Galbart
Ni tan siquiera le importaba quién era el hombre que acababa de matar, lo que realmente importaba ahora era sobrevivir y tomar el castillo.
Todo empezó semanas atrás, pero no fue una sola cosa el detonante de tomar aquella decisión, no, fue un cúmulo de muchas de ellas. La expulsión del alto mando, la forma en la que le ningunearon en la reunión, las negativas a escuchar sus propuestas, el derrumbe de su casa y esas eran por su parte, porque Carrie tenía sus motivos y ahora que estaban unidos, los dos compartían esa carga y era hora de hacer pagar por sus actos. Pero sin duda alguna el motivo principal fue la injusticia cometida entre los nobles y la gente de a pie. Ellos bebiendo vino y comiendo a costa de sus siervos y el resto trabajando para comer un pan cada dos días. Le enfurecía aquella conducta y no sólo porque allí viera aquellas injusticias, llevaba toda la vida viéndolo en su propia casa en Caithness y ahora lo veía en Valencia, era como si una especia de ser malvado controlara a todos los señores del mundo. Pero ellos pretendías hacer justicia. Oh, vaya si lo iban a hacer.
Los Dioses habían querido que dieran con aquel castillo y Carrie, simplemente, había sugerido asaltarlo. Los días pasaron y frecuentaron aquel castillo, los días de mercado paseaban por allí. Desde fuera, el castillo no parecía ser muy grande, las murallas eran bajas, de unos cuatro metros, el portón principal estaba compuesto de dos rejas de hierro forjado que se abrían mediante un sistema de poleas muy ingeniosamente colocadas. Una vez pasado el portón, a su derecha había una gran herrería dominada por una gran fragua, quizá de las más grandes que hubiera visto nunca el escocés. A su izquierda estaba el gran patio y las dos escaleras de piedra que daban acceso a los muros. En el lado opuesto del patio había una puerta, que supuestamente eran los barracones de los soldados. Una vez atravesabas el patio, en dirección a la puerta, un bonito arco de bóveda los conducía por una ligera cuesta en la que se encontraban unas casas, pequeñas, a uno y otro lado y justo al final unas escaleras que daban acceso a la casa del señor. Por otra parte, y siguiendo por el lado contrario al de la puerta y dejando atrás la fragua, había un pozo del que se nutría la gente que habitaba en el castillo. Sin duda alguna era un punto muy importante. Un horno daba olor a aquella calle en la que se apreciaba mucha actividad pues había también una carnicería y dos carpinterías y unas cuantas casas más. En verdad el castillo por dentro tenía bastantes cosas. Quizá el efecto visual de la muralla baja y la gran casa del señor adornada con torres, coronadas por estandartes, grandes ventanales y balcones, engañaban al ojo humano.
Los primeros días habían sido los más aburridos pues había que mirárselo todo muchísimas veces, entradas, salidas, turnos de los guardias de la muralla (que por suerte sólo había un puñado de ellos) y después había que saber cuándo abrían las puertas y cuando las cerraban, cuando había más gente y cuándo menos. Por suerte, Carrie, ideó un magnífico plan para deshacerse de todo aquel que se pusiera por delante. Ahora debían conseguir un puñado de gente lo suficientemente buena con la espada como para luchar contra soldados. Quizás no sería complicado encontrar gente, pero sí gente de confianza. Entonces el escocés decidió irse al puerto, alguien dispuesto encontraría, la paga habría de ser generosa, las riquezas del castillo seguro que eran suficiente paga, no obstante, el escocés decidió llevar una buena bolsa de monedas consigo. No tardó en conseguir una docena de hombres dispuestos a luchar por los extranjeros del norte, como los llamaba la gente en Valencia. Tenía que ir a decírselo a Carrie, había quedado con ellos en una tasca ruinosa del extremo sur del puerto dentro de dos días. Ella debía organizar los grupos y encargarse de movilizar a los once hombres y a una mujer, Romualde, oriunda del sur de Francia y que se dedicaba expresamente a eso, a matar por dinero, como el resto de ellos y como el escocés en sus tiempos. Algunos de aquellos hombres aseguraban haber luchado en el frente sur contra los sarracenos, pero la paga y la comida eran peores que dedicándose a la pesca y al contrabando. No les culpaba, el sistema estaba corrupto y siempre seguiría así.
Una vez estuvo con Carrie y con la bolsa vacía, pues había tenido que adelantar parte de la paga, le comentó todo lo que había averiguado así como el grupo que había conseguido. El plan se empezaba a poner en marcha, no tardarían mucho en ejecutarlo.
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