Afficher le menu
Information and comments (0)
<<   <   1, 2, 3, ..., 12, 13, 14, 15, 16   >   >>

[RP] El Palacio-Fortaleza de Mequinenza

Tadeita


Con su otra mano realizó un suave movimiento, cogiendo la del marqués entre las suyas... lo se, os lo prometo... no os preocupéis, no partiré hasta que todo esté más tranquilo... y no me pondré en peligro... os aseguro que soy la primera interesada en que no ocurra nada... le miraba fijamente mientras le hablaba... por algún motivo trataba de convencerlo de que todo iría bien... quizás era lo que ella necesitaba escuchar y se lo repetía continuamente para tranquilizarse.

Pero debía partir, tenía una misión que debía finalizar.... quizás no volvería a tener otra oportunidad así para emprender aquel camino....

Aunque no le gustaba la idea de abandonar Caspe, ni de separarse de él, ahora que empezaba a encontrar su lugar allí, Irisbel y Esmeralda se quedarán aquí... no voy a decirles nada, os dejaré una carta para ellas......

Observaba su gesto y quizás era mejor dejar aquel tema hasta que llegara el momento... aún quedaba tiempo...

_________________
Kossler


Suspiró, algo contrariado. Ya habia perdido una prometida a manos de un ejército. No quería que volviera a repetirse. No podria superarlo. Tardó años en hacerse a la idea de que no volvería y aún más tiempo en convencerse que no servía de nada guardar un luto permanente impidiendo que el amor volviera a él. Por su perdida había sido que se había vuelto diácono, tal vez para encontrar respuestas. Nunca encontró nada que le satisfaciera.

Sonrió un momento.

-Cuidaré de ellas. -Dijo el Marqués, asientiendo con la cabeza. -Pero nunca he sido un buen padre, así que será mejor que no tardes mucho en volver.

_________________
Casiopea



Casiopea se mezcló entre la multitud, pidió a un campesino que la orientara para llegar al palacio y le dió una moneda de plata como señal de agradecimiento.
El hombre la miró sorprendido.
La fortaleza se alzaba majestuosa en medio de unos jardines decorados con una exquisitez digna solo de los nobles.
Ella se giró hacia la puerta y dio un fuerte aldabonazo que resonó hasta en los confines del pueblo.


- ¿Ha del Palacio?¿Alguien va a abrir a una pobre pecadora?


_________________
--Seberino_saez


Un centinela parecía alborotado. Tras haber bajado a trompicones de la muralla externa de Mequinenza corrió hacia la segunda muralla, atravesándola y luego hasta Seberino, que estaba sentado en una silla en los jardines de palacio, contemplándolos embelesado.

-¿Qué sucede? -Preguntó Seberino al Centinela.

El centinela se destuvo, respiró fuertemente durante un segundo y contestó.

-Ha llegado una mujer y está ante la puerta de la primera muralla.

Seberino giró la cabeza, atento y dirigió una mirada al hombre.

-Dejadla pasar a la segunda puerta, iré a recibirla allí.

El Centinela salió corriendo de nuevo e hizo lo que el Mayordomo de palacio le había ordenado. Le abrió la puerta de la primera muralla y le condujo a la puerta de la segunda. En esas Seberino llegaba caminando despacio. Encarcó una ceja, sorprendido. Era la visita que esperaba el Marqués.

-¿Vós una pobre pecadora? -Dijo el de Larte, que había reconocido de inmediato la cara de la visitante. -Monseñora, sed bienvenida al Palacio Fortaleza de Mequinenza. Acompañadme, iré a avisar al Marqués de vuestra llegada y os recibirá en breve.

Seberino echó a andar hasta que entraron a Palacio. La condujo por pasillos hasta el salón principal. Una vez allí, le ofreció una silla y le dijo que esperara ahí. Luego se dirigió al despacho del Marqués y llamó a la puerta.

-Adelante. -Sonó del otro lado.

Seberino entró y miró a Kossler, enfrascado entre papeles y documentos, leyendo, firmando y sellando. Él levantó la cabeza un momento.

-Excelencia, ha llegado vuestra visita, Monseñora Casiopea.

_________________
Casiopea



Enseguida se oyó un estruendo y chirriaron los goznes de las puertas. Un sirviente salió a recibirla y cuando la reonoció puso los ojos como platos.
La guió por los amplios pasillos hasta que llegaron a una sala donde le ofreció asiento.


- Gracias, Hijo. Que el Altísimo te otorgue al menos un sofá tan amplio como este en el Paraíso Solar -sonrió.

La montisonense se dejó caer con todo el peso de su cuerpo en un sofá aterciopelado con brocados dorados en los reposabrazos. Estaba agotada.
Cerró los ojos un instante y los abrió de nuevo.

Unos tapices con paisajes tan hermosos que parecían inventados decoraban las paredes. Casiopea se levantó y se acercó para observarlos más de cerca, pues su vista cada vez estaba más mermada. Se preguntaba a sí misma de dónde habrían traido aquellas telas tan suaves, pues no pudo resistir la tentación de tocarlas, aunque supiese que no era de muy buena educación.


_________________
Kossler


Kossler bajó la cabeza, echó un vistazo a un último documento, lo firmó y echó la silla hacia atrás dispuesto a levantarse. Dirigió una mirada de soslayo al Mayordomo.

-Gracias Seberino. Iré enseguida. -Dijo el Marqués secando la pluma y cerrando el tintero con su tapa. Colocó la pluma de ganso sobre la mesa.

Luego se levantó y tras salir del despacho cruzó los pasillos de palacio apresuradamente. Se pasó los dedos por el bigote y la perilla y se colocó bien el cuello del traje. Tampoco era cuestión de dar una mala imagen. Entró por fin en el salón y se encontró a la Obispo mirando de cerca y tocando los tapices de la sala. Kossler ladeó la cabeza, algo sorprendido por lo cómica de la escena y carraspeó, haciendo notar su presencia.

-Perdonad la espera Monseñora. -Dijo el Marqués, siendo cortés y ofreciéndole una silla de la mesa central. -Si queréis sentaros...

Kossler se sentó y dió un golpecito sobre la mesa sobre los dedos.

-Me agrada que hayáis decidido por fin venir a visitarnos. -Dijo el caspolino. -Hacía ya mucho tiempo que el Obispo de la Diócesis no visitaba esta parroquia. -Se hizo el silencio. -Disculpad. ¿Quereis algun tipo de refrigerio?

_________________
Casiopea



Casiopea estaba completamente absorta contemplando los paisajes de los tapices cuando la voz de Kossler la sorprendió.
Enarcó las cejas cuando este le ofreció asiento y esbozó una sonrisa:


- Buenos días, Hermano. Permitidme felicitaros por la belleza de los tapices que decoran estas estancias. Disculpad mi osadía al tocarlos, son como una canción que se le mete a uno en la cabeza y no deja de sonar ahí dentro. Estas telas piden a gritos ser acariciadas.

Sonrió de nuevo, esta vez por la cara cómica que le dedicaba el patrón de la casa.

- En fin, que es un placer estar con Vos en Caspe, tenía yo ganas de visitaros desde hace mucho tiempo. Aquí residen muchos de mis amigos: Eloli, Valjala, Noega... Espero verlos a todos en la iglesia... o en la taberna.

Puso su dedo índice sobre la boca y continuó:

- Que quede entre Vos y yo: Os confieso que siempre me he sentido mejor entre mis fieles y la gente humilde que entre los madamases de la iglesia. Me aburren los protocolos, los ornamentos pomposos y todo el ceremonial que implica el tratar con altos cargos. Me gusta ir al grano y dejarme de circunloquios.

Ponía los ojos en blanco mientras recordaba alguna de las reuniones interminables con sus superiores.

- Es por ello que os ruego me permitáis daros un abrazo.

Se acercó al Marqués que permanecía sentado y le dió un fuerte y firme abrazo.

- Os felicito por vuestro cargo como Archidiácono de Lérida, puesto bien merecido por las múltiples contribuciones que habéis hecho a esta iglesia. Sois ahora mi mano derecha y como tal disponeis de toda mi confianza para hacer y pedir lo que os fuere menester.

Mientras hablaba tomó asiento en la silla que estaba pegada a la de Kossler. Mirando fijamente a sus ojos:

- Os elegí porque me vais a decir lo que pensais me guste o no y eso, amigo - si me permitís llamaros así- no abunda entre la gente que me rodea. Mucha gente quiere utilizar mi amistad para conseguir prebendas y privilegios, lo cual es harto agotador.
Distinguir la bondad y sinceridad a veces es difícil.
Os pongo al día sobre los últimos cambios que he llevado a cabo. En Lérida ya tenemos cura, es la Diaconisa Myriam_Rosa, es nueva, pero se le ven muchas ganas, espero que no fenezca en el intento.
He viajado también a Urgel y ante la inactividad de Kolme he decidido otorgar el puesto a Xurri, que siempre ha demostrado ser una trabajadora incansable y goza de mi plena confianza.
Como os comenté en la primera reunión que mantuve con todos los curas quien quiera un puesto en nuestra diócesis tendrá que trabajar, los vagos y maleantes los enviaremos a meditar y a leer el Libro de las Virtudes.


Rió con fuerza mientras sacaba un grueso ejemplar de una bolsa.

- Por cierto y hablando de nuestro sagrado libro... Os traigo este ejemplar que compré en Roma a un vendedor de antigüedades hace mucho tiempo. Es uno de los primeros diez ejemplares que se tradujeron al castellano, hermano.
Espero que os guste.


_________________
Kossler


-Os agradezco el cumplido. Son un regalo de un viejo amigo. Yo nunca hubiera comprado algo tan ostentoso. -Dijo sincero el caspolino. -Las cosas deben ser, ante todo, útiles.

Hizo una pausa, y contestó a la Obispo con la mayor sinceridad posible.

-No sé si las personas que mentáis las encontraréis en la Iglesia, no es que sean precisamente devotos. De lo que estoy seguro es de que sí les encontraréis en las tabernas. -Dijo el Marqués sonriendo. -Si me permitís la blasfemia, la religión que tenga que ver con cómo emborracharse sí que les gusta. A ellos; y a todo Caspe.

A continuación, recibió gustoso el abrazo, que era ante todo una muestra de confianza y amistad. Quien quisiera poder ser tan franco con otras personalidades. La vida sería mucho más fácil.

-Por supuesto que podéis llamarme amigo. -Dijo tajante el caspolino. -Os agradezco asimismo la confianza, aunque no me considere digna de ella, cómo bien os dije; pero tenéis razón en una cosa. Siempre voy a seros franco. Si tengo alguna cosa positiva, entre mis múltiples pecados y defectos, es la sinceridad. Eso lo tendréis siempre.

Kossler hizo una señal a Seberino, y el Mayordomo asintió, desde fuera de la sala. No es que estuviera espiando. Simplemente estaba allí para lo que pudiera menester el Marqués. Recibió con sorpresa, en ese mismo instante un libro. Por la tapa, de cuero y atada con hilo, podía deducir su antigüedad. Era auténtico, de eso no había duda, y también viejo. Lo tomó con las dos manos, algo sorprendido. Lo hojeó.

-Una caligrafía excelente. -Dijo Kossler, conteplando las filigranas caligráficas que el hombre que había copiado el libro hacía en cada página. Una obra de arte. -Definitivamente, me habéis sorprendido. Muchísimas gracias, de verdad. Lo utilizaré en las misas y los rezos personales. -Dijo el caspolino, contento, denotando su agradecimiento.

Percibió de nuevo la presencia de Seberino y miró de nuevo a la Obispo, sentada frente a él. Sonrió.

-Puesto que nos habéis hecho este inmenso presente lo menos que puedo hacer es invitaros a una copa de vino. -Dijo el caspolino, haciendo una señal a Seberino, que puso la botella del vino de Mequinenza y dos copas de plata sobre la mesa.

Kossler llenó ambas copas y levantó la suya.

-Por la Diócesis de Lérida. -Dijo el Marqués, alzando la copa y proponiendo un brindis.

_________________
Casiopea



Casiopea estaba muy contenta por la acogida de Kossler en el Palacio y cuando este le ofreció la copa llena de vino no dudó en brindar con él.

- ¡Por la Diócesis! ¡Y por el archidiácono!

Soltó una gran carcajada y al dar el primer sorbo a la copa dijo:

- ¡Vaya! Marqués, este caldo es excelente... creo que vais a tener que alejarme de él o acabaré cantando en alguna taberna.

La montisonense guiñó un ojo al caspolino.

_________________
Kossler


Llovía. El cielo se habia oscurecido con los nubarrones cargados de agua que habían enmarañado de repente el firmamento. Desde la ventana empañada del despacho, Kossler podía apreciar ya los charcos que se estaban formando en el patio y alrededor de Palacio. Podía sentir el repiqueteo constante del agua sobre la piedra, sobre el suelo, sobre la ventana. Incesante, penetrante, intrigante y perturbadora al mismo tiempo. Se apoyó en el alféizar de la ventana, observando las gotas caer, velozmente, como flechas hacia su objetivo mortal. Era un espectáculo bello, después de todo.

Un rayo iluminó el cielo, quebrándose y retorciéndose en pequeñas línias de menor resplandor. Poco después llegó el trueno y las luces del rayo desaparecieron tal cómo habían llegado, sin el menor atisbo de saludo o de despedida.

El Marqués se alejó de la ventana y cruzó el despacho hasta la puerta, que cerró tras de sí. Recorrió los pasillos de palacio con calma y una manifiesta soltura y llegó por fin a la puerta principal. La entreabrió y salió al exterior. Se encontró pronto en los jardines, la lluvia calando sus ropas y mojando su pelo, que ya le caía por la frente. Alzó la cabeza, mirando los pequeños rayos que se formaban entre las nubes, apenas visibles desde los edificios. Sin embargo, si eran perceptibles si los mirabas desde abajo. Podía ver las gotas de lluvia, su grosor y velocidad. Se pasó la mano por el pelo, echándolo hacia atrás y siguió contemplando embelesado el espectáculo de la tormenta. La vista perdida en algún lado.

De pronto sacudió la cabeza y se llevó rápidamente la mano a la frente. No tenia ni la menor idea de porqué había hecho eso. ¿Salir enmedio de la lluvia? Sólo le serviria para enfermar. Entró rápidamente en Palacio, y al verle, un criado le trajo unas toallas para que se secara y dispuso un baño para que entrara en calor. El Marqués lo aceptó, y se zambulló poco después en la bañera. Desde allí, pudo contemplar cómo, poco a poco, la lluvia empezó a cesar, hasta deternerse. El sol se apoderó del cielo.

Después de todo, hasta las peores tormentas terminaban para dar paso a la luz.

_________________
Tadeita


En el muelle de Caspe,

- Ordenaré que lleven vuestras pertenencias a Palacio. Mientras tanto, si queréis, podemos ir dando un paseo. Y luego dirigirnos a Palacio a caballo o en carruaje, como gustéis . -Dijo el caspolino ofreciéndole la mano.

Bien, le contestó ella, aceptando su mano y asiendo su brazo, se sentía en paz a su lado, pero algo no iba bien, lo notaba en el ambiente... incluso en su gesto, tenía el aire de preocupación que le acompañaba en los momentos tensos...

Caminaban, dando un tranquilo paseo, tengo tanto que contaros de Burgos, que no se por dónde empezar,... vuestra sobrina Lisena os manda recuerdos, quizás el tema Lisena lo dejaría para más tarde, empezar a dar malas noticias nada más verle igual no era el mejor plan... se encuentra bien después de.... y estaba con... eh, bueno, recibí vuestra carta, gracias al altísimo, el duelo acabó como debía, el Álvarez de Toledo... besó el suelo.

Es una lástima que no hayáis podido acompañarme, os hubiera gustado aquello, le iba hablando mientras se dirigían hacia los caballos, no deseaba viajar sola en el carruaje y conociéndole, le iba a costar llevarlo atrapado en él... además, había marchado casi sin equipaje, pero volvía con más baúles que la Piquer... sin contar los barriles que se había traído para la bodega del Marqués...

Continuaban por la ribera del Ebro, seguía contándole anécdotas del duelo, y de lo que había acontecido allí, pero detenedme, ni si quiera os he preguntado como estáis... le sonreía, deteniendo su paso, notaba un ambiente extraño en la villa, más tenso de lo normal... ¿qué sucede?... los rumores que le habían llegado en Castilla no eran muchos, ni muy buenos, pero por ellos había hecho todo lo posible por adelantar el viaje de regreso.

_________________
Kossler


Tras coger ella el brazo que le había ofrecido, comenzaron a caminar con tranquilidad por el pequeño paseo que daba al puerto, perfectamente adoquinado. Pudo notar de seguida en sus facciones que se había dado cuenta. El Marqués no era muy efusivo respecto a sus emociones, pero por alguna razón ella era capaz de adivinar sus pensamientos y de notar sus inquietudes. Contuvo un bufido. Tendría que explicárselo tarde o temprano.

-Me alegro de que ganárais el duelo sin ningún percance. -Dijo el caspolino con un tono neutro. -Me preocupaba seriamente el que os hirieran. -Añadió. -Si vais a querer participar en más duelos en un futuro a lo mejor es conveniente perfeccionar un poco vuestro adiestramiento. -Dijo echando un ojo rápido a Tenebrosa, que descansaba pendida en el cinto del militar.

Se encaminaron poco a poco hasta el cuartel, dónde el General había dejado su montura y dónde siempre había alguna más en las caballerizas.

-Seguro que me hubiera aburrido de sobremanera en Castilla. Éste es mi mundo. La guerra, los adiestramientos... No conozco otra vida. -Espetó como si soltara de repente un gran peso.

A medio camino, llego una pregunta esperada. El Marqués continuó caminando, avanzando en dirección a los cuarteles.

-Estoy bien. -Mintió.

Percibió la mentira. Y volvió a preguntar. Kossler ignoró la cuestión.

-Hemos llegado a las caballerizas. -Dijo cambiando de tema. Y cogió las riendas de una montura que le tendió a la Condesa. -Aquí tenéis.

Kossler, por su parte, subió a su yegua y posteriormente asió las riendas con fuerza.

_________________
Noega


Hacía solo unos minutos que había saltado de su montura para pisar suelo rojo de Caspe y lo siguiente, incluso antes de correr como alma que lleva el diablo dirección a una buena cerveza, fué plantarse en el muelle mirando al infinito a que el viento le diera en la cara en el ángulo adecuado. Tenía la pagana creencia de que si esa corriente soplaba en la justa dirección su mente se aclararía dejándole vislumbrar más alla de lo perceptible. Pero aquella mañana solo consiguió un ápice de dolor de cabeza propiciado por los zumbidos del cierzo en sus oídos, ya desentrenados.

Imbuída en sus pensamientos se hallaba cuando, sin venir a cuento, su cuerpo tendió a girarse por sorpresa. A lo lejos, dos figuras aparecieron en el inicio del kilométrico muelle, viraron dirección a las zonas de la guardia y, depaso, perturbaron su pensamiento. Inició una sucesión de pasos rápidos y lineales, que le llevaron en su búsqueda. Dado que aquello parecía ser un calmado y deleitante paseillo los ganó terreno prontamente.

Sí, su intuición lejana no le fallaba en aquella ocasión, alguna respuesta encontraría al final de su carrera. Entró por el arco de la puerta con un simple ademán de cabeza a la guardia, como si nada hubiera cambiado. Nadie la interrogó, ningún guarda de la puerta le detuvo el paso, ninguno de los presentes siquiera le sonrió. Comenzaba a sentirse nerviosa cuando al girar el muro se encontró de bruces con la estampa equina del General. A punto estuvo de pegarle una voz pero la preciosa figura femenina que lo acompañana hizo que la misma se ahogara en un grito para su mismedad.

Se apartó el pelo de la cara, una vez más. Hizo una torpe y nerviosa inclinación de cabeza y miró al alto - Qué dem....quiero decir ¿Qué está ocurriendo? - maldita sea, pensó por un instante - Disculpadme mi señora, a la vista está que os halláis tan expléndida como siempre, espero que el viaje haya sido tan plácido como gratificante - espetó inquieta cambiando la mirada directamente a Castelldú.
Kossler


Kossler oyó una voz a sus espaldas y encabritó la montura para así lograr que se girase con velocidad. Lo consiguió y se dió casi de bruces con Noega, que por sus gestos, parecía cansada. Sin lugar a dudas, también acababa de llegar.

Enarcó una ceja, extrañado por los inquirimientos de Noega y le dirigió una dura y severa mirada de desaprobación.

-¿Llegáis a casa y lo primero que hacéis es pedir explicaciones? -Preguntó el General, con un tono firme y autoritario. -A efectos ya no tengo la obligación de responderos... -Dijo el Marqués, primero sonriendo y luego lanzando un rápido guiño.

Susurró algo a la montura, que dió un par de pasos hacia adelante, en dirección a la salida de los establos. Poco a poco salió hasta casi la plaza del cuartel.

-Pero no ocurre nada. El sol sigue en el cielo, las casas pegadas al suelo, los pendones y estandartes ondeando en lo alto de las almenas. Nada nuevo bajo el sol. -Respondió finalmente.

_________________
Noega


- A efectos ya no tengo la obligación de responderos...

Sin precedente - zás en toa la boca - el General tenía razón ¿Pero qué demonios? Ella necesitaba una explicación y fuera como fuere la tendría. Ya estaba levantando el dedo índice de apuntar al infinito y echar bronconcios cuando detectó el hilo de ironía de Casltelldú y se puso brazos en jarras levantando la nariz al infinito dió un par de pasos atrás.

- Pero no ocurre nada. El sol sigue en el cielo, las casas pegadas al suelo, los pendones y estandartes ondeando en lo alto de las almenas. Nada nuevo bajo el sol - respondió obvio.

Se pasó la mano por la barbilla - ¿Y qué me decís de que a estas horas del día no haya ni un alma en el puerto? ¿De que haya entrado mi mismedad como San Peter por su casa y no le haya ni espetado un ¡¡ALTO!! quien va ni el apuntador? - Y no acabo de llegar....bla bla blá...el puerto...bla..bla...blá...las aceitunas de Lancrex...bla bla blá...malditos chinches...bla..blá....crisis de identidad, blá y blá... - casi se ahogó mientras terminó diciendo mirando a ambos con lágrimas en los ojos.... - Necesito una cerveza...y que sea doble.
See the RP information <<   <   1, 2, 3, ..., 12, 13, 14, 15, 16   >   >>
Copyright © JDWorks, Corbeaunoir & Elissa Ka | Update notes | Support us | 2008 - 2024
Special thanks to our amazing translators : Dunpeal (EN, PT), Eriti (IT), Azureus (FI)