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La Gran Celebracion en Compostela

Vladie


- ¡Yo yo yo, falto yooooo! - gritaba la mora mientras corría por los pasillos hacia donde escuchaba más ruido. Frenó en seco a punto de darse contra la cocinera, que la miraba perpleja con esa cara que la signora ya conocía "¿y ésta por dónde entró?". Sabiendo que una respuesta no sólo es para problemas sino que arruina su nivel de factor sorpresa, la mora continuó dando vueltas por Compostela. Ya se cruzaría con algún conocido.

Pero no, se fue a cruzar con el aristogato nuevo del pueblo. Cruzar es una forma de decir, esta vez la mora sí fue a darse de lleno contra Ignius, rebotando y cayendo al suelo.

- Pues sí que les dan de comer bien en la Iglesia. - Dijo al tiempo que se tocaba la cabeza, asegurándose que ninguna de sus valiosas ideas se hubiera escapado por ahí.

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Marta296


Lo malo de llegar siempre justa de tiempo era perderse las llegadas de los demás. Ya estaba acostumbrada a llegar tarde a todas partes. Además, odiaba viajar sola... era a lo único a lo que no conseguía acostumbrarse.

Eso sí, entro como si en su propia casa se hallase y se sacudió de la capa las gotitas de lluvia, formando un charquito en la entrada de piedra. Bueno, ya estaba mojado cuando llegué...
Buscó la capilla y encontró a Miku con Cyl en uno de los pasillos... ¡Su irmàn iba a ser caballero! Se les veía felices y nerviosos, igual que se encontraba ella misma. No quiso entretenerles mucho, que bastante tenía ella con buscar hueco donde sentarse.

¡Al fin he llegado, disculpad el retraso! Les dio un abrazo lleno de cariño a ambos. Debo encontrar mi asiento... les dijo con una sonrisa.
Aquel era un día grande.

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Ignius


Tras ser agredido por la parásito de Santillana y el Infantado, encima tuvo que oir- Pues sí que les dan de comer bien en la Iglesia.

-Sí, es que la gente suele dar comida a los que tienen su alma asegurada. Mucho tenéis, que la aceptación de religiones os protege de la hoguera.

Tras eso la ayudo a que se levantarse, tirándole un frasquito de agua bendecida, que llevaba bajo la manga, por la espalda.

-¿Estás bien?- preguntó, inocentemente, mientras se preguntaba internamente por qué no se quemaba bajo los efectos del agua

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Khanigalbat


Conversaba animadamente con el prelado cuando la de Baeza apareció de repente.

- Hola Vlad... - intentó decir, pero antes de que se diera cuenta la mora rodaba ya por el suelo a gran distancia de donde se encontraban.

El Obispo, practicando la caridad aristotélica, se había acercado para ayudarla pero al rubio no le pasó desapercibido que Su Eminencia aprovechaba para derramar disimuladamente el contenido de un frasquito por la espalda de la condesa mientras la ayudaba a levantarse.

- Eso no funciona - pensó el Heraldo - ya lo hemos intentado nosotros...

El rubio miró al frente con aire de disimulo, pero no pudo evitar sonreir al preguntarse en qué bolsillo de la condesa andaría ahora la bolsa del prelado y cuánto tiempo tardaría este en darse cuenta que su mano lucía ahora un anillo menos.

Instintivamente, rebuscó entre sus bolsillos buscando la suya propia y respiró aliviado al encontrarla allí.

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Debian


Poco a poco se iba llenando de gente el lugar y la pequeña Maeva se durmió con el runrún de los murmullos. Sólo dió un pequeño respingo con el aparatoso ruido de la caída de la de Baeza. Debian volvió la cabeza con interés y sonrió. Todo estaba en "orden". Cerró un poco los ojos, cansada de tanto ajetreo, y esperó el comienzo de la ceremonia.

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Natassha


Al fin habían llegado, largo fue el trayecto que tuvieron que recorrer desde Moguer hasta Fisterra. Habían pasado los límites de Portugal, en Santiago de Compostela se habían detenido unas horas para que los caballos descansaran comieran y tomaran agua. Tiempo que la de Moguer había aprovechado para estirar las piernas y hablar en una posada para que le dieran permiso de refrescarse y cambiar sus ropas, viajaba solamente con Mardoqueo ya que su esposo estaba atendiendo deberes ineludibles en la hacienda.

El coche se detuvo, la lluvia había amainado y Mardoqueo aparcó el coche lo más cerca, que le fue posible, de la entrada. Bajó el pescante y la ayudó a bajar, ella iba envuelta en su larga capa y la capucha a la cabeza para no mojar su cabello ni el traje. Al llegar bajo techo la rubiales quitó su capa y se la dio a Mardoqueo quien regresó al coche para buscar donde aparcarlo y ella lo más rápido que su prominente panza se lo permitió se dirigió a la entrada donde presentó su invitación y le indicaron el camino a seguir para llegar a la capilla. Agradeció las indicaciones y hacia la capilla se dirigió, al llegar a la entrada pudo notar que había unos cuantos invitados que ya se encontraban dentro.

-¿Habrán lugares asignados? ¿Quién me indicará donde debo sentarme? Mmm bueno yo como si nada me siento lo más cerca de la puerta donde nadie vea si me vienen a levantar del asiento.

Caminó unos cortos pasos y se ubicó en el primer asiento vacío que vio, saludando con una ligera inclinación a los que estaban sentados cerca de donde ella se encontraba. Era un acto importante el que se iba a celebrar ese día y la rubiales nunca había asistido a uno igual asi que estaba muy ansiosa y con mucha curiosidad.

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El conocerte a ti, ha sido una bella experiencia, porque tú has devuelto a mi en el amor la creencia.Felizmente casada con Lancelot Del Lago.
Cyliam


La pelirroja tenia puestos los ojos en mil lugares, en invitados, servicio, soldados, su vestido, la lluvia, el olor de la comida, la de baeza, a la de baeza le habia asignado varios ojos para ella sola.

- Bueno mientras le robe al cura estara satisfecha y no me robara a mi. Dijo casi en silencio mientras intentaba mantenerse en pie.

- Si cielo, te avisare no te preocupes, discula que este tan dispersa, no se que me pasa de pronto he sentido como el mundo se caia sobre mi. Ve a pasarlo bien con los invitados hasta que sean las ceremonias. Le dijo mientras le acariciaba la mejilla y daba un rapido pero cariñoso beso al rubio.

Marta tambien habia llegado, y por ultimo Natassha famosa por sus cremas, tenia que hablar luego con ella para comprar alguno de esos tarritos, decian que eran maravillosas esas cremas y tenia que probarlas si o si.
Parecia que la gran mayoria de los invitados habia acudido al acto, y los que faltaban una de dos, o habian perdido la carta en extrañas circunstancias, o habian oido al viejo del pueblo diciendo que lloveria por las tierras gallegas y no tenian ganas de venir.

El caso es que estaba todo preparado y la pelirroja quedo esperando en la entrada por si alguien aparecia en el ultimo momento.


Si algun invitado va a aparecerse, que lo haga ahora o calle para siempre ^^ oins siempre quise decir esto.
Comenzaremos con la ceremonia el Sabado 17.

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Liborio


El descuido de los caminos en los últimos meses sumado a la torrencial lluvia que había aparecido desde que se ingresaba en León, impedían que el carruaje de Alba fuera a marcha redoblada, como la que había tenido desde la capital de la Corona. Cuatro días de viaje continuo y una parada en un pueblo cercano para pasar una noche, era lo que la comitiva del Juez había tardado en llegar a tierras gallegas.

Tres jinetes, uno de ellos la mano derecha del Borja, era toda la protección que llevaba el carruaje que atravesaba las puertas de Fiesterra, la lluvia se había apaciguado un poco, unos ojos glaucos examinaban, con interés, desde la ventanilla del coche todo el sitio, era el primer viaje del de Alba a aquellas tierras. El joven sabia de buena mano que aquel territorio estaba cerca de Godomar y las Islas, no por nada el difunto Carolum, había hecho memorizar la ubicación de cada feudo de la Corona.

El carruaje se detuvo frente a las puertas, el de Alba cubierto por una gruesa capa, que le cubría todo el cuerpo, descendió del carruaje y con paso rápido recorrió el pequeño trayecto hasta las puertas. Estando en las puertas el joven se quito la capa y se la extendió a Ferrante. El chico, que ya no era tan chico, sabia que debía hacer con ello, al igual de las ordenes a impartir a los guardias.

Espero no llegar demasiado tarde- dijo por saludo a la Señora de Compostela, mientras realizaba una leve inclinación de cabeza- Creo que es un lugar demasiado húmedo y frió para esperar a los invitados- hizo notar el Borja en referencia al piso de la entrada, que se encontraba bastante mojado por la lluvia y la llegada de los invitados

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Cyliam


Perdonad la tardanza, problemas con la pc.


Una nuble gris oscuro casi negro acampo sobre el castillo de Fisterra, la pelirroja corrio a refugiarse a las puertas de la capilla mientras daba indicaciones a los soldados para que atendieran ellos si venia algun rezagado mas.

La pelirroja sacudio de la capa negra las gotas de agua y se coloco los cabellos casi rizados debido a la lluvia como pudo antes de abrir de par en par las puertas de la capilla y entrar a la misma. Alli estaban todos los invitados al calorcito de los braseros, que buena idea habia tenido colocando los braseros para templar aquel lugar.

Se acerco hasta el altar, que mas que un altar era una piedra grande casi rectangular y mal tallada cubierta por una tela blanca.

- Queridos amigos, nobles e invitados. Me alegra que hayáis respondido a mi misiva, aunque yo esperaba mas gente, ya se que vosotros habeis venido a por las gambas, que nos conocemos. Pero aun asi os agradezco vuestra participacion. Al finalizar la joven se deshizo de la capa dejandola colgada sobre su brazo. - Comenzaremos pues con las ceremonias, (PELIGRO: en las siguientes intervenciones, la famosa y archiconocida Cyliam di Veneto sera poseida por la Gran Maestria y no parecera ella misma, si tiene miedo solo agarre muy fuerte el peluche de brevi que encontrara a su lado, ovillese sobre su asiento y si va a gritar agarrese al compañero que tenga al lado, hemos cerrado las puertas con llave y no hay salidas de emergencia. GRACIAS POR SU ATENCION) Anne Leril Gilbert Heredia, Irmá Cabaleira de la Enxebre Orde de Fisterra acercaos para asumir el dia de hoy vuestro nuevo cargo en la Orde. Arrodillaos ante mi y haced vuestro juramento. Sonrio la pelirroja con cierta malicia, ya era la segunda vez que la iba a tener arrodillada ante ella y ya se sabe, quien juega con fuego al final se quema vivo, fijo que Leril tenia alguna venganza en mente para su prima.

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Urania


Menos mal que Diego se había adelantado. Un árbol caído había impedido avanzar al resto de los que acompañaban a la Duquesa y habían tardado horas en despejar el paso para el carruaje de la de Winter. Por que ¡sí!. Iba en carruaje.

Entró en el lugar, tras haberse asegurado que darían refugio al conductor y a los caballos. ¡Vaya tierra húmeda esta!.

La ceremonia había empezado y ya llamaban a Leril. Dudó entre quedarse al fondo, para no pasar delante de todos, o acercarse a los primeros bancos donde se sentaba el noblerío. Eso significaría que todos la verían llegar tarde, y además, que debería acercarse a saludar.

Suspirando, y pensando que Elena se revolvería en su tumba, optó por la primera opción. Estaba cansada.

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Mikumiku


Miku había repartido alguna bienvenida más y había entrado en la capilla de los primeros, impaciente. Estaba en primera fila, listo para salir cuando se le llamara. El joven estaba bastante nervioso, de repente, y estaba empezando a destrozar los puños de la camisa a base de pellizcos involuntarios. Para tranquilizarse se autoconvencía de que aquello era solamente un acto formal, que ya llevaba mucho tiempo como Cabaleiro y todo había ido como la seda. Sus acciones habían dado una visión de la Orden casi extinta, de la que nadie se acordaba en los grandes palacios de Castilla. Galicia era un lugar seguro gracias en gran parte a los caballeros de negro, que aunque escasos, eran valientes, hábiles y tenaces. En definitiva, pocos pero los mejores.

Entonces empezó la ceremonia y el rubio abandonó sus pensamientos y reflexiones. Estaba bastante ajeno ahora a los demás invitados - a quienes agradecía su asistencia con toda su alma - pero no quería perder detalle de todo lo que sucediese allí. Cyl empezó a hablar a continuación, dirigiéndose al público con una voz unusualmente seria que no se oía en demasiadas ocasiones. Miku la quería muchísimo, tanto como leal siervo como fiel esposo y amante, y no podía dejar de admirarla ni siquiera en un momento como aquél. Sin embargo, al verla en aquella actitud señorial, de una honorable Gran Maestre, se tranquilizó sobremanera. Ella le transmitió una suma de sensaciones que le hicieron perder todos sus miedos y erguirse en su sitio casi desafiante.

Siguió atento a la espera de Leril, irmá a la que no había visto antes en la recepción. ¿Dónde se había metido?
Vladie


La mora se acomodaba una y otra vez en los duros asientos que la de Compostela había dejado para el noblerío. Le tocaba a Leryl, Leryl, Leryl adelantarse y jurar como Irma. La Signora apenas había estado en la Orden de la Banda, allá por el 1000 antes del Profeta, así que no le pareció raro que los cargos ahora tuvieran nombres de persona. Irma como Norma le daba igual, en algún momento esto se terminaba, le daba la manito a Adela y se venía el banquete, que era el único motivo por el cual seguía yendo a las reuniones de nobles. De esta en particular no tenía idea de qué se trataba siquiera, pero ya se había "encontrado en el suelo" un anillo de monseñor aristotélico y las cosas pintaban bien.

Vio ingresar a la Mardu empapada y con cara de contener su gesto marca registrada de cejas enarcadas, probablemente por la reciente proliferación de encarnanamientos y arqueamientros. La MarDu marcando tendencia, eso sí que era para levantar a SuBlondaMajes de la tumba y que se lleve de parranda a Ximena, el Lope, el hijo desaparecido y, quien sabe, hasta a William, qué pena que ese fuera el breve.

Levantó la mano y la sacudió en el aire, total esperaban a la Elga, para indicarle que al lado suyo le había guardado un lugar en segundísima fila, justo detrás del aristogato nuevo del pueblo que parecía un poco incómodo con los pies de la mora apoyados en el respaldo de su asiento.

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Ferrante


La noche fría y húmeda le había calado hasta los huesos, a pesar del capote encerado que le protegía de la lluvia, cubriendo incluso su cabeza con la capucha. El caballo exhalaba vaharadas por los ollares a causa de la larga cabalgada desde Valladolid, pero sus energías al comienzo del camino ya se habían extinguido y ahora se mostraba dócil y cansado. El pendón ajedrezado de Alba que Ferrante llevaba, se había convertido en un trapo mojado y sin gloria que apenas se mecía por el viento, como un fardo pesado colgando de una triste asta de roble. Para el joven herrero, era el primer viaje que hacía acompañando a su señor, y ello le tenía muy excitado por conocer tierras extrañas y gente con diferentes costumbres que los castellanos.

El golpeteo metálico de los cascos hizo eco cuando la comitiva entró en el patio de armas del Castillo de Fisterra, que en ese momento se encontraba iluminado por fanales y antorchas, cuyas titilantes llamas proyectaban sombras amenazadoras y alargadas. Al detenerse, todo quedó en silencio, excepto por el golpeteo repetido de la lluvia en los charcos. Tres criados con las libreas de la orden salieron corriendo desde la puerta del castillo, intentando mojarse lo menos posible. Su acento era extraño, y usaban una lengua mezcla de castellano y portugués, que llamaban galego. La puerta del carruaje chasqueó en el momento que Ferrante bajó del caballo, metiendo ambas botas en un profundo charco, y salpicando todo lo que había alrededor - ¡Mérde!.- masculló entre dientes, saltando cerca, donde el empedrado no estaba encharcado. Dejó el estandarte apoyado en el carruaje y empezó a dar instrucciones a los criados de Fisterra: - Necesito que subáis este baúl con las pertenencias del conde a su alcoba, y acompañad al cochero hasta las caballerizas…- le entregó al más joven de ellos las riendas de su caballo - dadles bien de comer, se lo han merecido.-

Dando por zanjada la conversación, siguió a Don Liborio hasta la puerta del castillo – Todo preparado, excelencia.- dijo a su señor con voz ronca, caminando siempre dos pasos por detrás de él. Al llegar al amplio zaguán, los dos dejaron sus capas empapadas al ayudante del mayordomo, a quien anunciaron el nombre del de Alba. Siguiendo al anciano que parecía el más veterano de los criados, llegaron hasta las puertas de la capilla del castillo. Entró su señor, pero él se quedó fuera, no le correspondía. Desde el umbral podría vigilar lo que sucediera dentro y fuera de la enorme estancia de piedra, caldeada por grandes braseros de bronce dorado. Con la cabeza gacha en señal de respeto a los que iban entrando, pudo reconocer algunas caras, otras no. Ocurriera lo que ocurriese allí, estaba dispuesto a proteger los intereses de Don Liborio. Puso su mano en la empuñadura de su espada y se apoyó contra la pared. La noche iba a ser larga.

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Leril


El viaje se hacía largo. Sin embargo, los paisajes eran dignos de ser admirados: cada vez eran más las vistas en tonos verdes, y eran sin duda unas vistas la mar de maravillosas. "Una pena que no haya podido venir Adriana... Pero alguien tenía que asegurarse de que los profesores no sean unos holgazanes" pensé, echando otra vez un vistazo al paisaje que se encontraba a mi alrededor.

Al detenerse el carruaje supe entonces que habíamos llegado a Fisterra. Salí con cuidado de no caer, pues si bien no había acudir yo misma a caballo por no estropear el vestido, mucho menos iba a dejar que un tropezón tonto lo hiciese. "Pero el camino de regreso a casa iré en caballo, ¡que carruaje ni que leñes!" pensé, mientras caminaba rumbo a la capilla, donde ya debían estar esperándome.

Entré en silencio a la capilla. Fui mirando uno a uno los ya presentes. Supuse que llegaba tarde, por lo que decidí que era mejor sentarse y no hacer ninguna locura, o vaya a saberse que haría la pelirroja...

Entonces la fea se acerco al altar, y tras llamar la atención de los presentes me hizo llamar para que me acercara y me arrodillase ante ella. "Algún día tendrá que darse cuenta que por más que me arrodille ante ella, jamás lograra dejar de ser fea..." pensé, mientras me arrodillaba ante ella. Acto seguido, di comienzo al juramento:

-Yo, Anne Leril Gilbert Heredia, juro ante vos, Cyliam Di Veneto, Gran Maestre de la Orden, y ante estos testigos y miembros de la orden, que por mi conciencia juro fidelidad a la Orden de Fisterra, y prometo servirla fielmente, así como respetar sin vacilar la norma y respetar las virtudes caballerescas,...

... y tutuear a todos...- añadí en voz baja.

Mire a mi prima, intentando averiguar si habría escuchado o no el añadido al juramento.

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Milord Bizcochito a gatievolucionado a... ¡Lioniau!
Cyliam


La pelirroja asesino con la mirada a su prima, pero luego sonrio con disimulo, ya la pellizcaria mas tarde, gruñiria y seguramente quemaria los tutus en cuanto los tuviera a la vista.

- Entonces, yo Cyliam di Veneto, Gran Maestre de la Enxebre Orde de Fisterra, te nombro Maestra de Armas de la Orde de Fisterra, honra la orden y se ejemplo presente y futuro. Cela que tu fais, te fait.

La de Compostela hizo una pausa antes de hablar para indicar al joven mozo que se aproximara.

- Desde este momento quedas ligada a la Orde como Maestre de Armas. Tu vida le pertenece desde este momento. Acepta este collar y estos caduceos que podras portar en tu escudo de armas a partir de este momento como Maestre de Armas de la Enxebre Orde de Fisterra.


Perdon por tardar tanto en contestar u.u

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