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[RP] El Reino del Caos Absoluto

Mikumiku


Ummm... El rubio hizo como que pensaba, recorriendo suavemente un muslo de la pelirroja. Aquellas piernas claras, firmes y delicadas a la vez, esbeltas, eran un pecado capital. Le perdían. Pues sé de uno. Ascendió en su tacto, recorriéndole una corriente eléctrica todo el cuerpo. Y siguió, desapareciendo sus dedos de la vista bajo la provocativa camisa.

Con su otra mano, le pasó un mechón de pelo detrás de su oreja. La miraba a los ojos, y no podía dejar de besarla cuando lo hacía. Ella bostezó, y rieron, pero también significó el darse cuenta de la hora que era. Se iba a hacer de día y no habían dormido nada, nada. Aunque también era verdad que no dedicaban mucho tiempo a ello las noches que estaban juntos.

Miku pasó un brazo por debajo de sus rodillas y con el otro la sujetó bien. Notó que apoyaba la cabeza en su pecho y respiraba despacio, calmada. Sí que estás cansadita. Susurró, antes de subir las escaleras con todo el cuidado que pudo para no despertarla si caía en el sueño. No pesaba nada y era la cosa más preciosa del mundo. Un ángel caído del cielo. La llevó a la cama y la bajó con cuidado sobre el mullido colchón. Cielo... Dándole un beso de buenas noches ella había abierto los ojos. Te quiero.
Brynne


Al amanecer, las campanas tocaron a maitines en aquel rincón extramuros regentado por las Hermanas Cistercienses, que ejercía como Hospicio de la Villa.

Tras los Oficios, las niñas acogidas caminaban en impecable fila de dos al refectorio.

La Abadesa leyó el pasaje del Libros Sagrado del día, y una vez terminado, regresó a su asiento y llamó :

- ¡Brynne! ¡Acércate! - la niña se acercó obediente - Bien, has cumplido 14 años, ya puedes prestar servicio fuera de la comunidad. La Hermana cocinera te dará una cesta con unos dulces. LLévalos a la Ciudad, pregunta por la casa de la Diaconisa di Véneto y hazle entrega de ellos en nuestro nombre como presente por su boda ¡No te retrases en exceso!

Y así fué como la pequeña vió por primera vez el mundo exterior en soledad. Fué atravesando las bulliciosas calles y preguntando hasta dar con la casa en cuestión. Buscó la puerta de servicio e hizo sonar el llamador,

La recibió una mujer de tez olivácea, que la hizo sentar en la cocina sirviéndole un tazón de leche mientras ella llamaba a sus dueños

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Cyliam


Aquel beso fue dulce por un momento la joven pensaba que estaba soñando, pero no era asi pues la respiracion del rubio la notaba, le abrazo con una sonrisa y le regalo no uno sino dos besos de buenas noches antes de caer profundamente dormida entre sus brazos, pero aun le quedaba algo por decirle, entre balbuceos somnolientos acerto a decir semiinconsciente... - Te amo.

En sus sueños, siempre veia al rubio, le besaba, amaba y abrazaba constantemente, casi como lo que hacia cuando estaba despierta, las horas pasaron y la pareja dormia a pierna suelta, hasta que un suave mecer comenzo a despertar a la joven, que gruño dormida hasta que se digno a abrir un ojo, viendo el rostro risueño de la mora. - Pero si acabamos de acostarnos. Protesto con voz ronca, la mora le explico que tenia visita, suspiro y se levanto con sumo cuidado de no despertar al rubio, rebusco a ciegas unos calzones o algo un poco menos atrevido que la simple camisa que aun llevaba puesta, cuando consiguio vestirse mando a la mora de vuelta a la cocina mientras ella a tientas y cegada por la luz del dia se metia en el baño buscando la jarra de agua para refrescarse la cara.

Cual fue su sorpresa al llegar a la cocina, ya algo mas despierta y ver a una jovencita sentada a la mesa. Algo cortada saludo con una sonrisa. - Buenos dias pequeña. Aunque la jovencita y ella no parecian llevarse muchos años quizas 5 o 6. - ¿Que deseas? Finalizo sentandos a la mesa con ella mientras cogia una de las piezas de fruta.

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Brynne


Mientras apuraba su tazón de leche, una joven pelirroja de aspecto adormilado y algo desorientado entró en la cocina. ¿Era ella? Parecía muy joven para ostentar los cargos que le habían mencionado, sin embargo no abundaban las melenas de fuego. Sí, debía ser Cyliam di Veneto. Lo confirmó al punto al verse interrogada por la dama : ¿Qué deseas?

Habló no sin antes hacer una leve reverencia como le habían enseñado las monjas al encontrarse frente a algún Principal :

- Mi Señora, mi nombre es Brynne de Valladolid. Me envía la Madre Burgundófora del Hospicio de Santa María. Quería haceros el presente de estas yemas confitadas por vuestro reciente matrimonio con Don Miku Espinosa - dijo mientras extendía la cesta a las manos de la mujer - Sabe que no es gran cosa pero os suplica valoreis la intención, pues los donativos son últimamente escasos para el convento

La miró mientras esperaba su respuesta con la esperanza de que la dama le diera alguna moneda que pudiera gastar en el mercado que había atravesado en el camino, lleno de olores, colores y texturas que ella nunca había conocido.

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Mikumiku


No había dormido nada. O eso creía, porque en un parpadeo la pelirroja ya no estaba y el Sol le pegaba latigazos deslumbrantes en la cara a través de la ventana. Miku se estiró y echó el cuerpo a un lado para sentarse en el borde de la cama. Se despejó lo justo y echó a andar hacia la cocina, abrochándose el cinturón por el camino. Tenía recados que apañar en el mercado, pero comería antes algo.

Se alegró al oír su voz, podría despedirse de buena manera. Aún estaría cansada del viaje y no iba a dejarla hacer nada. ¡Buenos días por la mañana! Aunque quizá sea ya por la tarde... Bromeó, entrando a la cocina. Estaban las dos sentadas desayunando en la mesa. ¿Las dos? Una era una jovencita, una niña casi, guapa y con un aire de inocencia reconocible de lejos. ¿Interrumpo, puedo ayudar? Algo soñoliento y despreocupado, sonrió pero siguió hacia dentro. Saludó a su esposa con una caricia leve.

La niña había traído unos dulces, un par de los cuales estaban entre los dedos del caballero antes de que nadie lo viera venir. Muchas gracias, señorita... No la conocía de antes.
Cyliam


A la pelirroja se la hizo la boca agua y los ojos la brillaron de un modo especial, aquellas monjas sin duda habian elegido el mejor regalo.
Pero en realidad aquella niña la llamaba mas la atencion que los dulces, sonrio agradecida. - Muchas gracias Brynne. Era una niña tan educada, tan agradable, le recordaba a ella misma años atras cuando las monjas de Toulouse cuidaban de ella.

A tal momento Miku aparecio, despeinado, recien levantado y tan guapo como siempre. - Cielo esta niña es Brynne de Valladolid, nos trajo un presente de las monjas. Dirigiendose a la jovencita con una sonrisa presento a su esposo. - El es mi señor esposo Miku.

Tomo una de las yemas y la engullo degustandola. - Creo que estas yemas merecen un donativo para el convento y tu una propina por haber venido hasta aqui tan temprano. Creo que te acompañare de vuelta al hospicio. Dijo con una gran sonrisa. - Aunque deberia adecentarme antes. Cariño ¿que opinas?

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Mikumiku


Pues opino que sí que se merece la propina. Miku se fijó de nuevo en la pequeña, y descubrió que tenía algún rasgo familiar. Los ojos quizá, o la forma del rostro, quién sabía. Y también opino... Iba a decirle que debería quedarse descansando, pero sabía que no la iba a convencer. En fin, ya dormirían más adelante. Que os voy a acompañar. No tengo mucho que hacer hoy, y nunca se sabe qué rufián saldrá de los caminos.

Su mujer se fue a arreglarse, no sin recibir alguna carantoña del caballero, que se sentó en la mesa con la pequeña mientras. ¿Te apetece algo más? Señaló el tazón de leche que tenía cerca. Si las monjas eran tan duras como donde él había pasado un retiro espiritual hacía tiempo, iba a tener más ganas. Brynne, cuéntame, ¿Cómo es que una jovencita tan mona acabó en un convento? Le sonrió, curioso. Tenía algo que le sonaba, y un nombre sospechoso. ¿Era posible? Aun soñoliento, se daba cuenta de cosas que parecían encajar.
Brynne


Apareció el caballero dirigiéndose primero a su esposa y luego a los dulces sin reparar en exceso en ella hasta que lo hizo. Le cayó bien, ambos lo hicieron. No sólo la ofrecían leche sino que mencionaban la palabra "propina"

Soltó una risita disimulada cubriendose un poco la cara con el pelo ante la habilidad del señor Espinosa para distraer dulces entre sus manos

Volvieron a llenar las tazas y la interrogaron sobre su vida. No tuvo reparos en contestar ya que se sentía inmensamente cómoda con la joven pareja. Parecían tan felices y enamorados que su positividad y alegría llenaba el ambiente de aquella cocina.

- Mis señores, todo lo que sé de mi es que fuí entregada a la Hermana Portera de un convento en Italia una noche siendo un bebé. Una mujer alta y rubia me dejó allí, y tan sólo manifestó la voluntad de que me llamaran Brynne.....

No recuerdo cuando me trajeron a la Casa que la Congregación tiene en Valladolid, debía ser aún un bebé, y allí vivo desde entonces con las Hermanas y las otras huérfanas. Me han educado en la fé de la Iglesia y me han instruído en lectura, escritura, matemáticas, latín, la costura y el trabajo duro, y ahora que he cumplido los 14 años esperan que ingrese como novicia
- Brynne torció un poco el gesto ante la perspectiva. Quería conocer algo más que los muros del Convento - Preparan mi bautismo y mis votos para dentro de un mes

Calló y terminó de apurar el segundo tazón de leche.

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Cyliam


La pelirroja escucho la explicacion de Brynne con atencion, sin reparo torcio el gesto, nunca habia entendido esa obsesion de las monjas por intentar enjaular a las mas jovenes, aunque con ella no lo hubieran intentado en Francia, pero a punto estuvieron.

Pero no fue eso lo que mas la llamo la atencion de lo dicho por la niña, cuando hablo de su madre un rostro se formo en la mente de la pelirroja, rubia y alta, en Italia y eso sin contar con el nombre que ya al oirlo la habia llamado la atencion. ¿Seria Brynne hija de la rubia Brynhilde?

Se quedo pensativa en la puerta de la cocina, divagando e intentando enlazar los pensamientos. - Creo que eres demasiado joven para ser novicia, aunque las hermanas estaran en desacuerdo conmigo. Se atuso la melena pelirroja colocando los cabellos rebeldes en una coleta que descendia por su hombro. Queria contarle a la niña que creia saber quien era su madre, pero quizas fuera demasiado traumatico. Trago con dificultad, no sabia muy bien que hacer o que decir, al final armandose de valor se acerco a la niña y colocandole una mano sobre el hombro hablo. - ¿Te gustaria quedarte a vivir aqui? Serias una mas de la familia, y llevarias nuestros apellidos como si fueras hija nuestra. Catorce años en un convento son suficientes, no creo que debas pasar mas. Ademas si quieres hacer dulces seras bienvenida a usar la cocina a tu antojo.
Dijo entre risas mientras posaba la mirada en Miku esperando de el un gesto de aprobacion ante aquella propuesta.

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Mikumiku


Estaba serio por un momento, pensativo. Se acordaba de Brynhilde, su actitud salvaje, una espada que bajaba hacia él en medio de la plaza mayor... No podía ser. Claro que me parece bien. Dijo Miku, mirando a su esposa para ver si entendía lo mismo que él de aquella declaración tan reveladora. Sonrió y devolvió la palabra a la jovencita.

Es tu elección, no la nuestra. Pero te advierto de que es muy triste estar recluida y abstenerse de ir descubriendo los placeres de ser libre. Él había sido siempre un alma inquieta y tal idea le parecía malísima. El Altísimo les amaba, no querría tal sufrimiento para ellos. El mundo es cruel a veces, y te obliga a tomar decisiones que normalmente no serán correctas. Rió, aquella frase le había quedado demasiado seria. ¡Empieza ahora, elige por primera vez! No tendrás ningún problema en cualquier caso. La decisión de haberse mudado a aquella casona había sido suya hace tiempo y de lo único que se arrepentía era de no haberla tomado antes.
Brynne


La chiquilla abrió los ojos como platos, anonadada por la oportunidad que el Altísimo le estaba brindando. La propuesta de la joven pareja no sólo le ofrecía una alternativa distinta y más prometedora que la habían destinado como futuro, casi como única salida para llevar una vida digna, sino que le ofrecían tratarla como una hija e incluso llevar sus apellidos....

Pero no fué ésto lo que le hizo exclamar un "sí" exultante, sino la armonía que existía entre el matrimonio. Alguien a quien considerar como sus padres, aunque fueran apenas unos años mayores que ella; sin duda tendrían más experiencia de la vida que la que ella pudo adquirir entre los muros de la Congregación.

Le extrañó un poco la manera en que la miraban, como si la reconocieran... biológicamente era imposible que fueran sus padres naturales, además Cyliam no era rubia. Pero pasó enseguida por alto el detalle ante la emoción del momento. Ya preguntaría más adelante, o tal vez ni tan siquiera importaba, el pasado era pasado; aunque lo que quiera que fuese le inspiraba gratitud por haberle proporcionado esta nueva situación.

- Mis señores, sería un auténtico honor para mí ser vuestra pupila, llevar vuestros apellidos y honrarlos como merecen. ¡Os llenaré la cocina de dulces! ¡Ayudaré a vuestras doncellas y en el cuidado de los niños! ¡lo que necesiteis de mí! - dijo conteniendose para no ponerse a dar saltos y cabriolas allí mismo, lo que resultaba poco adecuado para una señorita criada por las monjas en la austeridad y la contención - Sé que la Madre Burgundófora se alegrará de tener una boca menos si la deja en buenas manos

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Cyliam


- Entonces ya esta todo dicho. Contesto la pelirroja mas contenta que unas pascuas. - Iremos al convento, les daremos el donativo, recogeras tus pertenencias, si asi lo deseas y bueno, supongo que improvisaremos algo de vuelta a casa.

Cuando se dio la vuelta para recoger la capa aun sin lavar del perchero de la puerta se quedo meditando, ¿y donde iba a dormir la muchacha? Busco con la mirada a Wallada, dibujando una sonrisa, un tanto cruel pero divertida, se acerco a ella y como una amiga paso un brazo por encima de los hombros, en realidad solo lo intento porque en aquella casa todos eran mas altos que la pelirroja.

- Mi querida Wallada, veras, como ya nos habras oido, la joven Brynne va a formar parte de la familia, asi que... ya estas tardando en sacar los tres baules del desvan y en adecentar ese cuarto para ella.

Los tres baules, los cuales habian conseguido meter a duras penas en el desvan eran tan largos como el ancho de la cama de Mariana que ya de por si era grande, y que decir de su anchura, tampoco se quedaba corta, uno de los baules estaba lleno de libros y manuscritos de los cuales Cyl no habia leido ni una cuarta parte, otro de los baules alojaba diversas prendas tanto de invierno como de verano, y el ultimo y no por ello menos pesado contenia una terrible coleccion de armas, algunas regaladas, otras cedidas amablemente y otras que habian sido tomadas prestadas, vamos que las habia robado con esa gracia que la caracterizaba a la pelirroja. - En la mesilla del cuarto, en el primer cajon al fondo hay dinero de sobra para lo que necesites. Y ante todo, el baul, ya sabes cual, metele debajo de mi cama, el de los libros debajo de la tuya y el otro con la ropa donde Mariana.

La pelirroja sonrio amablemente ante el leve gruñido de la mora que subio las escaleras marcando cada paso con estruendo. - No es un gran cuarto pero con el tiempo podremos hacer maravillas con el. Dijo sentandose de nuevo a la mesa mientras comodaba la capa sobre las rodillas. - Cuando querais podemos marchar y por el camino podemos ver si encontramos algo interesante en el mercado.

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Cyliam
Abril, aproximadamente a mediados de mes. Me encantan los saltos temporales ^^




El mes paso casi volando, ahora que Brynne vivia en aquella casa tenian que adecentar el cuarto, pasado el mes de marzo, aquel desvan parecia otra cosa, habian buscado un nuevo jergon para la cama, limpiado el ventanal situado en techo y habian improvisado una cortina tupida que tapase la luz, habian decidido tirar la vieja mesa de madera oscura y habian comprado una nueva junto con una silla sencilla, ahora habia un par de candelabros que iluminaban el cuarto y un brasero para calentarla.

Abril estaba siendo un mes muy lluvioso, cosa que a la pelirroja no le gustaba, preferia quedarse en casa, peleandose con alguna de las mascotas que salir a mojarse. Mariana seguia con sus estudios ahora acompañada de la joven Brynne que habia echo muy buena amistad con la pequeña, la pelirroja sonreia cada vez que las veia leyendo o escribiendo y que decir de los mellizos, habian comenzado a dar sus primeros pasos y con ello sus primeras caidas que iban acompañadas de terribles llantos.

La casa estaba llena de vida y alegria, Mariana correteaba jugando con Brynne, Wallada preparaba la comida y hacia la compra, Cyl perseguia a los pequeños ratoncitos para evitar que callesen de culo al suelo y Miku se reia de aquella situacion.

- Brynne. Llamo la pelirroja mientras calmaba los llantos de los dos pequeños. - ¿Porque no vas con Mariana a comprar algo? Podeis comprar algun libro nuevo o algo que os guste mas. El tiempo habia dado una pequeña tregua, habia amanecido un dia despejado, apropiado para dar un paseo y comprar algun capricho. La pelirroja dejo algo de dinero sobre la mesa y volvio a soltar a los pequeños en el suelo, los cuales habian encontrado un divertimento en tirar de la cola a la paciente gata blanca que dormitaba escondida bajo la mesa. - Voy a salvar a esa gata antes de que ocurra una desgracia.

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Brynne


Se adaptaba como una más a la familia, y ciertamente no le faltaban ni el amor de sus tutores, sus hermanos adoptivos, ni comodidad material alguna. Su vida había dado un giro de 180 grados, y apenas le suponía esfuerzo ayudar a su madre con los pequeños, más bien era un divertimento.

Había hecho buenas migas con Mariana, a quien pese a la diferencia de edad consideraba su amiga tanto como su hermana pequeña.

Ese día Cyl se afanaba en controlar a los gemelos que "torturaban" a una gata blanca. A su sugerencia Mariana y ella se encaminaron a la Plaza, donde los juglares cantaban sus trovas a las damas y los viejos cuentacuentos deleitaban a los niños.

Ese día había algo diferente : un gran palo con un aro en lo alto, del que colgaban cintas y flores.

- ¡Mira Mariana! ¡Es un Palo de Mayo! Tendremos que pedir a Madre y Padre que nos traigan a las Fiestas.... ¿Has estado alguna vez?

Tras su paseo volvieron a casa excitadas por la perspectiva de la fiesta. Mariana estaba impaciente por contarle todo a la pelirroja y obtener su promesa de que las llevaría, pero Brynne la tomó de la mano para llevarla a la habitación, pues su madre dormitaba agotada con una gata blanca en su regazo, cansada de la batalla con los gemelos, que parecía haber sido dura.

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Brynne


Amanecía. Brynne se vistió rápidamente y fué haciendo una ronda por los dormitorios de la casa, cuidando de no hacer ruido cerca del principal.

Si alguien hubiera dibujado la escena de aquella mañana hubiera sigo algo así como :



Se dirigieron todos a la cocina y prepararon el desayuno para mamá Cyliam, consistente en leche fresca, pasteles.... y niños rebozados. Porque cuando todo estuvo listo Brynne no pudo evitar que los pequeños salieran en tromba de la cocina envueltos en restos de mermeladas, compotas y harinas y, atropellando a Wallada por el camino, abrieran la puerta del dormitorio de sus padres saltando en pelotón sobre la pelirroja, y de rebote sobre Miku con un:

FELICIDADES MAMIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII

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