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[RP]Susurros en la noche

Carrie.


Volvía de su despacho de gobernación a casa.

El paisaje parecía totalmente otro diametralmente distino, todo cubierto por hielo y nieve, tan blanco todo. Se paró un instante para disfrutarlo. Cerró los ojos sintiendo el frío en el rostro, y aquella paz... un ruido llamó su atención: un cuervo se posó en una rama haciendo caer un buen trozo de nieve. Cogió impulso y se fue graznando.

Un cuervo... decidió seguirlo y se vió caminando hacia el nemeton.. rodeó las piedras... se situó en el centro elevando la vista al cielo, respiró con fuerza viendo una gran nuve de vaho escapando de sus labios.. A su mente llegaron las imágenes de su boda con Galbart, toda la gente, la comida, la fiesta... Entonces el paisaje era otro, hacía calor, estaba todo florido, el bosque lleno de vida y ahora todo parecía aletargado, como paralizado. Ahí mismo parecía que el tiempo no transcurriese. Entonces era el solsticio... y ahora en cambio...

- El solsticio dijo casi en un grito. Dioses...

Había estado tan ocupada, pendiente de falsas negociaciones, de su trabajo en el consejo, añorando a Galbart, en baja forma por la Tarraconensis... aquello era imperdonable... Ahora Galb está en casa y la gente necesita distracción, tenemos que... Ni terminó la frase se fue corriendo a casa.

Abrió la puerta de un portazo y subió las escaleras de tres en tres... ¿Pero qué? Romualde salió corriendo a ver qué ocurría y se relajó al ver que era Carrie quien corría así. ¿Qué ocurre señora? Romualde.. llama a todo el servicio que se reúnan conmigo en la cocina.. tenemos que preparar la fiesta del solsticio no nos queda tiempo que perder es ya mismo.. vamos a hacer una cena para todo Castellfosc, haremos una gran hoguera en la plaza, montaremos unas grandes mesas y cenaremos ahí todos juntos... llamad también al carpintero tenemos que ver como hacemos esas mesas.. y los carniceros de confianza tambien... y ¿tendremos vino suficiente? bueno... hay mucho que preparar... lo primero es lo primero... que todos vayan corriendo a la cocina.
Carrie.


No podía dormir... daba vueltas y vueltas en la cama, intentando hacerlo lentamente para no despertar a Galbart. Estaba preocupada, no por la falta de acuerdo en el consejo, ni por los problemas por reconstruir Castellfosc.. había otras cosas que le preocupaban mucho más.. Miraba al techo fijamente... intentaba relajarse, estaba cansada y debía dormir, lo sabía, pero no había manera su cabeza funcionaba de manera independiente y no hacía caso de su cuerpo que le pedía descanso a gritos.. él seguía a lo suyo, dando vueltas y vueltas y vueltas y mas vueltas.. y cuando ya estaba todo pensado volvia a empezar con lo mismo una y otra vez... y otra vez... y otra vez...

Ya no podía más y se levantó. Cogió su ropa y se la llevó fuera para no despertar a Galbart, no tenía ganas de hablar con él sobre lo que la preocupaba. Una cosa es cuando los pensamientos pasan por la cabeza y otra muy distinta el decirlos en voz alta, una vez hecho no hay vuelta atrás y a veces las consecuencias son inevitables... en cambio si se calla...

Hacía frío, aún no era ni de madrugada... Se abrigó bien, iba a salir. Un par de guardias se extrañaron al verla e iban a hablar cuando ella les hizo callar con un gesto. Todo estaba bien, pero no iba a dar explicaciones a nadie. En cuanto sobrepasó la puerta oyó como uno de los guardias corría... seguro iba a avisar a Romualde... pero eso no la detuvo... se fue al establo y se fue hacia Beleno, le acarició el cuello ensimismada.. él la sacó de sus pensamientos empujándola con el morro. Ella le contestó con una sonrisa y le acarició.

Cogió un caballo, el primero que vió ya que no tenía uno propio, y salió despacio para no hacer mucho ruido.. Efectivamente Romualde ya estaba en la puerta, ella le hizo un gesto para que entrase y espoleó al caballo... estaba segura que Romualde no le haría caso y la seguiría, por eso intentó darse prisa.

En cuanto estuvo fuera de Castellfosc, empezó a cabalgar sin rumbo fijo... y sin darse cuenta llegó al sitio donde se casaron... Sonrió con nostalgia... no hacía mucho, unos seis meses... y a veces tenía la sensación de que hacía tanto tanto tiempo... Ató el caballo y se sentó donde estaba el mismo día de la boda... recordó las palabras que le dijo a Galbart:
Un día tu me ofreciste tu vida, esta vez soy yo quien te ofrece la mía, para que cuentes conmigo en cada instante, en cada dificultad, para compartir lo bueno y lo malo que nos deparen los dioses, para afrontar cada día juntos y salir victoriosos de todo lo que se nos ponga por delante. Porque yo ya no me imagino la vida sin ti, Galbart Donan. Eres todo cuanto podría desear y soñar. No sé qué hice para que los Dioses creyeran que era merecedora de la suerte de tenerte a mi lado y poder amarte, pero espero que no cambien jamás de opinión y podamos estar juntos por siempre, porque es lo que más deseo en el mundo. Te quiero Kraka justo antes de ponerse el anillo con el que ahora jugaba nerviosa...

Le amaba.. le amaba con todo su corazón de eso no tenía duda... pero ¿era suficiente el amor para sostener una relación... ? Suspiró escondiendo la cara entre sus manos... Sentía el estómago encogido y como si tuviera el corazón en un puño, sentía cada respiración como un ejercicio agotador... Miró al cielo implorando una respuesta, una señal, algo que le calmase y le dijese que todo estaba bien, que los dioses querían que permaneciesen juntos... que todo tiene un porqué...

Pero los dioses son caprichosos... y si un día....
... no se atrevió a terminar la frase, que musitó casi imperceptiblemente. Las lágrimas luchaban por salir y casi lo conseguían, de manera que Carrie se levantó, cogió su espada y la emprendió con el árbol que tenía más a mano hasta que acabó extenuada. Estuvo tentada de ir a la cabaña que estaba justo al lado.. ellos la entenderían.. pero tendría que dar muchas explicaciones y no quería hablar...

¿Qué podía hacer? La respuesta era... nada. Pedir a los dioses y a los ancestros que le diesen fuerza para afrontar lo que se avecinaba y para saber tomar las decisiones correctas para ser consecuente con ella misma, con lo que era y en lo que creía.. y no defraudar a los dioses, a Maël, ni a la misma Brigit.

Con los ojos cerrados suspiró varias veces intentando eliminar toda la energía negativa que sentía dentro suyo... cogió el caballo y volvió a casa.

Justo empezaba a amanecer... al entrar en casa notó un cierto revuelo, más movimento que de costumbre a esa hora, justo despuntaba el alba y ni los gallos habían empezado a cantar.

-Avisad a Romualde que he vuelto a casa.... entera... y que estoy bien, no me ha pasado nada como podeis ver. Aún casi ni había terminado la frase que fueron corriendo. Estaba segura que había dado orden de que la llamasen en cuanto se supiese algo de ella.

Se quitó la ropa de nuevo y de puntillas fue a la cama, se colocó poco a poco para no despertar a Galbart, cerró los ojos y en nada ya estaba en los brazos de Morfeo.
Galbart


- Mi señor, mi señor.- La voz de una mujer despertó al escocés. Lamentablemente no era Carrie sino Clemen.

- ¿Qué pasa?- Preguntó Galbart mientras se desperezaba, aún con los ojos cerrados.

- Su señora esposa ha salido a caballo del castillo. He visto que Romualde la seguía, pero a bastante distancia.- La mujer parecía preocupada. El escocés se incorporó y quedó sentado en la cama haciendo crujir las tablas de la misma. Se levantó, quitó el postigo de una de las dos ventanas de la habitación, y la abrió por completo.

- Tranquila, la señora Gobernadora del Reino es una mujer muy atareada, seguro que se ha acordado de alguna cosa y ha ido a resolverla. No te preocupes, no pasa nada.

Cuando se marchó aquella mujer, el escocés miró más allá de las estrellas, miró como sólo él podía ver. Desde que viera meses atrás una gran marcha de soldados, no volvió a ver. Había pasado mucho tiempo desde aquella visión y empezaba a pensar en que aquello era una señal. El escocés siempre había antepuesto sus creencias a todos los posibles beneficios materiales que pudiera obtener siguiendo otro camino. Era aquel uno de los motivos por el que le habían desterrado de Caithness y era uno de los motivos por el que los Dioses le habían retirado el don. O al menos era lo que creía. Aún así él trataba de recordar cómo se había sentido con las últimas visiones que había tenido y trataba de recordarlas todas, pero no podía, no estaba concentrado, no estaba en armonía con los Dioses no estaba... había abandonado el camino de la sabiduría.

El escocés cerró la ventana. Se dio cuenta de que había pasado mucho tiempo mirando por la ventana y que se había quedado frío "Da igual, el frío conserva, el calor destruye", pensó. Se metió en la cama y cerró los ojos y pensó en su esposa. Pensó en Carrie.


A la mañana siguiente después de vestirse y comer pan duro, se marchó a una de las granjas a comprar un cerdo. A su paso por el patio principal, vio como los preparativos marchaban. Aquella misma noche, el pueblo disfrutaría de una noche de fiesta, pero antes el escocés debía poner sus asuntos en orden. Cuando llegó, el porquero se los ofrecía gratis, pero el escocés pagó la cantidad que él consideraba. Ató al cerdo con una cuerda y antes de marcharse le pidió al porquero que le acompañara con una carretilla de mano. El porquero parecía contento por salir de allí. El sonido de las pisadas saliendo del barro, más los gruñidos del cerdo se sumaban al millón de voces que el escocés escuchaba en su cabeza. Voces que no conocía y que no comprendía. Al alejarse lo suficiente, el escocés se salió del camino y se adentró en una zona de pastos. Allí la verde hierba, empapada por la fina lluvia que caía, hacía un sonido mucho más reconfortante que el del barro. Fue entonces cuando el escocés sacó el puñal y gritó al cielo.

El porquero le seguía de cerca, con un cerdo en la carretilla. Iba tarareando una canción, parecía no importarle lo que acababa de ver. El escocés había dejado de escuchar las voces y empezaba a oír el murmullo de Castellfosc. Cuando llegaron a la cabaña del porquero este le preguntó que que tenía que hacer con él. El escocés e volvió y fue entonces cuando por fin, el porquero se dio cuenta del aspecto que tenía el escocés. Su mirada reflejaba miedo y el escocés lo sabía.

Quiero que me sirvan a mi y a mi esposa este cerdo. Al párroco también.- Sonrió. Y se fue al castillo. La gente le miraba con horror. Los guardias se apresuraron a ir hacia él y a preguntarle por su bienestar. Pero no les contestaba. Él quería ver a Carrie. Y haciendo caso omiso de las preguntas que le hacían se metió en su casa. Subió las escaleras y entró en el salón. Carrie, que estaba desayunando se le quedó mirando con la boca entreabierta.

Todo el mundo, excepto mi señora esposa, fuera de aquí.- Dijo con total tranquilidad. Esperó a que todo el mundo se fuera, no sin antes recibir las correspondientes miradas de los presentes.

Algo aflige tu corazón, así me lo han hecho saber. ¿Qué te pasa amada mía?- Le sonrió lo más tiernamente posible y se quedó parado en la entrada del salón.

Después de bañarse en la sangre del cerdo que había ofrecido como sacrificio, los Dioses le hablaron, le dijeron que el corazón de Carrie estaba ensombrecido y que debía ayudarla. Pero esta vez la voz que se presentó en su cabeza no era la de siempre. Y Galbart sabía quién era.

Era la madre de Carrie.

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Carrie.


Se sorprendió por la entrada de Galbart, pero no dijo nada y esperó a que todos salieran. Dejó la comida que tenía en las manos y mientras los demás se dirigían a la puerta ella se levantó y aguardó a que no quedara nadie más en la sala.
Algo aflige tu corazón, así me lo han hecho saber. ¿Qué te pasa amada mía?
Fue hacia él sin dejarle de mirarle a los ojos intentando adivinar qué le pasaba. Él no se movía de la puerta y le sonreía. Todos esos chorretones de sangre la inquietaban pero no dijo nada. En cuanto estuvo cerca de él le tocó el pecho para cercionarse que la sangre no se debía a ninguna herida suya. Le miró y él negó con la cabeza levemente haciéndole entender que la sangre no era suya.

Suspiró aliviada y le abrazó muy fuerte, sin importarle que sus ropas quedasen manchadas. Cómo sabía que estaba preocupada era lo de menos, era difícil mantener al margen a Galbart de lo que le sucedía y la preocupaba. Se separó de él y sin decirle nada aún, tiró de él para que la acompañase hasta donde estaba sentada hacía un momento, le indicó que se sentase a su lado y sin dejar su mano, cogió la otra y se sinceró con él.

Cariño... yo.... -
suspiró larga e intensamente- sí, estoy preocupada, sí.- Junto sus manos con las de él- Lo que me pasa es que.... tengo miedo. Miedo porque ya no todo es como antes... ya no somos tu y yo, en nuestra casa... ahora estamos aquí en Castefosc, somos responsables en cierta medida de esta gente... estamos aquí...- miró la gran estancia- en este edificio tan grande, con tanta gente... servicio.. yo... -hizo una pausa- añoro pasar tiempo a solas contigo, sin preocuparnos de nada más que no seamos sólo nosotros dos- Suspiró- sé que mucha gente mataría por una vida así, pero yo lo único que quiero es estar contigo aunque sea sin comodidades ni lujos.. en una casa pequeña, en nuestra cama, cocinando el uno para el otro, cazando, peleando con ladrones... juntos... yo....

Él la miraba, callado, esperando a que terminase. Sabía que aquello no era todo... y ella era consciente de que con eso el de Caithness no estaba satisfecho.

Y también hay otra cosa- él asintió serio- sabes lo que pienso de la reina y el regente.. y tu... bueno... trabajas para ellos. Sabes que yo no quiero interferir en tus asuntos pero eso de que ahora se va diciendo que serás noble... Sabes lo que eso implica, porque uno de los requisitos es.. bueno.. ya sabes.. temo que... por alguna razón todo esto nos traiga problemas, a los ojos de todos ellos somos, bueno, soy... no sé muy bien lo que soy para ellos, pero algo incómodo seguro, para ellos tu y yo no estamos casados. Temo que dejemos de ser fieles a nuestros orígenes, a nuestras creencias... a nosotros mismos... que nuestros caminos vayan en direcciones distintas... que... no sé amor... Hay veces que pienso que me gustaría huir.. desparecer contigo en el bosque y no volver más... -De repente sonrió- ¿Te acuerdas cuando te colabas en casa y me pegabas aquellos sustos? ¿Cuando me venías a hablar de Maël?... quizás sea que añore esos tiempos... entonces todo era más fácil... ¿No crees?
Galbart


-Cualquier tiempo futuro es incierto para nosotros, simples mortales, y por tanto más difíciles de llevar. Nada nos da pistas de lo que va a pasar en el futuro, sólo los Dioses lo saben.- Hizo una pausa, se quitó sangre de la frente y continuó hablando.- Renunciar a Castellfosc es renunciar a lo que somos, gente del norte combativa y que defendemos siempre la causa más justa. Te trataron mal y no hubo justicia, pero nosotros la buscamos. No hacer los correcto según las leyes de los hombres no significa absolutamente nada, porque si no explícame el por qué lo legal en un sitio es ilegal en otro. Las leyes de los hombres son absurdas, vale que hay que cumplirlas para vivir con un cierto orden y tranquilamente, pero se cumplen hasta cierto punto, pues la única Ley que debe importarnos es la palabra de los Dioses.- Hizo otra pausa para limpiarse con la manga de la camisa algo de sangre reseca que tenía en la cara.- El hecho de trabajar para alguien tampoco significa que yo me haya olvidado de mi pasado, por los Dioses, no. Los hombres me han recompensado por hacer algo con lo que me he ganado la vida estos últimos siete u ocho años. No es algo que me haga especial ilusión pero lo acepto y cumplo con mi deber. El honor y el sentido del deber son importantes en esta vida y más aún en estos tiempos que corren, pero eso no es algo nuevo para ti, ¿verdad gobernadora?- Sonrió y le cogió sus manos entre las suyas.

- El título de noble me importa un mierrda. Que no nos reconozcan como matrimonio me importa menos aún. Lo que me importa eres tú. Tú y yo son las únicas personas que me importan y no dejaré que las leyes de los hombres pongan en duda lo que somos, ¿de acuerdo? Antes pasaría por la espada a todo el Reino que renunciar a nuestro pasado.- Se dio cuenta de que apretaba las manos y alfojó la presión mientras se dibujaba una sonrisa en cara. Galbart estaba enfadado. Todo lo que ella había dicho era verdad y todo ello, como le había dicho, era culpa de las leyes de los hombres, aquel Reino estaba infectado de miseria y porquería pues todo se movía según esa ley y no según las capacidades y los méritos de cada persona. Quizá fuera tarde para tratar de arreglar el mundo, pero al menos debían intentarlo y estaba claro que él sólo no podía. Galbart volvió de sus pensamientos para tratar de curar el maltrecho corazón de Carrie.

- El tiempo es algo valioso y a nosotros, últimamente, no nos sobra. Por eso el tiempo que pasemos juntos debe ser tan intenso como podamos. Los tiempos pasados no volverán, pero sí su recuerdo y eso es tan importante como pasar tiempo juntos. Y yo nunca dejaré de hablarte de Maël, ni de tu madre, ni de contarte historias, ni de pedirte ayuda y consejo. Te necesito, aquí conmigo. Nunca, nunca, nos vamos a separar, el enlace de nuestras almas es Ley, y como te dije antes esa es la que se debe obedecer. Pero no sólo a nivel espiritual sino, aquí en este mundo, estaremos juntos por siempre, porque te quiero y por que deseo que los recuerdos de los buenos tiempos del pasado sigan vivos.-

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