Kossler
Siguieron caminando y se sentaron en el pequeño porche delante del cuartel y justo al lado de la armería. A estas horas, era un lugar poco concurrido.
-He liderado las tropas desde mi primer combate, sin experiencias previas. -Comenzó a relatar con voz pausada y concisa. -He soportado dos asedios. El primer asedio de Caspe, que duró apenas un par de semanas y el segundo, que duró prácticamente cuatro meses. -Imágenes de aquél momento asaltaron su mente. Imágenes de terror, sangre y muerte. De cuerpos mutilados y agonizantes. De rostros fríos y sin vida. -Fué duro. Ganamos el primer asedio y Aragón logró tomar la ciudad en el segundo, pero su dominio apenas duró un par de meses. Retomamos la ciudad poco después, mediante el Manifiesto del Guadalope.
Miró con los ojos algo vidriosos las murallas de Mequinenza. Le asaltaron las imágenes desde lo alto de las almenas, pero también las noches desde una loma, vigilando las ciudades y buscando los puntos débiles de los muros.
-Poco después yo mismo dirigí, junto con el ejército Almogàver catalán el asedio a Zaragoza. Tomada Caspe, varios de sus soldados conseguimos escapar a hurtadillas de la ciudad y nos unimos al ejército almogàver, siendo exactos, al Ramon Muntaner. -Dijo mientras seguía recordando las imágenes. -Empezamos el viaje inexorable hacia la capital de Aragón, y llegamos allí casi sin oposición, pues habíamos dejado atras a uno de los ejércitos aragoneses tras una escaramuza de la que salió mal parado. Tomamos Zaragoza en tres días, tras algunos combates.
Se detuvo un momento, procediendo a recordar la continuación de la historia.
-Tras tomar el gobierno, procedimos a un gobierno de ocupación y represión sobre Aragón. Fué, en aquel momento, la venganza de Caspe. Poco después volvimos a la ciudad y la retomamos sin oposición, para luego integrarla en Cataluña. -Se detuvo y al cabo de un rato volvió a hablar. -El segundo asedio en el que participé, ya cómo miembro del Estado Mayor, fue el de Urgel. Duró algo más de tres meses. Después de varios intentos de tomar la ciudad, sin éxito, y tras bastantes bajas terminamos optando por la retirada. -Miró a Tadeita, terminando su historia y respondiendo a su pregunta. -Luego coordiné la defensa de Lleida ante la posible contra-ofensiva de Urgel y luego volvimos a casa, quedando un pequeño destacamento en Lleida. Tras la traición de determinadas ciudadanas los ultímos soldados caspolinos volvieron a casa, en la extracción que realizamos en la Operación Ryan.
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