Leaford
No opuso resistencia alguna a los mercenarios que mas tarde le llevarían al Bebita I. Hizo un primer intento llevándose su mano derecha sobre la empuñadura de su espada, antes de desenvainar preguntó a quién servían y la respuesta le sorprendió totalmente, si eran hombres de su padre no haría nada y les seguiría sin más, ahora tenía varias preguntas que necesitaban respuesta y solo un hombre se las podía dar.
Distraído como estaba se olvidó de Winter, si se hubiera acordado habría buscado a su compañero para evitar la posible mala reacción de este al ver a Leaford y Aliena siendo acompañados por cinco hombres armados, pero no lo hizo y eso tuvo sus consecuencias.
Al salir del castillo el lobo los vio a lo lejos y se abalanzó contra uno de los mercenarios, por suerte para este lo vio venir y esquivó la dentellada que le intentó propinar el animal, al darse cuenta reaccionó gritándole al lobo para que este se tranquilizara, pero Winter no iba a desistir ahora y volvió a arremeter contra otro de los mercenarios esta vez ya armados los cinco, la embestida del lobezno volvió a fallar y esta vez uno de los hombres contraatacó propinándole una patada a la que siguió el intento de una estocada que acabaría con la vida del animal al encontrarse indefenso en el suelo.
Al ver la intención de aquel que quería asesinar a su compañero Leaford le embistió para impedirlo acabando los dos en el suelo, se recompuso antes que el otro, tiempo suficiente para acercarse a Winter y desenvainar la espada con intención de protegerle. Todo acabó en susto pues después de esto solamente hubo un tira y afloja verbal entre el mercenario y el soldado, con la intervención del resto que les acompañaban no pasó nada más, los mercenarios no podían permitirse el lujo de herir al hijo de aquel que les paga.
Llegaron al barco y tuvo esperanza de encontrar alguna respuesta por parte de su padre estuvo frente a él, pero apenas pudo decir nada cuando le echó a él y su hermana pequeña de la estancia para quedarse asolas con su madre. En su camarote poco podía hacer, simplemente se tumbó esperando que llegaran pronto a su destino.
Se encontraba medio dormido cuando un fuerte estruendo le sacó del sueño, rápidamente se puso en pie y subió a cubierta, el barco estaba siendo atacado. Lejos de ayudar Leaford volvió a su camarote, era su segundo viaje en barco y no sabría que hacer seguramente sería un estorbo.
Su madre había desaparecido, se enteró cuando uno de los mercenarios apareció donde se encontraba preguntando por ella, inmediatamente se puso en marcha y se unió a la búsqueda de su madre por el barco.
Y ahora se encontraba en el puerto de Zaragoza solamente con su espada y una bolsa que contenía una veintena de escudos, no le fue difícil bajar del barco, tan solo un par de amenazas y listo. Por lo que había podido escuchar de su padre Ibelia no aparecía por ninguna parte, ya solo le quedaba una opción, desembarcar en Zaragoza y seguir la búsqueda por la ciudad.
El joven no tenía idea de por donde comenzar a buscar, lo único que se le ocurrió fue comenzar a gritar por el puerto -Ibeeeeeeel, Ibeeeeeeelia- esperaba que pronto apareciera, si le escuchaba estaba seguro que aparecería, ¿acaso iba a ignorar la llamada de su propio hijo? El esperaba que no fuera así.
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