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[RP Cerrado] Torre de los Ángeles – Homenaje

Rose_de_anthares


- Mi buen Gulf - le dijo sonriente - nos os preocupéis, que no tengo el ánimo de hacer que vos os arrodilléis mas de lo necesario, poneos de pie - le dijo la Reina mientras le entregaban un nuevo pergamino - Habéis de saber que yo, inconcientemente, he cometido un error involuntario y que gracias al Rey he podido notar. No he podido recordar que el feudo de Picassent es un feudo heredado para vos y que vuestros meritos, los que os han hecho llegar hasta aqui, han sido propios y es por ello que Picassent seguirá en su misma condición de Señorio - Extendió la mano pidiendo el pergamino que con anterioridad le dio al pelirrojo ante la sorpresa de este. Se lo entregó al secretario y recibió uno que había enviado a sellar y hacer -

Que sea conocido por todos que Yo, Rose I de Valencia, otorgo a vos, Gulf de Östemberg y Pombe – lo miró sonriente - el titulo de Conde de Tabarca - lo miró nuevamente y puso en sus manos el nuevo Pergamino - no repetiremos la ceremonia ¿verdad? aunque se os haría ilusión... - rió y le abrazó de todas formas y mientras lo hacía le susurró - Agradeced al Rey pues a sido quién me ha hecho ver a tiempo mi error. Os merecéis todo lo hoy recibis -

Tras de eso agradeció a todos los presentes y se dispuso a retirarse junto al Rey de la sala de Homenaje.

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Sinfonia
Bueno dijo tomando la iniciativa ya veo que me ignoráis olímpicamente y ya que esto no se ha podido terminar en privado solicito se haga en público. Dijo plantándose con decisión delante la reina.

He muerto varias veces por mi Reino, he sido enjuiciada y declarada persona non grata por los Menestrales, enemigos del Reino, he cruzado mares cuando se me ha necesitado, ¿Vos también señora? He antepuesto mis deberes con el Reino a los míos propios, y no solicito ninguna compensación a cambio, solo que dejéis en Castellón las cosas como están, no quiero enfrentarme a vos salvo que sea necesario, no es esa mi intención
No renuncio a mi nombre,
No renuncio a utilizar mi blasón, que es el de la ciudad de Castellón
Y no renuncio a defenderla como se merece
Lo queráis o no mi dama soy la Señora de Castellón y no quiero renunciar a ello
¿Me vais hacer defender esto?

No quiero meter a nadie más en esta mi cr,uzada, dijo mirando al resto de nobles todos con sus pergaminos en la mano, algunos amigos... otros menos. La miraban raro, pero ella solo decía la verdad.
Por un pergamino y un titulo yo no vendo mis deberes y obligaciones para con mi ciudad y mi patria.
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Maria.


La hija menor de la Gran Señora de Castellón, María, recién nombrada Dama Caballero del Reino, escuchó atentamente las palabras de su querida madre, Doña Sinfonía.

A medida que ella hablaba, le iban llegando malos recuerdos de sus largas ausencias. Malos recuerdos que esperaba olvidar pronto y que no se volvieran a repetir. No quería volver a separarse de su madre, ya le llegó con criarse y crecer sin una figura materna que la ayudase y la aconsejase en ciertos momentos de su vida.

Con gran coraje y sin tambalear ni dudar en ningún momento de lo que iba a hacer, se levantó de su asiento y se puso a la par de su madre, cogiéndole de la mano, para que supiera que no estaba sola, que ella siempre tendría su apoyo en todo, y que le daba igual las repercusiones que ese apoyo le podrían conllevar. Ya había visto suficientes injusticias en aquella ceremonia y le daba igual ver otra más...

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Hechicera79


Hechicera vio como la cara de su madre iba cambiando de expresión, la conocía lo suficiente como para saber que se avecinaba tormenta.
Según iba explicando sus razones, ella sentía que no podía quedarse sentada allí, y casi al unísono que su hermana, se levantó como si tuviera un resorte en la silla.
Y se puso al lado de su madre, cogiéndola de la otra mano y dándole un apretoncito que lo decía todo ” animo mami estoy contigo” al menos eso quería transmitir.
Las tres haciendo una cadena se plantaron delante de la reina.

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Mafis


La de Guadalest no entendía que estaba pasando pero no era normal que su amiga la Gran Señora de Castellón, estuviera tan enfadada, así que se paro de su asiento le dio un beso a su esposo y se dirigió a donde estaba la Reina que ya se iba del salón.

Se acercó a su amiga Sinfonía, sin antes hacer una reverencia ante su majestad. -Amiga, mi Gran Señora de Castellón, estoy contigo, pero supongo que hay un mal entendido ya verás que la Reina lo solucionará esto, ella es una buena mujer, consciente y supongo que todo se va arreglar. - Se acercó a las hijas de su amiga y las tomo de la mano para estar junto a ellas.

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Sólo quiero navegar en el remanso de tus ojos y dejarme arrastrar por el torrente de tus labios.
Rose_de_anthares


La Reina detuvo su caminar y escuchó las palabras de la Gran señora de Castellón, se giró con calma hacia ella y respondió - ¿Perdón, que os he Ignorado? acabo de escuchar que me llamáis, si es lo contrario he debido estar distraida, disculpad - sonriente continuó - Señoría, no os he retirado vuestro título, por tanto no hay razón para defender ni reclamar lo que alegais. Id con Dios y celebrad con vuestra hijas - sonrió ante todos y con gentil gesto volvió a despedirse de todos antes de retirarse.

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Sinfonia


Toda Valencia es testigo de lo que decís, si cumplís con vuestra palabra que Dios os lo premie y si no lo cumplís que él os lo reclame... y yo también
Dio media vuelta y salió con sus hijas y amiga abrazadas de la cintura.

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Gulf_de_ostemberg


El de Östemberg apenas había tenido tiempo de leer el nuevo pergamino que le habían entregado cuando observó desde su sitio como varias mujeres se acercaban por el pasillo hacia la Reina y algunas voces se alzaban más que otras, incluso más de lo que aquella sala merecía, por lo que a pesar de su anciano oído pudo escuchar cada palabra con claridad.

Se puso en pie raudo, pensando que hacer. Las palabras que escuchaba poco le gustaban, hasta el punto de parecerle irrespetuosas y fuera de lugar.

Alzó una mano llamando a uno de los miembros de la Guardia Real, por si era necesario actuar. Nunca se sabía que podía ocurrir, pero en el momento en que iba a poner fin a aquella conversación, la de Castellón dio por concluido el tema.

Meneó la cabeza hacia los lados mesándose la barba.

En fin… voy a comer algo…

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Izar_bp


La ceremonia, como todo lo formal y ceremonioso, aburría sobremanera a la infanta. Su madre era consciente y tolerante al respecto y justamente en honor y respeto a ella, la niña estaba haciendo lo humanamente posible por no defraudarla, aunque el corsé la molestaba horrores.

A punto estuvo de mandar su premisa al traste con una de sus sonoras carcajadas cuando el canciller tuvo que arrodillarse la primera vez; todo en el hombre le resultaba enormemente gracioso, desde el color de su pelo, hasta la forma de hablar, pasando por sus andares y si encima se dejaba caer sobre un cojinete como si fuera un saco de patatas, pues... Pero no, apretó mucho los labios, miró hacia el techo, se puso a contar las molduras y logró evadirse. La segunda vez que le vió de aquella guisa pudo controlarse mejor y no tuvo que buscar distracción, simplemente disimuló un bostezo; aquello se estaba alargando más de lo que había esperado.

Pero de forma inesperada, algo espabiló a la pequeña de golpe. No entendía qué pasaba exactamente, pero habían varias mujeres que no miraban a su madre de buenos modos y lo primero que se despertó en ella fue la sensación de peligro y alerta. Echó la mano por encima de su hombro izquierdo, buscando algo pero no lo encontró.

- ¡Jopeta, no tengo mi arco! - Murmuró para sí misma. - ¡Por suerte...! - Se dijo al darse cuenta de que no habría sido acertado tensar la cuerda y apuntar a las señoras con una de sus flechas, aunque el tono de la de más edad, sugería problemas.

Se levantó rauda de la silla y justamente cuando se apostó al lado de su madre, y la tomó de la mano, apretándola en señal de protección, la reina daba por finalizada la extraña conversación, conservando la sonrisa. Aún así, la sensación de alerta permaneció en Izar cuando escuchó la respuesta de aquella señora, que parecía empeñada en tener la última palabra a toda costa, y frunció el ceño. Aunque en cuanto comprendió que no había sio más que un despliegue de palabrerías para impresionar a saber quien, enseguida perdió el interés, dejó de sentirse en alerta y preguntó a su madre mientras se alejaban:

- Mamá. ¿Ahora tendré que llamar Gran Barón Señoría de los Bosques a nuestro amigo de Játiva?

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Valken


Pasado su turno el ahora Barón volvía a su rol de Capitan de la guardia apostándose cerca del trono para vigilar el tramo final de la ceremonia.

El pobre y maltrecho Östemberg a duras penas volvía a repetir su proeza física de postrarse, y mantenerse firme en esa posición frente a la Reina mientras se le entregaba el feudo adecuado para él.

Un murmullo que provenía de las primeras gradas llamó la atención de Valken, al empezar a mutuar de murmullo a dichos en voz alta el ambiente se empezó a tensar más y más hasta que finalmente los dichos en voz alta se transformaron en una acalorada manifestación de enojo, desacuerdo hacia la Reina por parte de la Gran Señora de Castellón.

Con una rápida señal los guardias más cercanos formaron un cordón entre el trono y los invitados y Valken con una manó lista en la empuñadura de la espada fijó su mirada incrédulo al ver cómo las hijas de Sinfonía se levantaban y se unían a su madre.
El episodio que duró segundos pareció durar horas en las que el hombre le rogó a todos los Dioses que su vieja amiga no cometiera una locura, le sería muy difícil cumplir con su deber por el afecto que le tenía... aunque no dudaría en cumplirlo de ser necesario.

Afortunadamente la Reina contestó con calma dejando en claro que lo que la dama alegaba era un malentendido... el asunto terminó ahí... eso esperaba...

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Maria.


Antes de que saliera del salón junto con su madre y su hermana, María tuvo tiempo de observar ciertas reacciones de ciertos personajes.

La verdad, no entendía cómo muchos se compraban por un mísero título. Cómo cambiaba un simple pergamino a las personas, personas que antes eran fieles a sus principios, a sus amigos, y ahora... ahora estaban comprados. De repente, le entraron arcadas...

Se acercó un momento al nuevo Conde de Tabarca y le susurró algo al oído.

Vos, querido Egregio, cada día os noto peor. Deberíais visitar a un médico para que os vea esas rodillas tan desgastadas por el paso de los años. Sacó unas monedas de su bolsa y se las puso en la mano. Tomad, os invita Castellón.

Cuando ya se iba, miró detenidamente a los nuevos nobles, y lo único que le vino a la mente fue que ojalá ellos no pasasen por el momento en que la Gran Señora de Castellón estaba pasando. Muchos rumores habían plagado el Reino entero, rumores que mataban, rumores que decían que la Reina iba a quitar los Grandes Señoríos, títulos que habían sido conseguido con sudor, sangre y lágrimas.

Detuvo su mirada en su madrina, y la decepción la invadió. No podía creerse que no saliera en defensa de la madre de su ahijada, a la que tanto decía que quería. Pero claro, no quería poner en riesgo su nuevo título, y eso que ella también se mordía las uñas ante los rumores de que a ella también le quitarían su título de Gran Señora de Segorbe...

Y finalmente, salió por la puerta, con su querida madre y su hermana, sin mirar la vista atrás. Le daba igual todo lo que sucediera ya allí. Ella sólo defendía y pensaba en su madre, que para eso le diera la vida.

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Gulf_de_ostemberg


El Conde de Tabarca estaba buscando a su esposa entre el gentío, cuando la joven María se le acercó antes de partir para decirle unas palabras. Se le acercó al oído para susurrarle.

Vos, querido Egregio, cada día os noto peor. Deberíais visitar a un médico para que os vea esas rodillas tan desgastadas por el paso de los años
– le dijo.

Por favor, Señorita… Soy hombre casado
– respondió dando un paso atrás para guardar las distancias.

Tomad, os invita Castellón – añadió ella poniendo unas monedas en su mano.

El Altísimo dicta justicia, mi Señora, y esta es mi pena
– dijo con solemnidad – que no hay matasanos que pueda curar… Ahora bien, guardaos ahora que sois joven, pues hay condenas peores.

Tomó la mano de la mujer y le devolvió las monedas, pero no tuvo tiempo de decir una palabra más, pues la mujer airosa se dio media vuelta y se retiró. No aceptaría ni un denario, y menos de aquellas formas.

Y continuó la búsqueda de su esposa para retirarse de una vez.


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Sepillo


Sepillo asistia al final de la ceremonia, y como cualquier otro en aquella sala hacia balance mental.

Con muchos nombramientos estaba de acuerdo, menos con otros, algunos lo habian soprendido felizmente, otros amargamente, cada uno teniamos una opinion, logico. Y uno lo dejo perplejo. Gulf Conde de Tabarca?, de ese islote en medio de ninguna parte lleno de piedras y gaviotas, seguro que el barbarroja y la reina habian encontrado un tesoro de esos que se hablaba ultimamente por ahi y lo querian guardar alli. Ya que si no , no habia motivo para que Picassent no fuera condado aunque fuera heredado. Tambien lo de los Grandes Señorios no habia quedado claro del todo, pero ya tendria tiempo de preguntarle a la reina.

Entonces vio como Sinfonia se levantaba de su escaño e interpelaba contra la reina sobre su señorio de Castello, no era de extrañar si los Grandes señorios desaparecian, aquella dama que tanto habia trabajado por el reino se quedada sin feudo, toda una injusticia.

La discusion verbal subio de tono y vio como las hijas de la de Castellon se unian a ella en la protesta, y seguidamente su esposa le daba un beso y se hiba hacia alli a intentar poner paz.

Enseguida se puso tenso y alterado mientras veia a Gulf levantarse malamente señalando a la guardia y Valken empuñaba la espada, volvio a mirar a las damas, su esposa y su futuro hijo que creia en ella estaban alli. Se preparo para lo peor mientras fulminaba al de Fontanars con la mirada mientras pensaba.

- No Valken, no, es solo una discusion por lo mal explicado que ha quedado lo de los Grandes Señorios, no son necesarias esas medidas, no lo hagas por favor, sino te las veras conmigo el primero.

La tension era brutal, rezaba para si mismo que el altisimo guiara a la reina y explicara bien y solucionara la causa del altercado.

Afortunadamente pronto su majestad lo dejo todo claro, y Sinfo seguia siendo Señora, entonces Sepillo suspiro de alivio y cayo relajado sobre su asiento a la vez que volvia a ver a Valken con una mirada de alivio y pensando que cerca habian estado de convertir un malentendido en un baño de sangre.

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