Froda
Entró a la Catedral. De todas las veces que visitara Osma, nunca lo había hecho antes.
El ambiente la sobrecogía, las luces que se filtraban por los costados hacían juegos y dibujos sobre las paredes y el piso. Pequeñas travesuras del sol en las que también encontraba la belleza de la fe.
Se quedó cerca de la puerta y antes de salir rezó en silencio, esperando lograr algo de paz en su corazón.
Creo en Dios, el Altísimo todopoderoso,
Creador del Cielo y de la Tierra,
de los Infiernos y del Paraíso,
Juez de nuestra alma en la hora de la muerte.
Y en Aristóteles, su profeta,
El hijo de Nicómaco y Faestis,
enviado para enseñar la sabiduría
y las leyes divinas del Universo a los hombres perdidos.
Creo también en Christos,
Nacido de María y Giosep.
Dedicó su vida para mostrarnos el camino del Paraíso.
Por ello después de haber sufrido con Ponce,
Murió como martir para salvarnos.
Alcanzó el Sol donde lo esperaba Aristóteles a la derecha del Altísimo.
Creo en la Acción Divina,
En la Santa Iglesia Aristotélica Romana, única e Indivisible;
En la comunión de los Santos;
En el perdón de los pecados
en la Vida Eterna.
Amén.
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