con más vehemencia - El vagabundaje está prohibido en esta ciudad – dijo en cuanto la dama abrió los ojos - pasaréis la noche tras las rejas como la miserable que sóis y no me vengáis con que eso afectará a vuestra reputación…



Imagino que sobra la aclaración, pero por si acaso... Se trata de un RP abierto y cualquier intervención será bienvenida siempre que se mantenga el clima de diversión y buen ambiente. Paseantes, chismosos, compañeros de calabozo... animáos.

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Brynhildr
--el_loco_de_la_colina a écrit:


El loco de la colina Valenciana mas situada al Oeste pasaba mientras Colombo hacia sus menesteres.

Lo miró con desprecio, estaba sacudiendo a una dama,

aaaaah!!! ¡¿¡Y no se le caerá la cara de vergüenza!?! frunció el ceño aquel pobre desquiciado.

El teniendo cesó en las sacudidas, tanto él como la Dama quedaron absortos mirando la hortera camisa de flores del loco que contrastaba con sus pantalones a rayas por los sobacos, inmóviles sin saber que decir.

El Teniente se sonrojó al ver que el loco le increpaba por lo que aquella indefensa Dama estaba soportando. En contraparte la Dama se sentía aliviada, aunque loco y mal vestido, parecía llegar en su defensa.

El loco se olisqueó los sobacos mmmmmfffhhh..... aceptable... se atusó la melena cual lucia tal y como si hubiera estado robando pollos y peleándose con estos... y se dirigió hacia ellos.

Llegados a su altura dijo Debería sentirse avergonzado Teniente!!! Esto no se hace así!!! Es usted un pliegacolchones!!!! empujando a este, dando la Dama con sus huesos de nuevo en el frio suelo de brusca manera.

El loco se giró hacia ella, y se acercó despacio como si quisiera ayudarla, la cogió por los hombros, y comenzó a sacudirla como si la vida se le fuera en ello.

¿ve? teniente!!! ¿ve? así es como se sacude alguien!! No reconocería una buena sacudida ni aunque una le mordiera en el culo!!!!

¡¡¡pintamelones!!!!


--Bubilla_gatuna a écrit:


Eran las tantas de la noche, y como siempre, paseaba ella por las calles del centro de la villa valenciana. Decían las gentes del lugar que algunos miembros del Consejo, bastantes ellos, se iban por las noches a una taberna improvisada y secreta, escondida en una casa abandonada que habían adecentado ellos mismos sin permiso de nadie, a beber todo lo que de las bodegas del Castillo de Gobernación sacaban; caldos vertidos de botellas de hacía décadas, que se guardaban bajo llave para reuniones con embajadores y gentes importantes de otros Reinos, corrían cada noche.

Malditos ricos- dijo la mujer- no saben hacer otra cosa, más que beber y beber y beber, y más cosas que no son beber, en vez de arreglar los problemas que hay en el Reino. ¡Panda de inéptos!- dijo ya en voz alta en la calle, sin temor a que la escucharan.

Entrada en años, pelos que dejaron de ser cabelleras hacía tiempo para pasar a ser greñas, un vestido rasgado por las partes bajas y una manta sobre los hombros la vestían, aunque ella creía en su mente un poco descentrada, que aquel trapo largo era un precioso vestido, y su manta mugrienta, un bonito abrigo. Pero no era aquello o que la hacía inconfundible: portaba siempre consigo una cesta llena de gatos. Se dedicaba a pasear por toda Valencia, buscando gatos callejeros, para cuidarlos. "La loca de los gatos, la llamaban". Ella lo sabía, pero no le importaba.

Sabía que de madrugada, muchos felinos acudian a la plaza de la ciudad, a beber agua de la fuente, y quería recogerlos antes de que el Teniente que rondaba por las noches se dedicara a pegarle patadas a esos pobres animales que tanto quería. Nunca solía haber gente a esas horas, pero se llevó una sorpresa al oir barullo. A lo lejos vió a dos hombres, y una joven.


Agggg, el Teniente "matagatos", el Loco de la Colina, que yo no entiendo porque le llaman loco, es un hombre de lo más apuesto con ese atuendo tan elegante que lleva y se le ve bastante bien, y aquella... seguro que es alguna borracha del Consejo...

Sacó un gato de la cesta con decisión, sin ni siquiera ver cuál de ellos era, y esperó a ver qué sucedía. Estaba deseando poder tirarle aquél gato a la cara al Teniente...


--Teniente_colombo a écrit:


Meneaba a la dama, que miraba en derredor como si se preguntara donde estaba (menuda desfachatez tenía, no si....) cuando se vió abrupta y toscamente interrumpido por un penetrante olor seguido de todo el cuerpo corpóreo del Loco de la Colina. Tras darle un empellón que le hizo soltar a la bella durmiente, el interfecto se inclinó sobre ella y le dio una sacudida digna de un artista de la baticao

- ¿ve? teniente!!! ¿ve? así es como se sacude alguien!! No reconocería una buena sacudida ni aunque una le mordiera en el culo!!!!

¡¡¡pintamelones!!!!


Bueno, la cosa estaba así, no le quedaba más remedio que descubrirse ante las artes sacudidoras del caballero de la alegre estampa y el pelazo como un gato acostao (tras haberse echado una siesta dentro de una tina de aceite), pero de ahí a dejarse increpar así como así... ¿hasta cuándo iban a mortificarle con aquel asunto de los melones? Malditos tipos de asuntos internos, fijo que alguno se había ido de la lengua.

- Oiga... - dijo con timidez - verá, yo no...

El sujeto no daba muestras de cejar en su empeño sacudidor y mucho menos de prestarle la más mínima atención.

- ¡Eh, oiga, sujeto! No le voy a consentir... - Las sacudidas de la cabeza de la dama, le hicieron perder el hilo de sus pensamientos, era hipnótico el movimiento de su cabellera... Tocó suavemente el hombro del Loco con el índice - Oiga, mire a ver, que me la desmocha y está bajo custodia policial, era lo que me faltaba en el expediente entregarla descabezada...

Entrenado como estaba para captar movimientos sospechosos a su alrededor, percibió con el rabillo del ojo un gesto malicioso. Oh, ahí estaba ella, la más bella, gato en ristre... Se irguió en todo su metro cincuenta de estatura tratando de aparentar una estampa gallarda y agarrar a la Comisaria de Comercio al mismo tiempo.


--El_loco_de_la_colina a écrit:



El loco absorto en su buen sacudir cuando notó que alguien le tocaba el hombro.
Soltó la Dama, en vista de las enérgicas sacudidas que estaba recibiendo al soltarla fue directa y con gran velocidad de nuevo de bruces al suelo. Entre los golpes y las sacudidas aquella mujer estaba perdiendo su estado de consciencia y la palidez de su rostro empezaba a mostrar su mareo o salida de ánima.

El loco se giró sobre sus talones, pero al dar media vuelta no vio a nadie, bajó su mirada y allí estaba, casi ya se había olvidado de aquel hombrecillo.
Lo miró a los ojos.... se miró el hombro.... volvió a encontrar su mirada con la de Colombo y mientras lo miraba se sacudió el hombro como si desconfiara de aquel por haberle tocado, en cada sacudida que se daba sobre el hombro una nube de caspa era soltada al aire, visto desde fuera evocaba al fin del invierno, cuando las mujeres sacaban las esteras a la calle para golpearlas y quitarles el polvo antes de guardarlas. Ver al loco así era casi como poder tocar la poesía.

Caballero.... ¡¡no toque!! ¿¿porque toca?? ¡¡no se toca!! ¿acaso lo toco yo? ¡no es porque no quiera! pero no hablamos de eso...
no ves que esta camisa es hecha a medida!!! o acaso vio usted algo así a la venta!

que me la compré hará cosa de 5 años para una boda sencilla, aquí en la catedral de Valencia... ¿sencilla? ¡¡si!! quinientos invitados!!! dooooooscientas pamelas!! que cuando la novia tiró el ramo a la que cogió el ramo la tuvieron que sacar tirando con un arado de dos bueyes, ahí tiradica la pobre diciendo ¡¡¡yo me caso!!! ¡¡¡¡ yo me caso!!! aaaaaaaaaaaaaaay señor en que mundo vivimos!
yo no soy de aquí ¿sabe? yo vengo de Portugal!!! que cuando me vine e carreta diez días en carreta!!. Pero si no te das ni cueeeeeeeeeeeeeeenta!!!! que te montas en Oporto y cuando te das cuenta estas en Valencia!!! Vaya velocidades!!! nada más que tocotró tocotró y tocotró y algún ¡¡bájense de las carretas!! Que esto es un asalto, pero dialogando se calman, te apalizan... pero se calman. ¡¿pero qué mundo le vamos a dejar a nuestros hijos!?


El Teniente lo miraba con cara de no saber muy bien porque le contaba todo aquello, la Dama que ya iba volviendo en sí miraba a aquellos dos apuestos galanes que mantenían una distendida conversación, aunque el loco había tomado la voz y parecía no estar dispuesto a soltarla tan pronto.



Porque usted Colombo... ¿ha ido alguna vez de acampada al campo? ¡¡claaaaaaaaaaaaro!! ¿y a que ha pasado miedo? ¡¡¡claaaaaaaaaaro!!! ¿por que? ¿que te va a atacar? un topo!? una ardilla!? ¡¡Pues eso en Portugal no pasa!!! allí los jovenzuelos imberbes como tu se van de acampada a as montanhas rochosas, las montañas rocosas que estoy viendo que andas pegado en el tema del extranjero, y allí hay osos!! pumas!!! linces!!! osos negros!! osos grises!!! Los osos que quieras!!! y... y...

Y porque te contaba yo eeeeeeesto?

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Brynhildr
--Jarri_el_cerdo a écrit:


Metro noventa largo, pelo rubio/castaño grasiento, enjuto pero fibroso, cualquiera le confundiría con un poste si le viera parado en medio de la calle. Traje azul marino lleno de manchas con los bolsillos repletos de todo tipo de cosas útiles para un Inspector de policía, como caramelos de anís chupados. En su documento de identidad ponía Jarri Cálajan, aunque la gente del cuerpo le llamaba "el Cerdo". A saber por qué, pensaba arrastrando los pies, doblando la esquina, dejando atrás el barrio de los burdeles y en lo que se sonaba los mocos en el hombro de la chaqueta, serían las envidias de sus compañeros.

-Cerdo...- rezongó, parando en el puesto de perritos calientes del parque e indicando por señas que quería uno. Abrió la cartera y apartó los churros mohosos que iban a ser su desayuno de mañana, no le importaba que llevaran ahí siete días y que la cartera por dentro ya tuviera el mismo tacto que una bañera llena de anguilas. Por fin sacó el billete en el que había dibujado varios culos en un rato de aburrimiento y pagó con un gruñido.

Maldeciría su suerte y a aquel cretino del inspector que le había apartado del caso más importante en años. Aquella repulsiva banda seguiría campando a sus anchas y sembrando el pánico entre los valencianos, y todo porque "sus métodos son muy duros, Cálajan, cíñase al protocolo", como había dicho aquel estúpido resabido que parecía llevar un palo de escoba en el culo. ¿Y todo por partirle las piernas a aquel mocoso? Aquello no era extralimitarse, en todo caso quedarse corto. El chaval sabía que aquel crimen tenía sus consecuencias, le había pillado infraganti realizando uno de los actos más atroces, vomitivos e incomprensibles para Cálajan, no comprendía cómo un ser humano podía llegar a esos extremos de perversión. Hacía botellón en el parque.

Se limpió los restos de mostaza y ketchup en la corbata de rombos, pasó de largo la fuente y saludó a una anciana señora que se entretenía en darle todo su dinero a un señor con pinta de borrachín a cambio de que este le enseñara una oxidada navaja. Cada vez entendía menos los espectáculos del parque, primero fueron los mimos, que ya eran raros, pero aquello ya escapaba a su comprensión. Más adelante, otro espectáculo parecido, solo que esta vez el tipo de la navaja la empujaba con fuerza una y otra vez contra el estómago de otro tipo, que gorgoteaba y hacía unos ruidos la mar de raros. Ea, ya habían conseguido pringarle los zapatos de sangre...


-Ah, los bohemios y sus extrañas formas de ganarse la vida...- suspiró Jarri, al tiempo que divisaba un grupo de personas reunidas alrededor de un banco, gritando. Apretó mucho los dientes, consiguiendo saltarse un empaste -Botelloneros

La última palabra fue casi un rugido. Corrió hacia ellos, sacó la ballesta y apuntó al más pequeño de los cuatro.

-Venga, alégrame el día. Dejad los vasos y el alcohol y venid conmigo a comisaría.

Todo esto amenazando con la punta de la ballesta a un enanito ornamental que sujetaba una regadera en uno de los parterres, y no parecía muy impresionado. Jodío comisario, que le había hecho entregarle la acreditación de inspector y las gafas de cerca...


Lulu_bathory a écrit:


- Que no cielo, que es urgente. Tengo que partir esta misma noche. Ya sé que estás trabajando y no puedes acompañarme y también que hay peligros en los caminos, pero voy bien armada. - Mostró a su preocupado esposo la espada y el escudo. - No supe hasta ahora mismo que tendría que viajar cariño, sino te habría avisado créeme. Nos vemos en un par de días mi vida. - Y se despidió con un beso con exceso de pasión, de esos, poco descriptibles, que casi le hace cambiar de idea respecto a no esperar un día más para viajar acompañada; pero el deber es el deber y la dama era sobretodo, responsable.Y hacia Valencia partió de noche, a lomos de su viejo corcel.

Era Rozinante, un brioso caballo blanco, regalo de su difunto hermano Mikelon Bathory cuando aún residía la dama en Lérida, en el vecino principado de Cataluña. Pero los años no habían pasado en balde y la montura se agotaba con facilidad, tanto que varias veces tuvo la Bathory que apearse y hacer largos tramos caminando junto al equino. Así que al cruzar las murallas de la capital, de madrugada, fue normal que al pasar por la plaza tomara asiento en uno de los incómodos bancos de piedra, que en ese momento el agotamiento le hacía ver como el más mullido de los cojines que ella misma confeccionaba.


- Será un ratito sólo, para recuperar fuerzas. - Se dijo en voz baja arropándose bien en su propia capa.

Soñaba con un ruido raro, una especie de voz bastante molesta de escuchar. decía algo como: ¡Eh, eh, oiga!; pero ella optó por no hacerle caso y acomodarse un poquito más. Estaba tan a gustito.... Hasta que resultó que aquella voz tenía manos y la estaban zarandeando, fue entonces cuando abrió un ojo para descubrir que no estaba soñando.


- El vagabundaje está prohibido en esta ciudad, pasaréis la noche tras las rejas como la miserable que sóis y no me vengáis con que eso afectará a vuestra reputación…

- ¡¿Eh?! - Abrió el otro ojo y le pareció que entonces escuchaba mejor las palabras que soltaba aquella voz chirriante. - ¡Oh disculpad, me he dormido! ¿Cómo que vagabundaje? No, no. Me senté a... ¡Eh oiga! ¿Cómo que miserable? - Comenzaba a indignarse. - ¿Sabéis con quién estáis hab...?

No logró terminar la frase, quedó tan atónita como el canijo que la había insultado hacía unos segundos, mirando la hipnótica vestimenta de aquel que les había interrumpido.

- Flores con rayas.... ¡Qué mal gusto por el Altísimo! - Pensó enarcando una ceja. - Pero bueno, parece ser que tiene más sentido común que este... ¿Ha dicho pliegacolchones? - Miró de arriba a abajo, con desprecio, al hombrecito que fue empujado por el supuesto salvador, aunque, era llamativo que el trasero que terminó estampándose en el frío suelo, fuera el de ella.

El de poco tino combinando tejidos y empujones, se acercó para ayudarla a levantarse. Lulu en principio alargó la mano, agradecida, aunque ante el aroma que desprendía el caballero habría preferido levantarse por sí sola. Pero no iba a ser descortés, la tomó por los hombros, clara señal de que venía en su ayuda o eso pensaba ella, hasta que su melena azabache comenzó a moverse de un lado a otro violentamente, acompañando los movimientos de su cabeza.

Para cuando dejó de sacudirla y de insultar al que llamaba "Teniente Pintamelones," era tal la desorientación que tenía la Comisario de Comercio que volvió a caer al suelo, esta vez de bruces. Los hombres se ensarzaron en una especie de pelea verbal bastante estéril. Ella aprovechó entonces, para soltarse de las zarpas del diseñador casposo y alejarse un poco de ellos, a gatas. Buscando agazapada tras unos arbustos, el paradero de su corcel, divisó no muy lejos de ellos a una señora con unas pintas un tanto "trapeadas" que blandía un gato en una mano mientras en la otra portaba una cesta que tenía vida propia a juzgar por los maullidos que de allí salían.

Un poco hacia la derecha, encontró por fín a Rozinante, masticando los pocos arbustos que quedaban en aquel lado de la plaza. Pero cuando iba a avanzar hacia él, en busca de su espada, se percató de que cerca del equino, un enanito ornamental con una regadera en las manos era increpado y hasta amenazado por un loco, tan largo como cegato, que le apuntaba con una ballesta sin flechas.


- ¡Oh Dios, es como una pesadilla! - Suspiró por lo bajito y permaneció escondida.




--Bubilla_gatuna a écrit:


Seguía mirando la escena, apretujando al gato con su mano aun más, si cabía... en esto que aquella chica, de pelo largo y moreno, aprovechó un descuido de ambos caballeros para salir a gatas de aquél cruce de palabras con poca chicha, pero que harían daño a cualquiera hacia quien fueran dirigidas... era duro para cualquiera escuchar un insulto como "pliegacolchones" o "pintamelones", y eso no dejaba bien de la azotea a nadie...

¡¡Arggggggg que se les escapa la borracha!! -dijo la mujer araposa, entre maullidos desesperados del felino, que intentaba arañar a la fea loca- Aunque.... ains... menudo derroche de feromonas, de hombría...

Aquella escena la estaba poniendo más berraca que un mono en celo comiendo canela. Se imaginaba al apuesto loco quitándose esa preciosa camisa, esos pantalones que le estilizaban tanto la cintura... aunque también imaginaba al teniente con porra en mano y quitándose los pantalones... Y sabía que con su belleza y elegancia podría tener a cualquiera de los dos. Usó el gato a modo de peine, y después lo cogió por el rabo, dándole vueltas cual bolso de forma sensual, y se dispuso a acercarse a los hombres.

A la porra la borracha, que se vaya, Bubi, ha llegado tu hora de entrar en acción, esos hombres son tuyos...

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