Desde su llegada a Caspe poca labor había tenido que hacer, la presión ejercida por "el sindicato de mamporreros casposos y amororos" ya había conseguido reventar los precios de la carne así que misión concluida, de seguro mucho tuvo que ver en ello el emotivo discurso musolínico de su Noegui.
Se había pasado toda la noche en vela sacrificando un cochinito, estaba el pobre muy delgado, de apurar tanto la poca labor el tiempo nocturno como que se le voló.
- Si es que no puede ser, con tantas idas y venidas se les nota la fatal de amor ... - Menos mal que sus carcasas son las mejores de Caspe, a 15 escudos las tienen relucientes y sin moscas, bien frescas en el mercadal oigan!
Ya estaba amaneciendo y todavía tenía algo pendiente, menudo despiste más gordo, debía recuperar algo muy valioso de debajo de una piedra, junto al lago, ya de paso aprovecharía a darse el baño matutino con sus cochinillas gruñonas, faltaba una pero estaba a punto de llegar.
- ¡Qué no se diga que no me presento con el lustre sacao! -
Al final como siempre le tocaba esperar, pronto se quedó ensimismado, dando una y mil vueltas a lo que estaba a puntito de soltar. Perdido andaba ya en su pensamiento, mordisqueando un yerbajo mentolado, mucho más serio de lo habitual, cuando un chiflido lo devuelve a la realidad.
Menudo brinco del susto, se había puesto hasta blanco, se le había metido el palo en el ojo, como le picaba al condenado, quedó totalmente desorientado, de fijo que andaba todavía con el jetlag de la travesía ... o quizá no ...
La veía acercarse, elegante, con una sonrisa de oreja a oreja, parecía así de lejos una niña grande a lomos de un elefante.
Sabía que lo que estaba a puntito de hacer era misión para dos, uno la agarraba de las patas y otro de la cabeza, para que no mordiesa ni huyera, pero aquí estaba solo, dispuesto a la acción.
Ya no había marcha atrás, estaba muy cerca, le compartío su brazo para alentarle a subir. Tocó su mano y sacó valor de donde un hombre debe sacarlo, del inconsciente, para atreverse a pronunciar con coherencia lo que estaba a puntito de declarar.
- Cásate conmigo - a la par la otra le devolvió un estornudo de esos que te duchan sin ducharte
- ¡¡Atttttchís! vaya bienvenida eh? - La declaración se quedó como en el aire, no estaba seguro de si lo había escuchado, casi que no, parecía demasiado tranquila.
Ya tenía el corazón a puntito de salirse de su boca cuando finalizaba el ascenso a la ancha bestia.
- ¿Y eso qué demonios es? - le estaba señalando un paño, el paño en el que llevaba envuelta la fina navaja de plata, la de los chinos, su único legado familiar.
- Ejem...la mordaza - estaba un tanto abrumado ... bien mirado de buena se había librado ...
Se puso la terremoto en marcha y el otro se aferró con firmeza a las curvas sedosas de su amazona.
Tocaba ya frenar en seco y descender al paquidermo, menos mal que le dió por bajar antes pues la otra ya caía enredada de entre los cielos, justo a sus brazos
- Ejem...estamos! -
Le atuso el pelamen a la montañera kamikace y en cuanto se enderezó soltó la pompa que predecede a la entrada:
*TIRIRÍ RIRÍ* - Dama Noega da Lúa y Calanda... - paró en seco y lo miró así de reojillo
- y Señor Semental ... -
- Uiss señor y dama ... hasta sonaba importante ... menos mal que obvió lo de Terror de Caspe ... -
Los de la entrada no le quitaban el ojo de encima, de fijo que le ponían guardaespaldas al señorito, no se fiaban los malditos ...