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[RP] El Palacio-Fortaleza de Mequinenza

Basico


En uno de sus paseos habituales, pasa frente al Palacio que permanece cerrado por la larga ausencia del Duque, ahora en Zaragoza. Algún que otro jardinero, realiza sus tareas en el parque. Se detiene a hablar con ellos, mientras Arena de entretiene persiguiendo musarañas.
Luego de despedirse, continúan juntos su recorrido por la villa.
--Donjacko


Esta contento, el pasar toda la mañana en el lago a dado sus frutos, trae a la riestra unos grandes y sabrosos pescados suficientes para la comida... y para dejar alguno en el mercado. En el camino hacia su casa se cruza con un jinete que parece venir del Palacio.
“un mensajero”, piensa, “será que el Duque esta pronto a volver?”
Acelera el paso, quizás mas tarde se de una vuelta por las tabernas para oir que se cuenta, si algún viajero ha llegado, si hay alguna noticia nueva.
Basico


Hacia frío, demasiado frío, hacían la ronda pisando escarcha. No había sol, una densa capa de nubes cubría toda la zona y con ella la esperanza de un poco de calidez estaba perdida. Una lluvia fina y tupida, helada, que parecía calar hasta los huesos, los sorprendió en las cercanías del Palacio.
Se miraron, era la excusa perfecta para saborear ese café tan sabroso que Severino sabia ofrecer. Apuraron el paso dando un rodeo para llegar hasta las puertas de las cocinas.
Una hora después, cómodamente instalados frente al fuego, envueltos en sendas mantas sorbían lentamente la taza de café… y algo más. La platica con el viejo mayordomo no tenia prisa, mientras esperaban que amainara el aguacero, alguien alcanzo unos pasteles y la “fiesta” fue completa.
--Donjacko


Cerca del medio día, como todos los días, se dirigió a la Plaza para enterarse de las últimas noticias -decía él-, aunque en realidad era la excusa para la tertulia con los vecinos. Pero este día si había noticias, el ejército catalán –y casposo- había entrado en la Capital y había tomado el gobierno.
Una sucesión de comentarios llego hasta sus oídos: “No se habían rendido?” “Que no, no se rindieron” “Había un Tratado de Paz” “Nunca firmaron ningún tratado” “Vamos que no era tratado, era la rendición, pensaron que podían poner sus cláusulas” “Usted cree?” Y entre tanto corrillo, la lista de “nuevo” Consejo llego a sus manos “unmmmmm… veamos…Cata46, Basset; Velarde, Galceran_de_pinós, Maryie, Kossler, Siresku, Lisyus, Kharn, Veldaia y Joanot… unmmmm… el Duque es Juez…. tardará un poco mas en volver…."
Valjala


Valjala de camino a la alcaldía se paro en la puerta del palacio, lo miro, era un edificio majestuoso, miro la puerta y soltó un suspiro, todos estaban fuera, si supieran lo que les echaba de menos, sus risas, sus borracheras en la taberna, sus locuras, cada vez se el estaba haciendo mas cuesta arriba, cada día pasaba por la casa de muchos de ellos, sabia que estaban haciendo lo correcto, pero era ya demasiado tiempo, hacia frío, las fiestas navideñas estaban cerca y eso la hacia ponerse melancólica, le gustaría que todos estuviesen en casa para estas fechas y celebrarlas, pero no sabia hasta cuando duraría todo esto, el corazón se le encogió en un puño y casi se le saltan las lagrimas, miro de nuevo el palacio y continuo su camino con la cabeza baja.

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Kossler


Largo tiempo habia pasado desde que estuvo por última vez en ese nido de águila fortificado que era el Palacio de Mequinenza. Sobre un precipicio de 180 metros sobre el Ebro era casi impenetrable, pudiendo ser solo acometido por dos de su muros, las más reforzados de la estructura. Desde sus siete torreones podia verse todo lo que lo rodeaba y, con la ayuda de un catalejo incluso podía verse Lérida.

El Duque llegó cabalgando hasta alli, enarbolando el blasón Ducal, para que le abrieran las puertas. El centinela del Palacio lo vió y dio la orden de abrir la puerta principal que chirrió.

-Bienvenido seais Duque, dijo don Seberino, pase por favor. Le llevaran el caballo a los establos.

Kossler desmontó y cedió su montura a los mozos de cuadra, que se lo llevaron.

-Me alegro de verle Seberino. La última vez que le ví estaba usted en Fraga con su vieja Crucífera y con un yelmo en la testa. La verdad es que parecia un monigote...

Ambos rieron y pasaron hasta el comedor, donde les prepararon una infusión.

-Tengo nuevas ideas de remodelacion para este Palacio... ¿van bien las arcas?

Seberino dubitó un instante y respondió poco despues, seguro.

-A decir verdad, creo que rebosan. ¿Que teneis en mente?

Kossler sacó unos planos y los extendió sobre la mesa, indicándole a Seberino sus cambios.

-El Palacio fue construído como una estructura politica y no militar. Quiero acondicionarlo para convertirlo en una fortaleza. Durante estos dias he visto en Castillos de todo Aragón varios cambios que podria aplicar aqui. Murallas más gruesas, una doble puerta, ballesteros y arqueros en los torreones, y algo nuevo Seberino, la tecnologia es una locura. Cañones. ¿Sabeis lo que son?

Seberino respondió de inmediato.

Son artilugios que disparan mediante una arena mágica que llaman "pólvora" proyectiles a gran distancia y de gran potencia. Con una eficacia muy por encima de las flechas.

-Imáginate por un momento esto instalado aqui. Desde esta altura, el Palacio pasa a ser inexpugnable. Todo el que trate de venir sin nuestro permiso se verá bajo la lluvia de proyectiles de estos cañones.

Seberino se rascó la barbilla. Si era verdad lo que contaban, esos artilugios defendian muy facilmente una fortificacion, incluso con pocos efectivos y, al solo haber un punto de entrada al castillo podrían acometer al mismo lugar con esos proyectules, causando un daño devastador.

-¿Le busco la mano de obra y los materiales para empezar la reforma entonces, Señor?

-Sí.

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Valjala


A Valjala le llego la noticia de la llegada del señor Duque, con gran alegría se apresuro a entrar en su humilde panadería y coger los mejores bollos horneados, los coloco en una preciosa cesta y salio corriendo a llevárselos al Duque, seguro que hacia tiempo no tomaba pan de Caspe y mucho menos el preparado por ella
Cuando llego a la puerta se coloco el peinado, se aliso el pantalon y llamo a la puerta, uno de los criados le abrió y casi a empujones le dijo:

-por favor anúncieme al señor Duque, la alcaldesa quiere verle, y entréguele estos bollos, que seguro necesita comer cosas buenas.

El criado se alejo, con la mirada perpleja y valjala se quedo esperando en el recibidor, con las manos a la espalda y balanceándose como una niña pequeña, con una gran sonrisa ,miraba los cuadros y los muebles y no dejaba de pensar en el millón de preguntas que quería hacerle
Como estaban todos, si volverían pronto, si harían una fiesta en navidad en el pueblo, aparte tenia que presentarle toda la documentación de la alcaldía para su aprobación, estaba tan contenta de que hubiese vuelto que sabia que no podría contenerse y le daría un tremendo abrazo y no le dejaría ni hablar

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Kossler


Durante la conversación con Seberino un criado entró en la estancia.

-Señor, Valjala quiere verle. ¿La hago pasar?

-Por favor claro. Traéla hasta aqui. Seberino, continuaremos hablando de esto, pero encuentrame esa mano de obra.

Kossler se levantó y se despidió de Seberino, que se fue por la puerta. Kossler cogió los planos y los guardó y luego se sentó en la cabecera de la mesa del comedor, que coronaba toda la estancia.

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Valjala


Cuando estaba mirando un cuadro del Duque, que le parecía de lo mas gracioso, y escucho un ejem ejem detrás suyo, se giro y se quedo mirando al criado

-Acompáñeme usted el Duque la recibirá ahora mismo

Valjala fue detrás de el, y entro en la estancia, vio a Kossler, sentado en la cabecera de una enorme mesa, se le quedo mirando unos segundos, estaba mas delgado, algo desmelenado y serio, sin pensarlo dos veces, se precipito sobre el y acogiéndole las manos, le dijo:

-como estas pelirrojo? estas mal delgado? Mmmmm no me gusta, además necesitas un buen corte de pelo, que presencia vas dando por hay, andeve, estoy tan nerviosa, cuéntame novedades, como están todos? Como van las cosas por fraga? Pero hombre por dios dime algo, que pasa tengo algo en la cara?
Valjala se sentó en el suelo y sin dejar de sonreír miraba al duque que parecía algo distante

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Kossler


Kossler se miró a Valjala... ¿era cosa suya o le sonaba mas bien poco su cara? Despues de tantos meses fuera y con la mala memoria de Kossler en cuanto a las caras no hubiera sido descabellado que la hubiera olvidado.

Hola. Todo bien todo bien. Martí y el ejercito que comanda se estan reorganizando... tal vez pronto esten aquí...

Kossler se rascó la barba, sin afeitar desde que marcharon de Caspe...

-Ah no... nada de cortes de pelo... Eso sólo cuando acabemos la guerra. Mi estancia aquí es transitoria, tengo que arreglar algunas cosas, luego, volveré a irme...

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Kossler


Un par de días después de terminar la conversación con Valjala las obras empezaron en el Palacio de Mequinenza, la reestructuracion de un Palacio a fortaleza militar. Kossler salió del Palacio, que estaba ya con andamios rodeándole por algunos lados. Se despidió de toda la gente de Palacio y de Seberino y, montando a Ithuriel, cargada con los papeles de Palacio, que pondria al dia en el monasterio, salió cabalgando, rumbo a los monjes, donde podria disfrutar de una cama blandita, comida caliente y paz. Todo lo que no habia tenido en la guerra.

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Kossler


Y por fin. Las obras del Palacio de Mequinenza habian finalizado en poco tiempo. El tiempo que el Duque estuvo en retiro espiritual. En ese tiempo, Caspe habia pasado a ser catalana y, en vísperas de cerrar el Tratado de Alcañiz esperaba afianzarse del todo.

Cuando Kossler llegó a Palacio observó la diferencia. El Palacio se había extendido, lo máximo que le permitía el espacio en el que se hallaba, con las murallas pegadas al acantilado. Éstas habian doblado su grosor y la puerta habia sido reforzada. En los cuatro torreones de la muralla se habian apostado 4 cañones, que vigilaban desde las alturas. En el Antiguo Palacio-Castillo, el más alto de los tres torreones poseía un vigía y una pila de madera que se encendería, en caso de alerta, para advertir a Caspe. Los dos otros torreones se habilitaron una para mazmorra y otra para el polvorín. En esta última se encontraban toneladad de pólvora y miles de balas de cañón, listas para ser usadas, a salvo de la lluvia.

Los guardias de la muralla divisaron su llegada y lo guiaron hasta Seberino, que le enseñó los cambios, que el Palacio, ahora convertido en una Fortaleza casi inexpugnable había sufrido, sin un descenso importante de las arcas.

-Seberino, pague el doble a los hombres que han trabajado en esta empresa, han hecho un gran trabajo en tan poco tiempo.
Kossler


Kossler se hallaba en su despacho, cuando un hombre entró, sin llamar.

-¡Señor, tiene que leer esto!

El hombre le dejó, temblando, una carta sobre las manos del Duque, que la leyó. A la segunda frase las lágrimas empezaron a rodar por sus mejillas. Sus manos comenzaron a temblar

Citation:
Al Duque de Caspe, Kossler de Casteldú y Robledo,

le enviamos nuestro mas sentido pésame. Nos llena de tristeza comunicarle que su esposa, Nekane, murió hace unos días, cuando viajaba con su hijo Kailem, que resultó gravemente herido y que ahora se recupera de sus heridas a manos del ejército de Maxstar.

Tan despreciables hombres les atacaron, cuando en un viaje sin malicia se dirigían a Huesca. Reconocieron a Nekane como su futura esposa, y la mataron, en un desigual combate. Sus restos mortales, vienen camino a Caspe, para que pueda recibir un entierro digno.

Con su más sentido pésame.
Anónimo.


-¿Éstas informaciones son fiables? ¡Responde, maldita sea!

El mensajero asintió, a su pesar.

-¡Noooooooo!

El Duque, dominado por la ira, estampó un candelabro de oro contra la pared, que dejó un bollo considerable en la pared para quebrarse después por la mitad.

-¡Dios! ¿Por qué? ¿Por qué te la has llevado?

Kossler cayó de rodillas, llorando como un niño, en soledad. El mensajero, incómodo, abandonó la habitación, dejando al caspolino en el suelo, llorando por sus desgracias.

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Kossler


Aún con el dolor cernido sobre su persona Kossler serenó su mente. ¿Qué era lo correcto en aquellos momentos? ¿Celebrar un entierro? No podia hacerlo oficial, puesto Nekane no estaba bautizada, asi que deberia ser algo menos solemne, pero de más importancia. El entierro se celebraria en Mequinenza, eso lo tenía claro y allí serían enterrados sus restos. Cogió la pluma y emitió un comunicado:

Citation:



Ciudadanos del Ducado de Caspe,

hoy es un día triste para mí. Ayer noche, un mensajero llegó a Caspe con una fatídica noticia. La carta de dicho mensajero, relataba que, Nekane, fue atacada, hasta darle muerte, por el ejército de Maxstar hace unos dias. Caspe y yo hemos perdido a la futura Duquesa.

Su cuerpo viene en camino a Caspe, para que pueda recibir un entierro digno de tan gran mujer, dicho entierro se celebrará en el Palacio de Mequinenza cuando, espero, hayan llegado mis hijos. La fecha exacta se dará en otro comunicado.

Quiero decretar entonces, 3 días de luto oficial en el Ducado de Caspe y en el Señorío de Mequinenza, que dan comienzo en este mismo instante. Quiero, también, que mi pérdida y la de mis hijos no empañe vuestras vidas y, que en lugar de llorar por ella, brindeis por ella, ese es mi deseo.

Que el Altísimo os guarde por muchos años,



Y tras sellar y firmar la carta la entregó, para que fuera leida y colgada por todo Caspe y Mequinenza. Poco después las banderas ya ondeaban a media asta en Palacio.

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Siresku


Siresku estando en el palacio con la guardia, se enteró de la noticia. Dejó pasar unas horas antes de ir a ver al Duque. Cuando llegó a las puertas, le pidió al mayordomo audiencia, este asintió y entró anunciando al nuevo sub-capitan de los dragones.

- Se presenta el sub-capitan D. Siresku, mi señor Duque.

Siresku, entró e hincando la rodilla saludo a su Duque, se levantó y acercose a sus señor, el cual tenia el semblante triste y ajado, los puños blancos de tanto pretarlos.

- Mi señor Duque, en estas horas de dolor, sabed que me teneis ahi para lo que estimeis oportuno. La Dama Nekane era una gran dama, no se merecia ese final.

- Sabeis que teneis presto mi brazo y mi espada, nada me gustaria mas que cortar las cabezas que hicieron tal atrocidad.

- No decaigais, teneis a todo Caspe clamando venganza, señor.


Y besando el anillo ducal, Siresku hincó de nuevo la rodilla esperando una respuesta de su Señor.

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