Galbart
No le había llevado ni cinco minutos llegar al burdel desde la muralla norte de la ciudad. Estaba dando un paseo y escuchando las conversaciones de la gente. También se había parado a dar limosna a un par de vagabundos. Algunos le paraban por la calle. Se había ganado una reputación entre las humildes gentes de Valencia, aquellas que muchas veces eran encarceladas con el motivo de mantener la belleza de la capital. Si quieres mantenerla bella, no llenes cárceles y llena casas pensaba el escocés cada vez que sacaba esa conclusión y si nadie le decía otra cosa era porque estaba en lo cierto, sin embargo en aquellos instantes debía concentrarse en derribar al último peón. Quería sacarse la grotesca imagen de su cabeza, quería quitarse de su cabeza el mismísimo infierno.
Llegó al callejón en cuestión, pero no vio a Carrie allí fuera, sea como fuere, se metió allí dentro y se ocultó entre las sombras. Pudo investigar un poco más el callejón, había varias puertas que daban, seguramente, a viviendas. La construcción de la ciudad de Valencia era rara, bueno, de todas las ciudades que había visitado puesto que en todas ellas había callejuelas sin ningún orden. A veces llegaba a ser caótico pero a la vez útil, como en aquella ocasión. Se ocultó contra una puerta esperando su oportunidad... y entonces escuchó y observó.
Ajaaaaaa lo que yo creía. La putita escocesa ha terminado en un burdel.- Aquello encendió al escocés. Pero se contuvo y esperó a que se desarrollaran los acontecimientos. Cuando la empujó contra el suelo, salió de su escondite y se acercó lentamente hacia el hombre.
¡¡Venga!! ¡¡Levanta!! Ahora vas a saber lo que es un hombre de verdad. Te vas a enterar de lo que es bueno, ¡¡¡hereje abrazaárboles!!! - Entonces ella le empujó y tropezó con él.
El hombre se quedó confuso porque pensó que podría ser una pared pero había sido un choque blando. Entonces se dio la vuelta y se encontró con un cuerpo y una sombra cortando parte del pecho y la cabeza. Se asustó un instante y dijo titubeante ante las dimensiones del de Caithness:
Eh venga, hermano, ¿no ves que tengo algo entre manos?- Entonces el de Caithness dio un paso hacia atrás y el puño derecho impactó en su cara derrumbándolo cerca de Carrie. El de Caithness se sacudió la mano, no recordaba haber dado tan fuerte en su vida. Arrastró aquel cuerpo hacia el callejón. Este intentaba levantarse mientras el escocés le decía:
Resulta que el putito escocés también está aquí. ¿Sorprendido? Levanta, vamos, quiero ver a ese hombre de verdad. - Justo cuando se levantaba el escocés le pateó el estómago haciéndole caer. La imagen de Carrie a punto de ser mancillada por otro hombre se le pasó por la cabeza, así como el insulto y el empujón que le dio. No pudo soportarlo y le pegó una patada en el estomago para que volviera a caer. Gruñó. Los ojos del escocés estaban llenos de ira. Le dio la vuelta en el suelo. Él abrió los ojos y volvió a gruñir al ver al escocés que le sonreía. Arremetió con el a puñetazos hasta que se dolió de las manos. El hombre resistía. No esperaba menos puesto que estaba entrenado para ello. Le cogió del cuello de la camisa y le levantó para ponerlo contra la pared. Miró a un lado y a otro y su mirada se cruzó con la de Carrie. Esa décima de segundo en la que se cruzaron sus miradas fue suficiente como para saber que ella quería verlo machacado y derrumbado. El escocés, entonces le clavó una daga en el bazo. El hombre abrió los ojos y soltó un:
Hijo de put...- No terminó, porque para entonces el escocés le estampó la cabeza, con todas su fuerzas, contra la pared. Lo repitió dos veces más y dejó que el cuerpo cayera al suelo y se desangrara. No se limpió la sangre que le había salpicado la cara. Sintió ganas de gritar, pero miró al cielo. Después bajó la mirada y escondió los dibujos de partes humanas debajo del cadáver. Ella le miraba con cierto respeto, como diciendo "tú no eres Galbart". Le indicó que se acercara con el dedo índice y le dio un fuerte abrazo al tiempo que se iban de allí. Debían ir a la posada y lavarse.
Una vez aseados y bien vestidos, el escocés le contó a Carrie lo que había vivido por la mañana, pero hizo especial hincapié en la visión que tuvo.
Carrie, por los Dioses te digo, que hoy he bajado a las entrañas del mismísimo infierno. Ha sido un espectáculo grotesco y asqueroso. Era como estar en las mismísimas puertas del infierno y estar con uno de sus cancerberos que se reía como si de una comedia se tratara. Era como si los mismísimos Dioses me advirtieran, pero no sé de qué.
La respuesta llegó cuando Amalia les servía de la cena. Amalia hablaba con Carrie sobre alguna cosa cuando el escocés captó que Amalia decía:
Ya ves hija, este hombre se cree invencible.- Las dos rieron, pero el de Caithness se dio cuenta de que había sido estúpido al considerarse el nexo entre Dioses y mortales, era un honor que aún distaba aunque, tiempo atrás, había iniciado el camino.
No soy invencible, soy un simple mortal.- El escocés, entonces sonrió de verdad, cosa que no había hecho en todo el día. Los Dioses le habían perdonando. No cometería el mismo error una segunda vez.
Había comprobado, de primera mano, lo que podía hacer provocar la ira de los Dioses.
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