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[RP-CERRADO] Ex Umbra in Solem - Coronación Rose I

Juliane_bp



- Para quienes no vea, os deseo un sueño reparador. Mañana será un gran día... - fueron las últimas palabras pronunciadas por la de Pern, dirigiéndose a la familia reunida, la noche previa a la ceremonia en donde se le reconocería su dignidad real.
- Así lo será madre, procura descansar - se adelantó la jóven deseándole una buena velada.

Tras saludar al resto de su familia, Juliane hizo lo propio, ausentándose hacia su habitación; el sueño la había vencido y prefirió reposar, el día siguiente prometía ser extenso y debía estar lúcida para acompañar a su madre unida a sus demás seres queridos.

Despuntaba la aurora haciendo que su claridad atrevesara los cristales del ventanal del cuarto de la Berasategui, provocando ingeniosamente el despertar de la jóven. Se irguió, poniéndose de pie y tomó un cálido y perfumado baño. Sus pensamientos se posaron en su madre, podía percibir sus ansias a horas de su coronación.
Se vistió con tranquilidad, dado que el tiempo corría a su favor aún, y suspiró profundo recordando a su cortés caballero e inevitablemente una sonrisa se coló en su rostro. Continuó con su peinado recogiéndolo hacia atrás y sujetándolo con una redecilla con pequeñas piedras que hacían juego con el collar que la reina le había obsequiado la noche anterior.

Cuando estuvo lista, se dirigió al salón principal donde se reencontraría con su familia.
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Ederne_bp


Aquella reunión familiar había resultado más productiva que lo que yo misma esperaba, bien había imaginado a mis hermanos aburridos, o los pequeños llorando, pero nada de aquello había sucedido, no me habían llamado en ningún momento, seña que los pequeños estaban cómodos en sus habitaciones con las doncellas.
Luego de la distensión de la velada, madre se dispuso a retirarse a la capilla, la tradición seguía, y ella rezaría, ella...
Tras un beso a mis padres todos nos retiramos a nuestros aposentos, merecido seria el descanso, el viaje, y la velada, podrían no tenernos con la mente relajada para el gran acontecimiento del día posterior.
Visitar las habitaciones de los pequeños había sido emotivo, ambos dormían en sus camas con dosel, y las dos doncellas ordenaban los ropajes que usarían al día siguiente en la ceremonia.
Seguro nadie pensaría que mis pequeños tesoros son unos diablillos – susurre mientras besaba sus frentes.
Descansad, pequeños amores – les susurre bajito – mañana será un gran día
Di las últimas indicaciones a las doncellas y luego nos retiramos con Nicolás a la habitación contigua donde descansaríamos para el siguiente día.

La noche transcurrió entre susurros y pensamientos, quizás me sentía más emocionada y nerviosa que mi propia madre.
El vestido estaba preparado y luego de un baño reparador me dispuse a arreglarme.
Como hacía desde que había contraído nupcias con Nicolás, ambos prescindíamos del servicio de doncellas o ayuda cámaras, Nicolás me ayudaba con los sufribles botones en mi espalda y yo con su jubón o su camisa.
Un dulce beso obtuvo de premio cuando abrocho mi collar.

Bajamos hasta el salón, donde ya esperaba Juliane
Hermanita, que madrugadora! No me digas, incluso ya desayunaste? – sonreí a tiempo que depositaba un beso en su mejilla – yo no sería capaz de probar un bocado, creo que anoche comí en exceso - una mirada provocadora e insinuante se deslizo hacia Nicolás, quien rio sonoramente.

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Izar_bp


Le había costado un poco entender que el día en que le pondrían la corona en la cabeza a su madre, no era el de la reunión familiar, sino el siguiente. Por suerte, María estaba más que acostumbrada a lograr que los niños de aquella familia se fueran a la cama pronto; eran las habilidades que había adquirido por trabajar tanto tiempo en una casa donde cuando los niños empezaban a dejar de serlo, un nuevo bebé veía la luz. Así que Izar cerró los ojos en cuanto su mejilla tocó la almohada, para “que el día corriera y llegara antes...” como le había dicho su niñera.

Y la noche duró lo mismo que todas las noches, y el día en vez de apresurarse, llegó justamente cuando debía llegar; lo que sí se adelantó y bastante, fue el despertar de la pequeña.
-¡María, veztido y tortitaz! - Saltaba en la alcoba mientras intentaba ponerse el anillo que hacía conjunto con el collar, regalo de su madre.
¡Pero si aún no ha llegado el día, pequeña!- Replicaba la pobre María en mitad de un bostezo. - ¿No queréis dormir un poco más?
-¡Le he ganado al día! ¡Yuju!

El entusiasmo de la cría aumentó, para desgracia de la cama que soportó sus saltos y los oídos de la mujer donde los gritos de júbilo retumbaban. Y cuando se reunieron con la familia en el salón principal, Izar iba reluciente con su precioso vestido y el larguísimo collar con el anillo colgando de él, para que no terminara perdido, de la mano de una ojerosa María que disimulaba los agotados bostezos fingiendo buscar algo en la tela de su vestido.
- ¡Derne! ¡Juli! ¡Nicolau!

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Jokin_b




Jokin podía escuchar a sus hermanas mientras se acercaba a la puerta del salón, esperaba no ser el último en llegar, algo que ya en casa todos daban por hecho cuando contaban con su presencia.

-Buenos días hermanitas, dijo al entrar a la amplia sala, tras lo que se acercó a ellas para besar sus mejillas. Tras ello se dirigió a Nicolas.

- Buenos días Borja tras lo que estrechó su mano con fuerza.

El joven aguardó la espera junto a su familia, aunque intentaba mostrar una completa serenidad en su interior lo recorría un manojo de nervios





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Nicolino


-Ederne que sois la mayor y ya una mujer de familia. Guiad a vuestras hermanas, confío en vos, más de lo que pensáis y os amo más de lo que quizás lleguéis a comprender. No perdáis nunca el orgullo por la sangre que portáis.-fueron las palabras que la Reina, su suegra, dirigió a su esposa. Palabras que sin duda tenían un significado trascendental, y profundo de una forma singular, tanto que podría pasar desapercibido para muchos. Y él, era testigo de ello, y se consideraba dichoso de comprenderlo. Allí presente, también fue testigo del abrazo, que también debía de estar cargado de simbolismo, además de sinceridad. Era, frente a todo, una muestra de afecto recíproco.

Por todo lo dicho por la Reina, y cada pequeño gesto, sentía reforzada su lealtad. Eran la legítima Casa Real, y lo demostraban en sus actos. Aristotélicos, sobre todas las cosas. Y él, entre ellos no dejaba de ser un Borja, distinto, pero tan acostumbrado a aquella fraternidad, que parecía uno más. Era una sensación extraña el ser un toro entre leones y águilas.

Y en aquellos momentos, se había anunciado que la de Pern, siguiendo fielmente la tradición de sus predecesores, pasaría la noche en vela, en la soledad cargada de aroma a incienso de la capilla. O iglesia o catedral. Lo importante era que hubiera una sacristía. Los actos que precedieron a la solemnidad de velar durante la noche anterior a la coronación parecieron de despedida.

Él se retiró junto a su esposa a sus aposentos, y aguardaron el nuevo día. Sin embargo, para él no parecía nuevo, sino una continuación del anterior, como sin duda lo sería para la Reina. Poco a poco, comenzaban a despertarse. Sonrió al ver a Izar.

-Buenos días, damita-saludó. La niña siempre le había inspirado cierta ternura que le hacía reflexionar sobre su paternidad, preguntarse como serían Antso y Aleida a esa edad.

También se recontró con Juliane, y con Jokin, que estrechó su mano. Una media sonrisa se dibujó en su rostro, y lo saludó con una inclinación de la cabeza.

-Ederne...¿Hemos de desayunar? O...¿simplemente esperamos a vuestra madre?-le preguntó al oído, sin aclararse aún sobre el orden y los horarios. Ella siempre sabía. A fin de cuentas, también era protagonista.

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Ederne_bp


El susurro de Nicolás logro me girara sobre mis pies y le mirara con cara perpleja.
Pero que goloso eres Nicolás! - le susurre medio en broma, medio en serio.
El desayuno se sirvió hace casi dos horas, tesoro, pero claro, tú estabas muy divertido... durmiendo (?) - apenas aguante la risa contenida, no era que deseara que mis hermanos se enteraran del dulce desayuno que ambos habíamos tomado.

Cogí su brazo y acomode mi vestido, guiándolo hacia la mesa del rincón donde habían algunos pastelitos diminutos para la pequeña Izar, mordi mi labio inferior, ante el recuerdo y acercandome a su oido le dije otra vez - Coge disimuladamente de estos, no todos, Goloso - le dije a tiempo que le daba un dulce beso.
Madre debe estar por venir...

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Rose_de_anthares


El palacio Real era un hervidero de damas y mozos de un lado para otro, La coronación se iniciaría por el mediodía y ya muy temprano por la mañana la de Pern se preparaba con suma delicadeza. Fue preparado para ella un baño con pétalos de rosa y otros aceites aromáticos para que el agua le relajase por completo. Y mientras estaba en el agua sumergida, ponía atención a las palabras que sus damas decían, con ello, sabía lo bonito del vestido de Ederne o lo galante que se veía el joven Jokin.

El roce de su dedo por su frente la hizo reaccionar – mi señora – le dijo el de Berasategui. Lo observó unos instantes, el mismo porte, la misma mirada, la misma belleza que irradiaba cada vez que le veía – debéis dejar ese pacifico momento que estáis viviendo pues vuestro reino os espera. Iré a esperaros con nuestros hijos - ella solo sonrió y tras salir de la habitación, salió del agua y fue envuelta en suaves telas. No pudo comer mucho, solo algunas frutas por la mañana.

Tras prepararse por completo admiró el majestuoso vestido que usaría aquel día y luego, dedicándose a su largo cabello, pidió ayuda a sus damas para vestirse.
Se observó al menos una vez ante el espejo y ahí se quedó mirando en qué se había convertido y en lo que llegaría a convertirse dentro de unas horas. Se sintió orgullosa de si y a su vez, los nervios se apoderaban una vez más de su implacable corazón.

Bien señoras, deberéis ayudarme con el vestido. Es hora – dijo, encaminando sus pasos hasta el salón principal. Allí se encontró con toda su familia reunida, su esposo sonrió al verla y se acercó hasta ella extendiendo su mano – todo está listo, señora mía. Iremos ya a la catedral. – besó sus mejillas y ella, con su cercanía, envolvió su espíritu de fuerza y sonrió – vamos entonces.

La familia real emprendía marcha hacia la Catedral de Valencia.
--Mensajero_de_alba


Un joven llegaba a todo galope hasta el palacio Real Valenciano, ostentaba el estandarte de la casa de Alba, el caballo logró parar a pocos pies del guardia que estaba apostado en las puertas

Mensaje urgente para Su Majestad Doña Rose departe de Su Excelencia el Conde de Albadecía el mensajero entre jadeos

El guardia observo por unos momentos al emisario pero reconoció el estandarte y tomo la carta, haciendo llamar a un heraldo llevad esto a Su Majest…- pero no alcanzo a finalizar la palabra por que la familia real estaba saliendo en ese momento

Citation:





    Alba de Tormes, 15 de Julio de 1460.

    A Su Majestad Doña Rose de Pern I Berasategui, Reina de Valencia, Duquesa de Bernicalo y Condesa de Morella.



    Tiempo ha pasado desde la última vez que pudimos compartir juntos historias, en tierra castellana. Desde aquí, y con estas palabras, os deseo mi mayor y más sincera enhorabuena por vuestra coronación como monarca de Valencia. ¡Que vuestro reinado sea próspero y tengáis siempre el apoyo de Dios y vuestro pueblo!

    Sin embargo, siento no poder acompañarle en este día tan glorioso para su Majestad, debido a la repentina muerte de mi padre, el rey Carolum, que ha teñido de luto a la tierra castellano-leonesa haciendo imposible mi viaje. Sobre mí recae la responsabilidad de los preparativos para su sepelio, y tengo la obligación, sentimiento y deber de acompañar a mi pueblo en estos duros momentos. Espero tener su comprensión y disculpe mi ausencia.



    Liborio Borja Salavert,
    Infante de Castilla y León,
    IV Conde de Alba de Tormes




Kurt


El sonido metálico de una armadura al chocar sus piezas interrumpió la escena. Por la puerta, totalmente ataviado con una elegante armadura de gala, el Borja se presentó con el yelmo sujeto entre el brazo y el peto. Sonreía con la misma ternura con la que lo llevaba haciendo desde pequeño, con ese implícito toque de picardía que era incapaz de apartar de su rostro.

Vestía un portentoso peto de acero adorando con el toro rojo de los Borja en el pecho. Grandes hombreras se adaptaban a sus brazos, y tras ellas el codal y un guantelete negro -en otra ocasión habrían sido de otro color, pero el reciente fallecimiento de su hermano le impedía vestir otro color que el negro durante aquel día-. La cota de malla sobresalía por debajo de la coraza, dejandose ver entre ésta y el quijote de las perneras. Rodilleras y botas protegidas con grebas resplandecientes, con un escarpe al final del pie. El yelmo era austero, pero los rayos de sol parecían cebarse con él, que se dedicaba a reflejarlos continuamente. Realmente le sentaba bien la armadura. La había hecho forjar hacía dos semanas, y se sentía orgulloso de la esbelta figura que le proporcionaba. Con voz firme se dirigió a los presentes.

- Majestad -aún no se había acostumbrado a llamar así a la de Pern. Cuando la había conocido era Duquesa y Condesa, "Excelencia" como mucho, la había llamado, y Rose en la intimidad. Pero de ahora en adelante, en público debería referirse con el respetuso trato que reciben los reyes-. Estamos listos. Cuando deséeis, podemos partir hacia la catedral.

Tras Kurt, encargado personal de la escolta de la Reina en su coronación, se hallaban los caballeros Hijar, Gorka y Zeian, que completarían la guarda de Rose hasta llegar a la catedral. El Maestre posó su mano izquierda -la derecha seguía sosteniendo el yelmo- en la empuñadura de la espada envainada en cuero negro que colgaba de su cinto y aguardó a que la reina ordenara la marcha hacia la catedral.

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Rose_de_anthares


Estaban todos dispuestos para subir a los carruajes que los llevaría hasta la Catedral cuando uno de los guardias le entregó una misiva urgente, tenía el sello de la casa Real de Castilla. Rompió el lacre y la leyó suponiendo era importante considerndo la premura con la que le fue entregada.

Al leer notó se trataba de una carta del sobrino de su hija, su alteza real Liborio Borja. Las noticias que le daban eran funestas y tristes, las leyó asi y sintió mucho dolor, luego de un breve silencio y un suspiro, encargó la carta a un paje y más allá de lo que pudiese ella sentir, aquel día no podía derrumbarse pues no era ella, sino era la misma Valencia y en ese día debería mostrarse grande la gloria de este reino y compartir la felicidad que su pueblo le exigía para este evento.

- Maestre, partamos ya - le dijo y todos subieron respectivamente a los carruajes que les correspondían.
Izar_bp


Izar no era capaz de cerrar la boca cuando su madre apareció en el salón. Era el vestido más bonito que había visto en su vida. Tanto era su asombro que la saludó con dos de sus besos y esta vez no fueron como los que dio a Jokin cuando se acercó a saludarla; ni siquiera fueron sonoros, sino, distraídos. Instantes después, seguían todos la estela de la Duquesa y su escolta hacia los carruajes.

La pequeña subió al segundo, de la mano de Juliane y Johan y en cuanto emprendieron la marcha sacó la cabeza por la ventana. Miraba con interés hacia el carruaje que llevaba a sus padres, justo delante de ellos, como si pretendiera seguir observando el vestido de la futura reina a través de sus paredes.

- Juli... ¿Creez que mamá me preztará zu veztido cuando zea grande? Después de la pregunta, volvió a asomarse. Esta vez miraba hacia atrás, observando con atención cómo Ederne subía al tercer carruaje ayudada por Nicolás y precedida por Jokin. - Hoy no podráz moleztar a Jokin hermanito... - Le dijo con una sonrisa traviesa a Johan quien tenía la costumbre de intentar hacer rabiar a su hermano cada vez que podía, sobretodo en los viajes, mientras compartían carruaje.

Luego suspiró y se quedó un rato abrazada a su hermana, algo le decía que aquel día marcaría el inicio de muchas cosas en su vida, aunque no tenía idea de qué tipo de cosas.

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Kurt


Cuando la reina lo indicó, la familia real subió a los carruajes que los llevarían hasta la catedral. Kurt, Hijar, Zeian y Gorka, como escolta oficial de la Corona, montaron en sus caballos, zepillados y preparados, adornados con largas bardas con los colores de Valencia y de la casa del jinete, con adornos en hilo de oro que formaban ramilletes culminados en flordelisadas. Las armaduras de los cuatro caballeros relucían por los rayos de Sol al chocar contra ellas. Avanzaban alrededor del carro de los reyes, que era el primero. Uno a cada esquina del carro. En la delantera derecha avanzaba el Borja, sujetando las riendas con galantería, erguido sobre la montura.

Miró hacia atrás, hacia el segundo carro, en un intento de triunfar en sus posiblidades de coincidir en la mirada de Juliane, mas ésta se encontraba ya dentro del carruaje, y el esfuerzo fue en vano. Así, el Maestre dirigió de nuevo su mirada al frente, y cabalgó con el caballo junto al coche real, hasta la catedral.

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Zeian_de_berasategui


Mientras terminaba de ajustar la casaca, Zeian recordaba las coronaciones de su familia a las que había asistido: las del primo Reginhardt (siendo niño), la de Anzo, la de Sorkunde y, por último, la de Yvste. Esta sería la quinta coronación familiar en la que intervendría y esperaba que no fuera la última. "Una vida larga y llena de avatares, esta la mía, pero aún no en el fin"- Pensó.
Antes de salir a emprender su misión, se ciñó el sable ceremonial y, con el yelmo en la mano, se giró para contemplarse en su uniforme de gala de la Guardia Real.
Apoyó la mano en el pomo de su tizona y dirigió sus pasos en forma marcial enfundado en las relucientes botas, mientras los soldados de guardia en las puertas presentaban armas a su paso y él devolvía el saludo con leves movimientos de cabeza.
Ya en el patio de armas, contempló a sus compañeros mientras que los palafreneros sostenían sus caballos, ricamente enjaezados, disponiéndoles para la monta.
Los cuatro encargados de la escolta de la Reina formaron, tomando las riendas con la mano izquierda y saludando al paso de Su Majestad con los sables desenvainados a la altura de la cara, mientras la Reina, resplandeciente en su vestido de Coronación, subía a la Carroza Real ayudada por el Rey y seguida de sus hijos mayores.
Una vez acomodada la Real Familia, los cuatro guardianes subieron entonces a sus hermosos caballos situándose cada uno en una de las cuatro esquinas del carruaje real y dispuestos para la partida.
Los cuatro resplandecían en sus hermosos uniformes, erguidos y marciales mientras rodeaban la Real Carroza. Su Majestad Rose I de Valencia podía estar orgullosa de su escolta.

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Hijar


[i]La comitiva estaba lista; la familia Real al completo se ponía en movimiento hacia el momento cumbre del día, la coronación que dotaría al Reino de la cabeza monárquica que, entre otros muchos, el Peñalver tanto añoraba.

A la señal del Maestre de Camps, montó a su caballo negro azabache con retazos de cintas doradas, que le daban un aspecto homogéneo al vestir colores amarillos y negros de su casa, sin faltar el águila sobre la peña en su pecho.

Como cuatro torreones marchaban a los costados de la caravana; una mano en las riendas y otra en la empuñadura de su espada. Permanecieron quietos hasta que la inminentemente reina dio la aprobación al Borja y, este, a su vez, hizo un gesto de cabeza a Gorka, al Berasategui y al propio Híjar, quienes inmediatamente entendieron la señal para espolear a sus caballos y, con marcha ceremoniosa; suave pero firme, emprendieron el movimiento de la comitiva.
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