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[RP] A casa da torre

Syn


Aguardó hasta que el sol se puso y el reloj de la torre señalaba un cuarto para las diez. Entonces se puso en marcha, con la intención de buscar al herrero, aunque sabía que a aquellas horas gustaba de cenar copiosamente en las cocinas de la casa del Conde, y no estaba el horno para bollos, pues la última vez que entraron en su casa sin preaviso, se armó una de no te menees.

Y es que la gitana de protocolos entendía bien poco, pero no se le escapaba que era mejor presentarse acompañada, que así al menos les darían menos vergüenza franquearle el paso y vencer la avanzadilla que de seguro la niña rosa habría mandado al verla aparecer.

"Uhmmm, Marta no puede faltar a esa fiesta, con lo bien que mueve los pompones y la risa contagiosa que posee, es el salvoconducto ideal!"

Ni corta ni perezosa, la gitana se mueve con agilidad entre las calles sorteando a los pocos viandantes que aún, a estas horas de la noche, se aprovechan de la suave brisa ya fresca que amenaza un otoño frío y castigador, hasta arribar a la gran verja de Santillana. Desde el bautizo de la hija de Debian, Syn no ha vuelto a entrar a la majestuosa casa, que sigue ocupada con sus múltiples visitas, aunque de la dueña hace tiempo que no se sabe nada.

“Quitate esos pensamientos raros de encima Syn, que fantasmas ni que leches! Aquí tó es muy real, hasta la puerta aquella pesá de las cocinas donde es mejor que te asomes para preguntar por la señora, no sea que te vean en la principal y te arrojen una palangana de agua, o peor!”

Después de recorrerse de puntillas todo el jardín, bordeando la piscina y saltando por encima de lo que parecían manzanas, llamó a la puerta esperando impaciente que alguien la abriera.

No le dio ni tiempo a la doncella a terminar de abrir la puerta cuando ya estaba la cabeza de la gitanilla asomando por la puerta y dando voces “Martaaaa, Señora Martaaaaa”.

Una soprendida Marta asomaba a su vez por las escaleras, presa del vocerío de Syn, que forcejeaba con la doncella para mantener la puerta abierta.

"Señora Marta, que al parecer la niña rosa se vuelve a meter en jaleos. Debemos ir para… "-y aquí Syn hizo una pausa y mirando a ambos lados se aseguró que la servidumbre escuchaba- "...cerciorarnos que se usa bien a San Cosme." Y guiñándole un ojo y sin darle ni tiempo a rechistar, la tomó de la mano, y se la llevó en volandas en dirección a la casa de la Torre.

Thiara


Debe estar por aquí… decía la pelirroja rebuscando en uno de sus baúles mientras tiraba hacia atrás, una tras otra , prendas y mas prendas de la más fina manufactura, mientras Elena corría de un lado a otro tratando de que aquellas exquisitas piezas no cayeran al suelo…

Pero, señora… ¿que está buscando? Dijo la burgalesa mientras Thiara se ponía de pié, abría otro de los arcones y comenzaba a buscar en él…

¡¡Aquí está¡¡, dijo la turca triunfante mostrando a Elena una túnica azul de un tejido parecido a una nube de lo fino que era y bordado con multitud de brillantes piedrecitas azules…

¡¡¡Pero señora¡¡¡ jamás vi nada igual….. es precioso, pero.. ¿esto se usa para salir a la calle? Decía la joven mientras miraba a través de la prenda…

Por supuesto, dijo la turca , mientras Derbake, que había aparecido como siempre de la nada, ayudaba a su princesa a desvestirse y a colocarse la túnica. Me han comentado que la fiesta de la hija de los Señores de Compostela será muy… especial…y además, que me regalaron esta túnica en la Spezia y todavía no había tenido ocasión de lucirla…

Elena miraba al impasible Derbake desnudar a su señora y pensaba.. (pero ¿eso no debería estar haciendo yo…?)

No te quedes ahí como un pasmarote niña, mira, en ese baul del fondo están los trajes que yo ya no uso, elige alguno que creas que pueda venirte bien, que tú también vienes a la fiesta.

Elena abrió los ojos como platos… ¿ella? ¿En una fiesta? Pe pe pero Alteza .. ¿¿¿yo???,

Por supuesto, una muchacha de servicio siempre viene bien, así que, date prisa que ya es tarde.

El soldado entró al dormitorio, preguntando, ¿nos vamos o no? justo cuando la princesa ya había acabado de arreglarse y daba los últimos toques a su peinado…

Se dio una vuelta lentamente para que él contemplara el atuendo mientras las luces de la velas sacaban reflejos azulados de su túnica…

¿Que tal?

Precioso, musitó el mercenario anonadado

Pues vámonos
dijo ella haciendo ademán de colgarse del brazo del soldado, cuando este,, rápidamente se volvió hasta uno de los baules y cogió una capa de verano de fina lana gris marengo y se la echó por los hombros a la turca… tratando de taparla lo más posible…

Mejor así, Mia caríssima, que por las noches ya refresca… le dijo sonriendo nerviosamente mientras volvía a ofrecerle su brazo…

Y seguidos por Elena, vestida para la ocasión y excitadísima por la novedad, se dirigieron a la Casa da Torre….

Ruy daba el brazo a su princesa y la otra mano no se separaba de la empuñadura de su espada…

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"solo hay una fuerza motriz, el Deseo..."
Aristóteles
Marta296


Peroperopero... ¡Syn!, le decía a la gitanilla mientras la arrastraba a la puerta. ¿Me puedes decir que pasa?
A Marta, que le nombraran al Santo ya le daba hasta miedo. Sobre todo si lo unía al nombre de Bryn... que todavía tenia malos recuerdos de la última ocurrencia de la niña rosa.

Ya en el jardín, Syn le mostró el pequeño pasquín.

Ah, bueno, si es así vale. Espera un momento. Urania está fuera de la villa, o al menos no duerme en casa... vamos a requisar algo de la cocina...

Entró un momento y salió cargada con una cesta, llena con varias botellas de vino, cerveza e hidromiel. También había metido dentro algunos paquetes llenos de chucherías de esas que la Marduquesa tenía escondidas en la despensa...

Ea, vamonos. Se colgó del bracillo de la gitana y caminaron hasta la Casa da Torre.

Uri custodiaba la puerta. Las olfateó y las dejó pasar. Una vez dentro, pasaron hasta la cocina y vaciaron la cesta.


Bryyyyynnnnn, ¿Donde andas? Que ya estamos aquí... ¡venga la primera ronda para celebrarlo!

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Elena.


Ya se conocía el camino del bosque al chamizo como la palma de su mano. Tras entrar lo más sigilosamente posible, había caído rendida nada más apoyar la cabeza y se encontraba sumida en un profundo sueño del que la sacaron un suave zarandeo y unas palabras murmuradas entre risas.
Se levantó de un salto, aún medio dormida y miró alrededor balbuceando unas palabras de disculpa mientras trataba de sacudirse de encima el sopor y ponerse a trabajar con la mayor diligencia posible.

Apenas tuvo tiempo a echarse algo de agua fresca y echar a correr al dormitorio, donde su Alteza murmuraba algo, totalmente abstraída en buscar entre sus numerosos baúles y lanzar las prendas que iba desechando y que a Elena se le antojaban tesoros. Apenas si se atrevía a tocar tan finas y lujosas telas que iba recogiendo con toda delicadeza antes de que llegaran a tocar el suelo.

- ¡¡Aquí está¡¡ - Finalmente pareció encontrar lo que buscaba y con una exclamación le mostró a Elena la pieza bordada cubierta de pedrería.

- ¡¡¡Pero señora¡¡¡ jamás vi nada igual… Es precioso, pero.. ¿esto se usa para salir a la calle? - miraba con sorpresa a través de la fina túnica, pues había visto telarañas más densas. Le sorprendía y a la vez admiraba el aplomo de la princesa.

Ya alargaba las manos para ayudarla a desnudarse cuando Derbake la rebasó, ignorándola por completo y procediendo a desvestir y vestir a la turca con movimientos precisos. Esbozó una tenue sonrisa a la que probablemente el imperturbable jenízaro no hubiera dado la menor muestra de reconocimiento aún de haberla visto. Le inspiraba cierto recelo ese hombre que aparecía sigiloso de entre las sombras siempre que su princesa requería alguna cosa, como si él mismo fuera una sombra más.

Las palabras de Thiara instándola a dejar de mirar a las musarañas y buscar uno de los vestidos que ella ya no usaba la dejaron aún más boquiabierta si cabe.

- Pe-pe-pero Alteza... ¿¿Yo?? - ¿Ella en una fiesta? ¿Y vestida con las prendas de una princesa?

No rechistó a las palabras de la turca y se dio toda la prisa que pudo. Aquellos baúles eran como un sueño hecho realidad para cualquier cría. Con sumo cuidado devolvió a su sitio las túnicas, saris y vestidos que llevaba en brazos y casi se sumergió en el baúl que su señora le indicara, del cual terminó por escoger el vestido que estimó más discreto: una hermosa pieza en rojo con una delicada filigrana en oro en el pecho y brocados. ¡Ya estaba lista!

Tras comprobar que todo quedara debidamente recogido, salió al encuentro de su Alteza e il Signore, siguiéndoles hacia La Casa da Torre a pasitos cortos y cruzando los brazos ante el pecho, tratando de acostumbrarse a la forma en que la satinada tela acariciaba su cuerpo a cada uno de sus movimientos.

En una fiesta... ¡ella en una fiesta!
Filippo.


- No tengo bastante con entender sus caprichos, con administrar sus propiedades italianas, con asegurarme de que no le falte nada, con que sea su confidente y su pañuelo de lágrimas, para que además me mande como mayordomo a las casas de los demás - iba pensando el genovés camino de la Casa da Torre.

Y debía ser por ese callejón, porque se observaba bastante movimiento para ser tan adelantada la noche, eso, o se estaba equivocando de pasaje e iba camino de algún antro de mala reputación.

Pero según avanzaba se dio cuenta de que era el camino, porque las damas iban bien vestidas, elegantes, y los caballeros tres cuartas de lo mismo, lo que inquietó de pronto al mayordomo.

- Temo que la signora no entendió bien la invitación, se debe poner al día con el castellano y las costumbres de esta tierra. - pero era demasiado tarde para volver a la posada y avisar a la Cavalcanti que no era un baile de máscaras y menos de gatos y ratones.

Un perrillo guardaba la puerta, le movió el rabito como dándole la bienvenida. Al entrar en la casa abrió los ojos sorprendido, pero si esto esta sin amueblar... pensó.

- Buenas noches, dama Brynne, me manda la dama Iria para ofrecer mis servicios. Traigo también estas botellas de crema de orujo. Puedo ir preparando los canapés y las copas con el vino, la mantelería...

La joven dama le miró subiendo una de las cejas, ¿mantelerias?, y Filippo entendió que no sería una fiesta como las que estaba acostumbrado.

- Bien dama, me ocuparé de las ropas de abrigo de los invitados - dijo retirándose hacia un lado de la puerta.
Ministriles


-Como estropeéis esto, Castilla no va a ser lo suficientemente ancha para esconderos -amenazó la Pruden con media sonrisa mientras afinaba la chirimía.

-¿Por qué lo dices? -el sacabuche puso cara de inocente.

-Porque os he oído comentar en la carreta que seguro que habría hidromiel, que a ver cómo sabía, que si habría alguna damita soltera y con buena dote... "Y si no es soltera no importa, ya la convenceremos" -imitó la voz del hombre. -¡Esta actuación es importante! Nada de beber de más, nada de líos de faldas... ni calzones -se giró a la percusionista. -Tiene que sonar como nunca, que queremos que esta sea la primera de muchas fiestas. Y ya sabéis, si la gente no se mueve vamos a "Por el puente de Aranda" para animar.

-Agárrate, tu prima lo bruja que es -le susurró el sacabuche al basón, que estaba ya probando el instrumento.

-Si lo sabré yo... pero tiene razón. Tú lejos de la mesa de las bebidas, ¿entendido?

-¡Pero si tu bebes más que yo! Lo de aquella noche en la taberna fue que me sentó mal... ¡para un gato que maté, matagatos me llamaron!


Empezó a sonar el tambor marcando el ritmo, y todos los ministriles se prepararon para atacar otra pieza de baile.
Thiara


Buenas noches Filippo...dije sonriendo

Me alegré de ver al Mayordomo de la Villa de los Poetas en la entrada de la Casa da Torre. El se apresuró a retirar de mis hombros la capa gris que cubría la escueta túnica azul, ante la mirada desaprobatoria de Ruy.

Altezza reale, splendente come sempre....y contemplando el vestido exclamó, veramente unico e bellisimo.

Pero Pricipessa,,, entre estas paredes de piedra tan gruesa quizá tengais frio sin la capa.. dijo el de Sandez.

No os preocupeis Signore,, hemos dispuesto una estufas repartidas por la casa que mitigarán la humedad de los muros.

Ruy miró a Filippo frunciendo el ceño...

Querido, ¿conoces a Filippo, el Maggiordomo de Iria?

Filippo inclinó la cabeza respetuosamente, y Ruy gruñó guturalmente algo como un saludo..

me volví hacia Elena diciendole.. Querida, te dejo bajo la tutela de Filippo, observa bien todos sus movimientos, y ponte a su disposición para todo en lo que puedas ser necesaria. Aprenderás el oficio del mejor...

Elena asintió con la cabeza,, y yo le musité al Maggirodomo, ya cuando nos alejábamos...y querido Filippo, procurad que la jovencita se divierta también.

Así entramos a la Fiesta , donde ya sonaba la música, y nos acercamos al grupo de la anfitriona, que departía con la señora de Muntadas y con la nueva modista de Pucela..

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"solo hay una fuerza motriz, el Deseo..."
Aristóteles
Brynne


Aquello prometía.

Llegó Marta diligente como siempre ofreciento su ayuda. Syn se escabullía como quien se colaba en una fiesta. Rió por lo bajo y se acercó a ella:

- Vamos, no te escondas pordiosera, haré como que no te he visto, pásalo bien ¡pero no toques la bolsa de nadie!

Un elegante señor vino de parte de la dama Iria diciendo algo de mantelerías y cristalerías. Ante la cara de desconcierto de la niña, se ofreció a colocarse junto a Uri y recoger las capas de los asistentes.

- Bueno, err... gracias - titubeó. Tendría que acordarse de que le tuvieran bien servido a cada rato. Las noches de Septiembre eran frías ya en Pucela. Se encargaría de que alguien le llevara una copa de esa fantástica crema de orujo cada poquito.

Se veía llegar a los asistentes por la calle. Thiara y Elena espectaculares en sus túnicas azul y roja, junto con Ruy, tanto que la música que empezaban a tocar aquellos ministriles de tan raro flequillo sonó por momentos un tanto desafinada, mientras miraban a las dos damas con ojos que parecían salirse de sus órbitas.

El salón se iba llenado, todo bajo control. De pronto recordó aquel baile raro que le había enseñado su madre, y contenta por el éxito de aquella fiesta sorpresa, se llenó un cuenco de algo que pilló por ahí, lo apuró de un trago, y comenzó una extraña danza al ritmo de la música de los ministriles, diciendo:

- ¡Seguidme! ¡Va por tí madre, allá donde estés!

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_igor




Tiraba, cabizbajo, de su burro Lucerito, pensando en la cantidad de recados que tenía que hacer en aquella villa... de repente escuchaba unos extraños sonidos y ritmos, más apropiados de un orgiástico infierno, que de la pía Pucela....

Notaba como sus manos se movían a un ritmo... a la vez que su cabeza... no podía controlarlo... amarró a Lucerito, casi ya moviendo los pies con soltura... se apresuró a... sigilosamente, pero sin dejar de marcar los pasos... dirigirse tras aquellos arbustos, al lugar de dónde procedía infernal música y canto de sirenas que le atraía...

No podía parar de moverse... ni detener aquella danza infernal
Filippo.


- Altezza, id tranquila, la jovencita esta noche aprenderá muchas cosas - dijo en voz baja a la princesa.

Filippo miró a la joven "asistenta" de los señores, era monilla, aunque le faltaban aun maneras.

- La espalda recta, los hombros atrás y la cabeza alzada, que así no te luce el vestido tan elegante que llevas. Molto bene. Vamos para los fogones, que seguro que se está mas caliente que aquí, se me estan entumeciendo las piernas, y así les servimos alguna vianda, que con este baile les va a entrar hambre y mucha sed.

Ambos entraban por la puerta, Elena atenta a lo que hacía el mayordomo, asintiendo a todo lo que decía pero con la mente en la fiesta, cuando oyó a lo lejos una voz muy familiar.

- ¡Filippo, Filippo, che sono qui!

La italiana llegaba corriendo, bueno, con el paso acelerado, encaramada a los chapines mas altos que había encontrado en el arcón.

- Madama - hizo una inclinación el genovés al tiempo que miraba por el rabillo del ojo a Elenita - Tu siempre, ver, oir y callar - la aconsejó. Y es que entre su rubia melena suelta tapando su escote, asomaban dos grandes orejas de... conejita.

La Cavalcanti llegaba acompañada por su joven ahijado, don Dorniax de Gandalia, al que había prometido llevarle a una fiesta de la sociedad pucelana, lo que no sabía la italiana era la clandestinidad de esa fiesta.

- Toma Filippo, guarda la capa, me estorbará dentro.

- ¡Oh no no signora, no debe quitársela! - rápidamente la volvió a echar la capa por los hombros, esta mujer aun no se ha dado cuenta que esto no es Venecia, como puede salir medio desnuda a la calle, se decía escandalizado - cogerá frío, la casa no ha sido caldeada y las paredes están muy húmedas y frías.

- Pero Filippo, así no podré lucir mi disfraz - refunfuñó contrariada.

- Mejor signora, mejor. Creo que no entendimos bien la invitación, no era un baile de máscaras de gatos y ratones. Además madama, permitidme que os diga que lo que lleváis no es un disfraz de ratón.

- Lo se Filippo, pero me resultó imposible encontrar un conjunto apropiado, todas las orejas llevaban un horrible lazo rojo con lunares blancos. Además, mira lo mullidito y suave que es el rabito - se giró mostrando el pompón blanco de fina piel sobre sus posaderas.

Dorniax y Elena, reían disimuladamente.

- A mi ahijado le encanta, ¿verdad, Dorniax?. Toma la capa Filippo, no vas a aguarme la fiesta con tus prejuicios. Y la dama que os acompaña ¿quien es?.

- La asistenta de la princesa y su... y el.... su acompañante, Don Ruy Sandez.

- Piacere, bambina - la saludó - si alguna vez estas a disgusto con ellos búscame, necesito una dama de compañía, me aburro con el vejestorio este.

Filippo mostró un gesto de resignación en el rostro. Los cuatro entraron al salón y enseguida notó que la atención de la sirvienta se disipaba.

- ¡Muchacha, a la cocina!, ya tendremos tiempo de mezclarnos entre ellos, solo dales un poco de tiempo a que olviden lo que son, eso es fácil, vamos, toma los cuencos que están por ahí repartidos y llénalos según se los beben.

Filippo le guiñó un ojo a la joven Elena y ésta se fue divertida a cumplir la misión.

Ruysandez


- Querido, ¿conoces a Filippo, el Maggiordomo de Iria?

El genovés inclinó la cabeza.

- Maldito genovés….-dijo entre dientes el soldado – Como osa tocar a la Princesa -pensó-

Ruy no tenía mucho aprecio a los genoveses y menos a cualquier hombre que pusiera las manos sobre su amantísima princesa. Bueno, exceptuando a Derbake. Era aceptarlo, o luchar a muerte con el gigante turco, y al final no quedaría ganador alguno, eso lo sabía.

Thiara despidió a Elena y la dejó con aquel genovés desvergonzado, y juntos de la mano atravesaron el pasillo que conducía al salón principal. Al entrar a la estancia, la música amenizaba la estancia, y ya había gente departiendo animadamente, entre ellas la anfitriona, la joven Brynne, que por cierto la veía cambiada y más…madura. Les recibió con una sonrisa e inclinándose les dio la bienvenida

- Bienvenidos a la fiesta de Casa da Torre, la noche es joven, ¡Serviros de nuestra casa!

La joven hablaba como una joven señora que disponía de su propiedad a su antojo. Thiara, sonrió e hizo un gesto de aprobación con la cabeza, y Ruy sacando algo de su capa, se dirigió a la anfitriona.

- Bien hallada Brynne. Dispondremos de sus casa esta noche tanto como podamos –sonrió ampliamente – tomad, una botella de Grappa, creo que servirá para calentarnos en esta fría casa. Pero después de comer estos deliciosos pastelitos hechos por la princesa.

Mostró a Brynne una bandeja repleta de aquellos deliciosos bocados rellenos de almendras.

- ¡Parecen deliciosos! - Exclamó la joven y los colocó en la mesa que se hallaba junto a la pared con el resto de las viandas que traían los criados. Ruy cogió una copa de albariño - cosecha de la casa - le confió Brynne, y bebió de ella. No le dio tiempo a degustarla porque la princesa tiró de él y le arrastró al centro de la sala para bailar una pieza traída de esos mundos paganos, de los que provenían muchos de los habitantes de pucela.

Bailaron intensamente, saltando, agarrados por sus cinturas, girando y contragirando, la princesa siempre con una sonrisa dibujada en su rostro congestionado. Terminaron de bailar, agitados aún, y con las mejillas sonrosadas, riendo, cuando vieron entrar a la madama de Cavalcanti, de forma disimulada en la sala, pero sin lograr pasar de forma desapercibida. Toda la sala la miraba, y Ruy, boquiabierto, vio como su paisana se dirigía hacia ellos, mientras Thiara reía a carcajadas.

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Grazie mille!
Cyliam


Aun medio dormida la pelirroja observaba a su lado al rubio, era aun de noche y se escuchaban sonidos de insectos fuera de aquella habitacion.
Ella bostezo y se arrimo mas al rubio abrazandole entre gruñidos dulces.

- Aun es pronto mi rey. Susurro cariñosamente mientras frotaba su nariz contra el hombro de su esposo. - ¿Has tenido algun sueño raro para despertarte tan pronto? Pregunto esta vez con curiosidad atrapandole con una pierna como si pensara que el fuera a escaparse de ella.

Sin apenas darle tiempo para que contestase se pego mas a el y comenzo a acariciarle el pelo y a darle besos tiernos y cariñosos. - Ya se, quieres que te cante una nana como hago con los niños. Dijo sonriendo a la vez que se le escapaba una risita y lo abrazaba fuerte. - Te adoro. Arrorro, arrorro, duermete mi gorrion, que si no duermes bien, el diablito vendra y un pie te comera. ♪♫♪ Le canturreo mientras le dedicaba caricias en el pelo.

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Mikumiku


La noche gallega era fría, pero por lejos que estuviesen de casa, esa sensación era algo prohibido cuando estaban juntos. Miku se daba cuenta de que la había despertado con sus caricias y roces, que no podía reprimir las ganas de tocarla y sentirla, que el sueño desaparecía cuando ella era la que ocupaba su tiempo.

Yo... Lo siento. Se creía egoísta por haber interrumpido el tranquilo sueño de la pelirroja, pero la verdad era que no estaba todavía satisfecho. Su esposa no parecía enfadada por aquellos toques prohibidos, sino todo lo contrario. Medio soñolienta había abierto los ojos bostezando, y divertida, se había acercado más aún al caballero. Aquella noche era de los dos, y no había niños a quienes despertar, ni deberes que atender la mañana siguiente, ni prisa de ningún tipo. En aquella oscura habitación de la casa del cura no había nadie, ni hacía falta nadie. Bailarían entre sombras hasta caer rendidos.

La señora de Compostela le ataba contra ella con una pierna sensual, deslizándola provocadoramente sobre su costado. ¿Cómo no iba a perder la cabeza? No sé qué soñaba, ni me importa. El rubio desplazó la mano hacia la cadena de fina piel que era el muslo de la mujer, y dibujó círculos de caricias durante todo el trayecto. Y si estoy todavía dormido no quiero saberlo. Los besos de Cyl eran dulces, ni secos ni húmedos, expertos, cargados de amor, de pasión y de ternura. Cada uno era una joya que atesorar profundamente en el alma.

Cantas como los ángeles. Hasta ahora no había oído esa voz.... Es preciosa, como la dueña. Sonrió, y susurró las últimas palabras con un tono algo rasgado, consecuencia de un terrible resfriado del pasado que ella misma le había ayudado a aliviar. Pero no quiero dormir. Miraba aquellos ojos del color del mar, y le parecía dificilísimo articular palabra entre beso y beso. Miku giró para inclinarse sobre ella, deshaciéndose de la manta en el camino, y la mordió suavemente en el cuello. Te quiero a tí.
Cyliam


La joven sonrio abrazandose a su esposo mas si podia, era una ventaja que aquella cama fuera pequeña, no tenian ninguno de los dos mucho sitio por donde estirarse y hacia que se arrejuntaran mas.

- Y yo tambien te quiero a ti, todos los dias y a todas horas. Susurro con dulzura regalandole mas besos, sentia que se le cerraban los ojos pero intentaba aguantar para poder dedicarle mas caricias.
Bostezo sonoramente y se rio acariciandole la mejilla.

La joven se revolvio y se tumbo sobre el rubio atrapandole con besos y ternuras bajo ella. - Espero que no se despierte Fray Domingo, que con esto seguro lo matamos de un infarto. Dijo entre risas mientras seguia besando y mordisquenado al rubio que no hacia por escaparse de su captora.
Pero el sueño y el cansancio podian con la joven que acurrucada se quedo medio transpuesta sobre el pecho del rubio mientras susurraba. - Tenemos que dormir, mañana tenemos que reunirnos con los, ummm con esa gente... Casi era incapaz de hablar, sentia los latidos del rubio que ejercian sobre ella como una nana haciendo que el sueño se apoderase de ella.

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Mikumiku


Miku la acarició lentamente mientras se iba quedando dormida. Al principio no había podido resistirse a lanzarse sobre ella, pero ahora la fiera interior que le despertaba los instintos ronroneaba ajena al exterior. Siempre conseguía calmarle, siempre. La pelirroja tenía el don de traer la paz al caballero siempre que éste estaba alterado o pensativo. Cuando había vuelto del retiro le había tratado el duro resfriado, cuando los lobos le dejaron medio muerto había estado con él durante días... La mujer tenía un tacto sanador, divino, para el joven.

Estuvo mirándola enamorado durante una eternidad, mientras subía y bajaba lentamente sobre su pecho con cada inspiración. Los ritmos de los corazones se ralentizaban, sincronizándose al tempo de una balada lenta sin música ni letra. No había versos ni estrofas para expresar todo lo que la quería y todo lo que le debía. Alguna vez había ojeado en secreto poemarios de famosos hombres de letras, preguntándose cómo lo dirían ellos, pero ninguna rima le convencía. Ninguna le identificaba con lo que él sentía al ver esos ojos verdigrises, los labios tentadores, la cabellera roja ardiendo y reluciendo hasta en la noche más cerrada.

Así se le hizo tarde, absorto en ella mientras la Luna bajaba del cielo, agachándose para ver lo que ocurría tras aquellos muros de piedra, madera y cal. Miku estiró un brazo para recuperar la manta, y arropó como pudo a su esposa y señora, que descansaba sobre él con una sonrisa angelical, tranquila. Soñaré contigo. Susurró, y se unió a ella en el mundo extraño y oscuro de la noche.
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