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[RP] El Palacio-Fortaleza de Mequinenza

--Duque_de_caspe


Citation:



    A los Ciudadanos del Ducado Libre e Independiente de Caspe:

    O
    s escribo estas letras desde Lérida, a dos dias de pie desde Caspe, donde se halla, fuera de sus murallas, el campamento de la Guardia de los Dragones de Caspe, que lucha feroz e incansablemente contra aquellos que ofendieron nuestra ciudad, nuestro Fuero y nuestras costumbres.

    La vida aquí no es fácil, del mismo modo que no debe serlo en Caspe. Aquí, tratan de matarnos y segar nuestras vidas. En Caspe, los asalton son consantes, y las guardias nocturnas no pueden cesar su actividad, cansando a los ciudadanos honrados. Ambos, pero, sufrimos la nostalgia y la añoranza de nuestros seres queridos. Unos añoramos nuestra patria, nuestros hijos, mujeres y hermanos. Los otros, desean que los fieros soldados que se hallan en la guerra vuelvan sanos a casa.

    Si bien los momentos son dificiles Caspe siempre ha superado esos momentos. La libertad es la virtud de los fuertes, y como libres, lo somos. Demostrémoslo. Cada cual debe luchar desde su posición. Unos resolviendo la guerra, los otros, persiguiendo a los viles asaltantes de Caspe que tratan de desestabilizar nuestro Ducado. Luchad, todos somos importantes, todos somos Caspe. Caspe es nuestro, y nosotros somos su alma.

    Atentamente, el Duque de Caspe y General de la Guardia de los Dragones de Caspe,



    Firmado y sellado en el Campamento de la Guardia de los Dragones de Caspe en Lleida el trigésimoprimer día del tercer mes del año de Nuestro Señor mil cuatrocientos sesenta.

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--Donjacko


Ese mediodía salió a buscar su vaca por los pastizales cercanos a Caspe, era al mejor de yunta que tenia y esperaba poder cruzarla esa primavera. Termino encontrándola cerca del camino a Fraga, desde donde podía ver el Castillo de Mequinenza, no pudo evitar un mueca de disgusto. El Duque llevaba ausente mucho tiempo alejado de los intereses del Ducado y de las preocupaciones de los ciudadanos comunes como él.
En los días anteriores llegó la noticia de había sido elegido Presidente de la Generalitat y al principio fue festejo en toda la villa, pero ahora solo podía dejar pensar que eso solo lo mantendría aun mas tiempo alejado del Ducado y de sus necesidades.
Ato el cabezal de la vaca con una cuerda y la fue llevando con paso cansino hacia su establo.
Valjala


Valjala se dirigió al palacio, estaba tan vacío, dio una vuelta por los jardines y comprobó que todo estaba bien, los jardineros hacían su trabajo y estaba limpio, las flores estaban preciosas y no pudo resistir la tentación de cortar una preciosa rosa, después entro dentro, recorrió los pasillos desiertos, todo estaba tan silencioso, comprobó que todo estaba bien tapado para que no se estropeasen los muebles, salio despacio y comprobando el eco de sus pasos, cerro cuidadosamente la puerta y suspiro, miro la preciosa rosa y se fue camino de la alcaldía para colocarla encima de su escritorio en un pequeño jarrón

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Valjala
valjala miro la verja, parecia mentira todo tan cerrado, es como si el verano no hubiese llegado, miro al suelo y levanto la mirada lentamente, como si quisiera encontrar delante de la puerta a koss con cara de pocos amigos reguñendola por molestarlo en su hora de la siesta
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--Jardinero_palacio


El Jardinero de palacio seguía podando los setos, como cada día, y cuidaba de los rosales del jardín, cada día más bellos.

Hacía tiempo que su Señor no se hallaba en Caspe, y eso le disgustaba. Si bien no tenía que aguantar sus exigencias notaba su falta en aquel lugar.

Meneó la cabeza y siguió podando pulcramente los setos. En el fondo le pagan su jornal para que hiciera eso.
Valjala


valjala llamo a la gran puerta esperando la contestacion de alguien, tenia que entregar varias cartas importantes y estaba cansada de enviar a muchachos y que no fueran recibidos, asi que decidio presentarse ella misma y si hacia falta hacer una sentada en la puerta

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Kossler


Tras una larga estadía fuera de casa y la parada en Caspe para saludar a la gente Kossler volvió por fin al Palacio de Mequinenza, dónde debería procurarse una visita a las bodegas cuánto antes.

Cruzó la muralla exterior a caballo, entregó el corcel al mozo de cuadra y cruzó la muralla interior ya a pie. Los criados ya se encargarían de llevar sus pertrechos.

Con la capa raída, las botas sucias y el pelo desaliñado el Marqués entró en Palacio. Un criado que quitaba el polvo de los cuadros le miró con gesto sorprendido. Y es que la guerra hacía estragos. Alguien que salía hecho un pincel volvía pareciendo un mendigo.

-Que me preparen un baño. -Dijo el noble al criado que limpiaba los cuadros.

Éste, asintió, dejó su cometido y fué a dar la orden que había recibido. Mientras tanto, Kossler bajó a las bodegas, cogió una botella de vino y un vaso y subió. Luego buscó en su habitación la pipa y las algas y las cogió. Se dirigió raudo a la sala de baños y comprobó que el agua ya estaba dispuesta y caliente.

Se disvistió, entró en la bañera y se sirvió una copa de vino. Luego encendió la pipa y se relajó, con la copa de vino en una mano y la pipa en la otra.

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Eloli1




Los comentarios del arribo del General de los Dragones al Castillo de Mequinenza había llegado a oidos de Eloli por lo que decidió reencontrarse con su viejo amigo por tanto se apersonó a uno de los guardias que estaban en la entrada y les dijo: " Buenos días, soy Enrique Lozano de Olivar, conocido también como Eloli1 tendría a bien anunciarme a su Excelencia?

Luego que el Guardia le franqueara el paso y le hiciera aguardar hasta ser atendido el de Fago desmontó de Malsonante, su fiel corcel y recorrió con su vista el contorno de las murallas mientras pensaba en la Cava particular de su amigo y los exquisitos vinos que el allí atesoraba: " - ya tocará bebernos unas cuantas copas a tu salud" murmuró mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.

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--Seberino_saez


Un guardia anunció a Seberino que había llegado un hombre montado a caballo al Palacio Fortaleza de Mequinenza.

-¿Quién decíais que era.? -Preguntó el Mayordomo de Palacio.

Recibió la respuesta y su cabeza dió vueltas hasta reconocer el nombre. Enrique Lozano... sí, el Señor de Fago. Cruzó rápidamente la estancia junto con el guardia. Suponía que abrían dado paso al hombre hasta la muralla interior y ahora estaría llegando. En efecto, así era, porqué cuando llegaron al portón de la muralla interior allí estaba el Señor de Fago.

-Abrid la puerta. -Dijo el Mayordomo a los guardias.

Éstos obedecieron, y luego giró la cabeza entorno a Enrique, saludándolo con una inclinación de cabeza.

-Perdone las molestias Señor. -Dijo disculpándose, dirigiéndose a él. -Son cuestiones de seguridad que espero que entendáis. -Añadió. -No he informado a su Excelencia de vuestra venía. Seguro que la sorpresa de vuestra llegada le será más grata. Seguidme.

Seguidamente cruzaron los jardines, cuyos setos estaban pulcramente recortados por los jardineros de palacio, que trabajaban sin descanso para mantenerlos siempre bellos ante las visitas. Luego entraron en Palacio y Seberino se detuvo en la recepción.

-Su Excelencia se halla en el comedor. -Dijo el Mayordomo, señalando el pasillo de la derecha. -Sólo tenéis que tomar ese corredor y llegaréis directamente. -Explicó el de Larte. -Con vuestro permiso, me retiro.

El hombre asintió, y tras haberle indicado dónde se hallaba el Marqués el Mayordomo se dirigió a la otra parte de palacio, dónde debía seguir con sus quehaceres habituales.

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Eloli1




Luego que el viejo mayordomo le recibiera el de Fago con paso cansino pero firme cruzó lentamente los jardines y mientras eso hacía se entretuvo mirando los setos que delineaban el camino los que evidenciaba un prolijo y paciente trabajo de jardinería que sin duda se había mantenido aún en ausencia del dueño de casa.

Pasó por una enorme arcada que demarcaba la entrada al Palacio y atravesó un largo corredor donde retumbaban los tacos de sus botas y se reflejaba su silueta en un piso esmeradamente lustrado.

A medida que se iba acercando al lugar donde Seberino le había indicado que se encontraba el Marqués se hacía más numerosa la cantidad de sirvientes que se le cruzaban y cuando Eloli divisó a los Guardias custodiando una enorme puerta de madera de dos hojas comprendió que había llegado a su fin la caminata. Se paró antes de entrar alisó con su mano derecha su ropa y luego su chambergo donde pendía una larga pluma de color rojo que temblequeaba acompañando el movimiento de su cabeza y no sin antes acicalarse su bigote atravesó el umbral con una enorme sonrisa a flor de labios.

" - Su Excelencia es un verdadero gusto reencontraros hacía ya un buen tiempo que no sabía de vuestra vida." dijo a modo de saludo el recién llegado mientras se quitaba el chambergo e inclinaba lentamente su cabeza a modo de reverencia. ¨- Vereís que apenas me enteré de vuestra llegada y de los azarozos momentos que os tocó vivir sentí la necesidad de venir a dar mis saludos terminó a modo de prólogo.

El de Mequinenza sonrío y lentamente se dirigío hacia Eloli1, sabía que este una vez recuperado de sus heridas había decidido nuevamente radicarse en Caspe y como también deseaba saber que había pasado desde que se habían separado en Lleida comprendió que tendrían unas cuantas cosas para comentar por lo que debería hacerle poner cómodo.


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Kossler


El Marqués se hallaba, solo, como era ya costumbre, frente a una mesa. En ella, una copa y una botella de vino de Burdeos, de una excelente añada. Nada más, ni decoraciones, ni flores. Nada. Simplemente Kossler, una botella de vino, y su soledad.

Su cabeza pensaba, daba vueltas sobre los resultados de la última guerra. Le habían ayudado más si cabe a formarse como estratega militar. A estas alturas, aunque sonara presuntuoso, era una de las personas con más conocimientos militares en Cataluña. Sus enemigos bien lo sabían. La guerra también le había enseñado muchas mas cosas. Sobre todo, que los años no pasan en vano. El jovial Kossler, antaño imbatido en combate durante la Guerra de la Independencia había recibido dos heridas que le marcarían hasta el final de sus días. Y convencido estaba de que alguna más se llevaría, aunque confiaba que ninguna fuera mortal. Morir de viejo siempre es más reconfortante y normalmente menos doloroso.

Cogió la copa de vino con la mano derecha y la agitó para matizar los taninos del caldo. Tras olerlo suavemente dió un pequeño sorbo y posó de nuevo la copa sobre la mesa. En ese momento oyó una voz conocida tras de sí.

El Marqués frunció el entrecejo, tratando de calificar la persona que había tras esa voz antes de girarse. Por alguna razón, aunque la conocía bien, no lo logró. Tal vez fueran los efectos del vino, aunque lo más probable era que su mente vagaba muy lejos de allí. Se giró, y vió a Enrique inclinarse reverentemente en el umbral de la puerta, con su archiconocido sombrero en la mano.

-Ilustrísima. -Balbució Kossler levantándose de sopetón de la silla. -No os esperaba por aqui. -Luego se dirigió hacia él, con pasos que resonaron en la roca del Castillo. -Venid, dadme un abrazo. Hacía tiempo que tampoco sabía de vós.

Y así fue. El Marqués estrechó al Señor de Fago durante un momento y luego se separó, escrutando al hombre con detenimiento.

-Seguís igual de viejo. -Dijo entre carcajadas. -Tal vez más. -Concluyó, mostrando una amplia sonrisa. -Pero que educación la mía. Por favor, sentáos sentáos. -Dijo señalando una de las sillas adyacentes. -Acabo de descorchar una botella de un excelente vino de Burdeos. Mandaré que os traigan una copa.

Hizo rápidamente una seña a la servidumbre, que rápidamente volvió con una copa de plata para el Señor de Fago. Tras ofrecerle asiento, ambos se sentaron y el Marqués sirvió al invitado.

-Pero contadme, ¿Cómo os va todo? -Preguntó con curiosidad el noble militar, mientras posaba la botella del Burdeos en la mesa y la semicorchaba. Sus dedos repiqueteaban en la mesa, impaciente.

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Eloli1


Kossler a écrit:


-Ilustrísima ..Acabo de descorchar una botella de un excelente vino de Burdeos. Mandaré que os traigan una copa.…Pero contadme, ¿Cómo os va todo?


El recién llegado tomó asiento y de inmediato fue servido con una esplendida copa de vino, miró al anfitrión y levantó la copa luego de lo cual expresó: “ – A tu salud !!” bebió plácidamente de ella y luego de detenerse unos segundos para paladear el exquisito sabor y perfumado aroma que emanaba se dispuso a compartir un largo rato de amena charla con su viejo amigo.

“ – Por cierto que hacía tiempo que no nos veíamos, creo que desde la campaña militar que compartí contigo que nos movilizó hasta Lleida y que por las heridas me obligó a quedar allí en un improvisado hospital de campaña, no? “ comentó a modo de prólogo.

“- Pues bien mientras estuve convaleciente tomé la decisión de volver a radicarme en la irreductible Caspe y apenas pude mantenerme en pié inicié el camino con tal fin. Pero bueno la adversidad dispuso interponerse nuevamente y en el transcurso de mi mudanza volví a ser herido en una noche oscura en el recodo de un camino.

Y otra vez un nuevo período de quietud obligado para recuperarme de las heridas. “
El de Fago se detuvo, como madurando las palabras que emitiría, volvió a beber de su copa la que ya había quedado vacía y luego de depositarla sobre la mesa retomó la conversación.

“- Luego de ese periplo pude arribar a la ciudad, de inmediato compré una parcela de campo para poder dedicarme al cultivo de maíz y me puse a disposición de nuestra Alcaldesa para colaborar en lo posible con este entrañable pueblo.

Y aquí estoy, como me ves, más viejo, igual de flaco, con el mismo genio y acompañado de unas cuantas cicatrices más, que sin duda me recuerdan a diario el excesivo rigor a que he sometido a mi cuerpo, pero con mi vitalidad intacta.

Claro que no todo es de color rosa, durante una de las tantas visitas que recibí de los galenos que me curaron me dieron la noticia que de no cambiar mi forma de vida seguramente mis días estaban llegando a su fin, y esa ha sido también una de las causas que me llevaron a resolver mi llegada a Caspe “
dijo sonriendo y sin denotar signos de preocupación.

Luego con algo más de seriedad miró a su interlocutor y preguntó: “-Y tu viejo amigo, como la has pasado, te veo igual, la misma estampa y porte elegante, que ha sido de tu vida durante este tiempo? “

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Kossler


-Mejor a la nuestra. -Sentenció el Marqués, levantando la copa, imitando al de Fago. Sonriendo se llevó la copa de plata a su boca y dió un pequeño sorbo de aquél magnífico vino francés. Luego la posó sobre la mesa y colocó las manos sobre ella.

-Sí, allí fue. -Asintió el caspolino. -Hay que decir que no tuvisteis demasiada suerte, ni en la campaña ni para mudaros luego a Caspe, por lo que me contáis. -El militar se encogió de hombros y sonrió, recordando su mala fortuna también. -Aunque no sé porqué os lo hecho en cara. Yo mismo fui primero herido de poca gravedad y posteriormente herido críticamente en la campaña en Urgel. De hecho, un poco más y no lo cuento. -Dijo sincero, recordando aquél fatídico día. -Supongo que la edad no perdona, al fin y al cabo. A eso, sumado, por supuesto, que los jóvenes parecen crecer con una espada entre sus manos. Pero bueno, supongo que de momento la experiencia nos dá algún que otro punto a favor. Al menos de momento.

El noble tomó de nuevo la copa, la movió entre sus dedos y bebió un poco más de ella.

-Supongo que no mucho más que decir. -Luego hizo una pausa, y dubitó. -Bueno, sí. Que si me véis igual será que no he envejecido demasiado. Y eso ya es de por sí algo para contar y tener en cuenta.

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Eloli1




El tiempo transcurría mientras la conversación de los hombres seguía sin parar y el vino generosamente alimentaba las copas. En determinado momento Eloli1 dió un largo suspiro y comentó: " - Pues bien querido amigo como sabes he vivido una vida plena, derrochando energías y sin mirar para atrás, me he mantenido empecinadamente hereje alejado de religiones sin que ello me pesara en el alma y hasta por el contrario me hacía sentir una satisfacción sin igual." sentenció mientras daba otro sorbo a su fina copa de plata.

Luego con voz grave y su rostro casi adusto comentó: " - Pues bien te haré el relato de algo que nunca me animé a comentar a nadie. Cierta vez me crucé en un recodo de un camino con una mujer muy vieja que resultó ser una bruja y que, en agradecimiento por unas piezas de pan que le entregué para aplacar su hambre, me leyó las manos y me dijo dijo algo que me dió escalofríos y jamás pude olvidar."

De pronto la amena charla se había tensado producto de las palabras del de Fago y Kossler muy atento solo atinó a sorber algo de vino y fijar su vista en la cara de su amigo esperando este continuara su relato.

" - La mujer me dijo que tendría una vida plena, muchas mujeres pero ningún hijo y me mantendría en herejía hasta el día en que estuviera dos veces consecutivas al borde de la muerte. Que una vez me ocurrieran esos hechos debía poner mi alma en paz pues la parca me acompañaría y sin avisarme me llevaría hasta la barca de Caronte ." Eloli1 suspiró, bebió un nuevo sorbo de vino y prosiguó : " - Pues bien, si las cosas son así y mís días están llegando a su fin creo que ha llegado el momento de ponerme al servicio del Altísimo ."

Toda la valentía del de Fago se derrumbaba ante el temor que le generaba la supertición y la incertidumbre al tomar conciencia de su finitud y por ello, amparado de la privacidad que le trasmitían las paredes del lugar donde se encontraba, buscó respuestas a través del viejo Marqués.

" - Por ello viejo Koss necesito pedirte un consejo. Crees viable que este viejo guerrero pueda ser aceptado y perdonado y se le permita aquirir la fé?"

Era evidente que los últimos acontecimientos habían tocado mucho al de Fago pues sus palabras evidenciaban una seriedad sin igual y una firme convicción y por ello este se dispuso a escuchar la respuesta de su amigo.


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Kossler


El Marqués torció el gesto, curioso por las palabras del Señor de Fago. ¿Qué derroteros parecía tomar esa conversación? El de Fago había empezado a ponerse melancólico, comenzando a relatar su vida. ¿Acaso temía algo? No sabía con certeza cual era su preocupación, hasta que siguió hablando.

Kossler estuvo a punto de hablar, pero ante el comienzo del relato calló y decidió escuchar. Parecía que el viejo oso tenía mucho que decir, muchas preocupaciones y parecía que poco tiempo para contarlas. El anfitrión tomó la copa de vino y le dió un pequeño sorbo. La dejó balanceándose en su mano y escuchó. Y la pregunta, no tardó en caer como un jarro de agua fría. Eran dudas. Dudas de fe. Y Kossler, pese a ser Diácono, no era tal vez, el más adecuado para responderlas. Él mismo, en muchas ocasiones, había dudado. En otras ocasiones, había conocido, de forma cierta y sin tapujos, que su pie se hallaba más fuera que dentro de la Iglesia. Pero ante una pregunta, se requería una respuesta. Aquél hombre la esperaba.

-Puedo ver muchos miedos en ti. -Dijo el Marqués, posando la copa de vino y clavando los codos sobre la mesa, inclinándose. -Miedo, remordimientos. ¿Ante qué? ¿Ante la muerte? -Preguntó retóricamente el Diácono. -No, no es muerte lo que yo veo. Es simplemente un profundo y terrible miedo a ella. A la finitud de nuestra vida, al temor de que no haya otra más allá de esta. -Dijo observador, escrutando la mirada del de Fago. -Cuando el hombre descubre sus errores, debe ser perdonado. Si nosotros somos capaces de eso, ¿acaso no lo va a ser el Altísimo?

La pregunta flotó en el aire, durante algunos segundo. El Marqués se retiró y apoyó los codos en los reposa brazos de la silla.

-Todos somos hijos del Altísimo y un padre nunca odia ni abandona a sus hijos. Si tu arrepentimiento es sincero por supuesto puedes abrazar la fé Aristotélica. -Comentó el Diácono, respondiendo las preguntas de Enrique. -Y si sigues el camino correcto, dentro de la virtud enseñada por los profetas Aristóteles y Christos bien seguro podrás reunirte con ellos en el Sol. -Finalmente, añadió una última frase. -Nunca es tarde para cambiar. Incluso para nosotros. -Sentenció el Marqués.

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