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[RP] Hoy, un día de fiesta para Valencia

Zeian_de_berasategui


- Como vos gustéis Coronel, pero ¿qué os parecería si no acaparamos la atención de las Infantas, que de seguro quieren saludar a más invitados, y mientras llegan Sus Majestades vos me mostráis el Palacio? Tengo mucha curiosidad, ya que nunca antes había estado en la Corte de ningún Reino...- dijo la dama mientras tomaba el brazo que él le ofrecía y, sutilmente pícara, prosiguió- Y mientras paseamos…podríais hablarme un poco más sobre vos… Me encantaría conoceros mucho más…
A la pregunta del de Berasategui había respondido Graciela con una sugerencia que le había tornado un deseo en realidad. Pues la cuestión era que, a Zeian, le pareció como si la hermosa aragonesa le hubiera leído el pensamiento, ya que la posibilidad de pasear por los salones y jardines del Palacio acompañado de su pareja aquella noche le atraía sobremanera, pero el pudor y la timidez le habían impedido dar ese primer paso.

Por supuesto, mi Señora, salgamos - comenzó a contestar Zeian, asintiendo con una gran sonrisa. Y dirigiéndosa a Juliane e Izar dijo- Sobrinas salimos a dar un paseo hasta que Su Maj....
Y ese momento, los guardias allí destacados presentaron armas de forma ruidosa y un gran revuelo se produjo de repente en el Salón Azul mientras que hacían su aparición los Reyes, que fueron anunciados.
Venid, Graciela,- le dijo Zeian en un susurro. Ponéos a mi lado.
Y todos los familiaros se colocaron en una fila: el matrimonio Borja primero, los hijos después y al final, Zeian con Graciela de la mano.
La Reina se paró a saludarlos uno por uno y el Rey la seguía.

Y al fin, llegado el turno de Zeian, Rose se paró resplandeciente ente él y la vió más hermosa que nunca. Zeian sintió un sobresalto en su alma, pues sentía que su prima, amiga y hermana era feliz y ella sabía que él lo era también. El Coronel, frente a su Reina, saludó militarmente y tras ello, hizo una profunda reverencia, rodilla en tierra. Entonces Rose extendió sus brazos y le tomó las manos mientras decía:
Primo..., que feliz me hacéis. Vuestra presencia aqui es importante para nosotros
Majestad, sabed que yo soy muy feliz también y que, aparte de vos y lo que habéis hecho por mí, mucha culpa de mi felicidad la tiene la Dama que me acompaña hoy. Mi Reina, por favor, permitidme que os presente a la Señora Graciela de Lara Salcedo, de Zaragoza, que nos visita durante estos días y alegra mi corazón. - Dijo Zeian adelantando con la mano a la joven.
La Reina Rose entonces la miró y dirigiéndose a Graciela, que había hecho la correspondiente reverencia, la saludó- Dama, os agradezco acompañarais a mi solitario primo, sin duda vuestra presencia alegrará no solo su vida, sino la nuestra.
Graciela fue así saludada por la Reina y fue seguidamente el Rey Yuste el que abrazó sin protocolos ni formalidades a su hermano trillizo y fue presentado por este a la Dama Graciela, mientras que la Reina se dirigía a su séquito para disponerse, con su marido e hijos, a entrar en el Gran Salón.

En ese instante y rota ya la fila, con todos los presentes expectantes ante la entrada de Sus Majestades en el Gran Salón, Zeian tomó de la mano a Graciela, que sonreía aún presa del azoramiento y la impresión, y, sin que nadie lo notara, juntos se escabulleron por una de las puertas laterales.

Mientras se alejaban del ruido de la fiesta, pasearon por la amplia galería de los espejos. Zeian le explicó a Graciela el significado de las pinturas del techo y observó como la dama asentía, interesada por lo que le contaba.
Seguidamente atravesaron la gran sala de mármol antes de llegar al Salón del Trono. Allí Zeian contó a la dama un resumen de la historia de sus padres, los Reyes Anzo el Legislador y Sorkunde.

Por último, Zeian tenía reservada una sorpresa.

Graciela, quiero que veáis algo que merece la pena.-Dijo.
La Dama asintió y le siguió, sin soltarle la mano. Y en seguida, llegados a cierto punto, Zeian se volvió a Gabriela y le pidió: Ahora cerrad los ojos y seguidme y no los abráis hasta que yo os lo diga. Por favor, fiaros de mi. Veréis que no quedaréis defraudada.
Graciela asintió y obedeció. Anduvieron unos metros y Zeian le tomó las manos y las guió hasta que sujetaron una barandilla metálica. Entonces se colocó detrás de ella y con sus propios brazos, se agarró tambien de la barandilla, con sus manos al lado de las de ella, de manera que quedó rodeándola. Y mientras sentía el embriagador perfume de sus hermosos cabellos, le dijo al oido: Ahora podéis mirar.
Y Graciela pudo entonces ver, desde un balcón de uno de los corredores, los iluminados jardines del Palacio Real de Valencia.
Y al volverse la joven y mirarle radiante, Zeian, presa del embrujo de la noche y del hechizo de sus maravillosos ojos del color del cielo no pudo resistirse a depositar un beso en los rojos labios de Graciela.

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Yustebv


Sostuvo con fuerza la mano de su esposa hasta llegar al salón azul dónde la familia les esperaba. Cuando su esposa se separó de él, ella besó su mano y él le acarició el rostro, ella tenía el honor de comenzar con los saludos y tras de ella iba él. Primero saludó a sus dos hijos con fuertes apretones de mano y un abrazo, luego alzó a su pequeña Izar - ¿Dejasteis el arco en la habitación?, si es así, mañana os daré un regalo - la dejó en el piso y sonrió. Besó después de ello a Juliane y a Ederne en sus rosadas mejillas, admirando la dulce espera del nuevo retoño de su hija mayor. A Nicolás también le saludó de la mano, lo que no supo hacer es si abrazarle o no, el hombre se veía muy ajustado en ese traje.

Llegó el turno de su hermano quién iba muy bien acompañado. Le dió un fuerte abrazo, sin protocolos de por medio. Después de los saludos tomó la mano de su esposa y todos, bien ordenados, se pusieron frente a la puerta que dos armados soldados de la guardia abrirían al momento que el heraldo les anunciara. Observó una vez más a su esposa sin que esta lo notara, realmente era una mujer muy hermosa y seguía de ella enamorado igual que el primer día que la vió.

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Juliane_bp


El momento había llegado… los reyes hacían su ansiada presencia en el salón azul, saludando con esmerado afecto a cada uno de los integrantes de la familia, quienes les aguardaban con una sonrisa en sus rostros, para juntos reunirse en el salón principal, colmado de invitados, donde se daría inicio a la celebración respecto a la coronación de Su Majestad.

- Juliane, Jokin, Johan...Izar… gracias por estar en este momento con nosotros.– expresó la Reina besándoles las mejillas a cada uno de ellos.

- Es lo menos que os mereceis, madre – respondió Juliane con un tierno gesto en su mirada, el cual extendió a su padre brindándole una dulce sonrisa, cuando besaba una de sus sonrosadas mejillas.

Minutos después, un heraldo real les solicitaba su atención notificándoles que debía anunciar la entrada de quién esa noche sería la gran protagonista.

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Mafis


La de Guadalest, feliz con su amiga Hechicera, al entrar a la fiesta iba a anunciarse con el Heraldo Real, pero no fue necesario ya que en ese momento el caballero, dijo...

--Heraldo_Real a écrit:


- La Excelentísima y hermosisíma Señora de Guadalest, Doña Mafis Ilitzky Amzalag y la no menos hermosa campeona de Castellón y Gentildama del Reino de Valencia Hechicera d´Enclar i Pern.


Al escuchar al Heraldo se dirigió a él con unas palabras. - Mi estimado Heraldo, agradezco sus lindas palabras para mi hermosa amiga y la presente - con una inclinación de cabeza leve, le sonrió.

Amiga mira cuantos amigos hay en la fiesta y nuestra hermosísima Reina, creo que alcanzamos a llegar antes que ella, vamos a buscar lugar para recibirla y saludar a los amigos.- Tomó a su amiga del brazo para ir a saludar.

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Hechicera79


Hechicera no pudo evitar sonrojarse cuando el Heraldo se dirigio a ella del modo que lo hizo, no llegaba a acostumbrarse a que la catalogaran de hermosa

Su amiga Mafis se dirigio al Heraldo para agradecerle las bonitas palabras que habia tenido hacia ellas.

Por suerte y como tambien habia apreciado su amiga Mafis, la Reina aun no habia echo acto de presencia, por lo que se adentraron en el gran salon para saludar a los conocidos y tomar lugar para recibir a su tia, la Reina.

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Jokin_b


Jokin permanecía junto a sus hermanos en el salón cundo entraron sus padres.

En aquellos actos tan protocolarios era quizás cuando el joven daba más cuenta de que sus padres suponían una institución en si mismos para Valencia y la suerte que tenia de poder recibir todo de cuanto ellos le estaban ofreciendo a cada uno de sus hijos.

- Juliane, Jokin, Johan...Izar… gracias por estar en este momento con nosotros dijo la Reina con el ese dulce tono de voz con el que solía dirigirse a ellos siempre cuando, el motivo de su atención no fuera motivo de reprimenda.

- Gracias a vos madre, por permitirnos estar aquí contestó Jokin tras su bella hermana Juliane.

Tras el saludo de la Reina llegó el de Yuste, después, pero indudablemente no menos importante, se dirigió primero hasta él y su hermano Johan a los que estrechó la mano y posteriormente abrazó, para Jokin en ese momento se paró el mundo, no había mayor deseo en él mas que su padre pudiera sentirse orgulloso.

Tras los saludos quedó a la espera, habría de recibir a los cuantiosos invitados.

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Heraldo_real


Un hombre un tanto extraño y algo desagradable se acercó al heraldo y le pidió ser presentado de malas maneras, el heraldo que tenía mucho amor propio dio dos golpes con el bastón y le presentó:

- El hombrecillo, ¡Eugene de Porc! - Dijo en voz alta y clara - ¡parece que hoy vamos a comer bien! Cerdos, patos, paellas... - Comentó en voz más baja pero consciente de que el señor Cerdo le oiria.

El pobre Juan seguía apostado en la puerta del gran salón, la gente dentro parecía que se estaba diviertiendo mucho, todos excepto el joven Ta Kuba de Segorbe, que no paraba de lanzarle miraditas de arriba a abajo.

- Será que no quiere ser soltero sino que es un poco desviado. - Pensó el heraldo mientras soltaba una carcajada.

Poco después apareció otro hombre, con aspecto sombrío, parecía que algo le atormentaba.

- Mejor no meterme con este, es capaz de reaccionar de cualquier forma - Pensó el heraldo.

Por suerte el caballero Valerius Jones, que el heraldo había reconocido a la primera, en su estado de ofuscación pasó por delante de él sin parecer siquiera verle.

- Pues nada chico, menos trabajo para mi. - Pensó Juan mientras se rascaba las partes nobles.

Poco después otro de los tardones hacia su aparición, era un hombre calvo con bastante prisa y con lo que parecía una planta o flor en la mano, al igual que el anterior pasó por su lado sin ni siquiera saludar.

- ¡Pero bueno! ¿Soy invisible o qué pasa? - Espetó el heraldo ya algo malhumorado.
Zinnia


Zinnia seguia en la entrada del salon moviendo los pies al ritmo de la musica cuando se acerco la dama Ibelia Bienvenida a la fiesta, me alegro de verte de nuevo, has crecido mucho, ya eres una elegante dama , espero que lo pases muy bien. le decia mientras le ofrecia una copa Si dama Ibelia muy bien gracias le dijo sonrojada despues de las palabras que le dijo Ibelia Vos tambien os veis mas hermosa esta noche le dijo con una sonrisa en los labios mientras le daba un sorbo a su copa

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Heraldo_real



El heraldo andaba escarbando en su ancha nariz a ver si encontraba algo interesante que echarse a la boca cuando vio que los guardias de la puerta empezaban a cuadrarse, rápidamente se metio en la boca el tesoro encontrado y se arregló el traje.

Por fin el momento tan esperado por todos estaba a punto de suceder, la nueva reina hacia acto de presencia en la fiesta en la que los valencianos y valencianas y demás llegados de reinos amigos le rendian honor.

La comitiva real estaba ya a muy pocos pasos del heraldo por lo que hizo un gesto acordado previamente a los músicos que dejaron de tocar. Todo el mundo giró entonces la cabeza hacia la entrada y el heraldo con fuerza dio dos golpes con su bastón, esperó tres segundos y volvió a dar dos golpes para con voz firme y clara anunciar a los recién llegados:

- Sus Majestades los Reyes de Valencia, Doña Rose I y Don Yuste de Berasategui i Valls, acompañados de sus altezas reales los infantes de Valencia y de su señoria Zeian de Berasategui i Valls junto a la Dama Graciela de Lara.

Dicho esto empezaron a replicar las campanas y los músicos empezaron a tocar el himno valenciano mientras la familia real entraba a la sala.

La reina deslumbraba con su característico buen gusto y belleza, el rey muy sereno caminaba a su lado y sus hijos iban justo detrás. Eran una estampa de ensueño. Y el pueblo allí presente aguardaba ansioso que por fin se acercaran para poderles recibir con orgullo y sobretodo mucho cariño.
Izar_bp


Su tío Zeian o Altezitito, como ella le llamaba desde más pequeña, hizo acto de presencia en el Salón Azul e Izar no pudo evitar fijarse en la hermosa y joven dama que le acompañaba. Incluso agradeció que Juliane la tomara de la mano y las presentara, así supo su nombre y pudo observarla en detalle, de arriba a abajo, tras lo cual sonrió satisfecha tanto a su tío como a la bella Graciela.

En ello estaba cuando sus padres se personaron en la estancia, regios en maneras y atuendos, como siempre. Se preguntaba si ella de mayor sería tan elegante como su madre aunque se conformaría con solo conseguir serlo en parte. Ella la besó en la mejilla y elogió sus rubios cabellos y su padre le arrancó una carcajada divertida cuando la alzó hasta la altura de sus ojos, un abismo de altura para la menor de las infantas.

- ¿Dejasteis el arco en la habitación?, si es así, mañana os daré un regalo - La niña respondió con enérgicos movimientos de cabeza arriba y abajo, no le salían las palabras de la alegría.

Cuando volvió a sentir el suelo bajo sus zapatos, volvió a engancharse de la mano de su inseparable hermana y se encaminaron hacia el salón principal, donde transcurriría la celebración. El heraldo les anunció solemnemente tras dar dos sonoros golpetazos, y luego dos más. Entonces avanzaron, entre campanadas y el himno valenciano y ella no pudo evitar, girar la cabeza hacia aquel hombre que anunciaba a todos y mirarle fijamente cuando pasaba a su lado, torciendo el cuello cuando comenzaba a dejarle atrás......para en el último momento, antes de tener que girar la cabeza hacia adelante porque ya le dolía el cuello; dedicarle una sonrisa misteriosa.

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Rose_de_anthares


La Reina ingresó al salón de la mano del rey y en compañía de su familia. El salón estaba completamente iluminado y la música valenciana deleitaba el oído no solo de los valencianos sino los del reino entero. Entre sonrisas y sutiles reverencias, los reyes se abrieron paso saludando a todos sonriendo. Pero ella se fue grabando cada rostro, cada gesto hasta llegar frente a los tronos que estaban ubicados en el salón. Antes de tomar asiento, la Reina hizo un gesto y la música se detuvo. Deseaba dedicar unas palabras a sus invitados y su pueblo.

Hoy estamos aquí reunidos para celebrar un gran día. Hubieron días tristes, dias iniciertos, y la guerra como en otros tantos tiempos azotó nuestra tierra. Y recuerdo aquel día, nos recuerdo bailando y más claramente dejando vestidos y alegría para acudir de inmediato a las armas y socorrer a nuestra amada Denía. Me gusta recordar ese momento porque en esos largos días se pudo apreciar el espíritu valenciano, ese que nos une no solo en tiempo de alegría sino también de tristeza - puso sus manos contra su pecho y continúo - y orgullosa me siento de llevar sobre mi testa la corona soberana de Valencia y de veros a todos felices junto a mi por ello. Valencia abrirá sus puertas para mostrar al mundo que es un reino libre y en paz. Juntos como un pueblo unido, viviremos días como estos en los que todo es felicidad y belleza, pero más unidos estaremos aún y con la misma alegría en el corazón cuando los días sean grises. Yo... - sonriente les miró a todos - El altísimo me de toda la vida necesaria para serviros a vosotros y a Valencia, mi corazón desea vuestra compañía en el camino que nos lleve a un reino de oro, tan resplandeciente como el corazón de los valencianos - extendió los brazos hasta sus oyentes como si de un abrazo de tratara -

Disfrutad de la fiesta, vamos a celebrar este gran día para nuestro Reino, pues es nuestra amada tierra la homenajeada en este día. ¡Visca Valencia, larga vida y prosperidad!

Todos acompañaron a la reina, el Rey, su familia y el pueblo valenciano presente y no presente en las palabras de buenaventura para Valencia. Entre gritos de alegría y aplaudos la musica volvió a sonar.

Tomó asiento en el trono mientras recibía a quienes deseabana charlar con sus majestades, aunque sabía poco duraría ahí, tenía mucho ánimo, demasiados deseos de recorrer el salón entero para ver a cada uno de sus amados súbditos.

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Graciela
Pareciera que el corazón de Graciela no iba a tener tregua alguna en aquella noche tan especial. A la ilusión de estar en aquel increíble lugar y con aquella maravillosa compañía, a los nervios de haber conocido ya a las infantas, ahora se sumaba la emoción por la repentina llegada de sus Majestades.

- Venid, Graciela, ponéos a mi lado.

El sentir de pronto el cosquilleo sobre su piel que ese susurro de Zeian le produjo, no ayudó a que la joven se calmara y muy al contrario hizo que el corazón le diera un enorme vuelco al que sólo supo reaccionar llevando su mirada complacida en la búsqueda de la suya y responder a sus palabras con tan sólo una sonrisa.
La mano del caballero le sorprendió nuevamente sujetando firmemente la suya y con el corazón aún palpitando más fuerte que nunca, se dirigió hacia el lugar al que él la llevó, junto a los miembros de su familia, junto a la familia de los Reyes.
Sin tiempo para reaccionar ni pensar en mucho más, se encontró con su Majestad, la Reina Rose, justo delante suyo. Se sintió muy afortunada y orgullosa de estar viviendo ese momento. Ella, la Reina, era una mujer muy bella y que sólo con ver su porte y elegancia se intuía que sin duda haría un grandísimo papel.


Enseguida hizo una reverencia ante ella y se limitó a escuchar las palabras que ésta muy amablemente le dedicó, a las cuales sólo atinó a responder con un tímido “Gracias, Majestad”.

Pero qué podía decir si aún resonaban con fuerza en su cabeza las que previamente había pronunciado aquel hombre que por momentos estaba poniendo su mundo del revés.
Cuando los Reyes hubieron avanzado unos pasos, Graciela miró al caballero Zeian que aún la sujetaba de su mano y que sin que nadie se diese cuenta la arrastró por una de las salidas del lugar, aventurándose juntos por los pasillos del palacio.

Mientras descubría a su lado todos los rincones del lugar, cada uno más grandioso que el anterior, y escuchaba atenta sus explicaciones, no pudo evitar comenzar a sentir eso que tanto temía y que se esforzaba inmensamente por no sentir nunca…ilusión… , aquello que le daba tanto miedo y que ella sabía perfectamente que era el primer paso para sentir otros afectos que le asustaban todavía más, a pesar de no haberlos sentido nunca con anterioridad, pero que se negaba a si misma el derecho a sentirlos.


“No, Graciela, no lo hagas…te lo prometiste…” se decía una y otra vez. Y es que era tan duro y complicado estar al lado de aquel caballero, pensar en todo lo que estaba ocurriendo y a la vez querer frenar aquel torrente de sensaciones.

- Graciela, quiero que veáis algo que merece la pena.-
Ella no dudó, y aún sujeta con fuerza de su mano, se dejó guíar a ese lugar misterioso.- Ahora cerrad los ojos y seguidme y no los abráis hasta que yo os lo diga. Por favor, fiaros de mi. Veréis que no quedaréis defraudada. –y así lo hizo, sonriendo nerviosa, sin imaginar la belleza que descubriría ante sus ojos-...Ahora podéis mirar...

Todo parecía mágico, todo parecía no poder estar ocurriéndole a ella y formar parte sólo de un sueño del que en cualquier momento podía despertar.
Y cuando de pronto se giró, le miró a los ojos y se encontró inesperadamente con el cálido roce de los labios de Zeian, entonces fue cuando definitivamente se rindió y supo que ya no habría posibilidad para frenar lo irrefrenable.
No hizo nada por detener ese beso, al contrario, hubiera deseado detener el tiempo en aquel instante. Cuando el caballero se apartó, ella no pudo hacer nada más que buscar un aliado entre las sombras de la noche para disimular su rubor.


- Mi señor… - le susurró aún presa de la timidez, como buscando una explicación, una confirmación de que aquello era de verdad.
Si realmente era sincero y sentía lo mismo que ella sentía en esos momentos, sólo el tiempo lo diría y tendría que ir descubriéndolo poco a poco. Aún quedaba mucha noche por delante.


- Mi señor… regresemos… seguramente ya os están echando en falta- y tratando de disimular su emoción, se aferró nuevamente a su mano y sonriendo con picardía le dijo- Y recordad que me habéis prometido un baile…
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Mis andanzas...
Sepillo


El discurso de la reina habia sido apoteosico, una vez terminado se disculpo de sus contertulios setabenses.

- Bueno, mientras la Reina va recibiendo a la gente voy a aprovechar para ver si no han hecho ningun estropicio en la cocina, ya tendre tiempo de hablar yo luego con ella.

Ya hiba directo hacia la puerta de los salones cuando se encontro con Mafis y Hechicera, no pudo mas que pararse al ver tanta belleza junta.

- Muy buenas mi gentildama Hechicera, señora de las aduanas valencianas.

- Y mi señora Mafis, creo que el heraldo no te ha hecho justicia con los alagos, no se que pasa que desde que hechamos entre los dos al capitan pirata de Denia, cada vez que te veo estas mas guapa.

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Valken


Mi buena Señora le respondió con una leve reverencia que agradable verla, como siempre.

Por supuesto que recuerdo mi deuda, y un von Rommel siempre paga sus deudas...
dijo guiñando discretamente un ojo En cuanto comience la música nos volveremos a encontrar.

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Izar_bp


Al término del emotivo discurso de su madre, el gran salón volvió a ser un hervidero de conversaciones y sonrisas. Los músicos, retomaron la pieza inconclusa y la niña que había soltado la mano de su hermana para aplaudir las palabras de la reina, descubrió que su familia al completo se abstraía entre risas y charlas con los amigos, dejándola a su aire en plena celebración.

- ¡Libre! - Dijo en voz baja con un deje de travesura en la voz y miró a su alrededor.

Comenzó a caminar lentamente, estudiando todo a medida que avanzaba. Sedas, gasas y linos en infinidad de colores desfilaban frente a sus ojos a veces en forma de ostentosas hopalandas, otras en forma de trajes masculinos.

- ¡Esas pantorrilas me suenan! - Se le escapó en alto cuando descubrió la llamativa forma de vestir del tabernero de su tasca preferida y después de detener la mirada en el tamaño de sus piés, le saludó con los habituales refinamientos a los que tenía acostumbrado al joven. - Taku, si bailáis conmigo podré hacerlo sin que mi piés toquen el suelo.

Una carcajada, de esas contagiosas y tan características en ella, escapó de su garganta, entonces miró hacia la entrada, ahí estaba, aquel hombre tan raro que a todos anunciaba dando golpes con aquella vara, que aunque tenía cara de despistado, Izar estaba segura de que se quedaba con todo lo que a su alrededor ocurría; y volvió a sus labios la sonrisa misteriosa que le había dedicado a su entrada en el gran salón hasta que algo captó su atención.

- Si me disculpas Takuba.... - Se alejó del Segorbino rumbo a esa zona de donde salía la servidumbre con aquellas bandejas llenas de manjares y copas rebosantes de bebidas espirituosas; y caminó pegada a la pared, dejando notar su presencia lo menos posible hasta las puertas en cuestión. - ¡Un pato! - Fue lo último audible antes de desaparecer dentro de la cocina donde tiró mano a su arco que siempre llevaba colgado del hombro derecho hasta que recordó que había prometido no usarlo esa noche, habría paz para los invitados y al parecer también para los patos. Aunque a juzgar por los “Cuacs” desesperados que se oyeron por unos instantes, nadie podría asegurarlo.

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