Rose_de_anthares
- ¡Muevan esas piernas, holgazanes de primera! ya decia yo, meses fuera y os habéis vuelto un grupo de ... - y se mordió el labio para no decir lo que pensaba. Aquella mañana había ordenado a su capitán un pase de revista sorpresa y lo que había hallado no había sido de tu total conformidad.
- ¡¿Y se supone protegéis la villa y a mi familia?! ...os voy a dar una paliza! - repitió y repitió hasta que el sol ya cruzaba por el cielo en su medio día.
Hallandose los soldados, algunos sentados y otros sin poder moverse tras el ejercicio, la de Pern tomó la garra de agua que le ofrecia Maria, bebió un poco y el resto lo virtió sobre su cabello y cuello para apaciguar un poco el calor que ya por esos dias primaverales comenzaba a asomar con rapidez. Amarró su cabello, aquel día iba de camisa blanca, pantalones de montar y botas, habiendo dejado por completos vestidos para tener una mejor movilidad.
Cuando se disponía a volver con sus holgazanes soldados, apareció el Duque despues de su mañana de cacería. Venía con su escolta y el premio que había conseguido tras su ardua tarea. Se acercó hasta él secando con las manos el agua que aún recorría por su rostro, cuello y pecho - esposo mío, veo habéis conseguido un buen trofeo este día - éste descendió de sus caballo y cedió las riendas al mozo de cuadra - asi es - le respondió - y ha sido agotador, por lo que si me disculpáis querida mía, iré a refrescarme y descansar - repondió tras su tradicional beso en la mejilla, encaminando sus pasos hacia las puertas de acceso a una de las puertas que daba a los interiores del castillo.
La de Pern se rió y puso sus manos en sus caderas, pensó unos instantes en que su esposo había dejado hace mucho la vida militar centrando toda su atención en el comercio y los negocios. La idea que cruzó por su mente quizás no fue la mas acertada y le costaría caro luego, pero sin duda le proporcionaría la entretención, y de paso el ejemplo para sus soldados, que estaba buscando. Por lo tanto, decidió jugarse su hermoso cuello al instante.
- Claro, comprendo. - se acercó hasta él caminando - a vuestra edad... no estáis para sudores ni contiendas - le dijo susurrando y apartándose luego de él. Casi corriendo, cogió una de las espadas que estaban en unas mesas dispuestas con el armamento de entrnamiento - iré a veros luego, Duque, he de entrenar a nuestros hombres. Lo malo, es que seguro ninguno me hará ni la más minima sombra... -
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