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[RP Cerrado] Torre de los Ángeles – Homenaje

Aleria


A su llegada, atardecía. La ciudad resplandecía bajo los últimos rayos del sol. El canal del río brillaba como una larga serpiente de escamas esmeraldas y los tejados de las casas se teñían de rojo carmesí. Las sombras se extendieron enseguida por la ciudad, y las actividades diurnas cesaron, mas aún así, seguía habiendo un ambiente bastante animado en las calles.

A lo lejos, se podía distinguir el palacio de su majestad. El edificio más grande y suntuoso que Aleria había visto.

La muchacha se dirigió rápida hacia el lugar -Venga Aleria vamos... ¿es posible que aún siendo un evento tan importante, siempre llegues tarde?

Al fin, la joven bajó de su montura y rápida entró a la estancia. Allí, varias caras conocidas esperaban la llegada de la reina. Aleria les saludó y tomo asiento ansiosa ...

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Ibelia.jordan



Ibelia junto a los caballeros de la Guardia Real se dirigieron a la “Torre de los Ángeles” al homenaje que se iba a dedicar a los Valencianos que por sus méritos iban a ser reconocidos.

Después de acomodarse sus elegantes uniformes de gala hechos a medida para cada uno de los caballeros y damas que integraban la formación, se colocó la espada entregada por la Reina en su ceremonia.

A las órdenes del Capitán de la guardia se situaron en el salón custodiando a su Majestad protegiendo el Trono de Valencia.

Poco a poco fueron entrando los miembros del Consejo real, los homenajeados y toda la corte que ese día iba a asistir a la ceremonia.

Saludó a unos y otros de forma discreta, pues desde su posición de vigilancia debía guardar el protocolo.

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Rose_de_anthares


Estaba todo listo, asi se le había informado. Habían llegado quienes habían sido citados y varios miembros de la nobelza, al igual que los consejeros reales se hallaban presentes en el salón de los angeles.

La Reina leía un libro mientras pretendía quitar de su mente los momentos que estaba próximos a vivir. Tenía la mirada perdida cuando su esposo se acercó hasta su silla dónde ella esperaba - ya casi es hora - dijo el Rey, ella asintió.

En breves instantes y cuando estuviera la sala completa, la Reina haría acto de presencia para comenzar con la tan esperada ceremonia.

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Hijar


El Peñalver caminaba por entre el gentío luciendo la brillante armadura. Debido a la celeridad con la que se había celebrado el evento, no había podido llevarla al herrero a que se la ajustaran, así que, en un apaño desesperado y bizarro, había alargado la cinta que unía pechera y espalda con cuerda anudada. Para disimular el arreglo, portaba una larga capa negra, que sí había hecho cepillar durante todo el día anterior para que luciera sin lugar a imperfecciones.

Saludaba a los invitados; compañeros del Consejo Real, oficiales del Gloriós... Todos vestían sus mejores galas. Al fin y al cabo, el regocijarse entre la Corte siempre te hacía gozar del conocimiento de muchos asuntos -y más aún de cotilleos- concernientes a las altas esferas.

Aunque con estos ropajes, Híjar no caminaba muy altivo; ese día, una vieja herida de su costado le estaba dando guerra y, si bien podía aguantar el dolor, dejaba paso en su rostro a una mueca permanente de preocupación.

Acercándose a Valken, dijo:

-Todo tranquilo, Capitán.

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Mafis


- Amor, Vamos, veremos que nos depara este día tan importante para Valencia. - Decía Sepillo, en la puerta de la Torre de Paterna, a la vez que le daba un beso y la ayudaba a subir al carruaje.

Durante todo el camino no se soltaron de la mano. Antes de llegar al Palacio Real, se cruzaron con la Guardia Real a los que se unieron de camino al Palacio. Su amado Sepillo, bajo primero para ayudarla a descender del carruaje, se agarró del brazo de su esposo y se encaminaron al salón Torre de los Ángeles, que ya empezaba a llenarse de gente.

Ya habían llegado varias personalidades entre ellos muchos amigos de la de Guadalest y de su esposo, pasaron y saludaron a los presentes, buscaron asiento y ambos, se sentaron esperando que llegaran los monarcas y dieran inició a la gran ceremonia.

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Sólo quiero navegar en el remanso de tus ojos y dejarme arrastrar por el torrente de tus labios.
Irisbel


Tras la marcha de mi madre allende los mares y sus padecimientos consecuencia del hundimiento del Tridulfo, mi vida había dado un giro abismal. Me había retirado totalmente de la vida pública y me había recluido, primero con las monjas y luego en Bétera, centrándome en mis estudios.
La invitación de la Reina había irrumpido en mi calmosa vida sin previo aviso.
Qué habría sucedido?

Ya hacía unos días, que había sido convocada a Palacio y aún no me había decidido. Por más que rumiaba no conseguía recordar nada, ni bueno ni malo, que yo hubiera podido hacer parar suscitar la atención de la Reina y, mucho menos, para merecer reconocimiento alguno. Eso me tenía en vilo y demoraba mi apremio.

Para suerte o desgracia mía, mi madre no estaba para apremiarme, pero había dejado una doncella competente, Maritornes, para que me pusiera los puntos sobre las ies cuando ella faltara.

Señorita Irisbel, aún sigue con las narices metidas en ese libro! - me acusó Maritornes a la par que entraba en la habitación armada con un hermoso vestido más apto para un baile que para mis ánimos actuales.

No me enfadé con ella pues era su forma de ser. Cuidaba de mí quisiera o no quisiera yo. Y no había más vuelta de hoja.

Para qué es ese vestido? - pregunté con fingida inocencia - no recuerdo que se celebre ningún baile.

Maritornes me miró con cara de pocos amigos. Era muy concienzuda con sus deberes. Y con los míos. Y resultaba muy difícil engañarla.

Sabéis muy bien para qué es! Así que espabilaos si no queréis que os arregle yo misma! - exclamó amagando enfado.

Suspiré resignada. Sabía que ella tenía razón y no me podía demorar más.

Una hora más tarde, el carruaje de la casa de Bétera iniciaba su marcha hacia la Torre de los Ángeles acompañado por una pequeña escolta de soldados del condado.


No había cumplido la promesa hecha a mi madre de representar a Bétera en su nombre, pero en esta ocasión, había sido convocada expresamente.

Las puertas de palacio aparecieron de repente despertándome de mis cuitas y temores. El carruaje reduzco la velocidad al entrar en el patio hasta parase completamente.

Al poco rato, un lacayo de palacio me abrió la puerta y me indicó que lo siguiera.

Lo seguí nerviosa, no sabía a quien más se habría convocado ni si conocería a alguien o no. Mi reclusión había aumentado mi timidez y estaba completamente segura de que, a estas alturas, había perdido todas mis habilidades sociales.

Tras sus pasos, recordé a mi madre que había transitado esos pasillos muchas veces y siempre con gran aplomo. Recordé también a mis padres Khargiense, primero, y, tras su muerte, Feiniel. No podía haber tenido mejores padres.

Yo también era una De la Vega, una Hijar de la Vega para ser más exactos, pensé con orgullo.

Para cuando llegamos a la estancia donde estaban todos reunidos, mis pasos eran más firmes y reflejaba una serena dignidad.

Saludé discretamente a aquéllos que estaban cerca de mi posición y me dispuse a esperar que se iniciara el evento.

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Ysuran


Ysuran aquella mañana había recibido una misiva, tenía que ir junto a los demás caballeros al homenaje de algunos valencianos y se requería que la guardia real estuviese allí; así que sin dudarlo y junto a su esposa marcharon a la torre de los ángeles donde hace un tiempo ambos habían sido nombrados caballeros.

En la torre todos con sus relucientes armaduras ocuparon los lugares que el capitán Valken les había indicado, eran lugares cercanos a la Reina donde podrían ayudarle si lo necesitase.

En su posición seguía, viendo entrar a la gente, mirando de vez en cuando a la pelirroja que estaba radiante aquél día, pensando si como Heraldo tendría luego que tomar parte en la ceremonia...suponía que ya le avisarían si lo necesitaban para algo más.

En los pensamientos iba y venía el Pellicer cuando se le acercó un niño y le dijo:

- Tome señor, la Camarlengo Real le manda esta misiva.

Ysuran la tomó y leyó detenidamente, después miró a la banca donde algunos de los convocados estaban sentados y luego clavó su vista en la Reina en silencio. Al rato miró al niño y le dijo:

- Gracias pequeño, decidle a la dama Ederne que cuando me nombren me dirigiré a la Reina desde aquí, que no me parece adecuado dejar el puesto vacío.

El caballero vio marcharse al niño en dirección a Ederne y siguió en su puesto, pero con nuevas ideas agolpadas en la cabeza, que aquél día tendrían su respuesta.

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Valken


A medida que la sala se llenaba iba prestando atención a cada nuevo invitado que ingresaba para identificar algún potencial peligro. La probabilidad de aquello era mínima debido a que la sala se llenaría de amigos y gente de confianza de la reina, pero su nuevo cargo le imponía la necesidad de volverse desconfiado de todo para mantenerse alerta.

Repasaba con la mirada a los caballeros en sus puestos, uno de ellos faltaba, no había hecho presencia en toda la jornada y eso le preocupaba cuando de repente la vio entrar... sin su armadura y llevando vestido.

Cuando estaba a punto de salir al encuentro de María para pedir explicaciones por su demasiada buena presencia se vio interrumpido por la de Segorbe, acompañada de su marido.


-Su Señoría.- Lo saludó. – ¿O debo decir Capitán?- Bromeó la dama. –Felicitaciones por vuestro reciente nombramiento. Es un placer sabe que la seguridad de nuestra amada reina esta en buenas manos.- Lo miró de arriba abajo. –Bonitas armaduras os han dado, se nota que la habéis lustrado bien.- Volvió a bromear.


Señoría... Señor Apolo... que agradable veros aquí juntos. los saludó con una leve inclinación de cabeza Gracias Señoría, podéis estar segura de que protegeré a Su Majestad celosamente ante enemigos y amigos. le contestó y luego le dedicó una sutil sonrisa.

La pareja señorial siguió su camino y tras ellos llegó a su lado Hijar para comunicar que todo estaba en orden.


Gracias Maestre... esperemos que todo continúe así, no veo tampoco razón para que esto se alborote en demasía. Le replico con la mirada perdida en lo largo del salón.

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Xelanorth


Llegaba tarde y no podía permitírselo a si mismo, últimamente estaba muy despistado el joven Mortensen, se vistió con sus mejores prendas, cogió su caballo y cabalgó rápidamente a donde se le pedía en la misiva de la reina -¿Qué sucederá? mmm quizás se nos pida degustar unos vinos traídos de las mejores viñas... - Pensaba mientras se le hacía la boca agua.

Llegó un poco tarde como preveía y entró en la sala, tras saludar a los presentes conocidos se fue a charlar con sus vecinos Belmarian y el alcalde de su pueblo Pope de Escandia sobre algunos cotilleos Dianenses.
Hechicera79


Hechicera, su madre Sinfonia y su esposo Sirius se dirigian al Palacio Real, quedó mas tranquila al ver que habia una hilera de carruajes que se encaminaban al Palacio delante de ellos.

Andaba inquieta, habia sido llamada para un acto especial y queria estar a la altura.

Por fin llegó el carruaje a las puertas del Palacio, Sirius bajo primero y ayudo a su suegra, Sinfonia y a Hechicera a bajar de carruaje.
Ofrecio un brazo a cada una y se dirigieron al salon donde se ofreceria el acto.

Saludaron a conocidos, consejeros y amigos. Hechicera saludo efusivamente a Mafis y le pregunto que tal llevaba su nueva vida de casada.

Hechicera busco el asiento que le habia sido asignado y espero a que el acto comenzara echa un manojo de nervios.

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Lirdi


Tras saludar a Valken, la Jones y su esposo siguieron su camino.
La dama inclinó la cabeza con una amplia sonrisa en saludo a la querida dama Ibelia que estaba de guardia. Y también pasaron frente a Mafis y Sepillo, los recién casados a quien saludaron cortésmente.

Gran sorpresa fue la de Lirdi al ver a la dama Irisbel entre los presentes.

-Mira mi amor, aquella damita es la hija de Tade.-
La mujercita ya se había acomodado así que la saludaron desde lejos con una gran sonrisa. Ya tendrían tiempo de charlar finalizada la ceremonia.

La Jones miró hacia la entrada, justo en el momento que Hechicera y Sinfonía entraban en la sala. Aquello también fue una alegría, hacia bastante que no veía a la gran Señora de Castellón entre sus viajes.


-Que raro que María…- Comentó a Apolo pensando en que no había ido con su madre, cuando recordó que como miembro de la guardia real, debía desempeñar otro papel en el evento… Pero tampoco la había visto en ningún puesto.

Fue entonces cuando la vio, una damita con un precioso vestido verde…
“Ay mi ahijada” pensó para si y se acercó a saludarla.


-Que gusto verte ahijada querida.- dijo a la pequeña, y no tan pequeña damita.

Tras saludarla, miró a su alrededor, el lugar ya casi estaba lleno.


-Creo que pronto deberíamos ubicarnos en nuestros lugares.- Dijo a su esposo.

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Mafis


La de Gualadalest, se encontraba con su esposo cuando de pronto llegó la Gran Señora de Castellón y su hermosa hija Hechicera, su gran amiga, se levantaron a saludarles con gran afecto ya que la Gran señora de Castellón había llegado de un largo viaje. Hechicera le preguntó que tal llevaba su vida de casada.

Mi querida amiga, soy la mujer mas afortunada, soy una mujer plena y feliz, en todos los aspectos, tengo como esposo a un gran hombre. - le dijo sonriendo y un poco sonrojada.

Al estar con su amiga, pasó la Gran Señora de Segorbe, con su apuesto esposo. Sepillo y la de Guadalest, le saludaros respetuosamente y haciendo una ligera reverencia.
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Sólo quiero navegar en el remanso de tus ojos y dejarme arrastrar por el torrente de tus labios.
Apolo13


Conforme avanzaban Apolo y su dama Lirdi fueron saludando a los presentes. A algunos de ellos Apolo no los había visto desde hacía varias semanas. Con otros sí que había coincidido en la última ceremonia social de la nobleza, el enlace de la dama Mafis y del caballero Sepillo.

A estos últimos les saludó amablemente.

- Mira, cariño, los novensanos (*) también están aquí - le susurró a su esposa -. Parece que Rose no les ha dejado ni marcharse de luna de miel.

Entonces, Lirdi le indicó donde sentarse, y Apolo dejó de murmurar.


(*) novensanos = recién casados

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Sepillo


Sepillo estaba sentado junto a su esposa, mirando y saludando al resto de convidados al salon de la reina, cuando vio pasar a la Gran Señora de Segorbe junto a su marido los cuales les saludaron.

- Muy buenas Lirdi, Apolo, pronto nos vemos en el tribunal, aunque sea para revisar alguna nueva ley que ha hecho nuestro amigo Nico y el consejo.

Luego vio entrar a la Gran Señora de Castello junto a su hija Hechi y Sirius, enseguida se levanto junto a su esposa a saludarlos.

- Muy buenas, Sinfonia y Hechi cuanto me alegra veros hoy por aqui tambien.

Entonces Hechi le pregunto a Mafis como hiba su vida de casada.

- Mi querida amiga, soy la mujer mas afortunada, soy una mujer plena y feliz, en todos los aspectos, tengo como esposo a un gran hombre.

Despues de las palabras, Sepillo cogio suavemente la mano de ella mientras pensaba lo bien que habia descrito como se sentia el tambien, y volvieron a sus puestos, a esperara a mas invitados o a asitir al inicio del acto.

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Ibelia.jordan



Ibelia mantenía su posición erguida y firme como Guardia Real, preparada para la ceremonia, solo rompía su compostura marcial para saludar con una sonrisa y un discreto - Buenos días! a los convocados que poco a poco llenaban el salón.
Eran todos buenos amigos y conocidos y se hacían cargo del papel Protocolario de la Guardia en aquella ceremonia.

De vez en cuando notaba las miradas que le dirigía el Pellicer desde su puesto en la formación, a las que discretamente contestó con un guiño imperceptible para los presentes que apuró bastante la dama después de dejarse llevar por esa familiaridad.

Pensó que su enrojecimiento la delataría pero ya saludaba a los Señores de Segorbe y los de Guadalest que hacían ingreso en el salón y pareció que no se habían percatado del gesto hacia Ysuran.

Ibelia pudo ver como un chiquillo se acercaba hasta el Caballero y le entregaba una carta, se despertó su naturaleza curiosa y comenzó a preguntarse intranquila, a que vendrían aquellas miradas de su esposo hacia las bancadas de los homenajeados y la Reina .

Intentó no darle mas vueltas porque desde donde se encontraba, con todos ya sentados en sus asientos, no estaba bien moverse de su puesto para preguntar a Ysuran un asunto personal.

Se quedó con la duda y esperó el inicio de la ceremonia.

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