Ojos_grises
En algún lugar del Mediterráneo, 1460
Dios será nuestra espada! con ese grito se abrieron las puertas de la muralla y los aguerridos hombres de la pequeña guarnición salieron al combate para enfrentar a los moros que una vez mas pretendían expulsarlos luego de una semana de asedio. En la mirada del joven protector de aquella villa refulgía el fuego por defender a su gente y a la poca tierra que le quedaba, pues, a los constantes ataques de los infieles se le sumaba la destrucción impía de parte de los piratas, y mucho ya no se podía hacer.
El encuentro fue feroz, el ruido del choque de las espadas se mezclaba con el del corte de la carne y los gritos de las víctimas de la batalla, convirtiéndose aquella tarde en otra cacofonía de muerte. Dos largas horas de combate tuvieron que pasar para que se oyera el último cruce de espadas victoria! victoria! gritaban los valientes defensores y una ligera llovizna compensaba a los cansados combatientes.
Arderéis en las llamas del infierno, perros aristotélicos! gritaba el capitán de la nefasta incursión morisca que fue aprisionado y llevado ante el joven líder de ojos grises tú nombre preguntó el protector no sois mi señor, y no responderé ante vos respondía el prisionero, entonces el joven le tomó el rostro presionándole la barbilla y le volvió a preguntar he dicho que me digáis vuestro nombre el capitán prisionero ardía en odio ante el joven que tenía en frente mirándole como si en él estuviera todo lo que odiaba de aquella cultura, y al no poder liberarse le escupió y respondió con mas odio y yo os he dicho que no sois mi señor y que no os responderé, sucio aristotélico! el joven se limpió el rostro manteniéndose en su posición mientras el moro continuaba si hoy nos habéis derrotado, pronto el Único se encargará de limpiar estas tierras de vuestra despreciable presencia el joven despejó el agua de la llovizna que cubría su rostro y enterró su espada en la tierra junto a él antes de hablar seréis libre si os arrepentís del pecado en que vivís con esa religión. ¿Aceptáis? y el moro respondió escupiendo a los pies del joven si me hacéis libre, volveré y os mataré, a vos, a vuestras mujeres y a vuestros niños para que su raza de infieles no prolifere, y conmigo vendrán los ejércitos del Único para exterminarlos de este mundo Los ojos grises observaron con indiferencia a su prisionero, no merecía más de él - entonces, partiréis con vuestro dios para reforzar su ejército de almas perdidas desenvainó una daga desde su cinturón y haciéndole alzar la cabeza le cortó la garganta, le soltaron y así el cuerpo del capitán enemigo yacía en tierra ahogándose en su propia sangre.
Volvamos a la plaza, debemos tranquilizar a los nuestros - tomó su espada y la envainó ¿y los prisioneros? Apresamos a unos pocos, la mayoría huyó el joven observó el campo de batalla y respiró profundamente se ha derramado bastante sangre ya. Retiradles las armas y dejadlos en libertad.
¿Cuánto tiempo más, señor? dijo para si mismo en voz baja y tomó camino a la plaza dentro de las desgastadas murallas de la villa. Debía tomar decisiones
Tras la batalla, brindaron los cuidados a sus enfermos y enterraron a sus caidos, la tristeza era grande, y algo debía hacerse.
Podemos negociar con ellos, podemos pagarles algún tributo para que nos dejen vivir en paz dijo uno de los notables de la villa que se hallaban reunidos en el salón del ayuntamiento ¿Y creéis que ellos están tan dispuestos como vos? respondió el joven de ojos grises lo único que anhelan es expulsarnos de estas tierras, como lo han hecho ya con otras ciudades se levantó y caminó alrededor de la mesa Desde hace mucho que nos la hemos arreglado para subsistir y evitar nos arrebaten lo que es nuestro, desde hace mucho que no hemos visto a algún noble señor cumpliendo su deber, y nos han abandonado a la suerte. Y no nos lanzaremos ahora a suplicar a los pies de esas despreciables gentes que solo buscan nuestro exterminio se detuvo detrás de su silla Desde que mi padre partió a cumplir su deber y me eligieron para ocupar su lugar, he dado todo cuanto me han permitido mis fuerzas para proteger a nuestra gente, y lo continuaré haciendo por la promesa que con vosotros tengo y porque así lo manda mi propia voluntad., sin embargo tan solo mi voluntad no es tan grande como para superar las acrecentadas incursiones de moros y piratas. Caballeros, solos y como nos han aislado de las rutas comerciales, no aguantaremos por mucho tiempo, es por esto que creo es tiempo de invocar a la ayuda de otros hermanos aristotélicos los presentes se miraron entre si y de inmediato surgieron los comentarios Estamos aislados, joven señor, vos mismo lo habéis dicho, ¿Quién se preocuparía por nosotros? ¿a quién habría de interesarle nuestra gente?, nuestra desgracia no es nueva, y si alguien quisiera, ya nos habría brindado ayuda el altísimo nos ha abandonado - terminó lamentándose el hombre, entonces el de ojos grises golpeó la mesa con ambas manos y respondió levantando la voz no permitiré que hayan mas blasfemias en este lugar!, si queréis lamentaros de vuestra suerte no lo hagáis culpando a nuestro Señor de ello relajó sus manos y continuó más calmado caballeros, nuestra fe debe mantenerse tan firme como nuestro deseo de vivir y nuestro deseo de paz, no abandonaremos a nuestro Dios para caer en la desolación, y menos cuando eso es lo que quiere nuestro enemigo, por tanto os pido que conservéis vuestro temple y vuestra hombría tomó postura y continuó caminando nuevamente alrededor de la mesa Se de un fiel señor aristotélico a quien podríamos pedir auxilio, y que en cuanto sepa de las penurias y batallas que hemos librado, no dudará en socorrernos los presentes volvieron a mirarse entre sí preguntándose de que hablaba el joven si sabéis de ese alguien ¿Por qué hasta ahora habláis de él? ¿Por qué no nos evitasteis la desgracia de cruentas batallas? los ojos grises se posaron en aquel hombre No creí que la situación llegaría a tanto. ¿Acaso no recordáis que hace dos años solo luchábamos contra moros asaltantes de camino y las incursiones de piratas no eran tan asiduas?, hoy, caballeros, tratamos contra ejércitos moros, despiadados y desalmados hombres guiados por la inmisericordia y odio a todo lo que a nos y a nuestro Dios concierne, almas desdichadas que abrazados a una falsa fe del demonio pretenden exterminar a la nuestra, son embajadores de la muerte, las falsas creencias y la desgracia tomó aire para continuar por eso, ya no podemos continuar solos y hasta ahora no creí que necesitaríamos de este auxilio otro le preguntó ¿tan seguro estáis de que nos auxiliará? y el joven respondió si vuelvo con una negativa, yo mismo me cortaré la mano derecha y me desterraré de vuestro lado.
Los presentes aplaudieron la conclusión de la reunión Partiré mañana mismo, al amanecer.
Nota: Este primer post es una copia del hilo que lleva el mismo nombre y que fué iniciado hace tiempo en este mismo foro, y que por no continuarse posteando fue cerrado (cosas IRL que a uno lo mantienen alejado de este bonito vicio de escribir xD). Los siguientes posts a continuación de este son completamente nuevos =P