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[RP] El Reino del Caos Absoluto

Mikumiku


Se dejó atraer y susurró sonriendo. Entonces me callaré más. La atrapó, la envolvió ágilmente con un movimiento tierno y se dejó rodar con ella hasta el suelo, con cuidado de no acabar demasiado cerca del fuego. La besó, para nada ausente ni distante, y luego llevó una de sus finas manos hacia sus labios. Cyl...

Tenía que ser entonces o nunca. Respiró hondo intentando controlar el corazón en su pecho. Cásate conmigo. No había otra cosa que pedir, nada, y lo dijo con sinceridad, seguro, aunque en un susurro. Miku hubiera podido añadir más florituras o danzas o maravillas de pedrería extranjera que hubieran agobiado a una reina. Pero no lo hizo, no sabría cómo.
Cyliam


Le queria y se dejaba querer, cada beso era un mundo, sentirle cerca era creerse dueña de todo el firmamento, estar en lo mas alto de un podium, tocar hasta la mas lejana estrella.

Cásate conmigo.

Los ojos verdes se abrieron, brillaron con las danzarinas llamas y el mundo se dio la vuelta en un fugaz instante, en el que todo salvo ellos dos estaba del reves.

La pelirroja le rodeo con su brazos, como si pensara que aquello era un sueño, que el era parte de ese sueño y quisiera cazarlo para que no se separase de ella, despues sonrios y de nuevo volvio a sonreir.
Queria decirle que si de un modo diferente, primero le beso la frente, despues la nariz, siguio con sus mejillas, tras eso la barbilla y finalmente deposino un dulce y suave beso sobre sus labios, cada beso un si, cada beso un te quiero, cada beso un jamas me separare de ti.

Hacia poco muy poco, que en el rio ella estuvo dispuesta a decir lo que ahora el rubio habia dicho, y de nuevo sonrio. - Yo tambien te quise decir lo mismo en el rio. Si tu quieres lo mismo que yo, que baje el altisimo y diga que no, porque si otro lo dice yo me hare la sorda y no dejare que nadie nos separe. Volvio a besarle y a abrazarle, estaba feliz y ademas lo era, todo era perfecto con el.

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Mikumiku


No pudo evitar reír, de alivio y de felicidad. Miku sintió como si le sacara una flecha de golpe y curara la herida con besos. Te quiero tanto. El fuego reflejaba en sus ojos y hacía brillar su pelo rojo de una forma especial. Y se perdió en ella otra vez, incapaz de controlarse de nuevo, abandonando la moral que tanto había aprendido para sustituirla por aquellos instintos tan cálidos como las llamas que bailaban junto a ellos.

Y si baja haremos como que no estamos. Sonrió, notando como el pulso se le aceleraba con cada caricia dada y recibida hasta que la cabeza dejaba de controlar lo demás. No podía existir nada mejor que aquella sensación, la alegría y la pasión que sentía, cada uno parte del otro.
Cyliam


Y si baja haremos como que no estamos.

La pelirroja sonrio y despues comenzo a reirse, volvio a abrazarle y a besarle y despues de un cortejo de mimos se abalanzo sobre el cual ardilla sobre su nuez favorita, le ataco a besos y mordiscos. - Shhh no hay que hacer ruidos, a ver si vamos a despertar a los niños. Le susurro cerca del oido acariciandole con sus labios.

Y asi transcurrio la noche entre besos y lo que no eran besos, observados por las timidas llamas del hogar, por dos montoncitos de ropa seca que jamas se pusieron y algunas otras prendas cercanas al fuego que esperaban secarse.

Cuando comenzo a amanecer la pareja descansaba sobre la alfombra del salon y cercanos al fuego, cubiertos por una manta que en algun momento la pelirroja saco del armario para resguardarse del frio nocturno, la pelirroja comenzaba a despertarse, pero no queria levantarse, sentia el cuerpo del rubio cercano a ella, como protegiendola, se volteo y miro la carita angelical que dormia junto a ella, esos pelos rubios y rebueltos que la habian hecho perder la razon durante largas e intensas noches, los ultimos meses pasaron por sus recuerdos haciendo que la pelirroja se ruborizara recordando cada momento intenso.

Ella tan pequeña y delgada protegida por el rubio que aunque fuera algo mas joven que ella no lo parecia. Se quedo inmovil admirandole, tan dormido, tan feliz, tan especial para ella.
La puerta principal se abrio, y la pelirroja giro la cabeza, a punto estuvo de blasfemar, la mora llegaba de Compostela y llevaba a varios porteadores con ella que cargaban varios cajones de madera, el olor marino hizo que la pelirroja se mordiera el labio.
Busco entonces algo con que cubrirse, se enrollo en la capa ya seca del rubio y se levanto con cuidado para no despertar al rubio, con sigilo se acerco hasta la puerta, en ese momento deseo que hubiera instalada una puerta en el salon, pero por algna razon Wallada no quiso poner puertas ni en el salon ni en la cocina, casi agachada y escondida asomo la cabeza y chisto a la mora.

- Walla diles que entren por el patio. Susurro agarrando la capa como podia. La mora fue a hablar y la pelirroja la fulmino con una mirada, y al girar la cabeza para volver a esconderse vio como uno de los zagales que portaba un cajon lleno de algo que realmente olia a gloria se habia quedado mirando a la pelirroja con la boca abierta, momento en que la pelirroja tomo una manzana del cesto de Wallada y se la tiro a la cara haciendole perder el equilibrio y consiguiendo que hiciera caer el cajon, el que parecia ser el jefe del grupo le levanto por la oreja gruñendole. - Llevatelos de aqui maldita sea. Ladro con susurros a la vez que la empujaba mientras evitaba que la ropa cayese.

Y la pelirroja volvio a esconderse bajo la manta y entre los brazos del rubio, aun con sigilo para no despertarle.

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Mikumiku


Miku se había despertado un poco después, aunque no llegó a abrir los ojos. En un reflejo llevó la mano a la espada, y no la encontró, ni el cinturón donde debería estar ni los calzones que debería éste sujetar. Se sonrojó y sonrió satisfecho, acordándose de la noche anterior. Estirando un poco el brazo hacia la pelirroja descubrió que no estaba a su lado, así que se hizo el ánimo de abrir aunque fuera un ojo.

Antes de intentarlo oyó la puerta y algún golpe extraño que le hizo preocuparse un poco más de lo normal, lo justo para abrir medio ojo. Estaba acostado en el suelo del salón, tapado con una manta, pero para cuando se decidió a levantarse aquella silueta tan conocida se deslizó hasta su lado de nuevo.

Buenos días. Susurró, abrazándola como nuevo modo de desperezarse. ¿Has dormido bien? Miku frotó su nariz contra la de ella, y no esperó ninguna respuesta. Oye, ¿Qué ha pasado ahora?
Cyliam


Arrugo el morrillo al ver que su rubio se habia despertado, con lo tierno que estaba asi dormidito, mataria a Wallada por esto. Pero solo pudo sonreir al rubio cuando se acerco para frotarse las naricitas, ella le robo un beso de buenos dias y sonrio de nuevo.

- No pasa nada, Wallada ya llego con las cosas de la fiesta, pero no queria que te despertasen y la dije que se los llevara por la puerta del patio, y entonces uno de los zagales se me quedo mirando como un bobo. La pelirroja solto una risa tonta y se sonrojo levemente. - Y como iba envuelta en tu capa le ataca con una manzana para que dejara de mirarme.

Acurruco la cabeza cerca del pecho del rubio y le regalo una serie de besos por clavicula y cuello, incluso llego a ronronear cerca de su oreja. - No me quiero mover de aqui, estoy muy a gusto. Dijo levantando la cabeza y sonriendo mientras le abrazaba para que no se moviera ni un centimetro.

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Cyliam
Hemos vuelto




Los mimos, caricias y palabras dulces se sucedian en aquel salon, las brasas casi dormidas a penas calentaban nada, pero los dos cuerpos aun desnudos desprendian el calor necesario para los dos amantes que se acurrucaban el uno junto al otro abrigados por la manta de lana.

Los pasos en la cocina tambien se sucedian, sonido de cubiertos, cajas que se depositaban en el suelo, las ordenes de la mora y los murmullos de los mozos.
Tambien se escuchaba como la mesa se movia arrastrando las patas por el suelo, a la pelirroja le crispaba aquel sonido de arrastre y por un momento perdio la concentracion de los mimos matinales emitiendo un gruñido mientras miraba a la no puerta. - Definitivamente quiero poner una puerta ahi. ¿Tanto pido que solo quiero disfrutar de nosotros? Pregunto estirandose sobre el suelo boca arriba. Acababan de prometerse y sentia que aquel momento importante y magico lo estaban destrozando unos brutos mozos. Giro la cara mirando al rubio y se perdio en el, tenerle cerca, cada vez mas cerca. - Te quiero mucho Miku. Dijo abrazandole nuevamente evitando preocuparse del mundo exterior.

Pero no acabaria ahi la cosa, pues a los pocos minutos los llantos de los gemelos comenzaron a escucharse en el piso de arriba, y no eran los unicos Mariana tenia mal despertar, a fin de cuentas no llegaba a los tres años y aunque mantenia la compostura despertarla antes de tiempo nunca fue agrado de nadie.

La pelirroja suspiro escondiendo la cabeza entre el cuerpo de su ahora prometido, esperando mimos y consuelo y porque no, esa calidez especial de el.

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Mikumiku


Movió un brazo para rodearla, estrechando la distancia entre los dos para besarla otra vez aquella mañana. ¿Pero mucho, mucho? Bromeó sonriente. Remoloneó un rato con ella allí en el suelo, pero era un nuevo día y ya asomaban faenas por todas partes. Los hijos de la pelirroja pedían lo suyo y a aquellos obreros no se les podía quitar un ojo de encima.

Miku sintió el suave tacto de su prometida cuando se atravesaron los dos en una caricia interminable. Pasaba el tiempo, pero la alegría que el caballero sentía al estar con ella era un regalo inigualable. Le fastidiaba un poco, pero en fin, habría que levantarse. Suena como si te necesitasen en alguna parte. Al parecer el mundo entero conspiraba contra ellos en aquel momento, y el rubio repartió su buena dosis de mimos y palabritas de ánimo para irse haciendo a la idea de levantarse.
Cyliam


Remolona y mas mimosa que de costumbre la pelirroja atrapaba al rubio entre sus brazos para que no se escapara, y de no ser por los llantos de los pequeños de la casa nadie la habria levantado del suelo en toda la mañana, dibujando pucheritos y caras quejosas la joven al final se resigno a los quehaceres, acerco los montones de ropa que durante la noche habian quedado olvidados y se vistio sin dejar de hacer pucheritos.

- Cuando termine de atender a los niños te preparare algo de desayunar, si no destruyeron la cocina claro.
Dijo con una media sonrisa mientras despertaba las pocas ascuas que aun permanecian. - Luego ire al maizal para quitar las malas hierbas. Y de nuevo se colgo del cuello del rubio regalandole mas y mas besos, suspiro y con pasos pesados se dirigio a la puerta para atender a los niños, primero Mariana que pediria buena racion de carantoñas de su madre y los pequeños despues que mirarian con ojos brillantes y boquearian en busca de su tan preciado desayuno.

Y asi fue como la primera parte de la mañana antes de desayunar transcurrio, calmando a los niños, mimandolos, y escuchando a Mariana correr escaleras abajo para pedir su desayuno a Wallada o preguntar a los mozos que hacian y una serie de porques tipica de los niños.

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Mikumiku


Miku entrecruzó las piernas sentado en el suelo, acabando de poner la mente en orden. Había algo que tenía que hacer hoy pero no, no, no lo recordaba. Por esfuerzos que hacía. Refunfuñó mentalmente, enfadado consigo mismo y con el universo, pues de lo único que estaba seguro era de que se trataba de algo importante.

En fin. Un martillazo en alguna parte le sacó de su meditación. Uf, que golpe. ¿Que harán esos mulos? Fue a asomarse pero en seguida pasaron Wallada y Mariana cogidas de la mano como un vendaval rumbo el desayuno, y el rubio se unió. La verdad le había entrado hambre, y con las prisas de irse decidió no esperar a Cyl. Wallada, te agradecería que la avisaras de que estaré hoy fuera hasta tarde. Al fin lo había recordado. Y llegaba tarde, tarde. Le sabía muy mal no despedirse, pero ya la compensaría. Se mordió el labio inferior mientras salía de la casa.
Cyliam


Cuando termino de alimentar a los dos ratoncitos, les aseo llevandose algun tiron de pelo por parte de Lucan, que parecia ser el mas espabilado de los dos, Ginebra sin embargo remoloneaba sonriente mientras se llevaba uno de sus piecitos a la boca, bien vestidos y aseados la pelirroja cargo con ellos escaleras abajo hasta la cocina, donde Mariana desayunaba alegremente una manzana recien pelada y un vaso de leche. - ¿Donde esta mi rubio? Pregunto mientras dejaba a los pequeños en el suelo para que gateasen a sus anchas.

- Se fue, dijo que estaria fuera hasta tarde. Supongo que tendra que hacer cosas ya que tu lo secuestras para ti sola. Contesto Wallada con una sonrisa agachandose para jugar con los pequeños.

La pelirroja gruño y se enfurruño sentandose en una de las sillas mientras pensaba que seria lo que tanta prisa corria a Miku. - Mariana hoy vienes con mami al maizal asi corres un poquito que tanto tiempo en casa no es bueno. Dijo mientras se llevaba un trozo de manzana a la boca, la mora que siempre se preocupaba por alimentar a la pelirroja planto frente a ella un bol lleno de yogur con frutas. - Hasta que no te comas eso no sales de casa. Y de la fiesta no te preocupes aun hay que preparar todo lo que traje y hornear los dichosos pasteles.
La pelirroja agacho la cabeza ¿en que momento Wallada habia pasado a cumplir el papel de madre? Con resignacion y en silencio engullo el desayuno con prisas para huir. Cuando Mariana y ella misma terminaron el desayuno salieron de la cocina disparadas, la pelirroja coloco la capa a la niña y la suya la llevo colgando del brazo para ahorrar tiempo.

- Nos vamos, cuida de los niños, volveremos para comer. Dijo atropelladamante mientras abria la puerta y azuzaba a Mariana para que saliera corriendo sin dar tiempo a ninguna respuesta de la Mora.

Entre risas y de la mano las dos se alejaron en una carrera.

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Mikumiku


Abrió y cerró varias veces la pequeña caja cuadrada. Comprobaba que el sonido de madera indicara un buen cerrado, porque no quería por nada del mundo perder el contenido del recipiente. Lo acababa de recoger de manos del artesano, quien viejo y cojeando lo había fabricado. Encima, se lo había dejado barato, aumentando aún más el aprecio que Miku le tenía. En otro tiempo el anciano había trabajado para grandes y ricas casas, y para nobles sin muchos miramientos. Abrió la cajita otra vez: era una obra de arte. Es perfecta. Le sonrió, solos los dos en el viejo taller que era aquél establecimiento. Le pediría que me la guardara aquí, si me hiciera el favor. Lo hizo. Miku sabía que allí estaría seguro, pues poca gente realmente sabía que entre aquellas cuatro paredes de madera vivía un antiguo joyero.

Cuando salió a la calle había pasado un tiempo, pero estaba satisfecho. Había tardado menos de lo que esperaba y tenido suerte con la elección. Era pronto, así que apañaría algún asuntillo más antes de volver.

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Cyliam


La mañana para las dos chicas transcurrio divertida y entretenida, la pelirroja llevaba a Mariana a caballito al son de la cancion que la niña repetia constantemente. - Arre caballito, arre.
La pelirroja corria de un lado a otro trotando y riendose con la pequeña agarrada a sus hombros.

Cuando llegaron al maizal, la pequeña se puso a buscar flores, su madre sin embargo se dedico a arrancar algunas malas hierbas, aunque el campo estaba bastante bien cuidado, a penas quedaban ya mazorcas que recoger, la pelirroja metio algunas en el zurron y acompaño a la pequeña a por mas flores, hicieron dos coronitas que se pusieron y de vuelta a casa, no sin antes pasar por el mercado para comprarse algunos caprichos, la niña queria dulces asi que compraron bollitos en uno de los puestos de panaderia que habia, luego fueron a mirar en un telar pañuelos bordados y ropas, pero nada llamo la atencion de las chicas salvo una muñeca de trapo con trenzas rojizas. - Mami, mami, mira como tu. Decia la niña tironeando de la manga. - Pero mami no se pone trenzas. Sonreia mientras imaginaba su pelo con dos trenzas y negaba con la cabeza. - No, pelo rojo mami, como tu. ¿me la compras? Como decir que no a esa mirada de cachorro abandonado que ponia. Cedio despues de unos cuantos tirones en su manga.

Y despues del paseo por el mercado, caminaron ahora mas tranquilas hasta la casa, desde fuera del bosque ya llegaban los deliciosos aromas a comida, sobretodo el salado de los mariscos que la mora ya habria cocido o estaria aun en proceso de ello.
Ambas entraro como un huracan en la cocina y se pusieron a preguntar que habia de comer, que olia tan bueno, si faltaba mucho, en fin mil preguntas que fueron contestadas con la mirada azabache de la mora y las silencio.

Refunfuñando fueron al salon donde los niños se habian quedado dormidos sobre la manta aun sin recoger de la noche anterior. - Ayuda a mami cielo, tu recoges la ropa y yo subo a tus hermanos a sus cunas.
Despues de recoger todo por fin la comida estaba preparada, comieron y charlaron con la mora de lo que habian hecho durante la mañana, esta conto que estaban las mesas ya armadas en el patio y que posiblemente el siguiente dia la comida estaria lista.

Y asi la tarde llego, la pelirroja se echo la siesta junto a Mariana, y cuando ambas se levantaron se pusieron con las tareas de la niña, leer y escribir en su mayoria con eso la tarde estaba completa y seguramente los pequeños volverian a llorar pidiendo su parte de mimos, por lo que estaria ocupada hasta la hora de cenar.

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Mikumiku


Estaba sentado en el medio de un claro, sobre un viejo tocón de árbol, con una buena vara de madera que él mismo había pulido hacía años. Entonces era un juego infantil, pero se había convertido en parte de su vida con el tiempo. La espada no se manejaba bien en una tarde, ni era para nada una diversión.

Miku cerró los ojos. Hacía tiempo que no practicaba, y la actividad le había relajado bastante. Aquél día había apañado multitud de tratos, negocios y compras que tenía pendientes o quería adelantar para las fechas que se avecinaban. La casucha en la que había crecido ya no era suya, la había vendido a unos vecinos antes de que se viniera abajo del todo. Aunque era feliz viviendo con Cyl, y tenía un hogar en Finisterra, algo así siempre daba lástima.

Decidió volver antes de que oscureciera, azuzado en parte por el frío y también por el hambre. Guardó la vieja vara en la cabaña de caza que coronaba el claro y se puso en camino, pensativo pero contento. Cuando llegó a la casona, vio la luz en las ventanas y se quedó un ratito observando la tierna escena de las clases madre-hija. Entendió por los gestos que Cyl bajaba un momento a la cocina, y sonrió pícaro. Entrando por el patio, el caballero se escabulló como una sombra tras la mujer, dispuesto a sorprenderla bien. Saltó del escondite y la rodeó con los brazos.

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Cyliam


Mariana abanzaba a pasos lentos tanto con la lectura como con la escritura, ella preferia dibujar pajaritos y florecillas en vez de escribir, la pelirroja no desesperaba y guiaba la mano de la pequeña para formar letras, la lectura se complicaba mas pues despues de leer dos parrafos, la pequeña empezaba con su asalto de porque esto y porque lo otro, vamos que al final era la pelirroja la que acababa leyendo todo y la niña en su regazo sonreia alegremente. - Intentalo mi niña, si escribes algo bonito para mama te dare dos bollos. Sin duda el chantaje era lo mejor para conseguir que Mariana escribiera y claro que lo hacia pero hasta que no veia a su madre bajar a la cocina a por los bollos no empezaba.

Y alli en la cocina la joven preparaba algunas frutas y los pastelitos para su hija, estaba tan concentrada en cortar las frutas que no escucho como alguien entraba en la cocina y en seguida se vio atrapada entre los brazos de alguien, del susto media manzana salio volando chocando contra la pared, mientras que el cuchillo resvalo por la mesa hasta caer al suelo. Girando la cabeza aun asustada vio los cabellos rubios de Miku y suspiro aliviada apoyando la cabeza sobre el pecho de este. - Me asustaste. Dijo mientras se volteaba entre los brazos del rubio y rodeaba su cuello con los suyos. - Esta mañana no te despediste, espero que me compenses ahora. Sonrio picarona mientras dejaba una serie de besos en las comisuras de los labios del rubio y de nuevo sonreia. - ¿Que era eso que te hizo marcharte con tanta prisa? ¿No te estaras viendo con otra no? De nuevo otra sonrisa picara, y morritos de niña triste que esperaban ser mimados por el rubio. Ella estaba atrapada en los brazos de el y el en los de ella y esta no pensaba ceder a soltarle hasta recibir sus cariños.

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