Rose_de_anthares
Corría diciembre de mil cuatrocientos sesenta, el Reino de Valencia por aquellos días se preparaba para la cosechar lo último antes del invierno.
Para la familia real el tiempo pasaba lento, por aquellos días, en Conde de Tabarca había decidido bautizar a sus pequeños hijos para lo cual les solicitó a sus majestades y a los Condes de Gandía el honor de que estos apadrinaran a sus pequeños. La Reina había tenido oportunidad de conocer a la pequeña Victoria, Vic, como le decía ella y la pequeña le había robado el corazón. Es por es que ser su madrina, se había convertido en una felicidad para ella.
Ese mismo acontecimiento le permitió ver con holgura de tiempo a su hija Ederne. En realidad, tanto a ella como a sus hijos mayores, lo extrañaba en demasía. Jokin y Juliane cuidaban de los feudos reales en Castellón y con ellos solo se comunicaba por unas escuetas cartas por parte de su hijo y otras largas extensas de la mano de Juliane. Por ello aprovechó mucho la estancia de los Condes en el Palacio real, si bien se veían por las distintas labores reales de cada uno, para ella no había mejor visita que la que realizaba su hija y yerno, no el gobernador y la camarlengo real.
Caminó y charló mucho con Ederne, en especial de sus nietos. Y fueron ellos la causa de que su hija debiese partir antes del Palacio hacia Játiva, quedándose a petición de su hija el de Borja unos días más. Y que decir sobre las tardes de debate con el Conde, eran maravillosas, la cuenta de quién convencía a quién sobre cualquier tema que citasen se había perdido, pero aquel domingo dos de diciembre, les había emocionado a ambos y en especial a la Reina, una noticia que había llegado a sus oídos.
Un mapa, sí, un mapa que miraron ambos una y otra vez con un camino trazado por viajeros, uno, que uniría posiblemente el Reino vecino de Aragón con el de Valencia. Aquello era sumamente importante, implicaría menos necesidad de barcos y evitar los peligrosos caminos de Cataluña, mayor comercio y un sinfín de posibilidades para llegar más rápido incluso a Castilla. Fue por ello que la Reina decidió partir al día siguiente y en compañía de la guardia real a recorrer esos caminos que salían desde la ciudad de Segorbe, la idea, era encontrarse con la Baronesa de Villahermosa quién, no pudiendo aguantar la emoción, partió con su familia a recorrerlos. La carta llegó junto con aquel mapa a sus manos que ella había enviado al Palacio real.
Casi al medio día sus hijas las observaban mientras la guardia se disponía para la partida. Miró a su pequeña rebelde y se hincó frente a ella para estar a la altura de su rostro No arruguéis la nariz. Bien sabéis tenéis deberes y no podréis acompañarme esta vez. Sin embargo, si aprobáis todo a mi regreso os enseñaré a cazar con el arco ¿es un trato? - a la niña se le ilumino el rostro y abrazó con fuerza a su madre cuidad de Erz le pidió poniéndose de pie y cogiendo a la bebé en brazos llevándola contra su pecho. La sensación de paz que le daba abrazar a su hija menor era incomparable, no había mayor paz que pudiera obtener la reina que el abrazar a su bebé. La regresó a regañadientes a los brazos de su nodriza y fue entonces cuando notó la ausencia del Rey - ¿Y mi esposo? Preguntó al guardia que debía acompañarle Me ha pedido os disculpe con vos Majestad, pero el trabajo le ha impedido venir a despediros - La Reina movió la cabeza irritada no pudiendo disimular su enojo Entiendo. Todo es más importante que despedir a su Soberana y esposa - puso los guantes en cada una de sus manos, marcando con fuerza cada vez que ponía un dedo ¡Capitán! Llamó al Barón Von Rommel de ya la Orden de salida avanzó hacia su yegua la cual era sostenida de las riendas por Nicolás quién sonrió al verla acercar descuidad majestad, Ederne regresará pronto y os mantendré informada. Suerte os Deseo y - acercándose con la confianza que solo el Borja podía jactarse de tener le susurró y luego preguntáis de quién ha heredado vuestras hijas el carácter e Izar el arrugar la nariz la ayudó así a montar mientras le entregaba las riendas y ella reía por el comentario.
Hasta el último momento la Reina no quitó su vista del camino que venía del Palacio, no perdía las esperanzas de verle, sin embargo aquello no pasó y dedicando una última mirada a sus hijas, la de Pern emprendió marcha hacia Segorbe.
La cabalgata fue bastante rápida, tanto, que para la tarde ya hacían salida de la dos veces Leal. Durante el camino no hizo más que enojarse aún peor si era posible, murmullo un par de veces que no le importaba ver al Rey haciendo así feliz a su orgullo y triste a su corazón Majestad dijo el Barón Von Rommel hemos dejado atrás las murallas de la capital. Si seguimos a este ritmo, llegaremos justo al anochecer a Segorbe la reina asintió a las palabras del capitán y se giró para mirar la imponente ciudad desde lejos. Su Yegua comenzó a dar giros costándole mantenerla quieta y tranquila, la Reina miró unos instantes la ciudad y un presentimiento, como el de una madre que siente debe regresar al hogar con los hijos le recorrió el pecho quizás deberíamos volver Valken, podré salir de viaje otro día - le dijo con duda en su voz - ¿Algo os inquieta, Majestad? le preguntó éste. Lo miró unos instantes y a la guardia, miró el cielo y se molestó con ella por esos presentimientos que más que a advertencia le sabían en ese momento a tonterías de mujer No me hagáis caso, sigamos la marcha ordenó mientras azotaba con fuerzas las riendas de su yegua que parecía mas dispuesta a volver a la capital que ir a Segorbe.
- Nunca desoigas los presentimientos de una mujer. A veces son solo tonterías pero son más las veces en que son verdad. El corazón de las mujeres es tan profundo como el cielo y están casi siempre conectados con lo sagrado - eso decía su padre, hombre sabio. Y ella había olvidado aquel consejo.
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