El viejo secretario del Gran Canciller, apareció silenciosamente ante su mesa entregándole la nota que este le enviaba, tomándola de manos de Agustí, leyó la misiva, sonriendo le indicó informase a D. Anzo que se pondría en marcha de inmediato indicándole que podía retirarse.
Inmediatamente se dirigió hacia su castillo para preparar el equipaje. Al llegar ordenó a José que prepararan en un cesto la camada de podencos ibéricos que hacia pocas semanas nacieran, para ofrecerlos como regalo a la futura Reina Myrnia, tomó pergamino, tinta y pluma y escribió una nota a su prometido informándole del viaje que debía realizar en breve
Ordena a sus sirvientes preparen con premura su carruaje, a su fiel Isabel le ordena preparar un par de trajes cómodos para el viaje y un par de ellos mas elegantes para la ceremonia.
Una vez acomodado todo en el carruaje, y llegado su prometido, subieron al mismo y se dirigieron a buscar a sus amigos para dirigirse a tierras Lusas.
El camino había sido largo y duro, pero viajar en compañía de su prometido y amigos había conseguido que el viaje fuese más ameno.
Al fin llegaron a las puertas del Castillo de Almacave donde fueron recibidos por un lacayo al que entregaron los
presentes que portaban para la Reina Myrnia, cuando este les indicó que todos estaban dirigiéndose hacia la Catedral donde iba a comenzar la ceremonia.
Una vez en sus aposentos, rápidamente se refrescaron del polvo del camino, cambiaron sus ropas de viaje por otras más apropiadas para el evento y salieron en dirección a la Catedral donde se celebraría la Coronación.