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[RP] En el Salón De Ángeles

Ederne_bp


Escucho a la joven y paseo la vista por el salón, quedaban muchos, aun, a quienes llamar. Observo a Driade, presente en la sala orgullosa por su hija y creyó ver esta tenía los ojos vidriosos por alguna lagrimita que pretendía salir.

Se acerco a tomar el pergamino y dejo su espada sobre la mesa mientras se encamina hacia candela - Levantaos, pues, ahora como dama caballero del Reino de Valencia. Y si rompéis el juramento que habéis pronunciado y que hoy nos liga ante Dios y ante los hombres, que la justicia de los hombres os persiga y la justicia de Dios os condene. – ayudo a levantarse a la dama, tomándola por los brazos y la miro a los ojos -

Candela de Budapest, Nuestra leal, recibid este pergamino en el que se plasma en letras de vuestro nuevo nacimiento.- se lo entrego y le beso las mejillas, como había hecho con las anteriores damas. Al acercarse sonrió y susurro a su oído- os felicito preciosa, prestad atención, pues así como vuestra madre se siente orgullosa de vos, vos tendréis que sentiros siempre orgullosa de ella.

La dejo marchar y se quedo mirando un momento a quien llamaría a su presencia esta vez. Sus ojos se detuvieron en la presencia del Borja que tenía su cabeza ladeada en real señal que pronto dormiría y escuchar sus ronquidos era lo último que la Berasategui necesitaba.

Se acerco a la mesita y tomo su espada, volvió a mirar la copa y la vio medio vacia – tomo la jarra con vino y lleno su copa, mientras este proceso se hacia se dirigió a los presentes. - Espero no os estéis aburriendo eh - sonrio y bebió un largo trago de vino.
Dejo la copa sobre la mesa y tomo la espada resuelta.

Llamo a nuestra presencia a Nicolás Borja – dijo solo eso y espero a que este se presentara ante ella.

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Candela_de_budapest


No salia de su felicidad, cuando la Regente le ayudo a levantarse y le entrego el pergamino, sonriendo a la Regente escucho sus sabias palabras, que respondió.

Gracias, Su majestad.

y camino con sus jos llenos de alegria hacia donde se encontraba su madre, al llegar escucho las palabras de su madre y le dio un beso en la mejilla y le susurro.

Te quiero muchisimo madre..


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Nicolino


-Llamo a nuestra presencia a Nicolás Borja-dijo la Regente, y a él se le heló la sangre al ver la espada en sus manos.

¿Era aquello, mitad de ceremonia?¿Por qué tenía esa mirada?

El Borja tenía un mal presentimiento. Tragó saliva. Avanzó.

En su mente resonaba una extraña canción...

Se arrodilló, y miró, con cara de cordero degollado, a su Regente, que adoptaba la posición más familiar a la de un verdugo que jamás haya visto.

Nadie dijo que ser divorciado fuera fácil. ¿Pero a él si le iban a cortar la cabeza, y no al que la miraba lujuriosamente?¡Injusticias del mundo!

-Eh...¿Majestad?-dijo en un hilo de voz...

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Ederne_bp


Así quería tenerlo - ¿Cuánto tiempo había soñado con verlo de rodillas frente a ella? – en silencio se paseo a su alrededor, con la espada en su mano, pensando y disfrutando de aquella oportunidad. Giro por su espalda y puso el filo de la espada en el cuello del Borja. Lo deslizo suavemente con un leve roce de la punta desafilada.

Si bien la espada se veía impecable y con un brillo sobrenatural, era sabido por ella (que había intentado usar con anterioridad el filoso instrumento en otros… cuellos) que aquella espada no era llevada al herrero desde hacia eones.

Suspiro ante ese recuerdo y termino de girar para encontrarse con el rostro del Borja. Con la punta de la espada le elevo el rostro para que este le mirara. En ambos había desafío, mezcla de odio y amor, por el momento que se les daba. Uno que le miraba con cierta suplica y otra que le miraba con desdén.

No sabéis cuanto he esperado para teneros en esta circunstancia, padre Nicolás – medio sonrió - os daré un consejo, Borja – se acerco a su rostro y le susurro – Gobernador que se duerme… - le miro a los ojos y agrego - ¿vos no querríais perderos el resto de ennoblecimientos de vuestros vecinos valencianos, no es así? – miro a los presentes – ni vosotros perderos cuando ruede la cabeza del Borja, lo sé – enderezo su cuerpo y acomodo su vestido - manteneos despierto Nicolás, - iba a despedirlo, quería realmente que aquella espada tuviera filo.

Elevo la espada, quizás si le daba fuerte al cuello... podría cercenárselo de un solo golpe, o tal vez le provocaría tan conmoción que lo mataría en forma lenta. Cerró los ojos, aun con la espada en alto y sopeso todo el daño que le había echo a ella y todo el bien que venía trayendo al reino.

Su trabajo incansable con italianos, albaneses (aun cuando muchos otros decían había vendido a valencia a extranjeros) ella reconocía en el Borja un trabajo de joyería respecto a la deuda valenciana. No solo había logrado bajar considerablemente el desabastecimiento en valencia, sino que había conseguido buenos tratados para valencia, siendo respetada por otras naciones que ahora veían en este reino un nuevo comenzar, un lugar digno para vivir.

Así también, había trabajado día y noche y bien sabia ella que el Borja había preferido su trabajo de gobernador a su propia familia, todo por cumplir con su reino, conocía sus ambiciones, pero también había visto una entrega de poder al poner dichos títulos y cargos en sus manos cuando se había equivocado. Si, el Borja con los años, había aprendido a reconocer sus errores.

Si alguien iba a hablar mal de aquel hombre lo haría de todas maneras, pero aun así, ninguno podría dejar de reconocer que el Borja era el más trabajador valenciano. Digno de imitación por muchos.

Abrió los ojos, ahí estaba el, mirando al frente, esperando la resolución de la regente.

Bajo la espada hasta el cuello del Borja y pregunto - Nicolás Borja, sois uno de los más leales vasallos del reino, y nos no puede tapar el sol con un dedo ante la verdad – descanso la espada en el suelo, con pesar y suspiro nuevamente - aun a vuestro pesar y siendo consciente que me rendiréis vasallaje a mí, vuestra regente,¿ deseáis formar parte de los leales vasallos o…?
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Enriique


¿O que? El secretario real estaba a la expectativa de aquel momento, ¿sería que por fin se cumpliría el deseo de la Regente? No lo sabía. Se persignó mientras que buscaba el sitio idóneo para respirar aire, no podía beber más vino del que ya había bebido (aunque solo fuesen dos copas), pues sabía que aquello sería caer en la gula. Miro al Borja, la expresión en su cara parecía ser "aterrada", aunque sabía que aquel no sería el momento predestinado para morir a fuerza de espada, y mucho menos en manos de la Regente valenciana.
El Legrat, siempre atento a todo, apoyabáse en la mesa donde estaban todos los pliegues de pergamino, como si esperase que le dijesen cual habría de pasar. La Regente poco había solicitado de su asistencia, pero seguía firme, al lado de la mesita de ébano, sosteniéndose para no caerse ante algún desajustado e inesperado suceso... ¡Quisiera Dios no se mancharán los tapetes de la Real Sala! Lo pensaba y se llevaba la mano a la cara; no negaría que el Borja era como un hermano para él.

Nuevamente, y como si fuese una anormal manía, se persignó. Los otros nobles estaban expectantes, miradas fijas en la Regente y en el otrora Marqués de Gandía, ¿que pasaría? ¿correría sangre finalmente?.
Con un ademán solicitó a uno de los ujieres le dispensase una copa de agua, necesitaba refrescar su cansada y seca garganta.
Ni una palabra. Ni un suspiro. Ni el viento mismo se dignaba a soplar.


- ¡Madre del Amor hermoso! ¡Ay Dios mío! ¡Ay Dios mío! - ligero y silencioso cuchicheo del valenciano, que se escondía tras los pliegues de su sotana para ocultar el "nerviosismo" - ¡Que si lo matan no diré que estuve aquí! Ya diré a Alonso que aliste maletas...

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Candela_de_budapest


Aquella situación salia de todo lo que la joven Candela podía imaginar, desde su lugar observaba atónita como su tío postizo nervioso quería desaparecer inútilmente bajo la sotana. Notaba como si la Regente disfrutaba el momento, no podía ver el rostro del gobernador pero ella se lo imaginaba nervioso, o quizás también disfrutaba de la situación.

¡¡Lo va a degollar!! pensó. cuando escucho a la regente decir sus palabras.

O que??se pregunto en silencio...

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Nicolino


Ante las miradas sorprendidas de las personas que asistían a la ceremonia, ante el silencio generalizado, ante aquella ruptura con el protocolo estricto en una muestra de independencia del poder real respecto de la tradición instaurada durante los reinados anteriores...el Borja se sentía confundido.

Y le resultó extraño haber perdido la claridad en el discernimiento. ¿Por qué se saltaba el orden de la ceremonia, por qué le hacía arrodillarse ante ella, porque había sentido el frío acero en su cuello, y ahora, era enaltecido, llamado a ser parte de los vasallos del Reino?¿Aquello había estado previamente planificado?¿Habría esperado la Berasategui ese momento durante mucho tiempo, o era simplemente un capricho surgido del vino que bebía quizás con demasiada liviandad?

¿Acaso quería demostrar que incluso podía infundir temor en el corazón de sus nobles más insignes, y si fuera necesario, del propio Gobernador, quien a pesar de haber sido su amante no tenía siquiera así su destino asegurado? Era, cuanto menos, anecdótico, y el de Gandía, de ser ascendido, lo hubiera esperando con pompa y honores, no tras aquello.

Pero la confusión no le había permitido ofenderse o considerarlo una vejación, o reclamar que la Regente sería quien a él debería jurarle lealtad, sometiéndose a su ambición. Simplemente, como cualquier persona con una espada al cuello que aún no quería morir, obedeció.

Y no terminó de entender, cuando golpeó a él la sorpresa, llamando a ser formado parte de la nobleza, otra vez. Sus manos, sudaban.

-Deseo, Majestad, volver a formar parte de los vasallos del Reino, honrando los vínculos que a él me han unido...

"Honrando los vínculos que a él me han unido". Sonrió. Aquello sí era un desafío. Uno sutil. Recordó de qué forma, Rose de Valencia, había planeado atarle definitivamente al Reino, y de qué forma funcionó. Pero eso solo lo sabía ella.

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Ederne_bp


Escucho al Borja y aunque se sentía triunfante por tenerle de rodillas en su presencia, no logro esbozar ninguna sonrisa. No lograba sentirse feliz del todo, jamás podría disfrutar si no corría sangre entre ambos.

Recordó que cuando había elegido su nombre, solo unas semanas atrás, fue a conciencia de que ante la humillación que le haría pasar, este no aceptaría, sabia del orgullo del de Gandía y que este se negaría en rotundo a servirle vasallaje. La guerra que se había declarado hacia tanto tiempo atrás entre ambos, por la humillación que la Berasategui sentía ante la traición de Nicolás, no se aplacaba con el paso de los años, por el contrario se acentuaba cada día mas. Ella… aun le odiaba por aquello, sobre todo desde que se había enterado del último acontecimiento que venía a poner todas las distancias posibles entre ella y el clérigo que profesaba ser el Borja. Aquella noticia que aun esperaba confirmaran sus espías y que quizás ni siquiera el propio Nicolás conocía del todo. Lo odiaba. Mas traiciones a un amor que ella creyó seria para toda la vida.

Cerró los ojos y paso la espada por sobre los hombros del Borja, pronuncio sus palabras con cuidado y fuerte para que se escuchase en todo el reino. - Que sea conocido por todos que Yo, Ederne Berasategui i Pern, Hija de nuestra madre Rose I de Valencia, Infanta y Regente del Reino. – levanto nuevamente con la punta de la espada el rostro del Borja y lo dirigió hacia su mirada. - Otorgo a vos Nicolás Borja D’Agnillo, el título de Duque de Gandía. – Hizo una pausa y suspiro - Jurad, pues, ahora vuestros votos de vasallo. – bajo la espada y le mantuvo la mirada al Borja. No sonrió, no se sentía feliz, aun así, lo había ennoblecido, pues no podía negar que el hombre que tenía en frente había trabajado tan arduamente, que se lo merecía. Aun se preguntaba si existían los milagros que hicieran que el perdiera el habla y no pudiese decir sus votos, o si un impulso de su brazo le degollaría en ese preciso momento.

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Driade.de.budapest


El rostro de Ederne tenia un gesto muy duro....y no le gusto la forma en que miraba al que otrora fuese su gran amor....esa escena estaba haciendo que un frio le recorriera la espalda....
Aunque al escucharla ennoblecer a Nicolas, un poco de tranquilidad apaciguo sus pensamientos.....pero no estaba del todo convencida de que estuviera haciendo a gusto lo que hacia.
Bien sabido era el arduo trabajo del Gobernador....y merecido su ennoblecimiento....pero el rostro de S.M. que ella veia e frente....mostraba claramente otra cosa.

por Aristoteles!! como tanto amor puede convertirse en tanto odio!! Y yo que tenia la esperanza de que Nico abandonara los habitos y reconquistara a su amada..... Esta visto que los finales rosas no van con esta pareja donde el amor y el odio se disputan el primer puesto. Andaya Eder!! lo tienes arrodillado a tus pies!! ablanda tu corazón!! Y tu Nicolas....deja el orgullo de lado y mírala a los ojos. Yo se que se aman....presiento que así es....dejen de infringirse dolor!!!

pensaba Driade....haciendo votos porque esto sucediera.....
Mientras....veia que Eder posaba peligrosamente la imponente espada en la barbilla de Nicolas y lo obligaba a mirarla....

No!! Ayyy....nooo...por el Altísimo....no lo hagas!!!

pensó Driade mientras sin querer apretaba fuertemente la mano de su hija que también miraba la escena con carita de susto....
Pero luego escucho las palabras de la Regente.....y la calma (no mucha por cierto) volvió al pecho de Misbu.
Primer paso dado.....ahora a ver la reaccion del de Gandia.

Joer!! ...que una no gana para sustos aqui!!

dijo en un susurro a Candela....a su Mosen Candela


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Evin



Evin estaba atenta a todos los acontecimientos. Muy muy atenta. Y aunque seguía dibujándose una sonrisa en su rostro, esta no era la espontánea habitual. No se contagiaba. Seguramente los que no la conocieran no notarían el sutil cambio.
Desde que la Regente comenzó los nombramientos su expresión era eso. Y lo que indicaba es que la joven estaba enfrascada en profundas reflexiones internas que ya nada tenían que ver con los adornos florales y mucho con lo que allí acontecía.
Tampoco es que fuera de extrañar tal actitud, ella no era habitual ni de aquellos lugares, ni de aquellas compañías ni mucho menos, de aquellos actos. Y había que reconocer que el ambiente generalizado era cuanto menos raro y bastante tenso.

Pero sí había algo conocido en aquél extraño entorno, la mano de Luca sosteniendo la suya con seguridad, con reconfortante seguridad.
Si estaba intrigada, nerviosa, asustado o disgustada, no se transmitía nada en su rostro más que esa máscara de sonrisa educada y complaciente. Bien podía ser a causa de la fría sangre albanesa que recorría sus venas, o a causa de aquella mano. Pero ni siquiera se la vio pestañear a destiempo.


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Luca_verona


Luca apresaba la mano de la albanesa con empeño, sin dudar y sin dejar de atener a la ceremonia, que se extendía más allá de lo que hubiese esperado, sobretodo porque aún no sabía qué hacía allí.

Pero todo buen rato con la alcaldesa de Denia era digno de aprovechar, por lo que no rechistó ni protestó.

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Alysa_hawke


Tras ver todo lo que sucedía, Alysa se quedaba mas tranquila y el miedo le pasaba para suerte de su primo que sino en un descuido lo dejaba sin brazo. Pero mientras iba su Alteza llamando a cada presente allí, el nombre de su primo sonó Nicolás y el acercarse hizó que el miedo volviera a Alysa.

- ohh... que lo quiere matar. - decía apra sus adentros, mientras miraba con miedo aquel acontecimiento. Mientras que apretaba con miedo su pañuelo.

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Aleida


Las personas pasaban ante la Regente. Muchos ennoblecimientos bien merecidos se estaban dando en aquel lugar. La joven callada en su asiento, aplaudía sin parar ante todas las eventualidades. Era bien sabido que todas las personas allí se merecían titulos, por la cantidad de cosas que hicieron por el reino y que, ella lo sabía muy bien, seguirían haciendo. Estaba inmensamente feliz de ver esas personas de plena confianza, trabajando unidas a pesar de varias diferencias. Pues en Valencia había unión, una cosa que desde la muerte de Rose había faltado y que volvía a sentirse entre las calles del Reino.

Pasaban todos, hasta que tocó el turno tan esperado. El de su padre.

Veía la cara de su madre, implacable. ¿Qué estaría pensando? La situación de ellos dos era verdaderamente mala. Ella no entendía donde había quedado todo el amor que se tenían, cuando ella aún era una niña y era testigo de la pasión que se sentían el uno por el otro.

Sabía que el amor seguiría ahí intacto, solamente había que volver a hacer nacer la chispa, ella se encargaría de ello. Pero... en el Salón de los Ángeles todo se complicó por un momento. Sin siquiera esperarlo, la espada de su madre le rozó el cuello a su padre. Aleida comenzó a transpirar, ¡Por Aristóteles era su bendito padre! Lo mataría en frente de todos, en frente de su propia hija.

¿Debía intervenir? ¿De que sería capaz su madre nublada por el odio y el engaño de aquel? Suspiró y amagó a levantarse para parar aquella situación, cuando escuchó...

Otorgo a vos Nicolás Borja D’Agnillo, el título de Duque de Gandía.- Todo volvió a la normalidad, y ella se relajó. Suerte que no intervino antes, habría sido una verguenza. Inmensamente feliz por su padre y viendo como a su madre le costaba, ella río fuerte y aplaudió. Se lo merecía, claro que sí. Ese hombre sería un gran Duque.

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Nicolino


Nicolás alzó la mirada. Y se encontró con que la Regente sólo imponía distancias con un gesto frío e impersonal. ¿O quizás era resentimiento?¿Le guardaba, acaso, algún rencor que él aún no había descifrado, otro más, a sumarse a la lista de desencantos matrimoniales, y a una ya complicada existencia?.

El Gobernador intentó ignorarlo, mas no pudo. Aún habiendo recibido aquel honor que siempre había esperado, se sentía vacío. A pesar de poseer ahora la corona ducal, y haber restaurado Gandía al esplendor que la historia le tenía destinado...¿Qué era aquello, con un Palacio vacío, y el desprecio de la Regente?. Pero lo ignoró. Mutiló aquella emoción, e intentó llenarla con el consuelo de tener lo que tanto había querido.

Y quería que aquel toque de espada hubiera sido hace mucho tiempo, de hecho. Recordó que quizás con razón, la anterior Reina había pensado que era como todos los demás. Pero bien. Alzó la mirada hacia Ederne, y pronunció, tal como la ceremonia imponía:

-Yo, Nicolás Borja, acepto con orgullo y humildad el titulo de Duque de Gandía que me conferís y juro por mi fe, por conciencia y por mi honor que os seré fiel a Vos, a vuestra casa y a todos nuestros sucesores y a nuestro amado Reino, así como prometo acudir a vos cuando me llaméis contra todo aquel que osare perjudicar vuestro nombre o vuestros dominios. Es esta mi voluntad, y así la cumpliré hasta el fin de mis días o hasta que vos me liberéis de este otro juramento también.


La variación era, también, prácticamente irreconocible. Sus herederos. Y el reproche de aquel que ya se había visto librado de otro juramento que duraba para toda la eternidad...miró su mano...se preguntaba si aún lo llevaría...

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Ederne_bp


Dejo caer el brazo que sostenía su espada y que afirmaba aun la barbilla del Borja, ya estaba todo escrito, él le había mantenido la mirada, quizás desafiándole, quizás porque sabía que no era capaz de enterrarle la espada en el cuello y ver como se desangraba y corría por el salón la sangre de aquel a quien tanto había amado.

Se giro, despejándose de todos esos pensamientos - ya todo está hecho - se dijo en silencio. Tomo el pergamino que correspondía al Borja y volvió a su puesto. Frente a él. - Levantaos, pues, ahora como Duque de Gandia. Y si rompéis el juramento que habéis pronunciado y que hoy nos liga ante Dios y ante los hombres, que la justicia de los hombres os persiga y la justicia de Dios os condene. – Hizo una pausa y agrego - y mi espada os corte el cuello.

Mientras el nuevo Duque se ponía de pie, la infanta prosiguió, con tono de voz neutro – Nicolás Borja, leal del reino de Valencia, recibid este pergamino - le puso con fuerza el titulo en los brazos y lo miro mientras acababa de hablar - en el que se plasma en letras de vuestro nuevo nacimiento – luego se acerco a él y le beso. Solo toco sus labios con los propios sin poder evitar plasmar en el odio y amor retenidos. Antes de alejarse le susurro como a todos los que habían pasado antes que él – cuidad vuestro cuello, Nicolás… pero no de mi espada, sino de los que os visten como clérigo… ellos, harán el trabajo por mi - se alejo y sin volver a mirar sus ojos dijo a los presentes.

Llamo a mi presencia a Driade de Budapest Alzaga Unzué para preguntarle si desea formar parte de los vasallos del reino

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