Silencioso
Silencioso vio a Pecas y Glauka, la joven pareja, asistiendo a su misa, lo que alegraba al Vicario Diocesano. Glauka se encaminó hacia él para pedirle el bautizo.
Tranquilo, hermano Glauka, no hay porqué tener prisa, le dijo sonriente, El examen, como bien habéis dicho, lo has hecho muy bien. Así pues, si consideras que estás preparado para este paso en la fe aristotélica, acompáñame a la pila bautismal.
Silencioso le pidió amablemente a Glauka que se acercará junto a él a la pila bautismal. Una vez allí, el Sacerdote empezó diciendo:
Hermano Glauka, el bautismo aristotélico es un paso importante en la vida de un humano. Significa aceptar nuestra fe como la verdadera, significa aceptar a Dios, y significa aceptar a la Santa Iglesia Aristotélica como la única poseedora de la verdad divina.
Para que se comprenda mejor este sacramento, leeré un pasaje del Libro de las Virtudes.
Y se puso a leer:
Libro de las Virtudes a écrit:
Libro II, la vida de Christos XII
Maestro, le suplicó, ante el asombro de su superior, quisiera seguirte y pertenecer a esta comunidad de fieles. ¿Qué debo hacer? Sé que he pecado y que he servido a un mal jefe, pero te ruego que me digas cómo conseguir el perdón.
Entonces Christos lo levantó y ante la mirada estupefacta de los romanos, pronunció estas palabras:
Pecador, te lo digo, acabas de hacer la primera cosa que los fieles deberán hacer; mostrarse humilde y confesar sus pecados. Así, si tu arrepentimiento es sincero, Dios te perdonará.
Christos se volvió hacia sus apóstoles y continuó: Y vosotros, que las faltas cometidas por vuestros fieles serán perdonadas si vienen y las confiesan a vuestros oídos, y que estén preparados para hacer penitencia.
Entonces Christos se acercó a la fuente, y dijo al centurión:
Por la gracia de Dios, lavaré tus pecados, envolviéndote de agua, la fuente de la vida.
Y Christos sumergió sus manos unidas dentro de la fuente. Luego roció la figura del centurión con esta agua, susurrando estas palabras: ¡Señor, perdona a este hombre sus pecados, y darle así una nueva vida entre los creyentes! En el nombre del Señor. Amen.
Maestro, le suplicó, ante el asombro de su superior, quisiera seguirte y pertenecer a esta comunidad de fieles. ¿Qué debo hacer? Sé que he pecado y que he servido a un mal jefe, pero te ruego que me digas cómo conseguir el perdón.
Entonces Christos lo levantó y ante la mirada estupefacta de los romanos, pronunció estas palabras:
Pecador, te lo digo, acabas de hacer la primera cosa que los fieles deberán hacer; mostrarse humilde y confesar sus pecados. Así, si tu arrepentimiento es sincero, Dios te perdonará.
Christos se volvió hacia sus apóstoles y continuó: Y vosotros, que las faltas cometidas por vuestros fieles serán perdonadas si vienen y las confiesan a vuestros oídos, y que estén preparados para hacer penitencia.
Entonces Christos se acercó a la fuente, y dijo al centurión:
Por la gracia de Dios, lavaré tus pecados, envolviéndote de agua, la fuente de la vida.
Y Christos sumergió sus manos unidas dentro de la fuente. Luego roció la figura del centurión con esta agua, susurrando estas palabras: ¡Señor, perdona a este hombre sus pecados, y darle así una nueva vida entre los creyentes! En el nombre del Señor. Amen.
Silencioso dejó de leer y se dirigió a Glauka:
¡Que la palabra de Aristóteles te guíe y la revelación te ilumine!
El Sacerdote quedó a la espera de que Glauka dijera "Amén" para continuar la ceremonia.