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[RP] El Reino del Caos Absoluto

Cyliam


Las palabras del rubio la emocionaron, al principio rio bajito a la vez que le mimoseaba frotando la nariz contra su mejilla, pero no queria evitar las ganas de besarle y abrazarle.

Entre besos y abrazos recordaba cada palabra del rubio con una sonrisa. - Entonces eres el esclavo mas guapo que he conocido nunca. Dijo antes de abalanzarse sobre el y devorarlo a besos.

Lo atrapo con sus besos y abrazos sonriendole, intentando no dejarle escapar y comenzando asi una de sus guerras amorosas. - Te caze. Dijo enredando la mano en el cabello rubio, regalandole mas y mas besos y caricias.

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Mikumiku


Me cazaste, mi señora. Se dejó caer sobre el jergón de espaldas, herido mortal de amor. Se extrañaba muchas veces de lo que decía, inspirado por una locura cálida que le salía dentro, pero estaba contento porque sus palabras gustaban a su prometida. Pero no soy una presa fácil. Bromeó, enseñando los dientes para morderla en una caricia ligera como el viento que soplaba fuera. Su piel era suave, fina, reluciente bajo la luz anaranjada de la puesta de Sol. Hecha para ser recorrida a besos una y otra vez.

Le había destapado el hombro sin saber muy bien cómo, seguramente buscando más superficie libre para apoyar los labios miles de veces más. Sentía su peso sobre él, liviano y cálido, y los besos de la pelirroja allá donde le tocaban. Notó el deslizar de la tela, oyó el rodar de una de las copas por el suelo pero no fue capaz de ver si esas cosas eran movidas por él. La vista de Miku estaba colapsada, extasiada por la mujer, y los otros sentidos iban por el mismo camino. La miró a los ojos, y el hechizo que lo controlaba brilló con más fuerza.

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Cyliam


La noche transcurrio como ellos deseaban, agazapados bajo la manta, enredados los dos juntos en una pelea que no tenia fin, no hasta que ambos quedaran saciados el uno del otro, las risas se escapaban y las copas con el liquido derramado en el suelo de vez en cuando se veain golpeadas y empujdas mas lejos.

Las llamas de la chimenea acomparon a los amantes hasta bien entrada la noche, dibujaban con su brillo las sombras de los cuerpos que a veces sobre la manta y otras bajo ella se revolvian de un lado a otro, se escuchan tambien suspiros y gruñidos y a veces un brazo le levantaba como pidiendo una tregua pero no cedian ante aquella peticion se ataban a besos y mordiscos, caricias y mimos, miradas de ternura y de deseo.

Pero en algun momento de la noche extasiados de amor y acalorados de pasion ambos cayeron rendidos, abrazados, con las piernas entrelazadas para sentirse el uno al otro.

Por la mañana el sol les acaricio, la pelirroja saco la cabeza de su comodo nido en el pecho de Miku para observar por la ventana, tan solo acababa de amanecer, de no haber sido por las ganas que se tenian habrian cerrado la contraventanas para no ser despertados por el astro rey, pero la joven solo suspiro estirandose antes de volver a esconder la cabeza.
Ni ganas de moverse de aquella calidez, ni tenia pensado si quiera despertarle con besos como acostumbraba, queria quedarse a su lado sin moverse, sintiendo como respiraba y su corazon latia.

Y de nuevo en esa comodidad volvio a quedarse dormida abrazandolo y arrimandose mas a el esperando que el caprichoso sol no lo despertara demasiado pronto.

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Debian


Se acercó hasta la casa de Cyliam. Hacia tiempo no la veía y temía le pasara algo. Estaba cerrada, silenciosa. Llamó a la puerta. Silencio. Volvió a llamar, obteniendo la misma respuesta.

Dió una vuelta a la casa, se asomó al corral y a las cuadras. Nada. Intrigada volvió a la puerta principal. Miró en derredor: las macetas estaban secas. Suspiró. Sacó un papel y carboncillo de un bolsillo y escribió una nota, que deslizó bajo la puerta.


Citation:
¿Dónde andas, Cyl? Hace un montón, que no se te ve. ¿Estás bien? Me tienes preocupada, ponte en contacto conmigo.

Debian


Echó un último vistazo al lugar, antes de seguir su camino.

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Cyliam
Debi gracias por cuidarnos la casa ^^ te queremos




Despues de disfrutar de aquella celebracion en Valdecorneja, la pareja paso los siguientes meses con calma, bueno la que podia suceder cuando tenian que preparar una boda, invitaciones, preparativos, el vestido, todas esas cosas.

Asi llego diciembre, y con ello la boda que se celebraria en Compostela, algo sencillo y privado con los buenos amigos de Pucela y algun invitado extra mas.

Los meses habian pasado mas rapido de lo que la pelirroja pensaba, Febrero se echo encima y a la pelirroja le apetecia viajar, tener una pequeña luna de miel y asi fue como la pareja partio a principios de Febrero, finales de Enero hacia Aragon, aunque el viaje era mas comercial que una luna de miel, siempre podrian disfrutar el uno del otro durante el viaje....

-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.

Enero - Febrero 1460, Zaragoza. En alguna de las pensiones de la capital.

El frio en Aragon era bastante mas calido que en Castilla, las temperaturas aunque bajas no eran tan crueles como en Pucela y eso en parte era de agradecer, habian cogido una habitacion aislada de las demas, un sitio privado para los dos donde poder pasarse las horas acurrucados, mirando el fuego o dedicandose palabras y miradas cariñosas, y porque no, un lugar donde poder tener una noche de guerra apasionada entre sabanas.

- Eres mi ladron de guante blanco, no solo me robaste el corazon sino que tambien la razon. Dijo la pelirroja atrapandole en un abrazo, mirandole con los ojos verdes y brillantes, con esa mirada que demostraba lo mucho que le queria y las pocas palabras que tenia para demostrarselo.

Era incapaz de decirle nada mas, igual que no podia apartar la mirada de el, con solo mirarle le decia todo lo que sentia y con un beso le demostraba todo lo que le amaba. - Te amo, tanto, que ya no me quedan palabras para decirtelo.


He tenido que avanzar el rp porque ibamos muy atrasados

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Mikumiku


Marzo de 1460 - Castilla

Todo le pasaba rápido, como en un sueño. Miku había pasado un tiempo especial junto a ella, cálido, tierno y apasionado a partes iguales. ¿Qué más podía pedir? Los "te quiero" no parecían volverse aburridos por más veces que se los repetían y los caminos y ciudades nevadas decoraban su viaje como una capa de perlas brillantes. Si se podía sentir más a gusto alguien, no era en esta vida.

Pero no habían sido todo buenas noticias. El caballero tuvo que dejar a su esposa en Aragón, para asistir a varios acontecimientos en la villa de Vimianzo, que se le había mandado regir. Fueron unas semanas extrañas, de cartas y agotadores caminos sin fin. Pero pasaron. Pasaron y Miku volvió a Zaragoza cabalgando con una determinación febril, enamorado, reventando de cansancio a caballos que cambiaban cada varios kilómetros. El último resbaló en el hielo invernal y encontró su fin en la misma carretera, destinando al rubio a completar el trayecto a pie.

El joven fue atacado por lobos hambrientos, y se vio obligado a hacer cosas horribles por el camino. Aun así llegó, magullado, congelado y sucio a Zaragoza. Cayó desvanecido en la entrada, y hasta que no despertó horas después no supo que lo habían llevado al hotel, junto a Cyl.

No habló con ella de eso. No quiso. Ya había pasado todo y no se merecía historias de desgracias, así que la besó. Más y más veces hasta que volvió a caer en los brazos de Morfeo.

***

¡Pero ahora estaban en casa! La ciudad de Valladolid iba desparramándose desde el horizonte mientras se acercaban, los muros y fachadas que recordaba tan bien. El bosque, y la casona en la que vivían, no tardaron en seguirles.

¡Cyl, mira! Le sonrió, señalándole el paisaje, aunque suponía que ya se habría dado cuenta ella. Ya estamos casi. Le acarició el dorso de una mano, y entrecruzó los dedos con los de ella acompañado de un cariño inmenso. Y no pudo evitar repetir otra vez: Te quiero.

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Cyliam


Si, Pucela se veia a lo lejos, y con ello las murallas que tan conocidas eran para la pareja, y en lo alto como siempre algunos de los guardias de todos los dias, pero realmente a la pelirroja le daba igual estar en Pucela o en el fin del mundo siempre que fuera junto al rubio.
De nuevo sonrio ante aquel te quiero, que por muchas veces al dia que lo escuchara nunca se cansaba de oirlo.

- ¿Que te parece que cuando lleguemos a casa nos demos un largo y relajante baño y luego comamos algo tranquilamente? A fin de cuentas, aun era de noche en el reino, Wallada dormiria tranquilamente igual que los niños, por lo que no tendrian que preocuparse de que nadie les preguntara nada. - Tengo ganas de acurrucarme contigo en la cama sin que nadie nos moleste, en nuestra cama, que digan lo que digan, como en casa en ningun lado. Dijo de nuevo sonriendo apoyando la cabeza sobre el hombro del rubio y suspirando. - Dejare una nota en la cocina para que cuando se levante Wallada almohace los caballos y lave la ropa.

Cuando cruzaron las murallas y se dirigieron hacia el bosque donde estaba la casa, la pelirroja ya ansiaba meterse en el agua, quito las riendas y ataduras a los caballos dejandolos campar a sus anchas por todo el patio, la carreta tambien fue abandonada y antes de subir al baño la joven avivo el fuego medio apagado de la tahona.
Por suerte en el baño el agua habia mantenido el calor acumulado a lo largo del dia no estaba tan calida como hubieran deseado pero al menos estaba templada. La joven volco un frasco con uno de los aceites que preparaba Wallada y entre risotadas y susurros silenciosos para no despertar a los demas comenzo a quitarle la ropa a su esposo a la vez que ella se deshacia de la suya con saltos y extraños pero divertidos movimientos.

Y cuando ya estaban dentro del agua, bañados por aquel perfume tan delicioso a hierbas y flores la joven enredo los brazos al rededor del cuerpo de Miku dedicandole una serie de besos y mimos.

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Mikumiku


¿Cómo había vivido sin esas cosas antes? La mayoría de la gente pensaba que bañarse no era sano y que traía enfermedades, pero no podía ser cierto. Después de la cabalgada meterse allí era como agua de mayo, y eso, sin contar la compañía.

¿Te han dicho que eres una tentación? Susurraba provocadoramente Miku mientras rodeaba su cintura con los brazos. ¿Un pecado? Hundió la nariz en su cuello, acariciándola con unos labios húmedos como sus cuerpos mojados, semihundidos en el agua. Dedicó unos momentos de silencio cómplice a mirarla, a sentirla sobre él. Lo necesitaba, le reconfortaba tanto en aquel momento que casi ni se acordaba de las penurias que había pasado en su travesía en solitario.

Casi, porque las cicatrices recientes de los arañazos relucían en los brazos y las piernas. Miku no se preocupaba, se habían curado bien, pero se las tapaba porque no le gustaba nada aquel aspecto. Desnudo como estaba, se podían distinguir todas, y advirtió que la pelirroja las había visto también. Lo siento. Fue lo único que se le ocurrió decir, sintiéndose culpable de no haber podido evitarlas, culpable por no haberle dicho nada a ella, culpable por haber deformado un cuerpo que le pertenecía a ella tanto como su corazón.

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Cyliam


No pudo evitar reirse cuando el rubio dijo aquello. - Alguna vez si que me lo han dicho, pero me gusta escucharlo de tus labios. Contesto con una risilla mientras le sacaba la lengua divertida.
Dejandose mimar por el y mimandolo se acerco a su oido para susurrarle algo. - Pero para ti sere todo lo que quieras.

Tras aquella disculpa no pudo mas que callarle con un beso mientras recorria con un dedo las pequeñas marcas, aunque no le disgustaban esas marcas en cierto modo se preocupaba por el rubio, cada vez que le tenia lejos de ella volvia magullado o acatarrado y aquello la preocupaba mucho mas que el recuerdo sobre la piel del joven. - Te quiero tal y como eres, no me importan los arañazos mientras me sigas queriendo.

Estaba feliz de recibir las caricias y atenciones de Miku, y nada podia estropearlo, de nuevo le beso con cariño apoyando la cabeza sobre su pecho desnudo, sintiendo los latidos del corazon y su respiracion, esos sonidos que la mecian cada noche y calmaban cualquier angustia. - Vamos a secarnos garbancito y a ver que hay en la cocina que podamos comer.
Dijo tendiendo la mano a una de las toallas que habia encima de una pequeña mesa, envolviendose en la misma tendio la mano al rubio y le acerco una toalla pero con una sonrisilla picara antes de que el alcanzara la toalla ella misma se deshizo de la suya para envolverles a los dos en la misma. - Asi mejor. Rio mientras le mordisqueaba un hombro con mimo.

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Mikumiku


Siempre encuentras las palabras. La besó, animado otra vez. No sé cómo lo haces. La envolvió como pudo con la toalla antes de que se helaran, abrazándola y frotándola un poco para secarla. Miku era feliz.

La atrapó entre él y una pared. Ah, pero se te olvida una cosa. Le mordió una oreja mientras le susurraba al oído. Para llegar a la cocina tendrás que escaparte de mí. El joven rió juguetón y se perdió en sus labios, dejándose llevar por el momento. Estaban tan cerca como podían estarlo sin ser el mismo, transformando todos los roces en caricias mortales y provocativas.

Miku no pensaba en nada, no podía. Su conciencia estaba invadida por la pelirroja, el deseo, y el amor que por ella sentía.

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Cyliam


Escapar o no escapar esa era la cuestion y era dificil de contestar porque entre los brazos del rubio se estaba tan bien que querer huir de alli era imposible.

Le miro fijamente, con cara de enamorada, luego le abrazo de nuevo apoyando la cabeza sobre su pecho, su fortaleza, donde se sentia mas segura y comoda. - No se si debo escaparme, es mas no se si es eso lo que quiero. Acaricio la espalda desnuda del rubio.

Se sentia completamente dominada por aquel hombre, por los sentimientos hacia el, por la situacion en general. Le beso el cuello con ternura, las claviculas, el pecho, toda caricia se hacia pequeña con el y solo queria dar mas y mas. No separarse de el ni un solo momento, se fundio de nuevo en un abrazo suspirando, sintiendose calmada. - No quiero escaparme, tengo miedo a que te vayas si me escapo. Dijo con una vocecilla debil abrazandolo con fuerza como si fuera el quien se quisiera escapar.

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Mikumiku


No digas eso. Miku se separó unos centímetros de ella, y la miró a los ojos. Era increíble cómo todo su mundo se venía abajo y volvía arriba una y otra vez. Vivía en una contradicción sentimental. ¿Era lo suficientemente bueno con ella, o sólo estaba siendo egoísta? ¿Merecía de ella tanta atención y cariño? Era tan fuerte, que había decidido escucharla sólo a ella y no a sus discusiones mentales. Se dejaba llevar e intentaba no hacerlo mal, pero era difícil. Y al mismo tiempo, lo mejor que le había pasado.

Shh. Siseó en un susurro para que dejara de decir esas cosas. Sintiéndose algo culpable y arrepentido por haber jugado con ella sin pensar, le respondió al abrazo y la acarició con toda la ternura y delicadeza que era capaz de transmitir. No me iré, nunca me iré. Siguió, apoyando los labios en su frente. Se daba cuenta del lado frágil de la pelirroja, y le invadía la necesidad de protegerla entonces.

Cada vez que me separo de tí salgo hecho polvo. Sonrió, intentando sacarle una sonrisa a ella. ¿Cómo voy a irme? Acabaría mal a la primera de turno. Le sostuvo las manos y se las besó como señal de amor y de disculpa. ¡Ven! Vamos a cenar algo, como dijiste y no tendría que haber interrumpido. Se deshizo de la toalla, y la atrapó con ella para secarla en un juego de cosquillas, besos y pequeños mordiscos. No quería verla así, le dolía que no estuviera contenta, y el rubio puso todo su empeño en hacerle olvidar esas preocupaciones que no se harían realidad.


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Cyliam


Sonrio llena de felicidad, mirandole sin decir palabras, adorandole con la mirada, era una sensacion tan grande que era imposible describirla con palabras e incluso a veces se hacia complicado hacerlo con actos.

Se rio mientras dejaba que el rubio la secara y mimase como a una niña pequeña, adoraba sentirse como tal en brazos de quien la queria. Alcanzo la ropa, la poca que habia quedado limpia despues del viaje una camisa blanca para el y su ropa interior y una camisa marron ancha, bastante grande para ella, era alguna camisa de Miku, pero, ¿para que iba a ponerse de gala en plena noche si quien debia mirarla la queria fuera como fuese?

Sonrio tontamente dando una vuelta sobre si misma y pregunto al rubio. - ¿Estoy guapa? Ya sabia la respuesta, pero hacer preguntas tontas la divertia mucho.

Ambos bajaron a la cocina, habia un cazo con un guiso, posiblemente de la cena de Wallada, la pelirroja sirvio la poca comida que quedaba, dejando sobre la mesa algunos pedazos de pan y las frutas que nunca faltaban en la casa. - Espero que con esto valga. Dijo mientras se sentaba arrimando la silla al rubio con felicidad. - Y sino, dejare que me comas. Acabo con una pequeña risa picaresca.

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Mikumiku


La comida no fue, ni mucho menos, el centro de atención del joven. Sabía que ella no lo dejaría ayudar a sacar, pero lo intentó con empeño solo para acabar sentado bajo amenaza. No tardó nada, y sentándose a su lado descubrió que la camisa que llevaba la pelirroja era suya. Le divirtió, y le pegó dos pellizquitos suaves por traviesa. ¿Podía ser que fuera perfecta del todo? La camisa le quedaba grande, lo suficiente para taparla pero lo insinuaba todo. Sus piernas se alargaban hasta el suelo, claras, preciosas, y sus bellas formas, como esculpidas por un artista griego, se dejaban adivinar.

Pues no te voy a comer, porque con esto ya voy sobrado. Sonrió de debajo de un flequillo rubio despeinado. Además, no me durarías mucho, pequeña. Se burló fingiendo un tono de amenaza y le mordió sobre el hombro, poco a poco transformando el roce de los dientes en labios y besándola en el cuello. La quería más que a nada, con locura. Fintó otro beso, pero se apartó en el último segundo para que mordiera uno de los pedacitos de fruta en su lugar.

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Cyliam


No podia dejar de reirse y sonreir, cada momento con el rubio era una maravilla, comio entre risas a veces atragantandose pero hasta lo malo con Miku acababa siendo bueno.

La noche se iba convirtiendo en amanecer, a fuera los pajarillos comenzaban a despertar la mañana con su piar y unos finos rayos de luz se filtraban en la cocina, la pelirroja bostezo dos veces y tras terminar de comer arrimo mas la silla a su esposo frotando la mejilla contra la de el.

Subio las piernas desnudas sobre las de Miku y sonrio inocentemente arrugando ligeramente la nariz. - ¿Quien sera el gentil caballero que lleve a esta damisela en volandas hasta una mullida cama? Dijo haciendose la interesante, con voz melosa pero a la vez con un tono picaro y travieso, tentador, adoraba tentarle, queria deleitarlo con cada movimiento y cada palabra, el se habia convertido en su vida y ella queria ser la de el. De nuevo un pequeño bostezo se escapo de sus labios y ella sonrio parpadeando como una niña pequeña y la verdad es que al lado de el se sentia pequeña pero tambien protegida.

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