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[RP] Desde las murallas

Frank


Frank estaba cansado, llevaba todo el día caminando. Todavía recuerda a sus amigos de la juventud, jugando en una plaza de una pequeña villa vascongada. Todavía se acuerda de la decisión que tomó, al desafiar al alcalde de la pequeña villa y verse forzado a exiliarse. Tomó una pequeña bolsa con comida, a su burro Fulgencio y salió corriendo de las Provincias Vascongadas.

Dos días duró el viaje. En dos días vislumbró la muralla de la ciudad natal de su madre, que desapareció misteriosamente cuando tenía tres años. Sonrió para sus adentros, y siguió para meterse en Caspe.

Cuando se acercaba le paró un soldado.

- ¡Alto ahi! Documentación.


Frank, asustado, le dio los papeles y el centinela, después de comprobar que todo estaba en orden, le dejó pasar adentro.

Ya estaba en Caspe, y como no tenía ni dinero, ni voz ni voto, fue a una chabola en ruinas que estaba cerca del lago. "Este sitio me servirá por lo menos hasta que me gane la confianza de la gente del pueblo" pensó, y con Fulgencio como almohada, empezó a dormir.
Artemitzia


Murallas....
murallas....
murallas.... ¿Esto eran murallas?

¿A esto se refería su tía Noe en las historias qeu contaba cerca del fuego esos días de invierno, en los que las estalactitas heladas, enrejaban sus puertas y ventanas??
- se preguntaba la chiquilla mientras miraba el fastuoso muro de piedra desde el interior.

Se le habían antojado en su cabecita como aquellos guardianes que los protegían del inframundo, como enormes bloques que impedían que el ostracismo entrara en aquel reducto de locura, ese caos ogranizado y divertido, que siempre fué Caspe.

¡¡increíble!! y se quedó un momentito más captando el espíritu de todo lo que la rodeaba.
Basico


Ha estado nublado todo el día, desde lo alto de la muralla ve como la villa se aquieta. Las barcas ya duermen en la orilla del lago. Los habitantes van terminado sus labores y las familias se guardan en sus casas. Algunos parroquianos se demoran en las tabernas y otro trajín y otro bullicio se enciende.
Sentado a su lado, Osuno mira expectante cada movimiento que sucede allá, abajo. Algo se vuela a efectos del viento y un ronquido sordo y vigilante sube por su garganta. Lo acalla, el alano lo mira y la punta de su cola apenas se nueve… es suficiente, su mano baja y le palmea suavemente en la cabeza. No hay porque preocuparse. Otro día llega a su fin. El otoño se adentra en su segundo mes, algunos campos ya se han sembrado y otros aun esperan. Pronto seria tiempo a aprovechar las bajas temperaturas para abastecer las despensas con alguna presa cazada.
Ve llegar la guardia nocturna y se produce el relevo, la villa se asegura… En la mañana, un nuevo Alcalde ocupara el despacho que ha sido su lugar de trabajo los últimos 30 días, un ciclo termina y otro comienza.
Cecania


Aquellas murallas... ¡cuántas veces había hecho guardia en ellas! ¡Cuántas noches había pasado allí, bajo la luz de las estrellas, escrutando el horizonte! Largos días y noches de asedio vigilando el campamento enemigo instalado al otro lado de aquellas imponentes murallas, esperando algún movimiento que delatara la actividad de los asediadores. Eternas horas en tensión aguardando a que llegara la hora de la batalla.

Cecania lo recordaba todo como si hubiera sido el día anterior y, sin embargo, había pasado tanto tiempo... Ahora había subido a aquellas murallas de un modo muy diferente. Ya hacía tiempo que había abandonado la vida militar y también la vida en Caspe. Pero al volver a pisar aquel lugar... no pudo evitar echar de menos aquellos tiempos, aún con las guardias, las batallas y todo lo que ello suponía. Pero el espíritu que se vivía en Caspe por aquel entonces hacía que mereciera la pena luchar.

Ahora todo era distinto. A Cecania le parecía que ya no existía ese espíritu, que había desaparecido. Aunque tal vez era ella la que había cambiado, no podía estar segura.

Se sentó entre las almenas y contempló fijamente las estrellas. La noche estaba despejada, sin apenas nubes que ocultaran el firmamento. También su modo de mirar las estrellas había cambiado, pues tras los viajes en barco y algunas clases a las que había conseguido asistir ahora tenía algunas nociones de astronomía.

- Argo Navis... - dijo en un susurro casi inaudible.

El Argo Navis, un barco, una constelación, las estrellas... eso era lo que guiaba ahora su camino, aunque sin una meta concreta. Pues aunque apreciaba mucho Caspe y siempre sería parte de ella, ya hacía tiempo que no lo sentía como su hogar. Realmente ya no tenía un hogar en ninguna parte, ningún sitio al que regresar.
Kossler


Kossler subió de nuevo a las murallas. Hacerlo, le recordaba de vez en cuando quien era. Era aquel soldado que, de joven, había sido el portaestandarte de la Guardia.

Aquellas murallas ya no eran lo mismo que eran antes. Antes eran tan solo una protección. Ahora se habian convertido casi en un monumento. El mayor símbolo de la independencia de Caspe. Kossler subió sobre ese monumento y vió a alguien, apoyado en la muralla. La distinguió sin lugar a dudas. Desde su espalda el Duque le habló, con voz suave.

-En que piensas. -Dijo el caspolino, a la par que se ponía a su lado, apoyando los brazos en la muralla.

La noche era sobria. Y, el Duque, se percató que la ex-subcapitana miraba las estrellas.

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Cecania


Estaba tan absorta mirando al cielo estrellado que no escuchó los pasos que se acercaban ni se percató de la presencia de alguien a su espalda hasta que unas palabras sonaron junto a ella.

En que piensas - dijo la voz inconfundible del Duque de Caspe.

Cecania apartó entonces la vista de las estrellas y se giró para ver a Kossler apoyado en la muralla, a su lado.

- Duque... - saludó suavemente. Parecía que la tranquilidad de la noche invitaba a no elevar la voz - La verdad es que estaba pensando en los viejos tiempos, en todos los recuerdos que guardan estas murallas. En parte me gustaría regresar a aquella época. Ahora hay tanta tranquilidad... que parecen distintas, todo parece cambiado. Supongo que el tiempo que llevo lejos de aquí, viajando, también me ha hecho cambiar a mi y por eso ya no veo las cosas del mismo modo. - Se quedó un momento en silencio y luego señaló al cielo - Las estrellas... antes sólo eran para mi hermosas luces misteriosas que iluminaban las noches oscuras. Ahora deseo conocerlas, aprender sobre ellas, no sólo porque me atraen sino también porque me gustaría aprender a navegar. Aunque debo confesar que aprendo muy despacio. Pero no importa. - dijo sonriendo. - Tengo todo el tiempo del mundo.

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Kossler


Cuanto hacia que no paseaba por aquel monton de piedras que se elevaba decenas de metros sobre el suelo y protegía la ciudad...

Aunque parte de él añoraba la guerra y lo que ella conllevaba esperaba que nunca más esas piedras que protegían la ciudad tuvieran que estremecerse bajo la lluvia de saeta asesinas y tuvieran que temblar debido a los fuertes golpes de los cascos de los caballos...

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Rorin


Como de costumbre, Rorin solía pasear a la orilla del lago de caspe para recapacitar en todo lo que le atormentaba y cuestiones filosóficas en las que pensar.
sin embargo ese día se le antojaba otra ruta, en su camino se encontró con una barrera que no le dejaba pasar, alzo la vista y se vio aquellos titanes defensores de caspe que eran las murallas, busco una escalera con la que subir y ascendió lentamente los peldaños, una vez arriba contemplo todo el paisaje helado y suspiro pensando en épocas de guerra pasadas.

Cuantas cosas habrán vivido estas murallas, cuanto no habré visto yo ni veré, y aun así estas murallas, como si no les importase el tiempo ni el espacio, perduran y perduraran siempre hasta un tiempo incierto que no conocerá nadie.

mientras pensaba eso vio como a su lado pasaba un águila y se posaba vigilante en una de las almenas; Rorin admiro la relajación que poseían sus alas, momentos antes de que echara el vuelo.

ojala fuera yo como este águila, infinitamente observadora, calculadora y paciente, virtudes que quedan fuera de mi alcance mortal.

se quedo unos minutos mas observando aquel magnifico paisaje antes de bajar por las mismas escaleras por donde había subido dejando atrás sus pensamientos.


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SIC
Basico


Mañana de domingo, la villa está en calma, se oye el tañir de una campana. Desde lo alto ve el campo blanco. El invierno se avisa con claridad. El viaje ha sido largo, casi no se han detenido en el camino, esperando alcanzar su destino antes que las primeras nevadas los alcancen… y casi lo logran, a una jornada de distancia los sorprendió la nieve, pero lograron llegar con bien.
La carrera fue tan vertiginosa que no advirtieron que uno se había quedado pegado a las cobijas en la última ciudad. Con los pertrechos a salvo fueron a buscarlo. Ahora estera la llegada del último grupo, pero aún es temprano para verlos aparecer por el camino a Fraga.
Mira Il Drakkar en el Puerto, ya pronto habrá de partir, pero no aún, baja las escaleras de piedra y busca el refugio de alguna taberna.
Waltraute




Desde el último alto en el camino se distinguían las murallas de Caspe con facilidad. Testigo mudo de una cruenta guerra, ¿relatarían las piedras aquella historia si alguien se acercara a escuchar? ¿o en cambio se oiría su lamento, al sentirse obsoletas?
Levantaron campamento, y esta vez procurando no olvidar a nadie, la de trenzas guió al grupo a través de la muralla. En la ciudad se separaron, no sin antes recordar a ambos que debían embarcar.



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Kossler


El Duque, mientras daba un paseo por la ciudad aprovechó para observar la solidez de las murallas. Con el paso del tiempo, la mayoria se deshacía e, incluso, sin el requerido mantenimiento amenazaban con caerse.

Por el momento, parecía ser, no era el caso de la muralla de Caspe, siempre tan sólida como el Ducado que albergaba en su interior. Satisfecho tras revisar toda la muralla el Duque siguió su paseo.

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Maryie


A estas alturas, casi me costaba ya lo mío subir a las murallas sin acabar sin respiración. Más anciano cada vez, y, aunque me mantenía en forma para mi edad, no podía sino pensar que pronto se me acabaría el lujo de la actividad militar en el campo de batalla.

Sin embargo, aún no. Una vez arriba, miré hacia el horizonte, en el que se divisaba Fraga, y pensé que, definitivamente, no era todavía mi hora. Con el arma que me había procurado Rober, con la vitalidad que me quedaba, y con el espíritu que siempre tendría, aun era capaz de liderar a los Dragones de Caspe.

Que alguien demostrara lo contrario sólo era cuestión de tiempo. Mas... ¿cuánto tiempo?
Carmelo_montenegro


Carmelo_montenegro Bensabat, único spinozista de Caspe, había respetado escrupulosamente el sabbat: a saber cuándo podría volver a cumplirlo... Encerrado en casa, oró por todos sus hermanos caspolinos. Aunque no lo fueran de sangre, los lazos de amistad eran indestructibles. Tantas cosas habían vivido juntos...

El domingo se levantó bien temprano. Preparó sus armas e hizo acopio de víveres. Aquellos que habían osado faltarle el respeto a su pueblo, pagarían cara la afrenta. Así como aquellos miserables piratas que osaban mancillar tierra catalana.

Respiró hondo y salió de casa. Era una mañana gélida, pero al ver a tantos camaradas dispuestos a luchar por su tierra, sintió una oleada de calor: el orgullo de ser un dragón más.

Muchos no entenderían jamás el arrojo de las gentes caspolinas. Siempre juntos. Siempre a una...

Sonrió y se unió a la marabunta de soldados.
Longestic


Longestic de Linares y Salcedo fue a hacer una última visita a las vistas del lejano horizonte que se divisaba desde la muralla, recorrió cada piedra que la componía, pensando y a la vez pidiendo al Altísimo que no fuese la última vez que subía a ese montón de piedras fortificadas.

No sabía el tiempo que iba a estar sin pisar esa muralla, desde hace bastante tiempo, Longestic pisaba esas piedras a diario, cada noche estaba allí viendo las estrellas y la luna y un terreno lleno de malezas que se alumbraba por el reflejo de los astros mientras que a la vez velaba por la seguridad de su querida villa Caspe.

Suspiró y siguió con el paseo por lo alto de la muralla observando el paisaje y llevándose un recuerdo de aquellas vistas y de fondo escuchaba a su espada rozar con las piedras de la muralla, hacía unos acordes muy peculiares.

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Odisea


Aquella mañana la bruma cubría Caspe y se levanto con un extraño eco en los oídos, siempre fué muy intuitiva y se vistió velozmente mientras se llevaba un "algo" sobrante de la cena del día anterior a la boca. Ese día húmedo y frío le había sido asignada guardia. Suspiró nerviosa, alguien tenía que hacerlo, se puso las botas y la capa y salió por la puerta dirección a la muralla...

Todo estaba extrañamente tranquilo, miró a ambos lados e intentó reconocer a alguno de sus vecinos o a su compañero de guardia. Ni lo uno ni lo otro.

Giró la esquina y uno de sus compañeros con el arco orbital totalmente hinchado intentaba levantarse del suelo....se agachó a recogerlo: Quien os ha hecho esto???? qué ha pasado???? acertó a decir entrecortada.....los los arag...arag... al muchacho no le salían las palabras......
- ¡¡¡ARAGONESES!!!! exclamó recomponiendo las palabras del chico, ¡¡¡HAN TOMADO EL AYUNTAMIENTO!!!! - Miró en dirección a la puerta del mismo, siempre abierta a todos y la encontró cerrada a cal y canto, las candelas del interior encendidas incluso de día.....esto se ha de saber...se dirigió corriendo cuanto pudo al Alambique agarrando de los hombros a todo el que veía al pasar - ¡¡¡HAN ASALTADO EL AYUNTAMIENTO!!!!¡¡¡PREPARAOS PARA LA FIESTA!!!


CASPOLINOS!!! Todos juntos!!! Id a: Ayuntamiento//Desobeciencia

Echemos al usurpador aragonés!
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