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Preparación de la futura Reina de valencia antes del día de su coronación.

[RP-CERRADO] Ex Umbra in Solem - Coronación Rose I

Rose_de_anthares


En el Palacio Real...

Aquella mañana se despertó llena de energías y también, un tanto nerviosa. Tenía muchas cosas que preparar y hacer. A pesar de que algunas de ellas no necesitaban siquiera de su atención, la de Pern aquel día requería de la presencia de su familia, deseaba verles a todos antes de la coronación.

Imitando la tradición que compartió con su esposo cuando fue coronado rey de Valencia, la de Pern rezaría toda la noche antes de la ceremonia, por ello, el día era el momento para compatir con sus hijos y su amado esposo.

Su semblante de aquel día era calmado, demasiado tal vez, escondiendo en sus interiores los nervios que a minuto superaban su normal desempeño. El de Berasategui, tras el desayuno, pidió hablar con ella, dar un paseo juntos por los jardines del palacio Real.

Antes de que las palabras comenzaran a fluir, los pensamientos de la de Pern iban hacia el pueblo de Valencia, de alguna forma, deseaba que la ceremonia fuera rápida para así poder comenzar a trabajar con mas celeridad de lo que habían sido los últimos días. Su consejo le acompañaba y apoyaba y aquello era un gran alivio. No obstante, otra parte de ella deseaba vivir aquel tiempo lentamente, para grabar en su memoria cada instante tal y como recordaba las coronaciones de Anzo y Yuste. No quería perder de vista los rostros, la solemnidad del momento, lo emblemático que sería y más aún, el espiritu renovándose para un pueblo entero.

La voz curiosa de su esposo preguntándole que apresaba sus pensamientos la hizo sonreír y fijar su mirada en él. Era hora de su charla, de la importante y necesaria charla de la pareja real.

Su familia había sido citada para el medio día por lo que la privacidad y los jardines eran solo para ellos y su paseo.

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Juliane_bp


A paso lento a través de los pasillos, y admirando la bella arquitectura del Palacio Real, la jóven Berasategui se dirigía al encuentro del resto de su familia, en ese día sumamente especial para su madre e inolvidable para todos.
De lejos podía observar su tranquilo rostro y a la vez notaba que no era lo que demostraba, pues a través de sus palabras pudo conocerla en plenitud, y con el pasar del tiempo, saber qué deseaba con tan sólo mirarla a sus ojos, tan expresivos como sus movimientos. Tenía la certeza que dentro de ella, los nervios le cosquilleaban en su interior.
Allí estaba ella, quién le había otorgado su existencia, velado por su sueño y protección, y atención incondicional … la de Pern, junto al rey Yuste, su adorable padre y guardián de sus sentimientos, tan enamorados como la primera vez que los vió, teniendo uso de razón, en su feliz niñez.

Con una dulce sonrisa en sus labios, cualidad bien característica de la jóven, la Berastegui se hizo presente ante sus padres besando ambas mejillas de ambos y deseándoles los buenos días.

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Ederne_bp


Los viajes no eran nada fácil desde que los pequeños Borjas habían nacido, movilizar carruajes con nodrizas, doncellas, pequeños y baúles de prendas preciosas no era una misión fácil, aun así, desde que las cortes habían ratificado a mi madre como Reina de Valencia, aquel viaje se había definido como el más importante que llevásemos a cabo en el Palau.
Todo había sido preparado para que los pequeños no sufrieran con el viaje, agradecidos en el fondo de no encontrarnos tan lejos desde Játiva hasta el palacio real.

La mente divago desde los primeros momentos que los dos carruajes escoltados se pusieron en movimiento, no era difícil recordar los tiempos en que siendo una pequeña niña, había abordado una carreta y escondida en el me había llevado hasta la capital, por alguna razón la búsqueda llevo a mi madre hasta allí, donde ahora nos trasladábamos, aun podía recordar su mirada severa y sus ojos de preocupación, su abrazo cálido, sin reproches. Nada había cambiado desde aquellas imágenes, mi madre, se había preocupado siempre de cada uno de nosotros, siempre sobreprotectora y por sobre todo, siempre leal.

Aunque habíamos salido temprano, el viaje duro sus horas y cuando el sol ya estaba en esplendor descendimos de los carruajes, los pequeños aun dormían en brazos de sus doncellas y junto a Nicolás nos dirigimos del brazo, por los pasillos interiores.
Conocía lo suficiente a mi madre para saber que sus deseos serian pasar aquellos momentos en familia, todos reunidos, la conocía demasiado bien... y aun bajo el manto de firmeza y resolución sabia que ella contaba con mi presencia y compañía.

Aun resonaban en mi cabeza aquellas palabras que lanzara a más de un mozuelo
Majaderías!- le espeto – he vivido demasiado para empezar a ser prudente ahora y no tolerare nada que moleste a los de mi familia ¿me entiende?
Una sonrisa ilumino mi rostro aun recordando aquellas palabras, escondida tras algún salón, pendiente de las amenazas repartidas, cierto... ella jamás toleraría que nada malo pasase a su familia, a ninguno de sus miembros, los amaba demasiado…
Antes de llegar al salón, me jure ser durante aquel día, una buena hija y no contribuir a elevar el nerviosismo de mi madre, por primera vez, haría cuanto me pidiera sin poner peros y por sobre todo, con todo el amor que pudiese entregarle. Al llegar al salón, Juliane se encontraba junto a mis padres, di un beso a ambos, sonriendo feliz.

Me mordí mi lengua viperina cuando esta quiso lanzar alguna de mis frases para molestar a los presentes, sin duda, ser una buena hija me costaría mas de lo que tenia presupuestado.

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Yustebv


La serenidad de los jardines en aquel día le había hecho sugerirse un paseo con su esposa, uno de esos tantos paseos como desde antaño los tenían, pero que por aquello de las grandes obligaciones se hubieron reducido en su frecuencia. Así se lo propuso entonces a su esposa, y ella gentilmente accedió antes de que la llegada de los hijos exigiera de ellos su presencia.

Le ofreció el brazo y caminó en silencio por un largo momento, observando a cada paso la belleza de aquel lugar, el despejado cielo azul en donde el infinito realmente se hacía infinito, y aquel aroma, dulce aroma a Valencia… y aun todo aquello no sería lo mismo sin su adorada esposa.

- Cuanto tiempo ha pasado, señora mía – rompió el silencio diciéndole con tono suave y tranquilo – años… - respiró profundamente – y, sin embargo, me parecen minutos lo que hemos vivido y forjado juntos, pues… - se detuvo para estar frente a ella, justo a la sombra de uno de esos frondosos naranjos junto a una fuente – pues la verdad es que quisiera que nunca acabasen los días con vos – sostuvo sus manos con las de él – y es que sabéis que os amo con el alma y con todo mi ser – besó sus manos juntándolas y luego en los labios de aquella manera en que ambos habían aprendido a transmitirse y hacer sentir el uno al otro toda la entrega que sentían por cada uno.

Luego de aquel intimo momento, le miró a los ojos y le sonrió para luego besarle ambas mejillas. Mas palabras de amor no eran necesarias, pues en sus miradas ya se habían dicho todo. Volvió a caminar lentamente junto con ella para continuar charlando

- Nuestras vidas nos han llevado a lugares importantes, cada uno por lo suyo propio y a la vez siempre juntos. Batallas, política, negocios… siempre nos hemos consultado en opinión, ambos, y nunca dudamos en que cada uno elegiría siempre hacer lo correcto – le sonreía mirándole mientras su paso era suave – y aquí estamos… - volvió a detenerse y a ponerse frente a ella.

- Mañana es vuestra unción como Reina, y como predecesor vuestro debo deciros que no puedo tener mayor esperanza y confianza en que la corona de Valencia sea mejor llevada – se dirigía a ella queriendo que sintiera que lo que en aquel momento le decía era importante, mas allá de una simple charla – Cuando entregué mi corona a las cortes del Reino lo hice con mucha tristeza, y nadie mejor que vos sabeis los motivos que a ello me llevaron, esperanzado en que el Reino debía tener esa oportunidad de elegir… y a cada día que pasaba y veía que aquello que me empujo a eso no resultaba como pensé que iba a ser, era para mi una daga de arrepentimiento pensando en que, tal vez, no había hecho lo correcto.

Hoy es un nuevo día, y todos mis posibles pesares sobre lo que hice desaparecieron, pues sé que nuestra amada Valencia ha elegido bien
– le sonrió – sois Reina.

Volvió a continuar con la caminata – habéis vivido antes conmigo lo que es dirigir una monarquía, sin embargo, señora mía, el peso que ahora lleváis os hará ver el mundo de manera distinta… la economía, la diplomacia, la administración, la política… son grandes leones que debéis aprender a controlar. Y esta última, la política, es la mas fiera de todas para un Rey, pues con ella vienen otros males que cual espadas le ponen a uno contra la pared, obligándole a elegir con precisión un audaz y rápido movimiento, y en ello la mayor parte de las veces uno termina con alguna herida – pausó un breve instante.

No os digo esto para preocuparos, aunque sé que ese efecto no puedo causároslo, pues habéis vivido tanto como yo, y sabéis de lo que hablo… tomadlo como un desfogue mío – rió un poco y volvió a hablarle calmado – seréis buena Reina, lo sé.

Solo dos consejos os daré como legado de mi reinado: Pensad siempre que no podéis hacer feliz a todo el mundo, ni que todo el mundo estará feliz por cuanto hagáis, solo haced lo mejor que creáis conveniente; y el otro consejo, gobernad siempre con justicia, no seáis débil en las decisiones difíciles, ni seáis fiera al momento de tomarlas, pues en ninguno de esos dos estados le estaréis haciendo bien a vuestro Reino.

Y siempre, majestad, recordad que ser Rey es algo tan grande, que solo puede ser Rey quien lo es, y procurad, como sé que lo haréis, que todos vuestros súbditos, aun cuando no estén de acuerdo con alguna de vuestras decisiones, se sientan orgullosos de vos.


Besó su mano y la invitó a continuar caminando – que tranquilidad hay en este aire… - se sintió feliz.

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Rose_de_anthares


Con el caminar lento, la brisa los acompañó. Y lo que podría haber sido un día caluroso terminó por ser para aquel verano un día inusualmente tibio. A menudo, los paseos de ambos eran largos pues aprovechaban cada minuto en el que sus labores les permitían poder compartir y hablar de todo. Y mientras él hablaba, parecía que el mundo se había volcado en sus palabras, no había razón para tener el pensamiento en otro sitio que no fuera en su melodiosa voz.

Cuando se detuvo frente a ella y dijo que la amaba con toda su alma y ser, esa chispa en su interior ardía como el sol mismo e iluminaba su entorno cegándola, y a la declaración de amor le secundó el beso, ese que ambos ansiaban darse cada vez que podían, un beso profundo y largo, único. Se miraron a los ojos unos segundos, él le sonrió y ella se quedó unos minutos más aprovechándose de aquel momento.

Continuaron su camino, árboles con sus frutos y las flores fielmente custodiadas por la implacable guardia de las abejas eran su compañía. Sabía que el Berasategui se preocupaba por ella, y claro, ahora sería monarca de Valencia y debería saber actuar siempre con valor y sabiduría para guiar a su pueblo, todas las palabras y consejo, cada uno de ellas los oyó con suma atención. Y cuando debió hablar de su reinado, el semblante del Rey pasó de ser feliz a serio delatando los sentimientos que se agolpaban en su interior respecto a haber dejado la corona de Valencia. Ella sabía de los sentimientos del rey, estuvo ahí y en su compañía cuando dejó la corona valenciana en el altar de aquella capilla.

Y ese momento tan profundo de la historia como los sentimientos que lo acompañaban dieron paso nuevamente a la sonrisa y a su seguridad en ella y en cuanto podía lograr. Ella sujetó con fuerza de su mano, seguramente él no lo notaría al instante pues aquella mano siempre la había tenido contra la suya. Era aquel sentimiento de unión la que los había acompañado siempre, de camaradería, amistad y afecto la que los había llevado a vivir tan cercanamente diferentes momentos entrelazados los unos con los otros.

Cuando besó su mano se detuvo un instante como si hubiese podido decir lo que llevaba dentro y las heridas que alguna vez le aquejaron hubiesen sanado. No creyó correcto decir nada durante su charla, pero la respuesta, la mejor que pudiese haber dado yacía en el gesto y en las manos que aún entrelazadas sentían ahora el suave beso de su boca.

- Gracias mi buen Rey y compañero. Tened vos por seguro que no habrá día en que no recuerde vuestras sabias palabras ni momento en que no luche hasta el último aliento para que rindan su fruto y viváis, como mis súbditos, orgulloso de mí. Así será, así será… - se abrazó a él con fuerza, relajando su cuerpo contra su pecho y respirando su mismo aire para que así, su alma, se quedara en su interior por siempre.

Se separó de él con desgano y le sonrió. Se dio cuenta que, todo cuanto se habían dicho y hablado los había llevado a recorrer los jardines por completo y que el tiempo les había alcanzado irremediablemente.- Volvamos a Palacio, nuestros hijos deben estar por llegar – él le sonrió y de su brazo volvieron hasta la entrada del palacio, llegando prontamente a uno de los salones principales dónde se encontraron con Juliane quién les saludó – me alegro de veros hija, mucho
Un poco más atrás de ella, aparecía Ederne acompañada de su esposo e hijos. La sonrisa de la de Pern era imposible se borrara de su rostro aquel día.

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Nicolino


Día de Sol, día de calor. Verano en Valencia. Las puntas de las alabardas de los guardias y sus yelmos resplandecían cegadoramente. Sin duda debían estarse asando en esas armaduras. El Borja no los envidiaba para nada. Estar firmes, estáticos, recibir órdenes y asentir. No era una labor envidiable, por más honor que fuere y privilegios que detentaran ante los demás soldados.

El, por su parte, en aquel carruaje, en el cual se había acostumbrado a viajar, trasformando en sosiego el hastío propio de los viajes largos, era feliz. Feliz de ver una gran obra realizada, concluida, finalizada. Aún a pesar de que sabía que el fin, al conseguir su suegra la corona, no era sino el comienzo de una nueva etapa, una nueva era para el Reino.

Descendieron, y él tomó a su esposa del brazo. Miró al cielo, desafiante. Realmente le gustaban los veranos valencianos, puro amarillo, puro oro. Casi parecería presagio de un nuevo mañana, un amanecer tras la oscuridad. Volvió su mirada hacia Ederne una vez más. Sí, sin duda la había aconsejado bien respecto al vestido, con el otro que barajaban entre las posibilidades, se asaría como los guardias en sus férreas armaduras. Rió ante la idea, y se lo compartió en un susurro.

Despreocupado, recorrió junto a ella los pasillos del palacio, para encontrarse con Rose, Rose I de Valencia, como ahora se intitulaba. Se la veía feliz. Inmensamente feliz. Y el placer no le correspondía sólo a ella, Nicolás también mostraba una amplia sonrisa. Por un momento, todo iba bien, todo parecía perfecto, todo era rosa. Y amarillo, porque era verano.

-¡Majestad! Un placer volver a estar en vuestra presencia. ¿Cómo os sentís?. Confesadme que tal se siente estar a punto de ser ungido como soberano. No todo el mundo tiene el privilegio de oír esas cosas.

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Zeian_de_berasategui


Encontró a la familia reunida en el gran salón y se acercó a saludar. Una reverencia a los reyes, besamanos a la Reina y a sus sobrinas y una colleja cariñosa y disimulada al joven Borgia.
En uniforme de gala del nuevo Ejército valenciano, parecía mucho más apuesto, y joven, que su mellizo real y así debía ser, puesto que escoltaría junto con Híjar a los Reyes.
Se dirigió a Rose y con una lágrima en la mejilla por la emoción, le dijo:
- Prima, hermana, cuñada, Majestad. No sabes lo orgulloso y feliz que me hace verte así. No sé como expresar la alegría que siento. Tomó aire y continuó: Me he tomado la libertad de hacer componer un himno en tu honor y para tu gloria y que suene en este acontecimiento, como mi humilde regalo. Que tengas larga y venturosa vida y que Aristóteles te bendiga a tí y a Valencia.

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Rose_de_anthares


Cuando estuvieron todos en el salón, la de Pern se alegró de ver consigo a su familia. La tarde transcurrió entre un almuerzo, las risas y travesuras de los niños correteando por el lugar.
La tarde por fin llegaba y era hora de entregarse a los rituales propios antes de una coronación. Sin embargo, tenía algo planeado para sus hijos y pidiéndoles se reunieran todos en el salón privado del palacio real se decidió a hablarles. Yuste, en silencio, se había acomodado en uno de los sillones de la sala a la espera de las palabras de la de Pern.

Se muy bien hijos míos que no he estado para vosotros últimamente. Las razones no son desconocidas para ninguno y os he hecho participe siempre de los deseos y anhelos que guarda mi corazón. Sin embargo me ha costado separarme de los deberes y en cierta forma, me he perdido de veros, en especial a la pequeña Izar – la miró y sonrió.
He deseado reuniros para agradeceros a cada uno el apoyo que me habéis dado, cada uno a vuestra manera, en este proceso tan importante. También, haceros reflexionar de las cosas que ahora han cambiado para nuestras vidas. Soy y siempre he sido una mujer de familia, para mi es lo más importante mantener un círculo familiar constante, y la nuestra, en particular, ha sabido mantenerse firme a través del tiempo y por ello me siento orgullosa. Algunos ya habéis formado la propia familia y otros estáis en busca de fundar vuestros propios caminos. Sin embargo la familia Berasategui ha pasado por largo tiempo como una familia presente en la historia de Hispania, somos nobleza, nos las dieron nuestros padres y nos la dio nuestro querido patriarca Yuste. Aun cuando en tiempos aciagos nuestra familia se vio en peligro, supo mantenerse firme siempre por el amor y afecto sincero que nos une a todos.

Sonrió y buscó la mirada de Yuste, tomando su mano unos instantes – Hoy nuestra familia vuelve a ser una familia Real, no solo por mano de vuestro padre quién es el Rey de la Corona de Aragón, sino también por la mía como Reina de Valencia. Es por ello que deseo recordaros, aún que se lo tenéis presente, que de ahora en adelante nuestra familia sirve a un propósito más allá que el personal, que nuestras vidas más que la del resto, han de estar al servicio de quienes han depositado su afecto y respeto en nosotros . Nuestro Reinado, el que el pueblo ha elegido, será el más constante y brillante que se conozca, así en nuestro deseo y esperanza. Y vosotros, como nuestros hijos, no debéis olvidar que compartís con nosotros ese deber tanto como el ser siempre buenos hijos y un ejemplo a seguir.

Besó la mano de Yuste y fue hasta una mesa donde habían seis cajas y acercándose hasta las hijas entregó a cada una la suya – Ederne que sois la mayor y ya una mujer de familia. Guiad a vuestras hermanas, confío en vos, más de lo que pensáis y os amo más de lo que quizás lleguéis a comprender. No perdáis nunca el orgullo por la sangre que portáis – luego de abrazarla fue hasta dónde Juliane – y vos mi agraciada hija, procurad dar paciencia y sosiego a vuestra familia y nunca dejéis de bendecirnos con esa paz y esa pasión con la que habéis nacido. Vos que sois nuestra luz, manteneos siempre firme, se lo lograréis – le entregó su caja forrada en una delicada tela color carmesí, luego, se inclinó hasta Izar – mi pequeña…vos, a quién más tengo en mis pensamientos. Seguid creciendo con fuerza y espíritu implacable, se que nos sorprenderéis un día con esa gracia incontenible que lleváis dentro.

Era el turno de sus hijos y de frente a Jokin, le miró complacida entregándole entre sus manos, la pequeña caja que tenía para él – Sabéis hijo mío cuál es vuestro destino y dependerá solo de vos haceros dueño de él y enorgullecer más aún si es posible a nuestra familia. – y por último, el revoltoso Johan a quién revolvió sus cabellos – tomad hijo mío, no lo perdáis. Y tened paciencia, si continuáis correteando de esa forma, seguro llegaréis a ser más alto que vuestro hermano. Hay mucho de vuestro padre en vos…
Miró a Yuste – no me he olvidado de vos – besó delicada y pausadamente sus mejillas y puso en sus manos la caja de madera fina – Deseo de corazón cada uno llevéis siempre con vosotros este regalo que os hago como símbolo de nuestra unión e igualdad como familia.

Para Yuste mandó a hacer un anillo de oro con forma de León, símbolo de la familia. Para sus hijas, un collar muy hermoso de preciosas piedras y para sus hijos, un anillo igualmente.
Se acercó primero a Nicolás a quién abrazó y besó en sus mejillas, luego, a su cuñado Zeian a quién también abrazó –a vosotros, gracias por ser parte de nuestras vidas y miembros de esta enorme familia.

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Jokin_b




– Sabéis hijo mío cuál es vuestro destino y dependerá solo de vos haceros dueño de él y enorgullecer más aún si es posible a nuestra familia. aquellas palabras se grabaron a fuego en la mente de Jokin.

Abrió la caja que su madre había reservado para él, en su interior, un precioso anillo con la estampa de un León, al igual que para su joven hermano Johan y su ejemplar padre, el mismo Rey de la Corono de Aragón. Jokin se puso el anillo, lleno de orgullo, se sentía más Berasategui i Pern si cabía, el orgullo que sentía por su familia completaba cada parte de su cuerpo, el saber que representaba a esta familia, completaba la satisfacción de Jokin que sabía la gran responsabilidad que sobre sus hombros recaía.

Se puso el anillo y se arrodillo ante su madre mostrándole el mayor respeto que podía.

- No hay fuerza mayor que el amor de una madre, y que el amor que un hijo, pueda proferirle a ésta, jamás ninguno de mis actos harán que vos madre, o nuestro ilustre padre puedan sentirse avergonzados o apesadumbrados. No hay mejor ejemplo que vos madre, que junto a la fuerza de padre pueda tener nadie para conseguir todo y cuanto se proponga. Gracias a ambos.






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Hijar


Los pasos del voluminoso Peñalver retumbaban en las paredes del Palacio. El eco era doble, pues acompañaba al ilustre Zeian de Berasategui hasta el salón donde la familia se reunía antes de la coronación.

En su cabeza se sucedía en imágenes el protocolo a seguir durante la ceremonia, en tanto en cuanto a la previa escolta de la próxima e inminentemente coronada Reina de Valencia Rose I. A los ojos de todos, era la Duquesa de Benicarló, Condesa de Morella, una de las grandes mentes y los grandes corazones del Reino, si no la primera, además de una gran militar y estratega en la que cualquier alma viviente del reino había confiado alguna vez en su terrenal existencia.

Sin perder todo esto, en la mente de Híjar también se proyectaron otras imágenes mientras cruzaba a largos pasos esos pasillos: Veía el rostro y la figura de una mujer tan arraigada a él y su familia que, por más que lo intentase, no podía eliminar de ninguno de sus pensamientos pasados. Siempre se colaba en momentos decisivos y trascendentales para él: Su propia boda, el nacimiento de su primogénito, la Hueste; sus comienzos en Morella, la grandeza de Benicarló... -Gracias al Altísimo...-, pensaba él... le debía prácticamente su vida a la familia Berasategui, y él honraría ese apellido como si suyo propio fuera.

Estaban cerca de la habitación y ambos hombres pararon frente a la habitación donde se reunía la familia. Dos soldados la custodiaban ojo avizor. Ambos saludaron con un gesto militar. Híjar les correspondió. Hizo lo propio con el Berasategui, que entró en la sala mientras él quedaba por fuera de espaldas a la puerta y se sumergía de nuevo en sus pensamientos, teniendo siempre presente que ese pasado con el que soñaba había sido la clave de este maravilloso presente y, sin duda, los cimientos de un próspero y grandioso futuro para todo el Reino.

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Juliane_bp


Ya reunidos en un salón especial del Palacio, la familia Berasategui permanecía expectante a las palabras que la Reina iba a dedicarles. Hasta los más pequeños ocuparon su sitio, quedándose en sepulcral silencio.
La de Pern se puso de pie, y con natural serenidad comenzó a hablar a todos y cada uno de los presentes, con una calma tan admirable como extraña en ella, pocas veces se la veía de ese modo, siempre tan colmada de ocupaciones, pero jamás distante ni ajena de sus seres amados. Sus palabras fueron de agradadecimiento y concientización y dedicó sus deseos y sentimientos expresándolos desde su alma, era evidente.
Juliane asentía al oirla, atendiendo cada una de sus frases, sin poder evitar que sus ojos se empañaran, y guardándolas en su memoria como el más bonito de los obsequios. Realmente se sentía no solo emocionada sino orgullosa de su madre.

- y vos mi agraciada hija – expresó la de Pern dirigiéndose a la jóven - procurad dar paciencia y sosiego a vuestra familia y nunca dejéis de bendecirnos con esa paz y esa pasión con la que habéis nacido. Vos que sois nuestra luz, manteneos siempre firme, se lo lograréis.

- Así será madre, jamáis os fallaré – respondió escueta Juliane, presa por la emoción que le había provocado aquellas palabras, y, secando con un pañuelo una traviesa lágrima que rodaba presurosa por su mejilla, la abrazó con ternura, agradeciéndole el presente que le había otorgado. - Gracias madre, es bellísimo – correspondió la Berasategui al abrirlo, gesticulando una genuina sonrisa.




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Izar_bp


Cuando estuvo acicalada para la ocasión, bajó las escaleras saltando los escalones de dos en dos.

- A mamá le van a poner una corona muy bonita... - Comentaba a la paciente María, a pleno pulmón mientras saltaba. - Tengo que fijarme cómo hace para que no ze le caiga cuando camina...

Sólo Izar sabía qué le pasaba por la cabeza cuando hacía aquellos comentarios y su niñera esperaba que fueran buenas ideas, o por lo menos que hicieran reir a los demás y no fueran como cuando le dió por escaparse a lomos de un cerdo, con la cara pintarrajeada y con un palo en la mano como toda protección, siguiendo a la Hueste de Benicarló hasta los dominios del Señor de Játiva.

El palacio se había convertido en un hervidero de gente cuando llegó al gran salón. Su familia era grande y estaba allí la gran mayoría de quienes la conformaban. Para Izar era como una fiesta, todo se tornaba risas, encontraba manjares por todas partes, sobretodo dulces, que comía con ganas y compartía con la golosa de Juli. Ese día incluso habían regalos, el que les dió su madre después de decir unas palabras muy bonitas a todos y acompañar las que iban dirigidas a ella con una preciosa sonrisa. Era un precioso collar, que no dejó de acariciar con sus deditos cuando fue colgado de su delgado cuello y no le importó que al resto de sus hermanas les quedara bellamente expuesto a la altura del escote; a ella le llegaba casi al ombligo pero era feliz.

- Gracias mamá... - Y después de uno de sus sonoros besos, recompenzó a su madre con un enorme abrazo.

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Ederne_bp


Madre hablaba con elocuencia, quizás para muchos, aquellas palabras eran nueva y los hechos que se avecinaban también, pero para mí no, Jokin y yo sabíamos bien que significaba nacer bajo el apellido Berasategui, la importancia y el destino se conjugaban, así como el peso que aquello conllevaba.

Lo sabía ahora a conciencia, con la madurez suficiente para advertir que no era fácil llevar sobre los hombros la corona del reino.
Admiraba a mi madre, desde mucho antes, desde siempre, aunque ahora ostentaría un titulo mayor, y toda la carga recaería sobre sus hombros era consciente que lo haría como venía haciéndolo, con amor por su reino pero con la misma entrega.

Sus palabras llegaron a mi corazón de forma singular, bien sabía lo que para ella significaba que estuviésemos todos allí, apoyándola en aquellos momentos.
Sabia estaba orgullosa, y feliz, ahí estaban todas las personas importantes para ella, su familia, aquellos con los que siempre, a pesar de todo siempre podría contar, cada uno de nosotros era importante para ella, cada uno de nosotros, era una conquista y una pasión.
Ederne- dijo acercándose a mi lado -que sois la mayor y ya una mujer de familia. Guiad a vuestras hermanas, confío en vos, más de lo que pensáis y os amo más de lo que quizás lleguéis a comprender. No perdáis nunca el orgullo por la sangre que portáis

Recibí el regalo, con emoción, y abrí la caja cuando madre la deposito en mis manos con sus singulares palabras -como si alguna vez, no hubiese estado orgullosa de la familia en la que había nacido, como si jamás me hubiese esforzado por demostrarle lo feliz que era por tenerla de madre – pensé ante esas palabras en silencio - cierto, no siempre se lo decía y demostraba, lo cierto era que jamás desee una vida distinta.

Me acerque a ella para besar ambas mejillas y en un susurro casi imperceptible dije - os amo, madre, más de lo que vos quizás lleguéis a comprender – sonreí y suspire, sin decir más palabras, pues estas sobraban en aquel minuto, solo observe sus ojos emocionados, y ella pudo leer en los míos el orgullo de ser su hija y el profundo amor que le profería.
Admire el collar y el anillo que lo acompañaba, sonreí, había pasado todo el día anterior, preparando el vestido para la ceremonia del día siguiente, y no había encontrado en toda la cantidad de joyas que poseía, uno que fuese en juego con el vestido, si, mi madre me conocía bien, aquel collar iría a juego, y lo usaría cuando la acompañase entrando en el gran Palacio del Primado.

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Rose_de_anthares


Ante las palabras de todos sus hijos sonrió. Ederne con su abrazo hizo que sintiera el calor de la familia cerca, Juliane con las suyas y sentimientos reflejados en su rostro hizo que sonriera. Izar y Johan con la inocencia de la niñez la hicieron reír feliz, Jokin con solemnidad y fuerza, prometió a su madre rendir los homenajes que correspondían an hijo mayor de una familia real.

La complicidad con su querido yerno y su cuñado no hicieron mas que llenar de orgullo su corazón, y por último él, su amor, quien relaba un beso en la mejilla y una mirada cómplice.

El sol se había ocultado ya en el horizonte dando paso al atardecer y prontamente al anochecer. La de Pern suspiró con fuerza y sonrió - familia, es hora que me entregue a la tradición aristotélica. Estaré en vela durante toda esta noche en la capilla del palacio Real en compañía de su Excelencia de Laguna y vuestro padre. Quienes de vosotros deseéis acompañarnos seréis bienvenidos.

Para quienes no vea, os deseo un sueño reparador. Mañana será un gran día...


De la mano del Rey partieron ambos a prepararse para pedir al altísimo su guía con devoción y entrega.
Rose_de_anthares


Tras dejar a su familia la de Pern se dirigió a sus aposentos en solitario. Así se lo había pedido a su esposo quién la acompañaría luego en la capilla del palacio Real. Se vistió con ropas ligeras, sin lujos, y tras meditar en silencio y a solas, fue acompañada hasta la capilla. Ahí, frente al altar se descalzó con cuidado y arrodillándose, se preparó para la oración.

Su amado esposo oraba a su lado, recordaba el día en que, invertidos los papeles, ella le acompañó a él en todo el proceso previo a su coronación. En cada momento pedía paciencia y humildad, pedía por su reino, por sus gentes. Con sus ojos a veces cerrados y otras veces en la capilla, aferraba contra su pecho y entre sus manos el crucifijo que Sorkunde le había regalado.

El cansancio llego casi al despuntar el alba, su esposo le sugirió descansara unas horas. A pesar de que ella no quería, razón habían en sus palabras. Se puso de pie con dificultad y quedándose unos instantes con la mirada fija en el altar, sonrió. Todos quienes le acompañaban salieron con ella, separándose luego cada uno hacia sus aposentos. Era necesario unas horas para la mente más que el cuerpo, las horas siguientes sería importante vivirlas con todos los sentidos en su sitio.

Cuanta emoción sentía su corazón. Iba a vivir lo que pocos pueden relatar, el destino que de ahora en adelante llevaría no solo sería el suyo si no el de un Reino. Su esposo se quedó a su lado y la abrazó con dulzura. El sueño llegó muy pronto a la espera nerviosa e inconsciente de la ceremonia que se realizaría ese día.
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