Afficher le menu
Information and comments (0)

Info:
Unfortunately no additional information has been added for this RP.

[RP] Dónde la pasión nos lleve: Gandía.

Nicolino


Quien creyera que la pasión tenía un significado unívoco, y que se limitaba a la que sentían dos amantes, erraba, por lo menos a priori. En el caso del Borja, su significado no se restringía solo a aquel con el que tanto se había deleitado, sino que se extendía, abarcando grandes aspectos de su vida, esperanzas, anhelos y planes compartidos por su compañera. Aquella fuerza, podría decirse, le impulsaba, y le motivaba: era razón de la emoción, de los debates acalorados, de la poesía, de la ambición, de la inventiva y de la planificación espontánea ante circunstancias inesperadas. Por otra parte, era el recurso que acompañaba y canalizaba los ideales, que en muchos casos, no eran más que defendidos por la pasión, por propia convicción.

Y así era como por esa misma causa e impulso, el Gobernador se veía a sí mismo ordenando y contabilizando valiosas posesiones, que se acumulaban en las esquinas de las habitaciones del Palau según género o función. Por un lado, en el salón, había separado distintos mapas y pergaminos que usualmente se hallaban desordenados en su despacho o distribuidos con nula uniformidad por la biblioteca, que había acumulado con el tiempo, casi sin darse cuenta. Muchos eran de origen árabe, con tratados cartográficos extremadamente precisos e incluso otros hablando de alquimia, y describían de forma ilustrada ciudades orientales y Reinos averroístas distantes, o mezclas de distintas sustancias y sus orígenes. También sobresalía, entre tanto alimento para llamas, un singular globo terráqueo, seguramente una gran bola de lino endurecida contenida en un armazón de madera, tapizada por un mapa lleno de detalles y coordenadas, también de origen árabe, seguramente los primeros en crear tales cosas.

Paralelamente, en otro rincón se acumulaban manuscritos llenos de compilaciones de romances y cantares, libros que le había regalado a su esposa, junto a otros de fuerte encuadernamiento, entre ellos un Libro de las Virtudes demasiado adornado, y con la característica tipografía gótica monacal. Y sobre la mesa, era visible un pesado arcón de ébano tallado, lleno de monedas de oro, que eran toda la riqueza de la familia, y se contabilizaba en alrededor de mil quinientos escudos valencianos, con las armas del Rey Anzo I las más antiguas, y las más recientes con el blasón y nombre de su propia suegra.

También era visible otro cajón, de madera de roble, tachonado con gruesos clavos que mantuvieran eternamente en posición los tablones, relleno de paja, que se había llenado con espadas, y parecía el más pesado. Había una schiavona veneciana, una espada húngara, una ropera de acero toledano, y otra de una mano, equilibrada y de doble filo, del legendario acero de Damasco.


-Y pensar que tendré que cargar todo esto a las carretas...maldita sea.-murmuró de forma bastante audible, al ver el trabajo de peón que seguramente duraría varias horas si tenía que hacerlo él solo.-¿Ederne?¿Estás ahí?¿Qué haces?. Vamos, ven y ayúdame con algunos libros. Mateu debería estar con esto también. ¡Vaya desgracia que aún siga inhabilitado de todo esfuerzo físico por las heridas recibidas!.-el recientemente investido Conde giró la cabeza, buscando a su esposa con la mirada, limitado en movilidad por el cúmulo de cosas que acarreaba. Se preguntó si se habría entretenido observando alguno de aquellos artilugios que nadie sabe que posee hasta que decide mudarse o empieza a revolver entre cofres con lustros de antiguedad.

-¿Y los niños?-continuó diciendo, alzando más el tomo de voz para que le oyera, mientras atravesaba el umbral de la puerta para dejar lo que llevaba en la última carreta de las que acompañarían su carruaje transportando las posesiones de la familia.-¿Tolerarán bien el viaje?-agregó, volviendo dentro del Palau.

-Sin embargo...esposa y compañera mía, aún hay algo que tenemos que decidir. ¿Conservaremos el Palau como alojamiento durante nuestras estadías en Xàtiva?¿Y los trigales y el molino en las afueras?¿Qué haremos con nuestra hacienda aquí?¿Quién la administrará?-siguió planteando, ocupado su pensamiento por aquellas consideraciones prácticas y realistas.

_________________
Ederne_bp


Después que mi madre ennobleciera al Borja, éste comenzó a organizar la mudanza, aquello no sería nada fácil, había tanto que trasladar, tanto que arreglar… y ordenar, tanto en Gandía como en el Palau.
Estuve semanas pensando como seria vivir en otro lugar, donde y como crecerían nuestros hijos, quien los educaría, como sería su futuro. Sin duda Nicolás estaba extasiado y feliz ante su nuevo rango nobiliario, el ahora Conde, distribuía su tiempo trabajando en el consejo de gobierno, sus consejeros, Játiva y su familia.

Aquella mañana todo el Palau parecía convulsionado, se disponían baúles que eran apiñados unos sobre otros en uno de los salones más próximo a la entrada – no puedo creer que juntase tantos vestidos y tantas cosas en tan poco tiempo. - dije a tiempo que creí ver una sonrisa en los labios de la doncella que silenciosamente metía cosas en el cuarto baúl.

Aun recordaba el primer viaje que había realizado al Palau, hacia ya tanto tiempo, cuando solo era la prometida de Nicolás, desde el mismo día que lo había visitado por primera vez, había sentido cierto cariño por aquel palacio Borja.
El lugar era frio e impersonal, silencioso y parecía que allí solo habitaban fantasmas, pronto aquel lugar se había transformado en mi hogar, propio, allí habían nacido mis primeros hijos y aquel palacio se había llenado de sonrisas y alegrías, también de dudas y preocupaciones, documentos legales y muchos libros de cuentas.

Desde el marco de la puerta del despacho del Borja, Observe a mi esposo que intentaba organizar de alguna rara forma, todo cuanto poseía.
Se le veía feliz, ansioso por emigrar, pleno y en cierta forma despreocupado.
-Y pensar que tendré que cargar todo esto a las carretas...maldita sea.-murmuró ensimismado en sus cosas, le sonreí divertida,.-¿Ederne?¿Estás ahí?¿Qué haces?. Vamos, ven y ayúdame con algunos libros. Mateu debería estar con esto también. ¡Vaya desgracia que aún siga inhabilitado de todo esfuerzo físico por las heridas recibidas!.-cruce mis brazos aun apoyada en la pared, me busco con la mirada, con los brazos cargados de cosas. Me moví de la puerta y le cedí el paso con una reverencia lo suficientemente fingida.
Jamás pensé que querrías huir del Palau, si me lo hubiesen dicho hace unas semanas atrás, no habría creído esto posible, - sonreí y le seguí por el pasillo sin nada en las manos. No me prestó atención, cada uno de sus libros de cuenta era más importante en ese momento que mi sarcasmo ante su premura por viajar a Gandia.


-¿Y los niños?- dijo de pronto de las afueras del Palau mientras terminaba de cargar.-¿Tolerarán bien el viaje?-agregó algo cansado cuando volvió dentro.
Alce los hombros, y mire mis uñas, desinhibida, me acerque para cortarle el paso y nuevamente me perdí en sus ojos glaucos, mientras mas tiempo, mas enamorada me sentía de el.

-Sin embargo...esposa y compañera mía, aún hay algo que tenemos que decidir. ¿Conservaremos el Palau como alojamiento durante nuestras estadías en Xàtiva?¿Y los trigales y el molino en las afueras?¿Qué haremos con nuestra hacienda aquí?¿Quién la administrará?-un beso acallo todas sus palabras y dudas, me colgué a su cuello y cuando me separe de el le mire un largo rato mordiendo mi labio inferior mientras saboreaba el sabor de su boca.

De los niños no te preocupes, Nicolás, para ellos viajar será un juego, además podemos detenernos durante el viaje y visitar alguna posada de paso.

El Palau no lo dejaremos abandonado – solté el cuello de el y me gire en redondo, despacio admirando las paredes - después de todo - suspire y sonreí volviendo a mirar a Nicolas - me gusta Játiva, me gusta este Palau y …- detuve las palabras - ufff será mejor que nos demos prisa, ¿quieres salir hoy mismo?

_________________

http://i46.tinypic.com/2igomxv.jpg

http://img513.imageshack.us/img513/1812/ederinfanta0000.jpg
Aleida


Se tambaleaba para todos lados en la residencia Borja. Ya a sus cuatro años, estaba hecha toda una damisela. La pequeña Aleida, disfrutaba de los placeres que le producía hacer enojar a su nodriza que se pasaba horas y horas cumpliendole los caprichos mas extraños. Era una hermosa niña malcriada a la que las cosas le estaban siendo muy fáciles. Su nodriza a pesar de ser una gruñona, era bastante buena con ella, y no podia quejarse. Con Antso varias veces jugaban a volverla loca, como ya se menciono antes, y ella a veces no hacia mas que seguirles el juego y terminar riendo o enojarse.

Antso era su hermano mellizo. No lo había visto en toda la mañana. Es que la casa era un caos total. Se mudaban. Un lugar llamado Gandía. No tenia idea de los motivos, solamente había captado el nombre de su nuevo hogar. Estaba completamente eufórica. Una mudanza no era cosa de todos los días. Como niña que era, no extrañaría nada ya que pensaba llevarse absolutamente todo su cuarto completo. Con todos los regalos de su nacimiento (algunos inclusive que ya no usaba) y los nuevos. Todas sus mudas de ropas (que eran varias) y todos sus libros, que también crecían cada vez mas. Sus dos padres habían sido educados con la mejor educación y ella seguiría sus pasos. Todas las noches su madre le leía un cuento antes de irse a la cama, se había hecho costumbre. Ella cuando tuviera la edad suficiente, aprendería a leer.

No había captado demasiado el motivo de la mudanza, por lo que le agarro curiosidad. Sabia que no debía meter sus narices donde no la llamaban y menos cuando se trataba del despacho de su padre, pero la curiosidad pudo mas. Antso no aprecia por ninguna lado, y Lute seguramente estaría con la nodriza. Nada impediría tener una conversación con sus padres.

Abrió lentamente la puerta del despacho e interrumpió la conversación que la pareja estaba teniendo (aun los modales de tocar al puerta no habían sido incorporados) -Hola. - dijo la pequeña al entrar en la habitación. Cuatro ojos se posaron en ella.

Sonrió con esa sonrisa compradora que había adquirido a lo largo de sus cuatro años y volvió a hablar. -¿Por qué nos vamos de casa? La nodriza lo sabe y no me lo quiere decir. - no tenia ni la menor idea si la nodriza sabia o no porque se iban. Tenia ganas de molestarla.

_________________
Antso


Si había algo que Antso disfrutaba era el desorden, y justo aquello era lo que se vivía en su hogar desde altas horas del día, mucho antes incluso de que él despertara. Oía pasos, murmullos, pisadas, trajines, cajones abrirse y cerrarse, el llamativo ruido de unas "llaves" que sonaban de arriba a bajo en algún rincón del palau, pero con las que aún no lograba dar y parecían estar volviendole loco de la incertidumbre, era como si alguien anduviera en medio de los muros provocando su curiosidad, porque no había otra explicación a que no hayara la procedencia de los mismos, habiendo recorrido cada rincón de los lugares por donde sonaba e incluso haber revisado debajo de la alfombra y dentro de las prendas de su padre.
Ciertamente era toda una aventura y pues en eso andaba...
Su imaginación había dado rienda suelta y ya se veía nadando en medio del salón con montañas de papeles y muebles uno encima de otro, que él escalaba en su afán de dar con el grandioso tesoro que concedería su más preciado anhelo, un gran cofre lleno de escudos para una espada de madera.
Sí porque soñaba y pasaba tardes enteras hundido en los relatos que sus padres le narraban antes de dormir, y en especial las charlas que poseía con su padre de vez en cuando donde le contaba sobre Christo y su gloria, y el enemigo... Los menestrales, aquellos que tragaban niños y secuestraban damas hermosas como su madre al infierno lunar, donde sólo caballeros de acero con enormes espadas podían darle batalla.
Antso quería ser eso, y es ahí cuando su imaginación volaba aún más lejos, a rincones inimaginables donde el era el heroé que entregaba la corona a su mami y salvaba a su padre de enormes dragones y gigantes menestrales, batallas donde se hacía con infinidad de tierras para su abuela y conseguía hombres, muchos para el ejército que algún día él quería tener. Eso mismo estaba recreando cuando de la nada se aburrió y empezó a correr por alrededor de las mesas y sillas dispersando todo aún más de lo que ya estaba con intenciones de encontrar distracción, pero no fue eso lo que le visitó; llegó de repente a su mente la palabra Gandía, Ale la mencionaba mucho, sus padres también, pero ¿Qué era? o ¿Quién...? Entonces idealiazó aquello y se sintió como gato oliendo ratones, seguramente sería algún pariente, amigo o una princesa como su madre, pero tal vez, sólo tal vez, un poquitín más bella,no, aquello era imposible, tenía que ser un poco más fea que su madre. ¿Y si era un nuevo tío o tía que había concebido la abuela? Muchas intrigas el mismo día que debía sí o sí descubrir.Su mente ya trabajaba a mil la hora considerando posibilidades, pero antes de proseguir se metió bien la bota y salió corriendo a la cocina para pedir comida, ojalá la leche que correspondía en su merienda para así poder descansar un momento y luego volver despejado y recargado a la acción en el enorme lugar que era su hogar y dar con alguien que le entendiera al hablar y por ello le contestara sus dudas.
[...]
Busco con la mirada a su hermana y no la encontró, rascándose el oído, el codo y luego fregándose los ojos, se acabó su porción de leche con un bocadillo y como quién es un ebrio tras noche de locura, Antso salió tambaleándose como un borracho, pero de sueño hacia el salón con claras intenciones de dar con Ale para que le dijera quién era Gandía y le ayudara con las "llaves" que no veía.
Un paso, dos pasos... la bota algo suelta y se apoyó a los pies de las escaleras donde sujetando la barandilla por uno de sus pilares,se dio una estupenda vuelta que lo dejó en la pisadera donde se recostó momentáneamente a esperar que Lu o Ale aparecieran o vinieran hacia donde estaba, eso era mejor, le ahorraban a él tener que seguir de explorador, más no sucedió y el pequeño Borja cayó rendido a dormir la siesta que correspondía a esas horas de la tarde, abandonado totalmente a su suerte en medio de la locura que hacían los sirvientes, peones y demás personajes trasladando cosas a los carruajes, preciso detalle y único que en medio de todo, él no había percatado, robaban los muebles de la casa...

_________________
Ederne_bp


Aun le tenía abrazado y me sentía bien dispuesta a interrumpir sus ansias de huida, y quizás cerrar aquella puerta con llave y pasar la tarde entre libros revueltos y muebles cubiertos de blancas telas, pero es bien sabido que cada ser tiene un ángel guardián que le salva del peligro inminente como lo puede llegar a ser la tentación.

Aquello me provoco una leve risita. Cuando la puerta se abrió de golpe y la voz dulce de Aleida irrumpió en el lugar con tal inocencia.
Hola – su voz era melodiosa, dulce como el néctar, cálida como un día de verano. Volví a girar en redondo para observar a mi pequeña primogénita y sonreírle y pude sentir sobre mis hombros las manos fuertes de Nicolás intentando retener el momento que ya quedaba atrás.

Incline el cuerpo un poco, y abrí mis brazos para recibirla, en su pequeña carrerita - su boca no paraba de hablar en el trayecto - ¿Por qué nos vamos de casa? La nodriza lo sabe y no me lo quiere decir. – termino en mis brazos justo cuando se enfurruñaba con la nodriza esconde secretos.
La alce en mis brazos y volví a girar hacia el rostro de Nicolás, quien en silencio nos miraba – pues veras princesita, resulta que a papi se le acabaron los escudos, unos piratas feos se robaron todo y ahora tenemos que irnos a vivir al bosque, ¿te gusta esa historia, preciosa? –le dije sonriendo - ¿acaso jamás podría evitarlo? Quizás ni con mis propios hijos que inocentes podrían creerse todo – pensé - le di un par de besos en el cuello de la pequeña, imitando que me la comía, como un gran depredador, lo que logro sacar un par de risitas a la niña.

Me detuve una vez más en los ojos de Nicolás, que aun no decía nada, pero su rostro dejaba al descubierto que aquello le encantaba, o quizás era yo misma quien le encantaba, o quizás Aleida, o quizás todo, como sea, se notaba feliz, pleno, dichoso y cuanto adjetivo exista para describir aquello que con solo mirarlo uno podía descubrir en sus ojos glaucos.
Sentí las mejillas sonrojadas, Aleida aun estaba muy pequeña para comprender las necesidades de una mujer enamorada y todo lo que su progenitor provocaba en mí con solo mirarme apasionadamente.

Negué, recuperándome de aquel momento de clara tentación y le entregue a la pequeña en los brazos, distendiendo un poco la atmosfera de complicidad que ambos habíamos generado hacia solo instantes.

Será mejor que busque a Antso y Luterna si queremos partir hoy mismo - le di un beso en el mentón a mi amadísimo esposo y dirigí mi mirada a la niña.
Vuestro padre os contara todo, mi tesoro, que aún quedan muchas cosas que ordenar, ¿nos llevamos todas las muñecas y les damos una habitación para ellas solitas? – le pregunte a la pequeña - o ¿querrás seguir cuidándolas tu misma y que duerman en tu habitación por si lloran por la noche? – la niña dudo y aquello me dio el tiempo necesario para que mi corazón latiera ya mas uniformemente - piensalo hasta que lleguemos a Gandía, hija, voy a buscar a tus hermanos – Salí de la habitación emitiendo un suspiro cuando traspase el umbral de la puerta.

El pasillo era un hervidero de baúles que algunos mozos trasladaban a las carretas.
Como se juntan cosas – negué, dispuesta a buscar a los pequeños Borjas, pero no pude caminar mucho mas, pues en el primer peldaño de la escalera y ajeno a todo lo que sucedía en su alrededor, estaba cómodamente dormido el segundo jovencito más guapo de aquel Palau.
Sonreí al verlo, y me incliné hasta poner mis posaderas en el primer escalón, lo cogí en brazos con sumo cuidado y lo acogí en mis brazos formando una cuna para él.
¿Ya os robaron la cama, señor dormilón? – le di un besito en la mejilla y me quede ahí, unos segundos sintiendo su leve y apacible respiración.
Había algo que mis hijos provocaban en mi y era una paz infinita y la firme conviccion de que todo lo vivido bien valía la pena volver a vivirlo si el resultado siempre iban a ser los tres Borjas que teníamos como descendencia hasta ahora.

Suspire y me dispuse a subir las escaleras para llevarlo a su habitación - ya solo me falta un polluelo que encontrar. Sonreí ante eso – Aleida en brazos de su padre, llenándolo de preguntas sobre Gandía, Antso dormido plácidamente en mis brazos en dirección a su cama y Luterna… - pensé mientras subía en el destino de la pequeña - quizás en la sala de juegos, con el Abaco, su nueva afición - dije con conviccion y sonrei, ya contaba hasta diez y era muy inteligente, cuando creciera, seguramente sería una niña con dotes que no dejarían a nadie indiferentes.

_________________

http://i46.tinypic.com/2igomxv.jpg

http://img513.imageshack.us/img513/1812/ederinfanta0000.jpg
Nicolino


Inesperada y espontánea fue la aparición de su hija en aquella estancia, totalmente imprevista para aquel hombre que no había aprendido aún a cerrar puertas cuando era necesario. Y aún así, seguía considerando aquella visita como algo grato, y juzgaba la curiosidad de la niña como algo bueno. Era expeditiva, y no demostraba un atisbo de vergüenza, al contrario de otros niños que no salían de entre las piernas de sus madres. Definitivamente ese no era el caso de Aleida, que desde que había aprendido a caminar correteaba por el Palau en Xàtiva con su hermano e interrumpía conversaciones ajenas en la taberna que era propiedad de la familia, dónde se solían cruzar los caminos de viajeros, nobles y co-conspiradores del Borja.

Así Aleida se había acercado a su abuela, la Reina, quién más de una vez se había ofrecido a llevarla a la residencia real y a su corte, encontrándose con la negativa de los padres de la niña, que no deseaban se alejara de ellos, o más bien no querían se acercara demasiado a los planes de la Monarca, y expusiera a los peligros de ello.

Y Nicolás no pudo evitar reír ante las palabras de su esposa, y aquella manía de engañar a los más jóvenes con historias de fantasía que inventaba al momento, a medida de hablaba. Lo mejor, era que eran creídas ciegamente, sin cuestionamientos. Sin duda Ederne tenía una elocuencia que hacía que la gente confiara en lo que decía sin pensarlo. Se preguntó si Izar seguiría creyendo esas historias también. Pero al ver que su compañera abandonaba la sala, le tocaría a él desmentirla:

-Verás, Aleida...he de decirte que acabas de entrar en la línea de sucesión de un nuevo feudo, el Condado de Gandía.-dijo, poniéndose en cuclillas, para colocarse al nivel de su hija- la Reina nos ha otorgado estas tierras para que gobernemos y administremos, como una más de nuestras posesiones. Nos han dado poder sobre otros hombres y mujeres, y nuevas tierras cuyos frutos cosecharemos. Y no ha sido sólo a mí, sino que a nuestra Casa, a mí, a mis hijos, y a los hijos de mis hijos. Así pues, hacia allí nos mudamos, hacia nuestros nuevos dominios.

Dominios que no conocía, pues jamás había estado en Gandía. Quizás fuera considerado un extranjero para sus habitantes, y aquella perspectiva le perturbaba. Se preguntaba de qué forma se adaptarían a él, y al cambio que ocasionaría en esas tierras la instauración de un nuevo linaje reinante. Hasta entonces, la ciudad y las villas cercanas había estado siempre en el poder de parientes de la antigua Casa de Aragón, que se sabía extinta incluso antes del reinado de Anzo I, pasando la urbe al realengo valenciano. No podía alejar aquello de sus reflexiones, y llegaría el momento en que contara a sus hijos esas historias de quienes otrora poseyeron lo que ahora era suyo por derecho.

Fue entonces cuando el Conde tomó la pequeña mano de su hija, y la acompañó hacia el carruaje. Dejaban atrás la morada de mucho tiempo, el único hogar que sus hijos habían conocido. Pronto ayudaría a subir a Aleida al carruaje donde ya se encontraban sus otros hermanos y la nodriza. Él, por su parte, y dado que sería un viaje suficientemente largo como para viajar seis personas en un mismo espacio tan reducido, optó por la comodidad, e iría, entre almohadones forrados de seda y otros lienzos, en otro carruaje, solo con su esposa. Así, lentamente, la caravana comenzaría a moverse rumbo a su destino.
Costanza_luterna


Una cuenta hacia la derecha y dos hacia la izquierda. Las bolas móviles del ábaco no paraban quietas entre sus dedos. Costanza solo tenía 3 años recién cumplidos pero ya mostraba indicios claros de su tendencia por la aritmética y la economía. Sus padres lo descubrieron 2 años atrás, cuando dijo su primera palabra.

- Mmm – Balbuceaba en brazos de su madre una tarde lluviosa. - Mmm... Mmm – Mientras se aferraba al meñique de su padre como tomó por costumbre desde el día en que nació. - Mmmi.. - A partir de esta sílaba captó la atención de ambos progenitores que la miraban como algo extraordinario. - Mmmi...nnnnna. - Y sonrió muy complacida a ambos.

Desde entonces quedó cada vez más claro, que a la pequeña le llamaban la atención cada vez más los números y era habitual encontrarla en el despacho de sus padres, sentada en el suelo, observando con devoción los garabatos de algún que otro pesado tomo de libros de cuentas.

Pero ese año, un juguete nuevo había entrado en el Palau y era lo más divertido que había visto nunca, podía contar con él hasta las cifras que aún no dominaba pero que intuía existían. Lo habían dejado en la habitación de juegos, a sabiendas de que si dejaban aquel artilugio en el despacho, no habría Dios ni Santo que lograra que la cría dejara trabajar en paz al Gobernador y la baile del Reino.

Y contando estaba, parloteando números a viva voz, algunos a la perfección, otros directamente rebautizados con nombres nuevos; cuando la puerta se abrió. El artefacto de madera cayó al suelo inmediatamente, abrazarse a la falda del vestido de su madre y recibir sus mimos, era una prioridad superior a sus ansias por contar todo lo enumerable.

Varios besos y arrumacos después, abandonaba la sala de juegos con una de sus manos agarrada firmemente a la de la infanta y en la otra, su inseparable juguete.

- ¿Y allí podré contar, má? - Preguntó mientras era subida al carruaje junto a sus hermanos.

Su tranquilidad fue total ante la respuesta positiva de su madre y la niña volvió a sumirse en su inagotable conteo de cuentas a la derecha y a la izquierda, sin que el bullicio del juego de Aleida y Antso la desconcentrara.

_________________


¡Gracias Abuela!
Aleida


Para ser sinceros no entendió mucho las palabras de su padre. La historia de su madre le había parecido muchísimo mas interesante. No se animo a seguir preguntando cuando la historia fue concluida, por lo que asintió con la cabeza. Quedaba mejor, pensar que había entendido. Ahora ya no importaba el por qué, sino simplemente que se mudarían. Ella en lo único que pensaba en estos momentos, era en las travesuras que haría durante el viaje. Luterna y Antso sufrirían de las consecuencias.

Cuando la mano de su padre la agarró, se sintió completamente protegida. Estaba orgullosa de él. Cuando lo tenia cerca, sabía que nada les pasaría jamás. Sonrió para sus adentros y apretó la mano de su padre con fuerza. Llegaron al carruaje y la Borja subió con ayuda de su padre.

Todo comenzó a moverse. Ya partían hacia un nuevo hogar. Luterna estaba concentrada contando totalmente aburrida. Por lo que Antso y ella comenzaron a ver por la ventanilla del carruaje. El lugar ese era privilegiado y la pelea por quien se lo quedaba comenzó.

Correte Antso, soy una dama y merezco ese lugar. Ademas mama me dijo que era la primo- primo- ganita, eso debe significar algo importante.- nunca había podido aprender a pronunciar esa palabra, por lo que lo había hecho mal. No importaba. Ella ganaría la discusión.

A Lute parecía no interesarle pelea tan banal, por lo que no participaba. El viaje sería largo, eso lo presentía...

_________________
Ederne_bp


¿Y allí podré contar, má? - fueron las palabras de Luterna cuando partieron a buscar las cosas que faltaban. - podras - dijo a tiempo que la miraba y le sonreía .

Llegaron hasta el cuarto donde las doncellas embalaban las ultimas prendas de los niños y salían con cajas llenas de juegos que habían sido adquiridos para sus hijos.
Frente a la cama una de las doncellas tomo la mano de la pequeña Luterna y la llevo consigo para abrigarla, Antso, seguía profundamente dormido en mis brazos.

Admire murallas, ahora vacías, que evocaban el tiempo en que esas mismas estaban cubiertas de repisas con juegos y adornos, lamentaba profundamente dejar el Palau, se había acostumbrado bien a sus habitaciones, sus pasillos y cuanto había en el, lo había ido forjando a medida que los años habían pasado ahí, un trozo importante de su historia quedaba en aquellas paredes ahora vacías.

Suspire profundamente, no lamentaba mi nuevo destino, Gandía, pero me costaba un gran trabajo dejar aquello que sentía propio desde que me había convertido en la esposa del Borja.

Baje las escaleras llegando hasta la entrada principal, afuera una caravana con bártulos comenzaba a moverse lentamente, dos carruajes negros con el toro Borja dibujado en sus puertas esperaba que sus ocupantes hicieran arribo para emprender la marcha.

Dos de las tres doncellas que se preocupaban del cuidado de los niños, acompañarían en el interior del carruaje a los tres Borjas, la otra mientras, iría en el pescante junto al cochero.
El Borja subía a Aleida y el pequeño Antso despertaba de su siesta para ganarse la mejor ubicación dentro del carruaje, Luterna iba absorta en su ultima adquisición.
Iremos delante de vosotros, y nos detendremos tantas veces omo sea necesario - dije al cochero quien ya había participado en otras expediciones con los pequeños Borjas y sabia las infinitas veces que debían detenerse para saciar la curiosidad de los niños y para eliminar sus necesidades básicas.

El viaje fue, como tantos otros, más placentero de lo normal, compartir el carruaje con su esposo era siempre toda una aventura, no solo lo que muchos pudiesen pensar respecto a un noble roncando libremente dentro de un carruaje, sino más bien de las miradas, conversaciones coquetería, halagos y …. En fin, ambos compartían y aprovechábamos el tiempo disponible para conocernos cada vez mejor, la relación que teníamos con el Borja, distaba la de un matrimonio convencional, o quizás, éramos como todos los matrimonios jóvenes y enamorados, felices de cada momento compartido.

Aunque quizas habían pasado horas y horas, pronto llegamos a destino, no sin antes hacer las debidas detenciones de rigor para que niños, doncellas, y condes estiraran las piernas para evitar atrofias en las articulaciones.
El castillo donde los condes vivirían de ahora en adelante, era grande, espacioso y con gran cantidad de habitaciones en las plantas superiores, contaba con varios salones muchos de ellos algún dia serian utilizados para mas de un baile que el matrimonio organizara cuando el tiempo acompañara a los visitantes
Aturdida, paseé la mirada por una de las habitaciones. Contenía armarios y elegantes muebles, sillas azul celeste, y motivos griegos que combinaban armoniosamente. Una impecable alfombra adornaba el suelo, y un espejo brillantemente tallado relucía sobre una mesa con patas acabadas en forma de garra. Si, todo aquello le pertenecía. Sonreí a tiempo que los pequeños comenzaban a inspeccionar su nuevo hogar.

_________________

http://i46.tinypic.com/2igomxv.jpg

http://img513.imageshack.us/img513/1812/ederinfanta0000.jpg
See the RP information
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)