[RP] Al Masyid Al Abyad (La Mezquita Blanca)

Habían llegado a Burgos y al ver que la parroquia se encontraba sin guardianes , y su necesidad de disponer de un espacio adecuado para poder realizar sus rezos y plegarias, no se lo pensaron y la tomaron para sus rezos.

La primera Mezquita Hispana con nombre Al Masyid Al Abyad (La Mezquita Blanca).

Entro a la mezquita, lavose la cara y las manos llegando hasta los codos, pasando las manos por la cara, bajando a los pies lavando hasta los tobillos. Pronunciando al tiempo SAllanht sin Wudu, entro a la gran sala, empezó a observar el lugar en la cual colocaría la cabeza durante la prestación, Levante las manos hasta el nivel de los hombros y orejas al tiempo que pronunciaba Takbirat-al¬Ihram.

Puse mi mano derecha sobre la mano izquierda y muñeca, las puso sobre el pecho. con los ojos cerrados.

- "Clemente sepárame de mis pecados como Tú has separado el este del oeste. O Clemente, límpiame de mis pecados como el vestido blanco es limpiado de la suciedad. O Clemente, lave mis pecados con agua, nieve y granizo.”

Cuando acabo la suplica, alzo la mirada y dijo:

“Busco la protección de Clemente contra el maldecido Satanás.”

“Comienzo con el Nombre de Clemente, la fuente de Misericordia, el Misericordioso.”
AMEN,- termino diciendo en voz alta.

Cuando acabo de decirlo, volvió a levantar las manos hasta el nivel de los hombros y orejas digas Akbar, se inclino, haciendo que la cabeza y espalda estén al mismo lugar horizontalmente, ponga las manos con los dedos abierto sobre la rodilla, manteniendo la calma y tranquilidad nos volvemos a inclinar.

“Gloria a mi Señor el Mágnifico, libre de toda imperfección”

“O Clemente, Nuestro Señor libre de imperfección, te alabo. O Clemente perdóname.”

“Tú eres merecedor de todas la alabanzas y toda la gloria. Alabarte es lo mejor y más verídico que dice tú esclavo. Todos somos tus esclavos.

o Clemente no hay nadie pueda negar lo que Tú has dado, y no hay nadie que puede dar lo que tú has negado. Las riquezas y las fortunas mundana no sería suficiente para aquel que lo posee en lugar de Ti”

Oh, Fiel que debes emprender un viaje, purifica antes tu cuerpo en la fuente y tu alma en el Clemente. Recita esto: "El Único es la Razón". Repitelo tres veces. "Alabado sea quien puso todo esto a nuestro servicio mientras que nosotros mismos no podríamos haberlo alcanzado. Sí, nosotros nos volvemos hacia Ti. Clemente, te pido la posesión del bien y de la piedad en este viaje, acortar este trayecto. El Clemente es mi compañero en el viaje, el guía para mi familia. Único, busco sin duda tu protección contra las dificultades del viaje, contra la vista triste, contra todo mal destino en mi familia. Somos los resucitados, los arrepentidos, los adoradores y al Único enviamos nuestras alabanzas."

Después de terminadas sus palabras espero a que llegaran sus Fieles e incluso Infiles, la Mezquita estaba abierta para el que quisiera abrir a su dios su alma, quedando en paz con sigo mismo

TOC. TOC. TOC. Golpeaban en su puerta. En la estancia se hallaba un hombre tirado en su cama, resacoso, con la camisa arrugada. Junto al lecho, una copa de vino, derramada, era la prueba fehaciente de la juerga de la noche anterior. Volvieron a golpear la puerta. Más fuerte. Además, un grito acompañó el toc, toc, toc. ¡Mallister!¡Mallister! La voz de Asdrubal resonaba en la cabeza del florentino. Con paso lento se vistió el jubón, se arregló el calzón y se adecentó un poco el pelo. Sobre una mesa había una palangana con agua. Hundió ambas manos y se mojó el rostro. A fe que le supo cómo mano de santo. TOC. TOC. TOC. De nuevo. Paso a paso, lentamente, se dirigió a la puerta. Al abrirla se encontró al burgués rodeado de una veintena de hombres. Iban armados con palos, chuzos y el más pudiente con espada.

-¡Al fin! ¡Pongo a Jah por testigo que a punto estaba de tirar ya la puerta!-decía el de la Barca.-Vamos, coged vuestro hierro, requiero de él. Por Christos que este insulto será vengado.

Sin entender muy bien de qué iba la cosa se ajustó el cinto de donde colgaba su acero. Una espada ropera, más cómoda que la bastarda que se usaba en campo de batalla.

Siguió a la muchedumbre, que fueron a parar al mayor templo de la ciudad*. Antes de entrar, Asdrubal (también conocido como el parlanchín) se subió en las escalinatas. El orador carraspeó, aclarando la voz para hacerse oír.

-¡Hermanos! Hoy me he enterado que un grupo de infieles, unos averroístas, han tomado la casa del Altísimo, profanando la palabra de Christos, dada al hombre, sustituyéndola por la distorsión con la que el maligno Averroes, engañado por la Bestia Sin Nombre, quiso dar entre sus iguales. Yo, como aristotélico devoto, de bien, me niego rotundamente a que se ocupe uno de nuestros templos para que se cometa tal blasfemia. ¡A mí! ¡Por Jah!-y tras alzar los brazos incurrió en medio del templo.

El Mallister, anonadado por la noticia desenvainó y entró tras el de la Barca. Bien sabía él que no podía derramar sangre en aquel lugar, pero una espada es una espada, e impresiona.

Y es que al de la Barca no le gustaba que le tocaran sus posesiones, y ya tenía a esa iglesia como su negocio particular, ¿Negocio? Dirían extrañados los que pudieran oir aquestas palabras, pues sí, ya que el cepillo de la colecta, terminaba en la mayoría de las ocasiones salvaguardado en el bolsillo de Asdrubal, y obviamente no iba a permitir que su segunda fuente de ingresos en la ciudad fuera ocupada por unos infieles.

Pero obviamente no iba a expulsar a los intrusos plantándose diciendo, "excusadme vuestras mercedes, pero no puedo permitir que me privéis de mi erario particular", tenía que idear algo más sustancial. Y en su mente cual llama que se enciende, brilló la idea, el fanatismo y defensa de lo sagrado, era algo que enervaba a la gente, así que ni corto ni perezoso se había dirigido a la plaza y había incitado al vulgo a sumarse a la causa de liberar la iglesia.

Sin embargo necesitaba a alguien con más sesera que la masa anónima para apoyarle en la causa, alguien con talento militar, y ese alguien tenía nombre y apellidos; Cesar Mallister, y no es que se llevara especialmente bien con él, más bien lo contrario. Llegaron a su casa, donde el impaciente burgués aporreó sin piedad la puerta hasta que ésta se abrió;

-¡Al fin! ¡Pongo a Jah por testigo que a punto estaba de tirar ya la puerta!-Dijo airado.-Vamos, coged vuestro hierro, requiero de él. Por Christos que este insulto será vengado.

Una vez en la plaza de la iglesia, el de la Barca creyó conveniente hacer una arenga final para lo que se avecinaba;

-¡Hermanos! Hoy me he enterado que un grupo de infieles, unos averroístas, han tomado la casa del Altísimo, profanando la palabra de Christos, dada al hombre, sustituyéndola por la distorsión con la que el maligno Averroes, engañado por la Bestia Sin Nombre, quiso dar entre sus iguales. Yo, como aristotélico devoto, de bien, me niego rotundamente a que se ocupe uno de nuestros templos para que se cometa tal blasfemia. ¡A mí! ¡Por Jah!

Y es que si algo se le daba bien a Asdrubal era hablar, podía tirarse así y no decir prácticamente nada, con ladinas palabras encandilaba a una audiencia que estaba deseosa de irrumpir en el templo, bajó del pavimento y entraron, la ceremonia herética estaba recien finalizada, Asdrubal elevó la voz diciendo;

-Como diácono de esta iglesia, y pastor de los devotos de aquesta nuestra ciudad, os exijo que abandonéis este sacrosanto lugar y busquéis otro lugar para practicar vuestras herejías, no profanéis esta iglesia del Aristotelismo, no somos intolerantes, mas no me dudará la voz si he de ordenar a estas buenas gentes que liberen su celo sagrado. No respondo de las consecuencias.

Iba camino del mercado, cuando al pasar por delante de la iglesia mayor, oí alboroto y vi una muchedumbre que se agolpaba a la puerta. Como Burgos no es ciudad de grandes entretenimientos, lleguéme hasta allí con la esperanza de matar el tiempo un rato. Flaco como soy, no me costó mucho trabajo deslizarme entre la gente y acercarme hasta lo alto de las escalinatas, donde un caballero que conocía de vista, estaba arengando a la multitud: No respondo de las consecuencias. Con estas palabras terminó su discurso.

Habíanme educado en la fe aristotélica, claro, pero de una manera relajada y nunca fui muy devoto, menos aún desde que había dejado mi Aranda natal, que llevaba una vida un tanto disipada, por lo que no entendía bien las razones de este tumulto. Hasta cierto punto, parecíame bien que se compartiese el templo con cualquiera que quisiera orar en él, fuese de la fe que fuese. ¿Acaso los invasores lo querrían sólo para sí? Podría ser eso... Por otra parte, pensé, ocupar un templo dedicado a otra fe, erigido con las donaciones y el esfuerzo de mucha gente, tampoco me parecía bien. Cada mochuelo a su olivo, decía mi madre, y a mí me parecía justo, aunque no sé si lo decía con otro sentido, porque siempre me lo decía cuando me enviaba a dormir a mi jergón.

En estas disquisiciones estaba cuando vi a un caballero con la espada desenvainada. Púseme presto detrás de una columna, que tengo oído que las espadas pinchan y esperé acontecimientos. Sin embargo, perdióme la boca, como siempre, y aún tuve tiempo de gritar "Herejes", antes de esconderme. A todos el seso se nos inflama cuando alguien grita desde lo alto, diga lo que diga, pensé en mi descargo. El asunto no pintaba bien.

La joven imán no entendía tanto revuelo, ya que en su pensar solo era poder tener un lugar para el encuentro de cualquier fe, simplemente que cada uno rezara lo que le fuera interesado. Y que este templo sea punto de reunión de cuantas gentes haya y cuantos credos profesen.

-Señores por favor, no armen jaleo es la casa de Altisimo, tenga el nombre que tenga,- callo mirando a los señores,- tengamos respeto y hablemos, si quieren, creo que podremos convivir, o eso es mi pensar.

Dijo esperando algún exabrupto,- Espero que podamos convivir las dos Religiones y llegar a un acuerdo de que hora tenemos cada uno para poder realizar nuestras plegarias.

Amarrada había sido "La mora I" en puerto burgalés. La Reina regresaba a la capital para reencontrarse con Yimi y la peña. La noticia de la primera mezquita como templo principal en una villa de realengo se difundiría rápidamente, así que debía pasar antes por allí y asegurarse de que su seguridad estuviera garantizada.

Hicieron un alto los de la comitiva, integrada por ella y su fiel Patinete, frente a la casa del Altísimo. Se lavó las manos y los pies antes de ingresar y ver como algunos vecinos rodeaban a Yunna, que llamaba a la calma y a la comprensión. No hablan de amistad, se dijo y depositando una mano en el hombro de la mora intentó transmitirle algo de paz: Salam Aleikum, hermana.

Iba a dar una respuesta más que airada a aquella mujer que le había invadido su puesto de negocios cuando de pronto, se abrieron las puertas, un feligrés que se une a la fiesta pensó sardónico el de la Barca, pero cuando escuchó aproximarse, y fue reconociendo a la recien llegada, mucho esfuerzo tuvo que hacer para no empalidecer o parecer aminalado. Se inclinó ante la Reina y esperó a que terminara de saludar;

-Lo que estas buenas gentes dicen y reclaman, es que no se puede invadir un templo aristotélico para realizar prácticas no aristotélicas, nunca se ha dado, no está recogido en los estatutos y cuenta como profanación, el Concordato de Castilla reconoce la libertad de las religiones, la aristotélica tiene tanto derecho como el averroísmo a tener un templo, no a verse comprometida en su espacio, ¿Por qué los orantes aristotélicos han de ver como los practicantes averroístas realizan sus rezos? No queda bien, no es apropiado.

Había abandonado el tono amenazante, tocaba transformarse otra vez, no por nada la reina era averroísta.

Yunna sintió la mano en el hombro y al ver quien era, antes de hacerla la inclinación correspondiente, sintió una paz tranquilizadora, sonrió y vio la transformación tan llamativa que el hombre habia desarrollado, de amenazante a un tono mas amable.

Sin hacer mas aprecio a las palabras miro a su majestad, haciéndola la inclinación correspondiente.-Su majestad se que como han sido los hechos no son los idóneos, pero nuestra palabra se oirá, e intentare que la convivencia sea lo mas afectiva, que pueda,- la decía mientras esperaba algún reproche de su maestro, pero al ver que no había ningún reproche ni es su mirada.

-Su majestad, tendríamos que hablar si le parece después de los rezos podríamos hablar?,- la preguntaba esperando que la guiara.

Deli bajo del campanario, desde que entrara con su Dama en aquella iglesia, siempre le había llamado la atención aquellas campanas, aquellas, y las de cualquier iglesia, en sonido, la fuerza y el tañir de las mismas, avisando a todos los aldeanos cuando cosas importantes sucedían. llamadas a la oración, posibles invasiones, coronaciones.....
Bajo corriendo de la misma escuchando la algarabía de la calle.

Yunna.... - La busco dentro de la cruceta central, donde solía preparar los sermones. a lo lejos diviso la puerta abierta y sin pensarlo dos veces salio corriendo para ver que sucedía.

La imagen era desoladora, un grupo de exaltados vecinos queriendo prender a la pobre Yunna. Escucho con atención la exposición de los mismos y guardo silencio, cuando estos hubieron terminado se posiciono detrás de su esposa saludando a ambas - Salam Aleikum hermanas.

Miro a los presenten y no quito ojo de aquel que parecía el cabecilla del grupo - Si bien tengo entendido, Señor......Asdrubal?! - guardo dos segundos de silencio - Nadie invadió este templo - Dijo volviendo la cara hacia la imponente puerta - Si bien es cierto que estaba abandonado.

Tiene un cura?? - pregunto sarcástico - Póngalo!!
No lo tiene?? - Miro fijamente al mismo - Búsquelo!! - Alzo la voz para que todos le pudieran escuchar - No venimos ha invadir su iglesia, pero mientras tanto los moros aquí presentes cuidaremos del mismo, y creo que las dos hermanas aquí presentes como yo, estaremos encantados de que nos acompañen en la celebración del domingo. - Miro al resto de los presentes - No creo que sea tan difícil convivir en el mismo pueblo. Para nosotros nunca ha sido un problema.

Bajo la voz para que solo Asdrubal le escuchara - Espero que tenga la suficiente educación como buen castellano, como para saber como tratar a estas damas.

Se levanto temprano, miro a Deli dandole un beso,- te espero en la mezquita- le dijo en el oído, viendo como se desperazaba, mientras se vestía,se fue hacia la parroquia-mezquita subiendo al campanario al no tener aun su minarete, se asomo a el y empezó hacer llamada a la oración, cuando termino la llamada, bajo a la sala, lavándose las manos hacia los codos, pasando por la cabeza y se dispuso a decir las palabras.

Después de pronunciar justo después de iniciar la oración y que tiene por objeto informar precisamente de que la oración ha empezado. Vio como la gente iba entrando.

Se dispuso ha realizar la primera oración de la mañana





Termino los rezos, esperando que todos las partes estuvieran contentos, miro a lo lejos a Deli, sintiéndose apoyada.

En cuanto se enteraron en el barrio de la morería sobre la ocupación averroísta urgente la enviaron a buscar noticias frescas del asunto...no eran muy confiables los chimentos a la hora de lavar trapos a la orilla del río.

Rodeó la iglesia buscando algún lugar de fácil acceso ya que en la puerta principal se veía un tumulto de personas y bajo ningún concepto eso podía significar algo bueno. La consideraban buena trepadora, o quizás eso le decían para que subiera a los árboles más altos y fuera ella quien proveyese a todos de los frutos más dulces y maduros; la niña trepó la muralla sin muchas complicaciones y se adentró en la Iglesia, no le costó mucho pasar desapercibida, ladronzuela en ocasiones sabía buscar escondites y acomodar su menuda figura en ellos para esconderse de enfadados perseguidores, con más razón en esa ocasión lograría no ser descubierta, nada le apuraba ni pisaba la sombra.

Disimuladamente estiró su cabeza desde detrás de unas cortinas, un grupo de personas hablaban a los gritos, se los podía notar muy enfadados, hasta que la llegada de una mujer de calmó a las fieras simplemente deseándoles la paz...

La morita disfrutaba aquella escena le agradaba la idea de observar a los suyos por primera vez en multitud.. habían conseguido un gran triunfo tal como las lavanderas les habían contado en el río, debía de inmediato llevar la gran noticia fuera de la ciudad para atraer a los fieles hacia la puerta de la nueva mezquita.

La joven imán entro a su llamada para el rezo, - El Único es el Creador de todas las cosas. Averroes es el Anunciador, el que lo reveló. En nombre del Clemente, que las bendiciones y los saludos sobre los Hombres se difundan en la palabra de Averroes. Altísimo, guía a los Fieles para encontrar la salvación. -comenzó de forma protocolaria sus rezos.- Clemente, te lo ruego... En estos tiempos que corren, en esta cruzada que parece que algunos aristotélicos emprenden contra la comunidad averroísta castellana, ayúdanos tú que todo lo puedes. Danos la paciencia y la sabiduría para no cometer errores y actuar de forma acorde a las enseñanzas de Averroes. Ayúdanos a tus fieles y a los que nos apoyan, a pesar de que no todos nuestros amigos compartan nuestras creencias, ayuda a los castellanos de noble corazón independientemente de sus creencias y proporcionarnos la voluntad necesaria para poder hacer frente a lo que venga, en la defensa de esta tierra que amamos y por la que luchamos. Ayuda a nuestros hermanos, devota en sus creencias a que sus propósitos sean cumplidos y a que no cese en sus esfuerzos de conseguir algún día lo que tanto merece, aunque primero venga la derrota. - Calló unos segundos antes de continuar con sus oraciones, esperando no dejarse nada en el olvido. - Protege a aquellos que amo, y si su destino es caer en la batalla y abandonar antes de tiempo su cuerpo terrenal, guíales al Jardín de las Delicias si su corazón es bueno, aunque desconozcan la fé verdadera.

Descansó unos segundos concentrada y manteniendo sus brazos en el alto, antes de terminar su oración.

- "El Único es la razón, el Único es la razón, el Único es la razón. Alabado sea quien puso todo esto a nuestro servicio mientras que nosotros mismos no podríamos haberlo alcanzado. Sí, nosotros nos volvemos hacia Ti. Clemente, te pido la posesión del bien y de la piedad en este viaje, acortar este trayecto. El Clemente es mi compañero en el viaje, el guía para mi familia. Único, busco sin duda tu protección contra las dificultades del viaje, contra la vista triste, contra todo mal destino en mi familia. Somos los resucitados, los arrepentidos, los adoradores y al Único enviamos nuestras alabanzas." - y tras haber pedido por su viaje, concluyó sus rezos. - "El Misericordioso es el Creador de todas las cosas. Averroes es el Anunciador, el que lo reveló. En nombre del Clemente y de Averroes, Único, inspirarme tu razón."

Termino el rezo, esperando que sus hermanos las siguiera.

En voz alta recordó los 7 pilares :



Y volvió haber un nuevo silencio.

Picado por la curiosidad, hice acopio de valor y volví a la Iglesia Mayor a la hora de la misa de esos herejes, infieles o como se llamasen. Con la cabeza tapada con un trozo de tela que encontré en el prado del cementerio, a modo de capucha y rezando para que no hubiese pertenecido a un difunto de enfermedad contagiosa, pues a uno no muy preocupado por la limpieza de seguro que sí, entré en la iglesia a poco de empezada la celebración. Dije picado por la curiosidad, pues en Aranda no había tenido oportunidad de oír predicar a nadie que no fuese de la fe aristotélica, pero no era solo curiosidad religiosa. Por el camino hube de confesarme a mí mismo que también estaba interesado en saber si los aristotélicos intentarían que la iglesia cambiase de manos otra vez. Y ahondando en el examen de conciencia, descubrí que también estaba deseando ver otra vez a la reina. El día anterior la había visto muy de refilón y apenas un momento antes de huir del lugar en prevención de que las espadas de la Guardia Real quisiesen restablecer el orden a costa de cortar alguna lengua. Otra cosa que en Aranda tampoco había visto, una reina de carne y hueso, en todo su esplendor. Sin lugar a dudas, venirse a Pucela era tan provechoso para un mozo de mis años como para un mendigo encontrarse dos maravedíes el día de su muerte: es como avanzar cien años de golpe, en mi caso en la vida y en el otro..., bueno, he leído que también avanza en lo suyo.

Como dije, entré en la iglesia encapuchado, pues habíanme aconsejado que me mantuviese alejado de esta iglesia, pero como soy de natural orgulloso y el orgullo lleva a la desobediencia por caminos que...., bueno, también soy muy de irme por las ramas. Resumiendo, púseme cabe una puerta lateral y a resguardo de un pilar que imitaba una enredadera que trepaba por la pared. Mientras escarbaba con el dedo en la argamasa de una junta de los sillares, no dejaba de mirar a mi alrededor buscando gente conocida pero no vi rastro de los caballeros que tan encolerizados pretendían expulsar a los infieles de la iglesia y llegando al final de la misa, de la que no me había enterado de nada (¿quién será Clemente?), fuime sosegando, pues había llegado sujetándome el corazón dentro de la boca con las dos manos y a punto de escupirlo. Tampoco vi a la reina, con lo que había perdido casi los tres triunfos que traía para jugar, por lo que decidí prestar un poco de atención a las palabras de la predicadora o lo que fuese aquella mujer que hablaba, por ver si acaso podía cazar la última baza.

Recitó lo que dijo que eran los siete pilares y estos, que los entendí cabalmente, o al menos eso creí, pareciéronme justísimos y sin resquicios en los que meter el dedo y no como aquel en el que me sostenía. Y estúveme un rato pensando que verían de malo los aristotélicos en esta gente que lo único que querían era ser buenas personas y ayudar a los demás, pero como por más vueltas que le daba no lo entendía, acordé conmigo mismo preguntarle a cualquier cura que encontrase. En estas estaba cuando dime cuenta de que se había acabado el oficio y casi todo el mundo había salido ya.

Acarreó a cuanto vecino se encontrara en su camino del barrio de la morería, el llamado a una de las oraciones diarias ya había sonado desde dentro de las murallas y la niña deseaba llegar a tiempo al nuevo recinto para dejar de una vez por todas de elevar sus plegarias desde su casucha y así acercarse más al Único creador de todo lo que se vé.

El oficio había comenzado, podía percibir que las palabras de la hermana mayor repercutían en los oídos de sus vecinos muy gratamente, todos escuchaban atentamente y se dirigían miradas entre si asintiendo, Halima podía entender que los vecinos aceptaban aquel nuevo sitio de oración, ella estaba más preocupada en observar los rostros de los presentes que en reflexionar sobre las enseñanzas del profeta. Cruzó por su vista un rostro que ingresaba a la mezquita, era extraño no por el rostro, sino que la mirada de aquel sujeto denotaba demasiada reflexión, cosa que no era para nada normal entre los moros que ella conocía; lo vió acercarse e incorporarse al gentío dispuesto a escuchar la palabra de Avérroes, realmente también se lo veía atento escuchando a la hermana.

Culminado el oficio las personas se ponían de pie y la mayoría se alejaba para retornar a sus quehaceres, otros por el contrario rodeaban a Yunna acaparando la atención de la mujer y aturdiéndola con griteríos varios...más Halima se acercó al encapuchado y con un tono algo brusco para una chiquilla de 10 años le increpó.

-¿Acaso usted viene a buscar pleito aquí? Me he dado cuenta que no es de los nuestros, no hace falta ser demasiado despierto para descubrir que es un aristotélico que escapa al agua.- La jovencita casi metro debajo de la cabeza del hombre lo observaba de arriba hacia abajo poniendo énfasis en las manos no recientemente lavadas del caballero. - Un hombre aferrado a la fé verdadera sabría que al ingresar a la mezquita debe realizar las abluciones correspondientes- Le señaló- Allí se encuentra la fuente de abluciones, y yo lo vi ingresar sin realizar el ritual...dígame señor, a que ha venido a la mezquita?- Nuevamente endureció la voz.- Si no me lo dice gritaré y llamaré a la hermana Yunna y de seguro ella lamará a los guardias y usted se verá en graves aprietos.-

Me iba a marchar, cuando púsoseme en la faz una niña, de no más de a lustro la pierna, a baladrar en ese tono que a mí me descompone tanto y que solo la endeblez de mis quince años impide que me lance al cuello de quien sea. Pero esta era una niña, por lo que, aunque la superase en fuerza, haríame flaco favor, a mí que soy pulgas, darle un mojicón que era lo que mejor se me ponía en gusto.

- Calla, muchacha, -le dije casi susurrando para no armar más alboroto, pues ya la gente nos principiaba a poner ojos encima- estamos en sagrado. No grites. ¿No tienes respeto por nada?

Era averroísta, no me cabía duda, una fiel de la predicadora. No había más que verla, tan pulcra. Aun así, parecióme que se había olvidado de, al menos, cuatro o cinco de los pilares que acababa de escuchar. Casi me dio la risa, imaginándomela desmoronarse por falta de apoyos.

-¿Acaso no es esta la Iglesia Mayor de Burgos? Tengo tanto derecho como el que más hubiere a estar aquí. Y no soy aristotélico, bueno, quiero decir, ... que no estoy bautizado. Y no busco ningún pleito, solo busco... no sé. Algo de ....

¿Pero por qué tenía que darle explicaciones a esa mocosa apenas descalostrada? Estaba en Burgos, solo, sin familia, sin amos, .... sin protección de nadie, pensé; y suavicé el tono con la chiquilla, pues no sabía quién era, de seguro tendría más amigos que yo y no hacía falta ser obispo para conocer de qué bando se vendría la gente en caso de disputa. Quitéme el trapo que llevaba como capucha.

- Disimulad, muchacha, mi ignorancia, que soy mozo, solo sentía curiosidad. Os ruego que me dispenséis si os he desairado. Ya me voy.

Y con las mismas me di la vuelta para salir.