Vibora
Mientras los castellanos se saludaban y apuntillaban verbalmente esperando la llegada del rey, en la Casa de los Guzmán, aún no habían salido hacia la ceremonia.
- Adii, cari, ¿te queda mucho?, mira que el carruaje ya está listo, a Erik le hemos colocado las blondas y volantes y le van a durar poco.- se quejaba el duque.
- ¡Ay, no agobies!- Adii, sentada delante de un gran espejo daba órdenes a las sirvientas de dónde tenía que ir cada aceite y cada polvo... de maquillaje, naturalmente- Se trata de la coronación de Asta, que lo conocemos desde hace años, ¿no querrás que vaya de cualquier manera?
- Pero si tú estás resplandeciente vayas como vayas. Y vamos a pillar atasco en la VA-30, que ya sabes que ahora cualquier maestrillo lleva un carruaje digno de un príncipe y si llegamos los últimos a saber dónde tienen que aparcar el nuestro.
- Ah, pues tira de influencias. ¿No eres duque, vizconde, señor, par y todo eso que te gusta tanto repetir? ¿Y no has sido Secretario Real, Condestable, Gobernador y no sé cuántas más cosas? Pues mueve influencias y que nos dejen en la mismísima puerta, no se me vayan a ensuciar de polvo los zapatos tan maravillosos que llevo.
- ¿Qué zapatos?- el de Sanlúcar miró y sólo vio vestido hasta el suelo- si no se ven.
- Ah, pero yo sé que están ahí y me siento más guapa y elegante. Con eso basta. Y, venga, id subiendo al carruaje el niño y tú, que yo bajo enseguida.
El duque de Alcalá bajó refunfuñando y maldiciendo entre dientes.
- Papá, yo no aguanto...- Erik calló al ver la cara de disgusto de su padre, adivinando que no era el momento para quejas sobre esa ropa tan incómoda.
- Erik, al carruaje y te dejas la ropa quieta o te confisco el arco y la espada un mes entero.
- Cariiiiii- la voz de Adii surgió de lo alto de la escalera- deja al niño en paz, no lo pagues con él o esta noche no tienes postre.
La verdad, es que Adii estaba totalmente deslumbrante. No iba a haber cabeza que no se girase para admirarla en la ceremonia. Los hombres con asombro y las mujeres con envidia. Sonrió satisfecho y calló, que ya empezaba a tener ganas de postre.
- Ea, todos al carruaje y a la cornocación de la comadreja.- dijo alegre el duque.
- Querrás decir coronación- le corrigió su esposa
- No, he dicho "cornocación", que en vez de corona, ya podían clavarle dos cuernos a juego con el parche.- dijo divertido
- Cari, compórtate, hazme el favor. No la líes con el da Lúa y cuidado con los tonteos, que te conozco, no vayas a darme un espectáculo- se giró hacia Erik y le habló levantando el dedo índice- y a ti te digo lo mismo, que eres igualito a tu puñetero padre. Al que me dé el más mínimo espectáculo, le aplico el plan B hasta que se me olvide. Y ya sabéis que tengo muy buena memoria. Así que ¡andando!.
Los tres subieron al carruaje, adornado con los escudos de Alcalá de los Gazules sobre las puertas, los de La Frontera en el frente y el de Sanlúcar de Barrameda en la trasera. El cochero partió hacia la ceremonia, seguido por Polonio, Estudiante y dos guardias con los colores de los Guzmán.
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